Crítica a los ídolos contemporáneos. Parte VIII
150 puntos contra los ídolos contemporáneos
Resumen del Anti-ídolo
Después de reflexionar sobre los anteriores secciones podemos concluir de manera
resumida con los siguientes puntos:
Esquema:
• Héroes, solución a nuestros problemas (héroes por la ambición)
Nuestro bienamado señor de los anillos no demanda justicia social, no
reclama ni porfía por un pacifismo universal, no defiende más libertad que la de
jugar y derrochar, no tiende a la reflexión objetiva o pretender elaborar
críticas constructivas, apenas reconoce el valor de un bien cultural,
desecha el conocimiento científico, detesta las verdades milenarias, ni siquiera
el altruismo es un fin en sí mismo salvo como una rutina aleatoria y pasajera.
El héroe ambicioso, de mirada desafiante, ese pedazo de humano segregacionista
no se interesa por la igualdad, no justifica ninguna ley que no le otorgue
ventaja, ni siquiera le resulta necesaria la sinceridad si tal recurso no
engrosa su ya de por si hinchada cuenta bancaria, sólo le gusta mostrarse como
el más hábil, el más listo. Mentir o acusar al adversario no constituyen ruines
estrategias por sí mismas, si no los precisos ingredientes con los que cocina el
plato de la venganza. Tales señas se consideran admisible en pos del
Reconocimiento.
• Héroes, solución a nuestros problemas (héroes por la ambición)
2
Al final, la única verdad que transmite nuestro atractivo galán se
relaciona con arrancar el tedio y las preocupaciones al espectador o acólito
seguidor. De eso se trata. No hablamos de educar ofreciendo pequeños consejos ni
de transmitir algún fragmento de una moderna pedagogía que inspire al
atolondrado seguidor, menos aún de la generación original de palabras
grandilocuentes, mas bien de ayudar a pasar un simple rato, de degollar el
tiempo, de permitir al acólito evadirse de su melancólica espesura, de su
exasperante y desencajada normalidad, de aniquilarse a sí mismo por unos
instantes. Es el héroe, ese enfermero amable que nos inocula una droga
intravenosa que nos permite suicidarnos momentáneamente. Una vez regado
nuestro fuero interno
por el suero de una esperanzadora mentira generaremos de forma espontánea
un universo artificial dentro del cual podremos adoptar el papel de ángeles
etéreos y sobrevolar sin peligro los pedregosos terrenos que simulan nuestra
existencia, olvidando nuestras perennes y parásitas agonías.
• Héroes, solución a nuestros problemas (héroes por la ambición)
3
No es nuestro símbolo de poder un psicólogo que dispense entereza mas bien
simula una amañada máquina tragaperras: se traga todas las monedas cual
monstruo de las galletas y, egoísta como ninguno, apenas si devuelve una
miserable calderilla. Este tiránica estrella mediática no adjudica poder,
no comparte riquezas, no se preocupan de quienes le adoran salvo unos minutos
para firmar un papel emborronado y arrugado con una rúbrica ininteligible. Eso
sí, siempre pide el diezmo, el tributo a su presencia, a los seguidores, a la
empresa, al dios que le engendró. Porque el dinero es el fin, el medio y el
principio de sus anhelos, y junto con la necesidad de diversión continua
cimienta sus apetitos infantiles, triviales, insignificantes como toda la
industria que lo concibe y lo amamanta con esmero.
• Héroes, solución a nuestros problemas (héroes por la ambición)
4
Al final, el objetivo consta en erigirse como un nuevo mito de leyenda moderna,
en ser el mejor en una historia en clave de ficción. Este tipo, desmenuzado por
miles de focos, habita lozano en una diferente dimensión, desligado de la
realidad circundante, y aun a pesar de que la sociedad se desfigurara en el
exterior demacrada por meridianas crisis o erupciones violentas, él, bien
apoltronado en una de las estancias de su luminosa torre de marfil en modo
alguno se sentiría ni mínimamente afectado, ni mucho menos amenazado (nadie
discute su preponderancia). Continuaría, obstinado, amaestrando a sus
mascotas-objeto, vomitando hazañas pueriles y negociando una nueva subida de
salario, de la que por supuesto se cree merecedor. Así muera el mundo de
inanición, él seguirá reclamando toda la atención. Ese es el auténtico rostro
del héroe moderno.
Todo para mí, los residuos para los demás, así mueran de hambre yo seguiré
enriqueciéndome.
• Héroes y sus “actuaciones”.
No importa si de sus acciones o películas propician una repetición de
estereotipos machistas o racistas o propugnan comportamientos amorales. Ellos
prefieren desentender de este tipo de acusaciones “moralistas”. No va con ellos.
