El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.

Creado: 31/1/2012 | Modificado: 31/1/2021 3105 visitas | Ver todas Añadir comentario



 

Héroes por el enfrentamiento social.

Nuestros ambiciosos paladines  tampoco deben enfrentarse a la racionalidad de sus decisiones. Jugar, competir (no tanto emanciparse como artista de pro) ya constituye de por sí una gran y racional decisión. Dicho de otra forma, el ídolo, salvo raras excepciones, siempre “juega en casa”, y además con el viento a su favor. Políticos, instituciones, público, progenitores, no van a dudar en apoyarles ya que toda relación simbiótica con individuos de renombra genera sinergias positivas para las partes implicadas. Parecen emitir una cálida luz que atrae tanto a las fuerzas vivas como a las almas perdidas.

Sin embargo adoptar un pensamiento crítico y profundo es una decisión conflictiva en una sociedad donde sólo unos pocos adquirirán las gafas de la cosmovisión, aquellas que permiten reconocer y clasificar los asuntos de actualidad por orden de incandescencia. La ayuda en este aspecto es poca o nula, el ambiente enrarecido, al contrario que el ambiente que rodea a los juegos que es populista y agradecido.

En contraste, los anti-ídolos deberán meditar en cómo progresar de manera eficiente al habitar en un firmamento donde se premia a los técnicos especialistas en promover nuevos ensamblajes financieros o nuevos métodos para entretener al individuo-audiencia. Un pensador es como una especie de árbitro, trata de mediar en los conflictos y en vez de agradecérselo la gente todavía le critica porque seguramente su forma de pensar le resulta conflictiva o les incita un cambio estratégico, a veces doloroso de asumir. Resultado, mejor buscarse una profesión donde desentenderse de esa gran responsabilidad (¿a qué jugamos?). Que lo haga algún pringao.

Todo para unos, nada para otros. Es de justicia.

Así pues estos hábiles y monotemáticos individuos, en general, tampoco deben ser considerados como un ejemplo a seguir por el hecho de derribar muros o luchar en círculos opresivos, más bien, al contrario, se ven favorecidos de manera indiscutible, antes y durante su reinado. Y cuando salten a las portadas de los periódicos debido a la consecución de algún título o trofeo les perseguirá "todo dios" (monarcas y políticos incluidos) para honrarles por su talante suprahumano, en suma, para agradecerles su existencia... Y aparecer en la pertinente foto mostrando su efigie junto con la del aclamado campeón. ¡Votos asegurados!






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