El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
¿Gran deportista/personaje = gran persona?
A la mayoría de las estrellas mediáticas se les denomina de manera
frecuente con el título de “Gran Persona”. La frase en cuestión
adquiere en realidad un matiz más completo. Ejemplo: “Gran deportista, pero mejor persona”
(se puede aplicar el símil a otros oficios y profesiones).
Me sorprendo sobremanera cuando en los medios se utiliza esta dupla
calificativa. Casi todas las semanas oigo la frasecita de marras. La
conexión simbiótica entre estas dos palabras se repite hasta la
saciedad, como si fuera un emblema
instalado en la mente de los periodistas al que acuden regularmente de forma
instintiva para honrar al entrevistado o personaje al que se hace
alusión. Se podría decir, que la segunda distinción o término de
la igualdad parece extraerse de manera inmediata de la primera, como
si una contuviera o englobara a la otra. No hay siquiera un segundo reflexión en
la elaboración de esa igualdad. Resulta automática.
Aceptamos que la primera afirmación parece incluir a la segunda.
Pero insólitamente, la segunda jamás incluiría a la primera.
Ejemplo, ¿alguien por el hecho de ser considerado gran persona se le
podría atribuir la etiqueta de gran… futbolista, cantante…? Suena
burlesco. De risa. Disparatado. Esto implica que del primer
calificativo se puede obtener el segundo, pero no al contrario. En
breve, entenderemos qué consecuencias tiene esta curiosa regla
aplicada dentro del entramado social capitalista.
Continuemos con la argumentación. Los periodistas aplican esta dicotomía en
presencia del famoso de turno.
Conocen al detalle su
expediente de logros, su repertorio de cualidades que le han llevado
a la fama, pero muy poco en general de
su filosofía de vida más allá de la línea que separa su profesión de
su ámbito privado.
De hecho, a
veces realizan preguntas tan ingenuas que indican de manera clara y
meridiana que no tienen ni puñetera la más remota idea de si a los
interpelados disfrutan hojeando revistas de moda, coleccionando piedras
de río, calzoncillos de marca o tatuajes ridículos, amaestrando
serpientes, conduciendo camiones, tintándose el pelo “a lo Cañizares”, o
si por casualidad tienen la manía colgarse de una rama de un árbol
las noches de luna llena ya que rinden pleitesía a la saga
cinematográfica de héroes vampirescos denominada “Crepúsculo”.
Y uno claro, atento a la radio, escucha
esa definición de gran competidor y superior mortal y espera
ilusionado y con
impaciencia embriagarse con narraciones y gestas de un carácter superlativo.
Es lógico, si nos atenemos a su lista de logros, trofeos y hazañas
asociados al primer calificativo, si el segundo ("mejor persona") pretende superar a
este en la comparación establecida sólo puede esperar uno
entusiasmado la narración de algún hallazgo sorprendente sobre el
origen del universo (¿el bosón de Higgs o "partícula divina"?), algún avance médico o
científico contra una mortífera enfermedad, la descripción detallada
de un proyecto original nacido de su inventiva que resulte
estimulante al oído. Quizás es que tiene poderes de aliviar
dolencias con el poder de sus curativas falanges. O no, es más bien
que allá por donde pisan sus virtuosos pies va dejando una estela de
optimismo(2) que contagia a los transeúntes de las calles
de los pueblos y ciudades. Probablemente, su mente clarividente
alerta a la humanidad de futuros reveses o reconduce a las mentes
sufridas de las muchedumbres hacia lugares de paz y calidez. Imagino
que incluso doctores de economía o letras, magistrados o políticos
se presentan en tropel a sus conferencias, entusiasmados, para tomar
apuntes y distribuir esa retórica cargada de sutileza, profundidad y
aforismos revolucionarios a sus estudiantes y familiares.
(2)
Sí sería fantástico que un tipo cualquiera fuera capaz de insuflar a
la gente de un optimismo realista, de una mentalidad constructiva,
que inyectara en el ambiente un halo de sana esperanza “algo bueno
nos va a suceder”, mérito o logro que espero, o al menos me
gustaría, lograr con este intento de ensayo,
“podemos cambiar nuestro entorno, nuestra vida va a mejorar en poco
tiempo”. Claro que viendo el mundo en que vivo igual me sale
el tiro por la culata y me condenan por "feo" (o cosas
peores), ya que un tipo que razona, que reflexiona más allá de las
tonterías de turno resulta casi siempre el "feo" de la película.