Un actor puede interpretar una film como "asesinos natos" o películas donde el
malo es un asesino y el bueno... también. Da lo mismo, los aspirantes a encarnar
semejante "honroso"
papel se contarían por miles. Gracias de nuevo por vuestra aportación. Sois
"magníficos". No hacía falta, ya nos vemos abrumados por millones de “sabios”
consejos. Actualmente, hay quien protagoniza actos vandálicos o soeces (incluso
asesinatos) con el único fin de obtener popularidad y aparecer en los noticiarios. No
es broma. Sin duda, correremos a prestarle a la atención debida. Somos cotillas,
envidiosos y morbosos en grado extremo. ¡Viva el espectáculo!
• Héroes y sus “actuaciones” (2)
Sobre actuaciones de actores y películas taquilleras, un dato, probablemente no
puedan ustedes imaginar la cantidad de cánceres y muertes causadas por el efecto
de las apariciones del cigarrillo en boca de algún héroe de la pantalla grande.
A a esos también los denominamos como héroes, aquellos que bajo el aspecto de galanes salvadores
del mundo causan estragos en la mente o en el organismo de sus seguidores
Es curioso esto, al fin y al cabo si se les recompensa de manera grandilocuente por
su supuesta influencia positiva, cuando proyectan una imagen destructiva
alguien, digo yo, habría de amonestarlos. No hay huevos. Y mejor no les cuento el
caso del cantante de un grupo de rock americano. que se fumó el tío 20
millones de dólares en drogas, no sea que convierta en un nuevo hit mundial y
venda más discos todavía (así somos).
De Amy Winehouse mejor no digo nada... ya no está entre nosotros.
• Héroes como "grandes" personas (1)
No me puedo imaginar calificar a una gran persona cuyo mayor sueño es
pasarse la vida correteando tras un balón. ¿No sería más lógico calificarlos de
cobardes por escaquearse de los grandes trastornos y conflictos que afean
nuestra condición y preferir dedicarse a jugar unos ratos? Mientras muchos individuos se
estrujan el cerebro intentando averiguar por qué el mal acontece estos queridos
señores escurren el bulto y se pasan el día jugando, corriendo con su
coche o haciendo el indio como infantes imberbes.
Luego cuando llegan a casa, muchos siguen con su rutina... jugando a la consola.
Otros cantan o cuentan chistes, o posan en paños menores. ¿Es a eso a lo que
debemos considerar gran persona o icono de referencia hoy en día? ¿A quiénes,
a qué tipo de individuos rendimos pleitesía? ¿Nos hemos vuelto todos
locos? ¿Qué nos ha enseñado la vida? ¿Qué valores nos transmitieron en las
escuelas, en la universidad? Miles de años de evolución para someternos a las
luces cegadores del vellocino de oro de turno. ¿Es que no hemos aprendido nada?
• Héroes como "grandes" personas (2)
Repito, tontos, ignorantes, cobardes, inmaduros, niñatos, sería un calificativo
más adecuado para estos dioses de barro. Desde luego, tenemos el mundo que nos merecemos. De tales palos
tales astillas. De donde no hay no se puede sacar. Triste futuro nos espera.
Quizás en un futuro cercano la educación como tal ya no exista y todos los
individuos sin excepción se les instruya como individuos-tornillo, es decir
tipos que sólo se esmerarán en hacer una cosa bien… y nada más. Para esa época
un famoso de la élite ya ganara un trillón de euros y la mayoría de los demás no
llegarán ni a los 500 euros de sueldo medio. Por cierto, el tipo este ya no dará entrevistas. No
sabrá hablar. Total “pa qué”. Y todos “por supuesto” lo considerarán un dios.
Universitarios incluidos. Y jefes de gobierno también. Estos, sin duda, correrán
a hacerse una foto con él o ella (¡juas!) para tratar de rascar cuatro
votos más.
• Héroes y la mentalidad especialista.
