El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.

Creado: 31/1/2012 | Modificado: 31/1/2021 3294 visitas | Ver todas Añadir comentario



 

Ídolos estandarte contra trastornos, enfermedades y problemas sociales.

Apuntes sobre hambre, drogas, violencia y muerte.

S
i analizamos este punto más exhaustivamente, hasta el hambre, la enfermedad y por supuesto la guerra (cómo no) se mercantiliza. Si tomamos esta última, nos daremos cuenta de que los conflictos armados son un negocio absolutamente lucrativo para las empresas relacionadas con el sector militar. ¿Para qué demonios creen que invadimos Irak, aparte de para probar armamento, para buscar armas de destrucción “más iva” o adueñarnos de sus esfínteres energéticos, de su petróleo? La industria armamentística, junto con el juego de las apuestas, la prostitución, o el tráfico de drogas, son evidentes paradigmas de negocios boyantes que mueven euros a espuertas. Y ya saben lo que dicen: los enfermos, los tullidos y los muertos son siempre “efectos colaterales”. Y los pobres un instrumento para la diversión de los poderosos, unos conejillos de indias.

Porno, sexo pagado, muerte (armamento), apuestas, drogas, eventos deportivos como el fútbol y la exaltación de la belleza exterior son algunos de los más grandes motores que permiten avanzar al mundo… hacia no sé sabe dónde. Mejor no saberlo.
Mil trillones para drogas, sexo, juegos de azar, espectáculos varios e intercambio de trastos. Cuatro duros para educación, de los cuales dos son para utilizados para amordazar a los librepensadores.
No existe espectáculo más rico en detalles morbosos que la guerra. No es raro que en esta sociedad se sucedan periódicamente, en otro caso, la gente necesitada de vísceras y sangre ¿de qué se alimentaría?

La violencia engendra violencia, como se sabe; pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo.
Eduardo Galeano
Un librepensador en esta sociedad es como Kunta Kinte en un estado dominado por el Ku Klux Klan. No te agredirán (quizás) físicamente pero intentarán destruirte psicológicamente con todas los medios en su poder.


Nota sobre drogas y popularidad:

Forje usted una imagen sugerente y a partir de ahí podrá acceder a miles de ceremonias y pantomimas que te brinda la popularidad: fiestas fastuosas en ambientes de lujo y boato, presencia de honor en certámenes y concursos, invitado especial en emisiones radiofónicas, acceso a parejas sexuales gratis (o cobrando), cameos en series televisivas, contertulio en programas vespertinos de actualidad donde se entrevista a gente de la farándula, etc.

Un determinado nivel de poder adquisitivo te permitirá acceder en la élite de amantes a los estupefacientes, por supuesto ilegales. Las drogas legales no molan una mierda, eso es para los pringaos y débiles de espíritu. Por el contrario, los narcotizantes ilegales se imponen como acompañantes de lujo de cierta clase millonaria. Te dan un estatus distintivo, peculiar, rebelde, salvaje incluso. Claro que a veces te inmolan como a River Phoenix y otros muchos. Lo bueno de dicha coyuntura es que te conviertes en un mártir. No hay estúpida muerte de un famoso mal que por bien no venga.

Según el cariz de tu personalidad, puedes adquirir las de toda la vida como la cocaína o la heroína, las de síntesis o modernas tipo éxtasis y derivados, las que matan poco pero te atontan y tranquilizan como la marihuana, luego tenemos la meta-anfetamina o cristal, barata, fácil de fabricar. Una auténtica bomba. Existen otras muchas que me dejo en tintero y que Antonio Escohotado en su libro “Aprendiendo de las drogas” sabría describir mucho mejor que yo, que soy virgen en estas lides. De hecho, ni sé fumar. Ni malditas ganas de aprender. No pienso promocionar el cáncer de ninguna de las maneras. Menos todavía ofrecer cobijo al cigarrillo en mi boca para que invada mi cuerpo con sus pestilentes sustancias. Maldito huésped.

-Disponemos de un amplio
y colorido repertorio de pastillas, ¿quiere las azules, las blancas o las rojas? ¿Las quiere todas? Ok, vale. Aquí las tiene con su cartoncito clasificador para su régimen diario. Si quiere multiplicar su potencia, mézclelas todas dentro de un vaso y añádale alcohol de alta graduación. Ah, otra cosa, a mi usted no me conoce de nada, ni me ha visto antes
- Sí, claro, sí, como usted diga. No pasa nada, yo controlo, yo controlo.


Una imagen imponente atrae el dinero y el dinero lo compra todo. Sí, hasta la bondad y el amor.

Aclaremos, ese tipo de bondad y ese tipo de amor. Baratijas que un hombre o mujer con mayúsculas despreciaría por considerarlas fraudulentas e incluso degradantes.






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