El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Otros efectos secundarios de la cultura del
número 1.
Educadores con una pedagogía revolucionaria.
El otro día visualizaba un documental en televisión donde se ponía
de manifiesto cómo algunos padres apostaban sus energías, sus
ahorros y sobre todo sus esperanzas con el único objetivo
de traducir el talento bruto de sus hijos
en un nuevo valor añadido aplicable a deportes tales como el tenis o
el golf, y engrosar la lista cada vez mayor de
niños prodigio tan súperentrenados como ineptos culturales
o sociales.
Esto, hasta cierto punto tampoco no es complicado de entender viendo
las ventajas que conlleva la profesionalidad en el deporte. El
problema radica en el método: estos pseudoeducadores adoptaban actitudes,
digamos, controvertidas. Veamos unos ejemplos ilustrativos de la
deontología mostrada por estos excéntricos Mary Poppins:
1. Consideraban la educación reglada como una pérdida de tiempo,
así que sacaban a sus hijos de los colegios. Preferían que sus
aspirantes a figuras estudiaran en casa “a ratos”.
Supongo que al menos aprenderían operaciones matemáticas simples como sumar y restar.
Más que nada para cuando firmen contratos millonarios sepan capaces de
comprender las cifras que van a percibir.
2.
No permitían que salieran a jugar con otros adolescentes (“se
podría lesionar y todavía no entiende lo importante que es para el
mundo”).
No
es coña la frase, es literal.
3. O esgrimían: “Tiene potencial para ser un gran competidor, un
número 1, no debe desperdiciar su tiempo en tonterías”
¿Estudiar es tontería? ¿tener amigos? ¿hacer cosas diferentes?
¿leer un libro? ¿pensar? ¿razonar? ¿vivir? ¡¡¿salir con chicas
también??!! ¡No! Acojonante documento.
4. Tampoco era de recibo que tuvieran amigos competidores. Claro,
competidor tiene un valor sinónimo a “enemigo” u “obstáculo a derribar para
alcanzar la supremacía”.
Entendámonos, si deseaba ser golfista su mejor amigo debía ser
el palo. No se rían, que otros duermen felizmente con un balón bajo
el brazo.
Quién sabe, quizás en un futuro cercano alguno
de estos originales pedagogos se le premie por su
original iniciativa y reciba el calificativo de "Progenitor del año", siempre y
cuando, claro está, sus obedientes hijos, impulsados por la energía motivacional
de su querido y galardonado padre (o madre) logren la titánica gesta de pasar
por encima de todos los contrarios que se interpongan en su trayectoria y así
consumen el ambicioso ideal familiar y luzcan como portadas de revistas y ¡cómo
no! ganen un porrón de millones. Al fin y al cabo, el propósito de una educación
actual es que los educandos ganen el mayor dinero posible. Pura lógica
materialista. Mm, puede que no acierte al 100% pero creo no voy muy
desencaminado. ¿Usted qué opina? No me lo diga, si su hijo se enriquece y le
saca de pobre, empezará a dar saltos medio histérico por la emoción y derramará un arroyo de lágrimas extasiado de
júbilo. Y cien por cien garantizado que
prácticamente todo el mundo consideraría a su hijo una
extraordinaria persona. Menos yo claro.
En este mundo de locos cualquier denominado triunfador es
preferible a un individuo bien formado. Absoluta y rotundamente
demostrado. Estos progenitores avezados lo entendieron
perfectamente. Habría que instaurar el gallifante de oro o premio a
la “mejor instrucción”. ¡Bien por ellos! ¡Sigamos la pauta!
-Discusiones de bar que acaban en tragedia, gritos, riñas
o reyertas.
Peleas, insultos, riñas, reyertas, incluso muertes.
“El amor hacia un equipo es para siempre. Se puede cambiar una
mujer por otra (o engañarla), puede uno divorciarse de la marca de automóvil,
pasarse del tabaco rubio al negro, de la cerveza Heineken a la Mahou, se puede
incluso ser un tránsfuga político, pero jamás canjear la
camiseta por la de otro equipo. El amor a 'los colores' es inviolable. Eso nunca lo haría
un auténtico ‘supporter’.”
-Depresiones post-partido.
Que duran días y días, y sólo se curan tras la disputa del siguiente
partido, a menos que se pierda de nuevo. Entonces hay que esperar de
nuevo al siguiente. ¿Que se vuelve a catar la hiel de la derrota? Mal asunto, entonces
puedes verte recluido en un bucle sin retorno. ¡Peligro! Consejo:
hágase del Barça. Siempre ganan, ya sea en fútbol, básquet,
balonmano, hockey, fútbol sala, fútbol femenino... etc.
