El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Los ídolos son humildes. Contrarréplica.
En oposición a los prototipos anteriores, me encuentro con
profesionales de un talante innovador, trabajadores incansables en
la sombra o defensores de causas perdidas de una inteligencia y una
dedicación fuera de toda duda ocupando minúsculos despachos pero
desempeñando una labor inestimable. Comprenderá el lector que los
pensamientos innovadores no suelen originarse en ambientes donde los
griteríos y la suntuosidad se advierten como elementos circundantes.
Más bien, provienen de un adecuado cultivo del silencio, la soledad, la
reflexión y la experimentación.
La verdadera humildad pertenece al
genio que analiza con criterio y minuciosidad los defectos
estructurales de una teoría, propone ligeras modificaciones a las
existentes, o presenta nuevas y excepcionales aportaciones que echan
por tierra verdades preestablecidas. Así, únicamente se pronuncia
cuando se siente académica o moralmente autorizado a exponer nuevos
argumentos de precisión o rebatir los ya existentes por
considerarlos caducos y obsoletos. El inconveniente es que durante
ese largo transcurso de tiempo dedicado al estudio, otros personajes
apoyándose en ideas nimias o irrelevantes ya atesoran la simpatía de
la opinión pública. Y cómo no, el poder y los recursos. Es decir, se
han hecho dueños de la situación.
Se habla de comida-basura o contratos-basura, de arte provocador y
amoral, de consumo irracional e irresponsable, de música repetitiva
bum-bum, de un humanismo light e insípido y
de personajes del mismo talante. Las ideas-basura, que son
ferozmente contagiosas y se propagan de manera incontrolable no
deberían de inmiscuirse en nuestras mentes sin sortear antes decenas
de filtros. Si toleramos esa continua transmisión de datos abyectos permitiremos que la industria de lo superfluo, esa que nunca se toma
un respiro, que nunca descansa, nos contamine con sus patrañas y
torpes estereotipos, evitando en consecuencia una disminución brutal
de la posibilidad de obtener individuos originales y con ideas
propias. Actúan del mismo modo que las drogas, rastrera y
subrepticiamente nos conceden momentos de jolgorio, de desarraigo,
al tiempo que invaden los lóbulos de nuestro cerebro, tomando
finalmente un control casi absoluto. Una vez infectados, cuales
adeptos y obedientes sectarios, amonestaremos y maldeciremos a todo
aquél que trate de abrirnos los ojos o apartarnos de las verdades ya
establecidas.
Contacto y comentarios
Puedes comentar este texto aquí: Comentarios
También puedes contactar con el administrador en este enlace: Contacto