Las corrientes de pensamientos reinantes, la maravillosa ciencia Económica,
los poderes fácticos y todos sus secuaces (llámense ídolos) han colaborado en
lograr un hito irrepetible: que sólo nos importe el espectáculo y la
compra-venta de trastos, relegando todas las demás virtudes y cualidades humanas
a un tercer nivel. Nos da igual si
fuman, beben o se drogan, si son solidarios o no, si leen, o dejan de leer, si
protestan o hacen el ridículo constantemente, si son fieles a sus parejas o son
unos pendones (¿Tiger Woods?), si aman el dinero más que a sí mismos o lo
despilfarran de la manera más burda. Todo da exactamente igual. A hacer puñetas
cualquier atisbo de ética. ¡Nadie desea ser considerado un moralista! El mayor y más poderoso argumento del universo puede
ser “que meta un gol en la final” o que que gane el torneo tal. Pa’
morirse. Y a ellos, puesto que obviamente constituyen el centro neurálgico de esta
mentalidad orientada al consumo hedonista, debemos apuntarlos como los mayores responsables. Y
nosotros copartícipes, por supuesto. Luego, extrañamente, saldremos como locos a
las calles a manifestarnos apuntando al gran poder porque nos consta que el mundo funciona de pena. Claro, me temo
que el mayor problema es que habitamos nosotros en él... defendiendo
además nuestra querida y retrógrada mentalidad. Y por supuesto, nuestros
amadísimos héroes como referencias incuestionable. ¿Para cuándo un Barrio
Sésamo para adultos? Sinceramente, ¿por qué no formateamos el disco duro y
reiniciamos el sistema? ¿Alguien se presenta voluntario para codificar las
nuevas líneas de programación de un más evolucionado "sistema operativo"?
• Héroes y la mentalidad especialista (2)
Quizás el mayor hito del individuo-masa ha sido el colaborar diligentemente en construirnos
un entorno minúsculo, cerrando los ojos a otras perspectivas más halagüeñas. Somos ignorantes tanto científica como
emocionalmente, con una cerebro tan infrautilizado que no sabemos que existen
personas de referencia infinitamente más útiles que harían de nosotros tipos
mucho más poderosos. El mayor logro de nuestros ídolos es habernos
cerrado los ojos a mayores perspectivas de vida. Y encima, muérete de gusto,
todavía por ello nos piden que colaboremos con su causa. Y nosotros gentilmente
les patrocinamos con gusto. Francamente,
nos merecemos nuestra gregaria condición. Somos sus esclavos. "Vivimos en la
sociedad de la información, donde estamos informados de todo, y no nos enteramos
de nada.". Nos creemos todo lo que nos cuentan.
• Héroes, los mejores ejemplos para la humanidad.
Al ejercer una influencia inusitada sobre millones de personas los ídolos del
capitalismo resultan el mayor
escollo para la instauración de nuevos pautas de comportamiento en los
ciudadanos. No importa, a ellos les conviene. Lógicamente habría que desmantelar su
fraudulento reinado para poder aspirar mínimamente a construir una sociedad más racional y
sostenible. Y eso no es sólo posible, si no que sería fácil con la tecnología y
la información que poseemos sobre nuestra naturaleza. Pero para construir nuevas
reglas hay primero que desbancar otras más arcaicas. ¿Son los mejores o los
peores ejemplos? Quizás ya empiecen a dudar.
• Héroes, ídolos perfectos.
Muchos los consideran perfectos por ser famosos, ricos, esforzados, ganadores,
guapos, etc. "Es que lo tienen todo", afirman convencidos algunos. He
llegado a escuchar de parte de un periodista reputado que “son más que
perfectos”, que con algunos de ellos "la realidad ha superado a la ficción"
(y me temo que no estaba fumado el hombre). Sin embargo, después de
analizarlos con detalle, ¿no les parecen ahora menos perfectos y más
cercanos a simples mortales con docenas de defectos? ¿De dónde sacará la gente el concepto de perfección? Este no
debe incluir como cualidad, el tener corazón, salvo quizás para contonearse en
bragas o meter una pelota en alguna canasta cercana. No nos merecemos otro mundo
que este. Deberían, como yo, sentir vergüenza. Si es que la conocen, claro.
• Héroes, ídolos perfectos (2)
En pocas palabras, que estos ídolos no sólo son los mejores ejemplos para la
humanidad si no más bien al contrario, en realidad representan los mejores prototipos para
disciplinar una
sociedad como esta y los mayores obstáculos para alcanzar una sociedad más
civilizada y evolucionada, menos utilitarista. Me temo que deberían ser
calificados con cualquier apelativo menos de “tipos perfectos”, “ídolos a
imitar", mas bien como “grandes escollos” o “muros de contención”. Pero dado que
argumento materialista es el único dios, entonces todos aceptamos sin
contemplaciones semejantes distinciones por miedo a las represalias. Y todos tan
felices. O quizás no, pero como nosotros no pintamos nada en todo este tinglado
pues callamos y otorgamos (otro de nuestros deportes favoritos). No es mi caso.
• Héroes, ídolos perfectos (3)
Al final, es triste pensar que los individuos capitalistas tienen más aprecio a
un toca-pelotas, cantantes o humoristas que a todos aquellos (léase escritores,
gente de buen corazón, pensadores, activistas, gente polifacética) que mejor se ocuparían de mejorar
su condición (de manera descomunal además). Se puede afirmar sin lugar a dudas
que tiene más reconocimiento quien ama a una pelota sobre todas las cosas que
quien profesa amor por el género humano y sus circunstancias. No se extrañen, en
este mundo se rinde culto al "material", al objeto y todo gira en torno a él.