-Aficionados rasca-barrigas.
No dan un palo al agua. Espíritu deportivo nulo. Por no esforzarse
no se desplazan jamás con el fin de contemplar un partido en directo, prefieren visualizarlo
cómodamente en casita. Eso no es lo grave (lo hacemos casi todos),
si no fuera por el gusto que le tiene a apoltronarse sobre el sofá,
acompañarse de su querida “familia”, ya saben, Heineken, Buckler,
Mahou, Cheetos, pipas, palomitas, cigarros, etc. Eso sí, antes se
han permitido el lujo de despejar la habitación de personas no
aficionadas (léase cónyuges). Como pretexto esgrimen que "la peli
romántica la echan en estancia contigua".
Una vez cómodos y dispuestos, comienzan a proclamar su animadversión
por todo lo que se menea: se pasan el tiempo censurando al árbitro y
sus decisiones, y gritando exabruptos a los jugadores, donde el
calificativo de vago es el menos altisonante: “¡Pero es que no
corren!”. Más que tú seguro, macho.
Son extraños individuos que demuestran periódicamente una extraña y
retorcida admiración a quienes se comportan al revés que ellos. Es
más, si este tipo de de personaje se pudiera vislumbrar a sí mismo
actuando en un terreno de juego se despellejaría vivo. No hace falta
añadir que en su vida cotidiana, por supuesto, no demuestra el mismo
espíritu mordaz y autocrítico. Quizás es que se considera un
individuo sin defectos significativos.
El mayor espectáculo se da cuando el equipo de sus amores mete un
tanto. En esos momentos las reacciones son tan variopintas como
dignas de aparecer en algún programa televisivo tipo “Vídeos de
primera”, en Youtube o en “Yo no pude hacer eso. Ese no era yo”
(programa inventado). Yo mismo sufrí de un duro encontronazo con la
lámpara de techo tras el salto posterior al gol del ex - zaragocista
Señor a la débil selección de la isla de Malta y que significaba el
12-1 y la clasificación de España para aquella Eurocopa.
Dicho
chichón ya ha sobrepasado la mayoría de edad.
-Ceguera para atisbar asuntos importantes.
Son personas que dedican tiempo mayoritariamente a enzarzarse en discusiones o
temas tan banales que si luego sondeas sus apreciaciones sobre
asuntos de actualidad callan y otorgan o suelta un exabrupto (que es
distinto a un eructo). Luego, haciendo uso de sus derechos como
ciudadanos, exigen y esperan que el gobierno resuelva sus asuntos y
también los que atañen a su país de residencia.
Señoras, señores, creo sinceramente que deberíamos someternos a la
autocrítica con más frecuencia. No sé si es el pueblo quien debería
hacer plante contra las erróneas políticas de los gobiernos o estos
por el errático comportamiento de los ciudadanos que les votan.
Proclaman algunos, “este es el país que tenemos por culpa del
gobierno que tenemos”, otros podríamos impugnar la frase
anterior y replicar: “tenemos la plantilla de gobernantes que
tenemos por culpa de la mentalidad esquiva e irreflexiva de los
ciudadanos votantes” (1)
¿No ven todavía que todo está relacionado? Tenemos lo que nos
merecemos. ¿Qué hacemos nosotros para transformar realidad? ¿Votar
al mismo político corrupto una y otra vez? ¿Sacar la bandera
gualdiroja talla XXL al bacón y gritar “Viva España” para que todos nos escuchen? Es
este un recurso tan fácil como infructífero. Absolutamente ineficaz.
Piense más bien primero que podría hacer usted por el país (hablo de
una reflexión seria no una sarta de aullidos quejumbrosos), luego
exíjale a su gobierno una actitud igual a la que en usted se
presupone. ¡Qué fácil es ver la paja en el ojo ajeno y qué difícil
asumir los defectos que uno adolece!
-Diversión que no soluciona problemas.
Divertirse (ver partidos, series, programas o películas) ayuda a olvidarse de las tensiones
cotidianas: pero jamás no sacará de ningún apuro o complicación
existencial. La única manera de disgregar los problemas es
afrontarlos, recortar poco a poco sus nocivas influencias, no negarlos. Y para acotarlos y reducirlos hay
necesariamente que pensar en ellos. Sí, pensar, ocupar tiempo
enfocando los motivos subyacentes que generan esas complicaciones. O
buscar ayuda externa de alguien experto que nos eche una mano y nos
oriente en cómo mitigar los apuros cotidianos desde una nueva y más
curtida perspectiva. No sería el primero que por tratar de evitar o
negar sus problemas ha acabado sumergiéndose en las aguas más
profundas del alcoholismo, el "pastillismo" o la drogadicción.
