El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Ídolos. Héroes por profundidad de sus
discursos.
Otra sección de chiste.
Si en general, nuestros queridos dechados de ilimitada sabiduría presentaran un discurso
entusiasta, convincente, inteligente que invitara a la reflexión y al perfeccionamiento
individual, conducirían a
las masas por los caminos de la virtud, y ya no nos harían falta milenarias religiones o
filosofías postmodernas new age para convivir pacíficamente con la mitad
de leyes y normas. ¡Incluso uno perdería el miedo a sintonizar la televisión con
tal de no encontrarse elementos oscuros
y extraños, berridos y chabacanería!
Pero desafortunadamente, no es este el caso. No, salvo honrosas excepciones como la
de un puñado de políticos, dirigentes y otras personalidades, concluimos sin
necesidad de riguroso estudios que nuestras queridas brújulas humanas (léase los
tipos que nos guían) son más bien los hijos pródigos de una sociedad donde
los pautas derivan de un eslogan tan simplón como la de
ponte guapo,
juega o canta bien, haz "de" reír, y genera espectáculo, vende trastos
o alimenta la polémica.
Ah, y por supuesto el sempiterno: no te calientes la cabeza (si no es
para ganar dinero claro). Recuerden,
hablamos de los ídolos de una sociedad donde prima el entretenimiento, el culto a la
belleza exterior y el consumo frenético de artículos a la moda.
En cualquier caso la lógica subyacente de esta postura proviene del "peligro" de
manifestarse en favor o en contra de algún tema controvertido tal como el aborto,
energía nuclear,
cambio climático, la religión, la corrupción política, etc. Dado tal hipotético caso, el "arriesgado" contertulio
podría quedar "marcado" para siempre para un porcentaje de población (la que
difiere de su ideología), así es que es preferible que haga mutis por el foro
y se centre en temas lo más banales posibles(1). Se lo
agradeceremos.
En general, un ídolo no necesita siquiera expresarse ni vocalizar
con corrección, ni mucho menos presumir de alguna idea propia fuera de lo común o contradecir
o maquillar de manera satisfactoria las
preexistentes, más bien su tarea pasa por dedicarse principalmente a divertir a la
respetable audiencia. Si su discurso no presenta más lucidez o coherencia que el
de aquel imberbe resacoso después de una larga noche de botellón, no importa, se
lo perdonaremos.
La dejadez de esta postura conlleva una pila de consecuencias desastrosas ya que a partir de la figura de un
icono, seguido y respetado por millones de personas, se fundamenta un
"patrocinio" de un modo de ser neutro y volátil, o lo que es lo mismo
indocumentado, huidizo y medroso. "Oh, bueno sí, claro, lo importante es que
bueno gane el equipo. Eso es lo más importante sí."(2) Sí, hijo sí,
claro, sí, bueno, te entendemos, sí. Ale, toma un sugus y chúpalo.
Acepten este provechoso consejo: léanse ustedes alguno de
los libros contenidos en la bibliografía de este blog y darán un paso de gigante para caricaturizar a estas
réplicas del auténtico ídolo. Quizás les cueste un poco al principio,
más que nada por la falta de costumbre de salir de su pequeño reducto existencial, pero al cabo del tiempo se acostumbrarán
a lidiar con ese tipo de literatura. Sus potentes, ilustrativas y motivadoras páginas les convertirán en individuos más comprometidos con
las duras realidades y conflictos sociales, más cultos, más dueños de sí mismos.
En suma, más poderosos. Léanse un centenar con tranquilidad, reflexionen
sobre el acervo de textos inspiradores y díganme si aún pueden considerar a nuestros ídolos como tales.
Lo dudo. Si contemplaran a diario, como yo, todos los vertidos ponzoñosos
eyectados por esta sociedad , una de dos, o harían bajar a estos ídolos de su
pedestal y elevarían a otros más preparados,
o, dos, se escaquearían de manera asustadiza y huirían despavoridos con tal de
no enfrentarse a tales "dolores de cabeza".
En el primero caso comprenderían lo que les trato de transmitir en este
ensayo. Quebrarían los barrotes de sus pequeñas celdas existenciales y durante
ese largo proceso de "convertirse en persona", a la vez que modelan una nueva
idiosincrasia ayudarían a erigir figuras acordes a la grandeza que representa
nuestra especie. Mientras tanto (sigh) no les queda otro remedio que aguantarse con lo que hay.
A ustedes, claro, que yo mientras ustedes se contentan con los ídolos-chopped yo
deglutiré montones de paletas de ídolos-jabugo-de reserva-de-patanegra. Ñam,
qué ricos. Quite, quite, que son todos para mí. Me estoy poniendo "morao".
(1) Probablemente no existe diálogo más
superficial, monótono y repetitivo que aquel que se genera en la rueda de prensa
tras la disputa de un partido de fútbol. Ejemplo, al final del mismo párrafo.
(2) El idioma español puede superar
perfectamente las 300 000 palabras, pero hay quienes prefieren expresarse con
menos de 100. Son los llamados defensores de la "economía verbal".
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