El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Ídolos. Mimados en todos los órdenes.
Privilegios sanitarios
¿Sufre usted de algún tipo de lesión, trastorno o dolencia? Pues
espere cita del médico, acuda a su consulta, cuéntele su caso y
espere a que sus achaques se evaporen.
Si la historia muestra tintes gravosos y no dispone de ningún seguro médico privado, tiene
estrés asegurado durante meses. Ya sabe: colas, esperas, plazos de
espera, lenta burocracia y posiblemente en breve copagos. Ni aún con contrato privado con
alguna agencia de salud va a
tener atención médica gratis garantizada. Se lo digo yo que vengo
pagando mensualmente un seguro en una compañía prestigiosa y no me sirve ni para ir al fisioterapeuta y me arregle
las contracturas. Cuando he ido
con la tarjeta del seguro, lo único que me han
hecho es aplicarme hielo y ayudarme a relajarme la tensión con estiramientos. “Oye, que
esto también sé hacerlo yo”, “Es que el masaje
descontracturante no entra en el
seguro”, “Ok, vale. No vengo más. Por cierto, ¿me van a
reembolsar el tiempo perdido?”.
Hospital "privado"
En oposición a esta eternizante espera, este grupo de seres
privilegiados pueden adueñarse de una planta entera de un hospital para procurarse todo tipo de pruebas e intervenciones médicas. Este
párrafo viene a colación porque recientemente leía un artículo muy
interesante sobre la dolencia grave de un político influyente.
Mientras a otras personas, en casos igual o más graves se les hace
esperar días, semanas o meses, al político se le atrinchera en una zona donde todo
está preparado y listo para someterle a cualquier intervención o
reconocimiento exhaustivo. Hasta las señoras de la limpieza deben de
estar a su entera disposición como si fueran soldados rasos. Más de
una se quejaba de que ejem no se las trataba como debería, como si
fueran poco más que bultos sospechosos. No digo más. “A sus órdenes
mi general”. Los suelos debían permanecer impolutos y la nave
cerrada para que sólo entraran quienes estuvieran autorizados.
Los deportistas de élite son los más agraciados. Si para ganar un
día en la recuperación han de viajar a otro continente, lo harán sin
reparos. Allí les esperará un cirujano o especialista con las salas
de operaciones abiertas y dispuestas para atenderle con la
tecnología de más alto nivel. Que se lo pregunten a Kaká, Higuaín, o al
“gordito” Ronaldo. ¡Hay que reparar al famoso como sea, de él
depende el futuro de la humanidad!
No hay que criticar a los deportistas
Otro ejemplo, recuerdo a decenas de deportistas quejarse amargamente
por el hecho de recibir multitud de duras críticas cuando los
resultados no eran los esperados por la afición y el equipo se tambaleaba o
rozaba los puestos que le llevarían a un descenso de categoría. Los componentes
del equipo clamaban:
“¡En estos momentos es cuando debéis apoyarnos más!” No les falta
razón, se les debe apoyar y ensalzar cuando ganan, idolatrar cuando
obtienen títulos (pasacalles cortando avenidas si es necesario con
miles de coches con el claxon a todo meter y gente eufórica
sentada en las ventanillas enseñando el culo, disturbios,
borracheras y mejor no sigo), pero mucho más se les debe alentar cuando pierden
o se acercan al “farolillo rojo”. Un segundo de silencio. MM...
si mi
parca inteligencia no me confunde esta vez, ¡eso significaría que no
se les podría criticar nunca! ¡Y además tampoco yerran nunca, la
culpa siempre es del árbitro! ¡Qué maravilloso empleo!
Fotos con el famoso de turno
Más ejemplos, si eres un tipo conocido y te para el coche un policía municipal o guardia civil,
no te preocupes, te sacas la pluma de las ocasiones especiales, le
rubricas tu autógrafo en un papel cualquiera o en alguna parte
visible(¿) de su cuerpo, le prometes una camiseta con tu nombre y ya
adquieres el derecho, inherente a todo ídolo con galones, de evitar
el entuerto de pagar la multa. Si encima te bajas del coche y te marcas el lujo de
hacerte una foto con él o ellos, entonces la situación se invierte:
son ellos los que se sentirán bien pagados. En este caso más que
deportista, lo preferible es convertirse en un diplomático. Este es
como un ídolo pero invisible e intocable. Pocos lo conocen. Entre
otros privilegios adquiridos con su carnet de “guays” es el aparcar
en doble fila cuando se les antoje (a él o a su chófer) sin ser
multado. Tal acción podría acarrear represalias internacionales.
Habrá que informarse de cuáles son los requisitos para acceder a
tamaña inmunidad. No señor, que luzca usted un bonito diploma de CCC
en su habitación no significa que pueda presumir ni obrar como un
diplomático.