¡Que se mueran los guapos pues! ¡Juas!
Los anales de la historia radiofónica (y televisiva), sin embargo, demuestran
más bien una imagen sombría y desoladora. En efecto, la gran mayoría de veces nuestro individuo protagonista se
pasa hablando la mayor parte del tiempo de temas tan banales que uno
no llega a atisbar claramente si es que está de guasa, se ha
levantado con un dolor de cabeza que le afecta negativamente al
proceso del habla (en algunos casos esta tara parece permanente), te
toma el pelo o es que por equivocación has sintonizado la Parroquia
del Monaguillo (programa de humor nocturno). A otros, los escuchas
una vez y ya tienes suficiente. “Bueno, sí, la victoria, bueno es
lo más importante, claro sí, bueno. Lo importante es el equipo.”,
o últimamente según decía el insigne Sergio Ramos
después de ser expulsado por enésima vez “Este árbitro no debería pitarnos
más”. ¿Pero estos tipos no eran considerados como superpersonas? ¿Cómo es posible que su
discurso no tenga más contenido que una ciruela pasa o un
vocabulario más propio de un homo neanderthalensis?
¡Menudo timo! ¡Mecagontó!
"¡Quitadme de en medio al tarugo ese y ponedme a la gran persona, coño,
qué quiero escuchar qué demonios dice! Joer, ¿todavía sigue ahí? ¿Por qué le dan
bola si no dice más que chorradas? ¿Este tío es al que califican de "gran
hombre"? Bah, en ese caso paso, creo que prefiero entretenerme con un vídeo de
Bob Esponja o con alguna parodia de José Mota."
Creo que voy a cambiar el ídolo este por una bolsa de
churros. Tome señor, quédeselo. Cámbiemelo por un Coco y dos Elmos
(sí bueno vale, he cambiado de opinión que los churros están muy
buenos pero tienen mucha grasa). Estos molan más. ¡Al menos no
hablan! Algunos ídolos están más guapos calladitos. Se les ven las
vergüenzas cuando articulan más de dos palabras seguidas. Más aún cuando
(rarísimamente) comentan o se les pregunta por algún tema de calado
intelectual. Sinceramente, a veces pienso que yo con 6 años tenía
más capacidad de expresión que muchos estos señores que se
nos presentan como modelos.
Más inconcebible resulta que a algunos de estos caudillos se les califique
con cientos de adjetivos altísonos y ampulosos tales como: ídolos,
profetas, mesías, héroes, representantes de un país, solidarios, los
hijos que toda madre querría tener, grandes campeones, ambiciosos,
espectaculares, guapos, hercúleos, seductores, tremendos, salvadores de la
patria, ejemplos para la humanidad, los mejores espejos donde reflejarse los
niños, bien vestidos, elegantes, talentosos, ejemplos de superación y esfuerzo,
poseedores de un talento divino o elegido por los dioses, etc. Ah, y por
supuesto "grandes personas", ese apelativo se da por supuesto. Podría seguir
indefinidamente pero lo dejaremos aquí que mis nerviosos dedos tienden a rebelase cuando
me da por redactar
sandeces. De hecho uno de ellos acaba de tomar vida propia y se me ha metido en un ojo. Por
cierto, a mí (el tipo que escribe no el "otro", el tipo convencional normal y
corriente que suele caer simpático) nunca me han ofrendado con más de un halago.
Debe ser mis creencias tienen menos adeptos que el Bobsleigh en Sudán.
/ modo broma on/
“Todos los grandes ídolos son unos maestros en el arte de la
oratoria y las palabras grandilocuentes”
/ modo broma off/
/ modo serio on/
“Cualquier libro de mi biblioteca aporta más 'vitaminas y
minerales al organismo' que mil años de lectura de entrevistas a famosos de
todo tipo”
/ modo serio off/
Todo ello me induce a pensar que la primera cualidad (la de gran
deportista, artista, etc) se sitúa muy (muy en letra Arial 72pt en
el procesador de textos Word) por encima del escalafón que la de
gran persona. O esta última se toma muy a la ligera, se presupone o
se otorga con una facilidad pasmosa. Pasmosa. Es una etiqueta casi
tan fácil de conseguir como una bolsa de Mercadona(3). E
igual de valiosa.