-Subjetividad.
Más penosas todavía son las exhibiciones de subjetividad exacerbada
de algunos periodistas. Algunos sinceramente dudo que conozcan la
definición de imparcialidad. Recuerdo uno de ellos, bastante
conocido, que afirmaba que el término objetividad era una pamplina,
que no existía, que todos somos subjetivos por naturaleza, excusa
perfecta para seguir arremetiendo noche tras noche durante días,
meses e incluso años de manera cansina e irritante contra el que
fuera entrenador de la selección española Javier Clemente. Se pasó
años “repartiendo” justicia de un modo sectario. Clemente se merecía
unas cuantas críticas desde
luego, pero trasladar su animadversión al entrenador vasco a cientos
de miles de oyentes y esperar reciprocidad me parece un castigo excesivo. Si
desde el periodismo y las altas instancias no se defiende la
deportividad, la objetividad y el juego limpio... apaga y vámonos.
O sea, apaga y vámonos.
-Concordia entre pueblos tanto como animadversión.
¿Se acuerdan de la selección Togo en la última copa de África? ¿La
tragedia de Heysel? ¿Los disturbios en Egipto? ¿las peleas callejeras entre
aficionados rivales de distintas
nacionalidades? Coincidiremos que son hechos aislados pero ¿no es
verdad acaso que los actos poco deportivos y violentos de seguidores
y jugadores están a la orden del día? ¿Hace falta extender esta
subsección y ofrecer más detalles?
-Distorsión de la realidad (frivolidad).
Otros de los perjuicios producidos por la
maquinaria publicitaria y el papel preponderante de sus ahijados es
la distorsión terrible de la realidad que proponen, magnificándola
desde un ángulo determinado (a su conveniencia) y por tanto comprimiéndola desde otro.
En consecuencia, los “juegos sin importancia” pasan a ser
fascinaciones increíbles y causas objetivas de primera magnitud, En
la otra cara de la moneda, observamos que los asuntos más
trascendentes son tratados como asuntos irrelevantes, ajenos al interés
del individuo medio que considera, equivocadamente, que no le atañen
a él sino algún cargo político o figura con poder. En suma, se
magnífica lo frívolo y se caricaturiza lo trascendente.
En otras palabras, la gente es capaz de
matarse literalmente por conseguir
el autógrafo, caer en una depresión por la pérdida de un partido de
un ídolo, por adquirir
un par de zapatillas de edición limitada
(como ejemplo ilustrativo pueden revisar este artículo:
http://www.marca.com/2011/12/25/baloncesto/nba/noticias/1324840933.html
), y las salidas de tono de un personaje conocido puede
incrementar la tirada de una revista en decenas de millones de
ejemplares. Así de tarugos somos
-Conflictos conyugales.
¿No me
digan que no les suenan los casos de parejas en plena disputa por
motivos tan “serios” como que el marido desea ver el partido del
sábado (o del domingo o lunes o martes o miércoles o jueves, que
ahora los ponen casi todos los días) y la esposa la película de
emisión nocturna? Afortunadamente
hoy en día, podemos permitirnos el
lujo de adquirir varios televisores de un porrón de pulgadas.
Menos mal, pues si este no fuera el caso los matrimonios durarían menos
que un eclipse de sol. Un matrimonio despojado de televisores (en
plural) es un
matrimonio abocado al fracaso. En realidad, seamos justos, el pacto
matrimonial en el hogar se establece con el televisor, el humano ese que
comparte tu piso es mucho menos importante y desde luego más
pesado y cargante. El hecho de vivir sin televisores constituiría un duro
golpe para las familias: estas deberían reunirse para charlar, reflexionar y
compartir opiniones. En la sociedad actual, no está
el horno para bollos. Los padres hablan poco, las madres demasiado y
los niños y los adolescentes utilizan una jerga extraña e
incomprensible (quejas y lloriqueos aparte). Así pues, la pareja se
separa en estancias diferentes para poder atender con fruición su
pasatiempo favorito. La niña o el niño no se entera de
nada pues permaneces
encerrado en su cuarto ocupado con el Facebook, el Tuenti, el Ipod o
la consola.
