El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Héroes por disponer de una personalidad integral o polifacética.
			
			
			Salvo quizás actores, que normalmente sí precisan de una 
			personalidad multifuncional, la mayoría de ídolos de masas más bien 
			fueron educados en una disciplina de, como yo les llamo, “neuronas 
			unidireccionales”, expresión sinónima a “Dedícate toda la vida a hacer una 
			sola cosa”. Ejemplo, el campeón de waterpolo sólo necesita 
			mostrar un gran destreza, habilidad para 
			manejarse en el agua según los criterios de esta disciplina 
			deportiva. No 
			necesita nada más. Aplíquese con profusión esta deducción a la 
			mayoría de grandes maestros especialistas. 
Otro ejemplo flagrante: el portero de fútbol (o guardameta de otra disciplina 
deportiva). No sólo practica un único deporte, que es el que le otorga el 
reconocimiento, si no que ni siquiera, dentro de su disciplina puede trasmutar 
su posición por la de otro jugador de campo: quedaría inutilizado. Si señores, 
el gran héroe de nuestro tiempo puede ser un tipo que protege un área 
rectangular de unos pocos metros cuadrados delineada por unas cuantas líneas 
blancas pintadas en el verde y cuidado césped. Ese es su cometido, esa 
estrategia de vida define sus valores. Valores que defiende con diariamente, con 
tesón. No hace falta añadir que ejemplos del mismo tipo (superespecializados y 
que defienden fútiles ideas) puede usted encontrar miles si no millones.
			
			Resumiendo, la mayoría de ídolos cotidianos, aunque se erigieran como anti-ejemplos del postulado presentado, en absoluto necesitan hacer 
			gala de una 
			personalidad polifacética ni cultivada ni presentar valores anexos a su 
			trabajo para alcanzar su objetivo, su concepción del mundo puede 
			tranquilamente limitarse a las dimensiones del campo de juego o 
			escenario dentro 
			del cual orbita en cada actuación. No necesitan nada más. Obviamente 
tampoco comportarse como un mejor ejemplo de ser humano que el resto, pues como 
hemos visto, ciertos valores humanos, imprescindibles, resultan superfluos 
(inútiles, obsoletos, retrógrados, absurdos, anticuados, irrelevantes, 
accesorios....) para aspirar al cetro de la fama y la gloria.
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