(3)
Últimamente me hacían pagar un suplemento por las bolsas de la compra en
este supermercado. Me han fastidiado la comparación. Presentaré una
queja al señor Roig a ver si me hace caso. No lo creo, pero igual me
regala unas cuantas bolsas, de esas coloreadas de 60 céntimos. Por
cierto, señor Roig, lo de la idea de la "cultura del esfuerzo" en
las camisetas del Valencia Basket me parece una idea acertada. Otra
cosa es que sirva para algo.
La definición de una buena persona en un entorno como el que vivimos vendría
a definirse sucintamente como
alguien que no ha matado o ha robado a nadie, tiene un trabajo más o
menos honrado (si no presentas factura eso que se gana) y una vez al
año o cada lustro ayuda a otra persona que no es de su familia. Si
fuma como un carretero incluso en el coche y con los niños en los
asientos traseros, bebe en exceso, miente, defrauda, presume de
ignorancia y defiende lo indefendible sin tener ni repajolera
idea de las consecuencias de sus actos, engaña a unos
cuantos o promociona cualquier cachivache tipo pulsera powerjauer o
similar mediante publicidad engañosa y lamentable tampoco eso resta
puntos. Defraudar a hacienda más bien genera un cierto respeto en
España (suma puntos). Salir con dos mujeres a la vez puntúa doble,
etc. En fin, mejor no sigo que si voy regalando puntos se me acaban,
que sólo dispongo de un trillón.
En cuanto a la versión extendida de gran persona, esta es una acepción
muy similar a la de buena persona, con la diferencia de que para ser
etiquetado de esa guisa has de tener galones de famoso. Pero famoso,
famoso, a ver si nos entendemos. No famosito, imitador de famoso o
famoso por un día. Lo siento, no valen las excepciones. O sea que
mejor aparcas el asunto o fundas 10 ONGs respaldadas por la venta de
bragas o ropa interior usada de tipos populares. Conclusión: somos
todos buenas personas. Y si no lo somos, es por las circunstancias
de la vida o porloquesea pero ¡la culpa no es nuestra! ¡Hasta
muchos de los presos de larga duración se presentan a sí mismos como
inocentes y por supuesto buenas
personas, pregúntenles y lo comprobarán! ¡O pregunten a su madre!
¡Todos somos buenos coño! ¿Me va usted a contradecir? ¿A qué no?
¡Ve como tengo razón! :)
No obstante, la exigencia para llegar a catalogar a alguien como
gran futbolista (léase golfista o cualquier otro deporte o
profesión) es tremenda. Ni perteneciendo a un equipo de primera
división te vale. Hasta el “pobre” David Albelda del Valencia, 50
veces internacional con la selección española y uno de los tipos más
comprometidos con el equipo “che” se le ha llamado tuercebotas y
criticado en múltiples ocasiones sólo por no haber nacido con la
elegancia y vistosidad de juego de por ejemplo el francés Zinedine
Zidane (al cual tampoco se le entiende mucho cuando habla), jugador
que paradójicamente expulsaron de un terreno de juego por acciones
antideportivas más veces que al valencianista. Tal
reflexión me lleva a pensar que si un internacional de una selección
potente no se le considera como gran futbolista todo indica que no
debe haber más 20, 30 o 40 ilustres peloteros. Pocos más. Por
supuesto, como siempre, pueden extender el ejemplo a otros ámbitos y
disciplinas.
Resumen: somos mucho más exigentes a la hora de valorar a los méritos de una
persona en su profesión que a tener en cuenta a los valores humanos del
profesional en sí.
Grandes Personas. Corolario.
Bien, con todo lo expuesto anteriormente creo que tenemos material más que
suficiente como para recetar nuestro corolario. ¡Tachán!