Regalos por parte de patrocinadores
Aparte podríamos citar cientos de eventos sociales donde se les mima y se les trata como una consideración
exquisita. O se les regalan artículos de toda índole, como coches
caros y lujosos (ej: Real Madrid de fútbol) para que los luzcan allá
donde vayan. Ciertamente, hoy en día, la cualidad de famoso y la imagen que transporta
consigo
posee un valor incalculable. El efecto subsiguiente de la presencia
de un galán es la revalorizar la ciudad, el negocio tal como
un restaurante, e incluso aquel individuo fotografiado o anexo a su
persona cobra un protagonismo inusitado. De hecho, a
veces, algunos acuerdan iniciar una relación sentimental o
sexual de conveniencia sólo para permanecer en el "candelabro" (1).
etc. Reciben dádivas de cariños inmensa, manifestaciones
multitudinarias para agasajarles según el grado de su popularidad, alaridos de los
fans, y una retahíla infinita de "prestaciones" sociales. Desde luego que
no todo es tan bello y fácil en la vida de un famoso, lo sé, pero sí
es cierto que
adquieren unos beneficios sociales inalcanzables para un tipo
"normal". Yo, como soy "tonto" (aunque a veces sí voy al MediaMarkt) si veo un famoso de estos me aparto raudo... no sea que se me pegue
nada. ¡Juas! Como mucho le pediría la hora porque si le hago una pregunta de
las mías le da un ataque de ansiedad. Igual se me muere.
(1) O mejor, en el candelero. Si es
español ya sabrá porque he usado este "sinónimo". Si no,
pregúnteselo a su vecina del quinto.
Reflexiones.
En esta sociedad hay ciudadanos de primera y de segunda. Luego están
todos los demás. Todas las ventajas médicas, tecnológicas (y etc) se
encuentran a su
disposición, ya sea en Madrid, en Chicago o en Mozambique. Los
gastos siempre están cubiertos. Ya saben, hay una justicia para
ricos y otra para pobres. Y una sanidad. Y un lugar de privilegio.
Y todo lo demás. Los que son realmente pobres no conocen esas
palabras tan refinadas. Viven, sufren y mueren todo lo aprisa que pueden con tal
de no afear la conciencia del hombre rico, que es el que manda.
Y nosotros, como siempre, patrocinando este sistema tan demencial. ¿Podemos ser más tontos?
No, para eso educamos a nuestros hijos, para que nos superen. O mejor, para que
no traten de corregirnos pero sí que para que se envuelvan con la
indumentaria del equipo campeón. Con el equipaje completo si es
posible. Es penoso decirlo, pero nadie les preparará para que mejoren
el orden de cosas. Si los padres no supieron cómo hacerlo, ¿van a
aprender sus retoños? ¿Cómo? ¿A base de contradecir a sus
progenitores, a base de no dejarse seducir por las hazañas de sus héroes
televisivos?
Frases del milenio: “disfruta y no te calientes la cabeza”,
"no te compliques la vida". Sólo faltaría añadir
la coletilla: “Tú juega (canta, actúa) y no te calientes la cabeza”. Claro
eso ya lo harán los demás por él, para que luego sea él
precisamente el que se lleve toda la gloria. ¡Es de justicia! ¡La
mierda que la barran los señores con escrúpulos! ¡Qué bonito! ¡Y
luego todavía nos quejamos! ¡Qué morro tenemos!
¡Hijos, haced lo que vuestros padres no supieron hacer, revolved los
cimientos y buscad las piedras preciosas entre los escombros! ¡Cambiad
el mundo! ¡Vuestra misión es avergonzarlos! ¡Y ser rebelde no
consiste en emborracharse, fumarse un cigarro o liarse un porro, eso
era antes cuando se nos podía tomar el pelo tan fácilmente, ahora ya
no pagaremos jamás por degradarnos, sólo lo haremos para ser cada
día más fuertes en todos los sentidos. Y si no podemos construir un
mundo mejor para los demás, lo haremos para nosotros mismos. ¡Qué
demonios! Debemos atraer todas las cosas buenas hacia nosotros,
música, deporte, arte, cultura, sexo, amor, negocios (dinero). Lo
malo, las crisis y demás trances se los cedemos a los tontos y
masoquistas, a esos que les gusta quejarse día sí día también.
Ok, vale, pasad de mí que es sábado y hay botellón, pero al menos
recoged los trastos que si no les tocará limpiar a otros. Y eso no está bien.
Que queráis ahogar vuestras neuronas en alcohol pase, pero que encima los demás
tengan que barrer vuestros desperdicios eso ya resulta inadmisible. Que cada uno limpie
su propia mierda.
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