El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Ídolos. Héroes por el talento 2.
Uno podría imaginar que cualquier
abanderado del triunfo aglutina una suerte de talento excepcional,
una cualidad o don que le eleva sobre el resto de mortales. Hoy en
día esta argumentación se puede rebatir fácilmente y más en este
país donde gozamos de la presencia de múltiples pseudocelebridades
licenciados con honores en
chabacanería, verborrea y mal gusto. Con grandes y lamentables
defectos también se puede pasear uno por los cielos esponjosos y
espurios de la celebridad. Hoy en día, la “mierda” envasada con lujo
y hábilmente publicitada se saborea con fruición en millones de
hogares. Es decir, cualquier “mierda” que lleve detrás
una minuciosa y eficaz campaña de
marketing es susceptible de ser consumida por millones de
comensales, que la considerarán exquisita (aunque sepa a mierda, ej:
el tabaco).
En la actualidad, la industria del mercadeo resulta tan poderosa e
influyente que puede crear de la nada una figura representativa y
mediática en un breve espacio de tiempo. Si tomamos el caso de la
música podemos mencionar decenas de ejemplos tanto actuales como de
épocas pasadas: Backstreet Boys, New Kids on The Block, Sex Pistols,
algunos componentes de Operación Triunfo, Spice Girls, Britney Spears,
Milli Vanilli
y otros procedentes de ambientes televisivos de tercer nivel cuyo nombre prefiero no acordarme.
Si siguen el programa de humor de Buenafuente en La Sexta habrán
sido testigos de cómo desde esta plataforma se han podido
producir y lanzar varios productos musicales de dudosa calidad
musical, que han alcanzado lugares de privilegio en las listas de
éxito, "Baila el Chiki Chiki" protagonizado por el Chikilicuatre (un
humorista "tuneado" con escaso talento musical), u otras protagonizado por
Berto Romero y los Border Boys tituladas "No tengo tetas" o
"Me lo tiro". Esta última (y graciosa) composición adelantó
en el ranking de descargas de I-tunes
a reputados artistas como Jennifer López o Coldplay. Su última
producción "¿Sí?" la pueden visualizar aquí (
http://www.lasexta.com/programas/en-el-aire/andro-rey/andro-rey-kike-koba-presentan-cancion-verano_2014020500006.html
). Así están las cosas.
La música “comercial” es en definitiva un complejo producto
mercadológico parapetado por un ingente marketing audiovisual que
por medio de un análisis de mercado busca llenar las expectativas
del público, o lo que es lo mismo: darles a la gente lo que estos
quieren escuchar.
No es necesario haber sido agraciado con un gran talento para atraer a las masas, en la
actualidad lo que más se vende no es más que un subproducto facilón
de música repetitiva y apta para ser digerida por idiosincrasias ligeras.
Abajo tienen un ejemplo de un dueto de música pop que obtuvo una
enorme fama sin ni siquiera cantar o tocar un instrumento.
El mayor engaño de la historia de la música
El dúo Milli Vanilli compuesto por Fabrice “Fab” Morvan y Rob Pilatus que se formó en Alemania a mediados de los 80. Al principio ellos eran solo bailarines acompañantes de la cantante Sabrina Salerno. El productor alemán Frank Farian se fijó en ellos y lanzó su carrera como grupo musical. Entre sus éxitos se encuentra Girl you know it’s true, editada en 1988. 1992 fue su año, pues recibieron el Premio Grammy como artista revelación. Pero su carrera estaba a punto de sufrir un revés sólo por un detalle técnico. ¿Qué pasó? En un concierto mientras el dúo “cantaba” falló el playback, inmediatamente la gente comenzó a sospechar del fraude. Efectivamente se trataba de un fraude, pues en noviembre de ese mismo año el creador y productor del grupo confesó que ninguno de los dos integrantes en realidad cantaba, más bien proyectaban sólo la apariencia tanto en las portadas de los discos como en los escenarios. Tras dado a conocer el engaño se les retiró el Grammy. Tiempo después, el mismo productor quiso remediar las cosas, pues en un intento de relanzar las canciones promovió a los verdaderos cantantes de los éxitos del fraudulento grupo Milli Vanilli, con el nombre The Real Milli Vanilli, pero el intento no pasó de ahí, sólo fue intento que fracasó. En 1993 Rob & Fab quisieron interpretar ellos mismos sus canciones, sin éxito alguno. Y la pregunta obligada es ¿Por qué no lo hicieron desde el principio? Finalmente Rob Pilatus murió por sobredosis en Frankfurt. Se ha confirmado que se pretende llevar esta historia curiosa a la pantalla grande, estará escrito y dirigido por Jeff Nathanson. “Siempre me ha fascinado la idea de los engaños y los fraudes”, afirmó el futuro director
Fuente:
http://www.planetacurioso.com/2010/02/12/enganos-y-fraudes-milli-vanilli-el-playback-perfecto/
Pueden revisar otros fraudes de la historia de la música en este enlace:
http://blogs.publico.es/strambotic/2014/03/farsantes-y-ole/
Peor aún, contemplen a los protagonistas de los programas
pertenecientes a la llamada telebasura. No tengo palabras para
describir la gracia, solera y "talento" de muchos de sus recurrentes
invitados. A cualquier cualidad del carácter se la pueda bautizar
como talentosa hoy en día.
Como bien dijo Nietzsche hace más de un siglo (qué poco hemos
cambiado):
Es raro que alguien que se ha hecho famoso no se vuelva cobarde
y ridículo; los seguidores que son masa, se adhieren siempre a sus
debilidades y exageraciones, y tienen fácil el convencerlo de que
vea en eso una virtud.
Friedrich Nietzsche
Resumiendo, hoy en día gracias a la universalización de la
estupidez, un ídolo no necesariamente debe atesorar grandes
virtudes, de hecho la más tremenda incorrección, la más sonora incoherencia
o incluso un arrebato de cólera violenta ejecutado sobre otro ser
humano puede
ser una invitación a cabalgar sobre el corcel blanco en la carrera
de la fama durante largo tiempo.
De hecho, nosotros, entusiastas individuos-audiencia, le pondremos la montura al caballo
al nuevo jinete, le ayudaremos con la sonrisa en el rostro a acoplarse al lomo del animal,
posteriormente le indicaremos amablemente el camino a seguir y seguramente cuando nos
hayamos cansado de
su rutilante presencia lo arrojaremos vilmente al suelo de un empujón, así se le
descoyunten unos cuantos huesos. Luego repetiremos el proceso
reemplazado al héroe caído por otro héroe-víctima
propiciatorio que haga las veces de bufón y nos divierta un par de
ratos. Así somos: megasimpáticos con quienes nos divierten
(hasta que nos hartamos de ellos) e indiferentes e incluso crueles
con aquellos quienes nos hacen reflexionar.
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