Veamos, la
humanidad, al menos la que habita en el primer mundo, se compone de
millones de buenas personas que tienen como paradigma a cientos o
pocos miles de Grandes Personas. Además un buen porcentaje de
individuos bebe de las enseñanzas de un dios bondadoso, omnipotente.
omnisciente y omnipudiente (y no me refiero a la Coca-Cola). Si a
esa fantástica base moral y larga lista de estupendos modelos que
nos acompañan diariamente, sumamos el conocimiento de nuestro amplio
y documentado legado histórico, el impresionante desarrollo
tecnológico, Google, Microsoft, Intel, Facebook, Twitter y demás, podemos
asegurar con certeza casi absoluta que nuestro planeta es un lugar
paradisíaco donde los conflictos y las desavenencias son producto
del azar o de los caprichos de la caprichosa Naturaleza.
Así pues, ¡los informativos son de carácter ficticio y sus
intenciones pasan por ser humorísticas! Ni matan a una mujer al día en España y la violencia de género es un
fraude y eso de que en ciertos países tratan a las mujeres peor que
a los animales y las apedrean, se lían a latigazos con ellas cuando
no las violan o las venden al mejor postor es un hoax vertido por
Internet por la frikipedia o alguna web de cachondeo; ni más de 3000
millones de personas malviven con unos pocos dólares al día, ni
mucho menos existen niveles altos de contaminación y ese manto
grisáceo que ves en el cielo de Madrid en una banda de urracas en
periodo de emigración, el cambio climático es un controvertido bulo
creado por tipos melenudos y con gafotas, los pederastas son en
realidad un grupo de música gospel que suelen frecuentar los centros
religiosos, la prostitución infantil es un mito sin base ni
fundamento (¡cómo coño van a prostituirse los niños o habitar un
solo pederasta sobre la faz de este universo perfecto!).
Siguiendo
con el hilo argumental, los
pobres lo son porque así lo han decidido ¡pues nadie les obliga!,
los millonarios por el contrario pertenecen a la clase de persona
más culta y bondadosa que existe. En Estados Unidos es rotundamente
falso que existan más armas que personas y por supuesto no ejecutan
a nadie en sus cárceles
salvo a las feas y repugnantes cucarachas, y esa triunfal imagen de Charlton
Heston blandiendo un rifle en alto representa en realidad la nueva
imagen de una marca de cereales Riflitos (y el cereal-rifle está hecho de
caramelo y grasoso chocolate por supuesto).
En otro orden de cosas, la justicia reparte condenas equitativamente
sin tener en cuenta raza, clase social o nivel económico (¡claro, si
no no se llamaría así machotes!), las multinacionales jamás explotarían
a personas,
financiarían guerras
ni mucho menos arrasarían países tercermundistas en busca de recursos por temor
a acabar desintegradas por el acervo de críticas receptado; el
tráfico de armas es en realidad un gracioso intercambio regulado de
golosinas como palotes y peta-zetas (¡ñam!), las prostitutas son un colectivo
de personas que adoran su trabajo y ni se las engaña ni se las
explota ni se las trae desde otros países con la promesa de un
trabajo honrado; las mafias son centros de acogida con propósitos
didácticos y sin ningún ánimo de lucro; otros colectivos como los
gays, lesbianas y gente de otras razas son queridos y respetados en
todas las partes del mundo; el infierno nunca existió ni mucho menos las
fraudulentas historias de papas corruptos y homicidas o de guerras santas
o
cruzadas asesinas (que la religión es sinónimo de amor que lo tengo
que explicar todo).
En Corea del Norte manda un tipo simpático, súperdemocrático y los residentes convive en una mística y agradable
armonía y nadie en sus cabales osaría escapar, ni tampoco es cierto
que se mueran de hambre ni que tengan lavado el cerebro. En África los gobernantes siempre han
mirado más por sus países por sí mismos y nunca se han enriquecido a
sus costas,
(124 horas después)
…y no hay políticos corruptos sino que sus comportamientos son
intachables, además su discurso son siempre objetivos, nunca dicen
mentiras, no se
critican unos a otros de manera salvaje o arbitraria, no se
benefician jamás de su posición privilegiada, siempre pagan sus
trajes (ejem), y es por ello que todos estamos orgullosos de ellos y
vamos a votar a las urnas con una sonrisa de satisfacción.¡Os
queremos! ¡Guapos todos! ¡Y para éxtasis final el paro en España es
de sólo el 1% y no es menor porque este porcentaje ha cogido
excedencia para irse vacaciones a Costa Rica! ¡Viva el pleno empleo!
