El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Ídolos. Héroes por la cultura, por la
inteligencia.
Son incontables el número de famosos que dejan apartados los estudios para centrarse con exclusividad a su profesión. Sacrifican la
lectura, la escritura y otras diligencias intelectuales al
considerarlas “piedras en el camino”. La argumentación se centra en
el hecho de que estas tareas distraen a sus protagonistas: les
quitan tiempo útil. Además de que consideran que no les aporta
ningún conocimiento estimable. Otros, sin embargo, prefieren no
tomar esa drástica decisión y continúan estudiando y acumulando
conocimientos día tras día.
La inteligencia o energías invertidas no asociadas a su currículo no
se suelen hacer mención salvo de manera transitoria. En pocas
palabras, un ídolo como estudiante puede (o pudo) ser tanto un
empollón como bromear de su largo historial de pellas o de su cartilla del colegio plagada de
suspensos La calidad de la educación adquirida resulta un
componente inútil e irrelevante que no distingue de ningún modo a su
poseedor. Y
esto no lo duden, representa un mazazo mortal para la esperanza de
una instrucción más completa, integral, más orientado a lo humano no
a lo material, etc.
¿Se imaginan a un club de postín al fichar a un jugador obrar de la
siguiente manera?
- Aparte de su nivel deportivo, ¿presenta usted algún título
académico oficial?
- Si, el graduado escolar.
- Ah muy bien, le añadiremos 10 000 euros a tu ficha. ¿Y
usted, qué currículum aporta?
- Yo tengo dos carreras universitarias.
- Impresionante, en vez de 500 mil euros, le pagaremos 2 millones.
- Gracias, le estoy muy agradecido. Estudiar ha valido la pena.
Seamos serios, ningún presidente o directivo le ofrecería ni un
rotulador de punta gorda de regalo. Una personalidad polifacética
tampoco repercutirá en un sueldo más elevado. La pregunta que se me ocurre
en este instante es, ¿se adherirá a la lista de admiradores un solo fan más por el
hecho de que su ídolo se postule como poseedor de un acervo de
conocimientos superior al de la media? ¿Acaso recibirá un aplauso
más ardoroso? Seguramente no. ¿Y si no destacara en ese aspecto ni en ningún otro salvo
en jugar divinamente y además
presentara un look más atractivo? Rotundamente sí. Rico y
guapo: tipo perfecto. Asunto resuelto. Si además cuenta chistes como
Joaquín (ahora jugador del Málaga),
perfecto y medio.
Por si esto fuera poco, es escandaloso la cantidad de "hijos
predilectos" que se muestran reacios a abrir las páginas de un libro
y hojear su contenido o que incluso presumen orgullosos de su desastroso pasado
académico. La frase anterior no necesita demostración, piénselo:
¿si su jugador o cantante preferido fuera un auténtico ignorante acaso este
"insignificante detalle" le robaría parte de su popularidad, le censuraría usted
acaso? Lo dudo mucho.
La cosa queda clara: a la mierda los libros, los valores humanos,
las éticas aburridas, los divulgadores con cerebro y todos los
“estúpidos” y “estupideces” que se relacionen con ellos.
Nos gusta
jugar, cantar, hacer tonterías, emborracharnos y animar a toda esta
panda de tíos enrollados. Ah, y también queremos que todos los conflictos
sociales se resuelvan por sí solos, eso por descontado (1).
(1)
-¿Qué se dice? - Sí, ¡bieeeen!
En esta sección podremos encontrar excepciones en forma de (algunos)
actores y políticos, pero en general, los héroes cotidianos no son
el paradigma ideal de inteligencia avanzada, de sabiduría o
erudición sobre temas con peso específico.
Nota intelectual:
Hilarante resulta advertir que a algunos ídolos a veces se les
interroga sobre asuntos conflictivos por el mero hecho de ser tipos
populares. Más divertido resulta contemplar cómo los interesados
esperan pacientemente las respuestas como si estas provinieran de un
especialista en la materia. Parece que la condición de famoso otorga
poderes mágicos o sobrenaturales y la facultad de adquirir conocimientos mediante la
ciencia infusa. Alguno con añadir a su rostro unos anteojos ya se
cree un intelectual. Me parto.
Nota personal:
Desafortunadamente, yo no he sido agraciado con la "suerte del
campeón", deberé pues sufrir el "desgraciado" sino del empollón (ahora me río en
voz alta). Mi mayor pesar, y no miento en absoluto, es no haber empezado a
"Pensar" y "Actuar" 10 años antes. En tal caso, habría desarrollado mis
habilidades (las que creía tener y otras "ocultas") en más de un 100%. Las
circunstancias, un entorno opresivo y la compañía de tanto ídolo patatero me robaron un tiempo que jamás
recuperaré. Por aquella época apenas era consciente de poseer múltiples talentos ocultos como para
emanciparme como mucho más que un simple informático. Curiosamente,
nadie nunca pareció
darse cuenta de ello.
Recuerden estas palabras: nadie y nunca. Nadie nos dirá jamás lo grandes que
podemos llegar a ser. Nunca lo sabremos. Y aunque nos lo dijeran, aunque incluso
nos lo hicieran creer, no importa, porque con semejante sistema educativo,
semejantes referencias y padres tan poco preparados resulta tremendamente
difícil alcanzar la mejor versión de nosotros mismos... salvo que sea para algún
fin relacionado con obtener dinero o generar espectáculo. Las demás puertas
están cerradas para el ciudadano capitalista. Bondad, Verdad, Pensamiento
Crítico, Inteligencia Emocional y Social, Altruismo (y un largo etc) no son
asignaturas que vaya a usted a encontrar en los planes de estudios de los
colegios convencionales. ¿Será, quizás, porque son irrelevantes, porque no
sirven para nada?
Ahora necesito un buen abogado. Quiero
presentar una demanda contra el sistema capitalista y su sistema
educativo de pacotilla. Vergüenza ajena es lo que siento. ¡Qué
desastre! ¡Y todavía vamos a peor!
En fin, lo bueno de que la
situación es que creo que al final voy a convertirme en un gran tipo gracias a
la
"omisión de funciones" (llámese ignorancia o incompetencia) de tanta gente
influyente. Al final tendré que darles las gracias. ¿Por qué? Es obvio, ellos
atraen hacia su regazo o recluyen bajo influencia a millones de personas, lo
cual me despeja mucho el camino en coronar otro tipo de cimas menos visitadas. Me
han hecho el gran favor de eliminar a toda la competencia. Sí, el individuo
medio es cada vez más inculto e inconsciente de la repercusión de sus acciones.
En otras palabras, la mayoría de ídolos del espectáculo favorece el hecho que
millones de personas se entretengan miles de horas en temas estúpidos o banales, en comentar
sus "hazañas de ficción", por tanto a la hora de esgrimir argumentos más consistentes se
van a ver totalmente incapacitados.
La contemplación de tales ídolos no les va a galardonar
con tales obleas. Y a mí, sinceramente, eso me viene de cine. ¡Ojalá me hubiera
dado cuenta antes, demonios!
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