El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.

Creado: 31/1/2012 | Modificado: 31/1/2021 3157 visitas | Ver todas Añadir comentario



 

Héroes por estimular el pensamiento crítico.

Perdónenme que les diga que esta sección es de chiste.

La frivolidad mal entendida (es decir sobrestimada) constituye un lacerante azote para el pensamiento crítico y los razonamientos profundos. Un aumento de notoriedad de los ídolos de la farándula y el espectáculo provoca una disminución proporcional del lustre intelectual de la población. En consecuencia, nuestros amados guías espirituales no sólo no cumplirían adecuadamente la función que define el título de la sección sino que más bien sepultarían sus certezas, sus esperanzas y simbolismos bajo una espesa capa de arena de un kilómetro de profundidad. La finalidad: que jamás nadie opte por recuperar esos tesoros salvo que sea invadido por una especie de locura mental transitoria (llámese necesidad de Ciencia (Razón), de Amor, Justicia o Libertad).

Además, como ya comentamos en una sección anterior, un efecto subsidiario del perenne reinado de nuestros nobles caballeros es el hecho de provocar una distorsión de la realidad de tal magnitud que induce a millones de individuos creer a pies juntillas que un juego de reglas arbitrarias, la representación falaz de una historia (película), una canción o unas piernas o trasero bien formado son asuntos más relevantes y dignos a tratar que otros temas de actualidad más acuciante.

Así pues nuestras queridas lumbreras, en cuanto a esta sección, se erigen como flamantes y horrorosas antítesis. Si aman (como yo) el pensamiento racional y la crítica regeneradora no tengan miedo o reparo alguno en apartarlos de su camino. Les anoto dos opciones. Una muy estricta: guárdenlos en lo más hondo de sus armarios. Otra menos restrictiva: tómenlos como lo que son: un pasatiempo o goce pasajero (1).

(1) Recuerden, más vale ateo solitario que rechaza dogmas estúpidos que un idólatra feligrés de un dios carcelario. El primero al menos demuestra el enorme valor de pensar por sí mismo, de generar y defender sus propias convicciones.






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