¡Así que es todo una invención de la televisión! ¡El mundo funciona!
¡Y los recursos se los damos a quien más se los merece no a
unos niñatos ignorantes amantes de tocar(se) las pelotas! ¡Sí! ¡Viva!
Comentarios jocosos aparte, por mucho que
muchos de ellos contribuyeran de algún modo con grandes causas, las ramificaciones
de su conducta no conducen a que sus vástagos
vayan a solucionar, salvo por error o accidente,
algunos de los desatinos y animaladas relatadas anteriormente,
si no a que se les imite en un terreno de juego o escenario.
Y eso directamente no contribuye a controlar (ni siquiera a
prevenir) de una manera más
eficiente los seísmos recurrentes que acaecen en este extraño y
prosaico sistema que confía su futuro a la incertidumbre de los
mercados financieros. O sea, y con palabras menos rebuscadas, que no
van a colaborar en crear una sociedad menos caótica, más justa
y racional. Al menos esta cuestión es tan discutible y dudosa como las
promesas de un político dos semanas antes de las elecciones.
En realidad la vida del 99.9% de las personas no se resuelve en
un terreno de juego o escenario, sino fuera de él.
Ya la hemos cagado.
Porque si tomamos como ejemplo a tipos célebres que viven de manera
absolutamente distinta a la nuestra, ¿cómo nuestra fidelidad al
seguimiento de sus hazañas mejorará nuestra vida de ciudadano normal
a largo plazo? ¿Va usted a preguntarle como ahorrar en el recibo del
agua o la luz a un tío que tiene una piscina como lugar de recreo?
¡Amos no me jodas! Consejos de los famosos: “trabaja mucho, cree en
ti mismo, ten ilusión”. ¡Pero si eso ya me lo decía mi abuela!
¿No sería preferible escuchar o leer a aquellos versados en recabar
las piezas del rompecabezas que constituye la psicología humana los
cuales seguro podrían orientarle sobre cómo somos y cómo actuamos y
encaminarle así por caminos menos empedrados? ¿No sería más
razonable seguir los pequeños consejos de otras personas que viven
en circunstancias similares a la suya y han aprendido a convertir la
cotidianeidad en una pequeña obra de arte a pesar de no gozar del estatus de
millonarios? ¿Prefiere postrarse, obedecer y seguir a un tipo al que
únicamente le aporta un rato de diversión? ¿Esta seguro de su decisión? Debería
reflexionar sobre ella seriamente. Puede que cientos de horas en su
compañía no le permita avanzar ni un solo paso. Y aquello que no le
permita progresar, créame, le hará retroceder. Tiempo no aprovechado
es tiempo desperdiciado, tiempo que ya jamás volverá a disponer de él. Recuerde, evitar
enfrentarse a sus defectos y debilidades contemplando al ídolo de
turno o
ahogar sus penas recurriendo al alcohol o a programas televisivos nunca ha supuesto una sabia
decisión.
Resumiendo, la imagen e influencia del ídolo no produce el
efecto beneficioso esperado, más allá de matar el tiempo y pasar un
rato entretenido.
El horroroso final de esta sección se palpa en el ambiente: aunque suene duro, muy duro reconocerlo, nuestra conducta y nuestra mentalidad nos priva de merecer, en la mayoría de casos, el galardón de "buenas personas". También, por supuesto, nuestros héroes no merecen tal apelativo, menos aún el título excelso de "Gran Persona". Pero existe una solución a este terrible vertido tóxico que acabo de derramar. Cierto que es una solución un tanto tramposa: disminuir el nivel de requisitos éticos que debe cumplir un individuo-tipo. De este modo... ¡todos podamos integrarnos en la cofradía cuyos adscritos llevan la etiqueta en la solapa que reza "soy honrado, trabajador y bondadoso"! ¡Asunto resuelto! Ahora ya puede decidir entre considerarse un gran tipo en un mundo de relativismo moral(1), o por el contrario aspirar a la grandeza en un mundo más exigente éticamente.