Piénsenlo si no: empresarios (manipulación de objetos), deportistas (juegan con
pelotas, balones, etc), ídolos de sugerente imagen (ídolos objeto). El amor
objetual es preferible a aquel más humanitario. La conclusión es también obvia,
estamos perdiendo todo atisbo de sensibilidad y cada vez nos volvemos más esclavos de
la tecnología. ¡Que esto lo diga un informático!
• Héroes, ídolos perfectos (4)
Resumiendo, estos ídolos son el resultado de una educación infame, de un
comportamiento egoísta, utilitarista y carente de escrúpulos, donde concepciones
arbitrarias toman el mando y se tornan norma general. Si queremos cambiarle la
cara al mundo
debemos relegar a estos ídolos del espectáculo a un segundo plano y no
otorgarles tal monumental trascendencia, mucho menos brindarles sueldos archimillonarios (y por extensión
un
poder adimensional). ¿Acaso sabemos en qué lo gastarán? En otro caso la suerte está echada, no podemos aspirar a más. Debemos
situar algún modelo muy por encima de ellos o millones que diverjan de tal
idiosincrasia. Es la única manera de equilibrar un poco la balanza. Y eso es
perfectamente posible.
• Héroes, ídolos perfectos (5)
Como final añado que fácilmente podríamos derribarles de sus pedestales sólo preguntándoles
acerca de cómo resolver problemas mundiales o simplemente cómo mejorar nuestras vidas no sólo
alegrarnos la tarde. Caerán todos fulminados. Son lo que son y
sirven para lo que sirven, un espectáculo, un pasatiempo, unos donantes de
alegrías efímeras que se desvanecen al siguiente día.
• Héroes,
final
Sí, ese es nuestro héroe por la ambición, un engendro perpetrado por
un cúmulo de sabios mercaderes de la sinrazón, un vendedor de humo, un príncipe
ataviado con el "traje del emperador", un tipo que, ante las multitudes, marcha
desnudo de valores pero cargado de anhelos fatuos, presumiendo de una vanidad de
cientos de quilates cuyo brillo cegador esconde una personalidad raquítica y un
corazón diminuto. Curiosamente, a pesar de su ridícula y desnuda apariencia,
todo el orbe instruido del mismo y flatulento modo le persigue no para
censurarle, no para destituirle de su cargo, si no para embelesarse con su
presencia. Aposentados como espectadores dentro de esta surrealista
naturaleza, se observa al cuerdo idolatrar al loco, el excéntrico de turno
impone modas y la masa acoge todas ellas sin revisar su procedencia, sin
calibrar su intrínseco valor. Traga con todo sin apenas masticar. Luego sufre de
dolores varios y por más que rumia o recapacita no alcanza a averiguar su causa
real, los orígenes de su impotencia, de su insignificancia.
• Héroes y construcción de la realidad. Lecciones de nuestros queridos
ídolos.
Revisen esta sección para hacerse una idea de lo que planteo en este punto.
Después de repasar esta larguísima parrafada, ¿creen de verdad que nuestros ídolos
se merecen un reconocimiento mundial? ¿no sería mejor tirarles de las orejas, recluirles en
alguna escuela especial con algún profesor de ética, dejarles allí varios años
hasta que se transformes en Personas (con mayúsculas)? ¿realmente les debemos algo a esta panda de
mentecatos? ¿podemos aspirar a la utopía de un mundo mejor asimilando sus "sabias" enseñanzas?
¿metiendo balones en hoyos o porterías? ¿mostrando el culo o contando chistes?
¿caso salvando el planeta tierra en un escenario de ficción?
•
Final
Ese es nuestro ídolo, querido y amado por todos, un príncipe de juicio
somnoliento que posa desnudo de valores, con más defectos que virtudes y al que
nadie jamás se atreverá a denunciar, por miedo a al que dirán, por temor a
mostrase ser diferente, por miedo a las represalias, por miedo ser señalado por
un gran dedo acusador, por miedo a echar abajo los pilares de un mercantilismo
de ficción bajo los que se guarecen millones de timoratos individuos.
•
Conclusiones
Denme un auténtico héroe ambicioso que posea valores gigantescos y
no me hablen de los ídolos de hoy en día. Su ambición es tan desmedida como
ridícula en sus planteamientos.
Yo propongo la cultura del enfrentamiento para tal drástica medida.
Esto no puede continuar así. Hemos tocado fondo.
Necesitamos un cambio de paradigma ya.
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