¿Que si va a percibir un sueldo por ser "mejor persona"? Pues... pero... oiga, no se vaya, ¡eh, vuelva aquí! Vaya, no le pude explicar que obtendría como premio mucho más que dinero... y además seguramente un sueldo superior al que obtiene en su trabajo actual. En fin, él se lo pierde.
Podemos tratar a nuestros ídolos como dioses suprahumanos, agraciarles como tropocientos millones de piropos; podemos ganar 87 mundiales seguidos en catorce deportes, rezar diariamente con devoción mística a nuestros 34 patrones 24 vírgenes y 3 o cuatro dioses listados en nuestra herencia religiosa que no hay tu tía, antes va eclosionar una playa paradisíaca en el centro de Madrid (que ya sería caso) que vamos a mejorar el mundo de manera significativa contemplando a unos señores refocilándose. Menos aún regalándoles nuestro dinero para que lo gestionen a su antojo. Y esta, no es más que una lógica de primaria. Es puro “a, e, i, o, u”, o sea apta para ser aprehendida por los alumnos más burros de la clase. Un problema social se ataja abordándolo, reflexionando sobre él y aportando talentos para que lo afronten, no pidiendo consejo a una pelota o un cuerpo de “top model”. Ni que fuera esta/e un oráculo y el pelotero/mujer un/a vidente.(2)
Más lucrativo sería no escatimar recursos
para implementar una educación más orientada a competir por eliminar
rencillas, a establecer nuevos discursos que no únicamente se
fundamente en lo económico, especialmente en esta época donde nos
enfrentamos a un “cambio de paradigma” donde el capitalismo se ha
topado con la realidad matemática del imposible crecimiento
exponencial y necesita un rápido reajuste de su núcleo conceptual.
A mí se me ocurre que sería preferible quizás podríamos
incentivar a los estudiantes a reflexionar sobre los grande temas que
asolan al mundo. Aquellos dotados con menos luces siempre tendrán la opción
de dedicarse a
nadar, correr hasta que su lengua bese el asfalto, lanzar un
palo largo terminado en punta o una bola gorda de hierro lo más
lejos posible o cualquier actividad que no necesite el uso de una
especial perspicacia. ¡Incluso se les podría retribuir con un sueldo
decente! ¡Claro! ¿No escucho risas? Quizás no surgieran tantos
Michael Jordans o Michael Phelps, aunque no veo por qué no ¿acaso no
hay miles de excelentes deportistas, artistas o profesionales cuyo
sueldo no supera los cuatro ceros y no por ello no dejar de ser
igualmente admirables? Pero sí apuesto a que nos
congratularíamos en ver cómo desciende el número de barbaridades que
constantemente recorren las ondas radiofónicas o electromagnéticas
(4).
MMM, encuentro una contradicción en todo esto y es que para que un niño,
adolescente o adulto le diera por reflexionar sobre problemas
existenciales de terráquea trascendencia debería haber primero un
progenitor que le instara y le motivara para ello, en segundo lugar
una sociedad que le ofreciera sus recursos, unos modelos adecuados,
estímulos, unos programas televisivos que no atentaran contra el
buen gusto … Ahora iba a proseguir con el argumento pero sinceramente
se me han quitado las ganas. Se me revuelve el estómago sólo de
pensarlo.
(4)
Al menos a mí esto último
(idiota y subnormal de mí) me haría feliz. ¿Dónde he puesto mi cara
sonriente de los domingos? Ah, aquí
J.
Sí, ya sé que soy un bicho muy raro de una galaxia remota como Alf,
pero qué le voy a hacer. Cuanto más remota mejor: menos influencias
negativas se reciben de este rincón insensato del cosmos. ¡Ay si
Carl Sagan levantara su cabestro, se retiraría a un monasterio
budista!
Creo que me voy a escindir e independizar de este tan bárbaro e
irreflexivo mundo y voy a crear una república independiente. ¡Sí!
Llamaré a Ikea mañana para que me asesoren.
La educación de los niños del futuro consistirá en
regalarles un balón, una gorra, un teléfono móvil de última
generación y pasarles cientos vídeos de sus queridos ídolos. Obrando
así, estos acabarán todo el día jugando, actuando y diciendo
tonterías varias, que es justo lo que se esperará de ellos (aparte
de fumar porros y hacer botellón claro está). La figura del profesor
caerá en desuso (siendo sustituida por el televisor y la consola) y
será utilizada mayoritariamente para que los niños se desahoguen
mofándose de ella, pegándole y tirándole cosas a la cara. Ejemplo de
burla: "¡Jaja, menudo idiota, este tío dice que lee libros! ¡Lee
libros, qué subnormal!". Los padres pintarán poco o nada en tal
tarea. Un efecto colateral de tal empresa educativa es que el
castellano, descuartizado por nuevas reglas ortográficas y
gramaticales, será sustituido por una serie de gruñidos
ininteligibles sólo entendible por esta raza de angelitos.
Como bien pregonaba Einstein:
Sólo dos cosas son infinitas: el
universo y la estupidez humana y no estoy seguro de la primera.
La segunda sin duda presenta
mayor número de estudios que evidencian su veracidad
(5)
Frank Dance corroboraba el pensamiento del eminente física
relativista:
La
ignorancia nunca pasa de moda. Estaba de moda ayer, hace furor hoy y
marcará el paso mañana.
(5)
Además, atendiendo a la gráfica evolutiva de nuestra especie y el
incremento de la superficialidad de los nuevos patrones de
conducta, así como el subjetivismo, relativismo, hedonismo, yolovalguismo,
marihuanismo
y amimedatodoigualismo, etc, existe la firme esperanza de que
en breve se sobrepase este teórico límite. De este modo, la
superficialidad ya no podrá constreñirse dentro de ningún intervalo
ni siquiera imaginario. Habremos transgredido y superado todas las
fronteras de la sinrazón. En ese aspecto, por cierto, nos superamos día a día.
Somos unos machotes.
El próximo ídolo quizás será un "campeón mundial de hacer el pino".
"Me paso 10 horas al día haciendo el pino, no pienso en otra cosa,
he abandonado los estudios...
Disculpen que les hable cabeza abajo.". Y por supuesto la
gente proclamará su grandeza con cientos de halagos: "¡Oh, impresionante, qué
voluntad, qué aplomo, qué carácter, qué talento! ¡Es un dios!" Cualquier idiotez bien adornada
siempre es bienvenida. Esperaremos a "Torrente 5" para que su
protagonista nos sugiera algunas ideas al respecto. Es maravilloso
pertenecer a esta especie. Uno nunca deja de sorprenderse. Ni de
reírse. Esta sociedad es como la representación de una gran (y
extraña) comedia, sólo que la mayoría de gente protagonista sufre en
silencio. Entonces, creo que debería definir nuestra vida como una
tragicomedia.
¿Qué valores ha decidido usted
defender como soberanos e imprescindibles? De esta decisión depende el futuro del
universo conocido. Y es
usted quien decide en este instante, no Obama, ni el Papa, ni Mayor
Oreja o Toro Sentado. Por una vez es usted quien tiene la
responsabilidad de concretar un destino para todo el grupo de homo sapiens.
Utilice por una vez su ejército de cientos de millones de neuronas. Ya
me manda la respuesta por email, por Twitter y la publico en
Facebook, en Tuenti o Thirty, Orkut o en mi página web. ¡Me apuesto un click de Famóbil que usted es capaz sorprenderme gratamente! Corro
un gran riesgo de pérdida en esta valerosa apuesta. No me
decepcione. ¡Eh, quieto, no se escaquee...! ¡Cobarde! ¡Pecadorrr!
Millones de personas con una actitud más serena y racional ya
habrían propiciado una sociedad menos atolondrada, ignorante, menos
desquiciada. No me cabe la menor duda. Hablo de un mundo más
equitativo en la obtención y reparto de recursos, más sano, menos
utilitarista, no de un proyecto imposible, de una utopía.
Algo mejor. Algo, no esta especie de engrudo espeso, pastoso
y pegajoso, este “blandiblú” en el que nos zambullimos día tras día.
“Arj, que azquito me da”. Resulta increíble contemplar cómo
el ser humano, aparte de resultar un absoluto inepto para sacarse el
máximo rendimiento a su enorme potencial, pueda mostrarse igual de
incompetente a la hora de lidiar con sufrimiento y problemas humanos. Más paradójico
todavía cuando se supone que hay numerosas comunidades de
religiosos. ¡Ay si rezar fuera una respuesta a los males del mundo!
¡Qué fácil resultaría todo! Pero va a ser que no. Cura más la
homeopatía que una plegaria. O por el estilo.
En fin, que no, queridos humanos, que muchos a los que calificáis
como grandes personas no son más que tipos normales y corrientes con
una gran virtud desarrollada hasta el infinito. Y hay que tener
bastante desvergüenza y muy poco criterio para calificar a un tío
cualquiera como gran persona. ¡Qué devaluada esta etiqueta dios mío!
Y si cree que me equivoco pues nada, haga una lista con todos la
retahíla de desperfectos de este engendro social, páseselos a todos
estos "grandes individuos" y que lo arreglen. ¡Y rapidito por favor
que ya vamos con retraso!
Esperen ustedes sentados.
2.5
millones años de evolución hasta llegar a la subespecie de
homo sapiens, 100 mil millones de neuronas en nuestro cerebro, un
corazón capaz de albergar emociones gigantescas... ¿para qué? Para
acabar poniendo como centro del universo a cuatro peloteros, cuatro
tías tontas, unos cuantos manipuladores de objetos y otros cuantos
políticos de diversos partidos siempre tirándose los trastos a la
cabeza unos a otros, cuando no enriqueciéndose de manera fraudulenta.
No podemos ser más idiotas y menos originales. ¡Menudos ejemplos!
Si no eres parte de la solución, eres parte del problema.
Y si no sabes de qué parte estás, ten por seguro que eres parte del
problema.
¡Ídolos del
mundo, uníos, salid a la palestra y hacedme reír a mí... que para eso os
pagan otros! !Si lo hacéis bien seré magnánimo y no os desenchufaré!
Un frikie lector de libros con mucho sentido del humor.
Notas:
(1) Lo del relativismo moral
tiene sus cosas buenas. Ejemplo: la sociedad que la defienda tal
modo de pensar puede optar alegremente por enviar sus tropas a un
país extranjero, matar a todo bicho viviente que los soldados se
encuentren por el camino, ya sea humano, animal, vegetal o una
mezcla de todo ello, despedazar la cultura vigente, integrar la suya
aunque sea con calzador y gritar a los indígenas: "¡Lo hacemos por
vosotros, por vuestro bien!". Las razones esgrimidas por el gobierno
atacante no necesariamente deben mostrarse como solventes y
creíbles, pueden ser tan ridículas como "Joer, es que pensábamos que
tenían armas de destrucción masiva". Si más tarde se demuestra que
no estaban en lo cierto, pues ya se les ocurrirá alguna excusa para
salir del atolladero (quizás es que, y esto lo digo en voz bajita:
"había que hacerse con el petróleo como fuera"). Luego,
curiosamente, a los perpetradores de tal atrocidad les verás
alegremente dando conferencias sin ápice de sentimiento de
culpabilidad. ¿No es maravilloso? ¿Quiere usted también adoptarlo
como modo de vida?
(2) Y sí, somos tan tontos por
la sencilla razón de que nos
entrenamos diariamente. Somos tontos y además nos gustan que nos
tomen el pelo, y por si esto no fuera suficiente, además, pagamos
por ello. En algunos casos extremos, incluso nos las damos de listos
y "machotes" cuando enriquecemos a algunas empresas para que nos
quemen el organismo... e incluso acaben matándonos. Ejemplo: el hábito
de fumar cigarrillos.
(3) Y sí, somos tan tontos por
la sencilla razón de que nos
entrenamos diariamente. Somos tontos y además nos gustan que nos
tomen el pelo, y por si esto no fuera suficiente, además, pagamos
por ello. En algunos casos extremos, incluso nos las damos de listos
y "machotes" cuando enriquecemos a algunas empresas para que nos
quemen el organismo... e incluso acaben matándonos. Ejemplo: el hábito
de fumar cigarrillos.
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