No queda así el asunto resuelto, ya que aún aplicando esta
salomónica decisión, no dejará de haber discusiones por un marido
amargado por la derrota de su equipo en el último minuto o de
penalty injusto. La catarata de quejas tampoco ayuda a establecer un
buen ambiente conyugal. En unos años, las impurezas del vocabulario
flotarán en el ambiente instalándose en la mente del adolescente o
del niño que ahora inocentemente corretea por casa. Quizás cada uno
de los componentes de la familia debería vivir en una estancia
separada y reunirse lo menos posible para no molestarse unos a
otros. Como bien decía el refrán: “Vive y deja vivir”. “Y llámame
cuando la comida esté lista, ‘mi amor’”
-Insultos, racismo, enfrentamientos
Un campo de fútbol es un hervidero de pasiones, y estas salen a
relucir a borbotones en forma de cánticos racistas y agravios al
contrario. En muchos países no es difícil tropezar con una gran
turba de aficionados que acuden al estadio armados como vikingos
blandiendo palos, bengalas u objetos punzantes simulando soldados en pos de
la conquista de tierras enemigas. Pero no seamos necios, no
son sólo los aficionados quienes se dedican al innoble arte del
insulto, también los “insignes” protagonistas de los juegos son
grandes y excelentes paradigmas. Kevin Garnett (un tipo escogido
entre miles) podría brindarnos una clase magistral en este aspecto.
Afirman quienes le conocen que es un afamado catedrático con un
repertorio de provocaciones extensísimo. Ni mucho menos es el único.
Sí, ya sé por donde van, les veo venir, “tuvo una infancia problemática…” y tal y
tal. A todos se les escuda. Ejemplos de distinguidos “insultadores”
debe haber a toneladas. No dispongo de suficiente memoria en mi
ordenador para listarlos todos. Moriría antes de enumerar la mitad.
Quédense con Garnet y Materazzi (sí, ese que recibió un cabezazo por
parte de Zinedine Zidane en la final del penúltimo mundial).
-La caída de los ídolos
La historia relata sucesos de ídolos que lo tuvieron todo y por
decenas de malas decisiones cayeron en el baúl de los olvidos y se
sumieron en la depresión, incluso algunos acudieron a la letal medicina
del suicidio. Demasiadas las veces el dinero y la fama se compran
demasiado caros. Veamos un ejemplo:
Bobby Fischer, espectacular paradigma de combinación de genialidad y
paranoia (revisen ustedes su biografía) acuñó una frase para la
historia: "El ajedrez no es simplemente un juego, el ajedrez es
la vida". Algún sujeto, en previsión de lo que iba acontecer, debería haber
intervenido para aclararle que las dimensiones de una existencia
psicológicamente estable deben ser más amplias que los 8 x 8
cuadritos del tablero de ajedrez, en el cual recaía toda su
atención, antes de que acabara tirado por los suelos con la mente
desequilibrada. Una de las inteligencias más (teóricamente) brillantes del planeta
fue aniquilada por causa del “vicio del juego”. Acabó contemplando
conspiraciones donde sólo había humo, quizás la razón no fue otra
que su fracaso en discernir la realidad y la ficción (el juego).
Quizás es que para él no había otra realidad. Y así terminó: con la
mente cuadriculada. Murió con 64 años (tantos como casillas del
tablero de ajedrez) después de varias décadas de retiro excéntrico.
A los genios
no se les contradice, viven en sus propias burbujas.
Buena parte de nuestros grandes protagonistas después de su
decadencia son incapaces de llevar su vida a buen término.
Carecieron de una adecuada educación.
-Aficionados radicales
Y por último y no por ello menos
importante, nos queda comentar el irrespetuoso comportamiento de los
aficionados radicales que aglutina cualquier equipo de nivel que se
precie. Borracheras, insultos, peleas, batallas campales, destrozos,
vandalismo, son algunas de las funciones adscritas en el menú de
opciones de un hooligan desatado y (por tanto) respetado(3).
Los británicos por sí solos ocuparían un lugar de privilegio en
cuanto a la destilación de este tipo de vapores. En cuanto a número
de pintas ingeridas son los “putos amos”. Cuando aterrizan en alguna
ciudad española acaban con las reservas de cerveza de toda la
ciudad. Menudos cracks. En el oficio de beber ni Lindsay Lohan(4) en
su fiesta de cumpleaños les haría sombra. Bueno ejem
vale, corrijo Lindsay Lohan sí les haría frente. Supongo que pillan la ironía. Tragan más alcohol todos estos en
una tarde que yo en un año. Ni aun asistiendo a siete bodas y ciento
veinticuatro restaurantes chinos (con sus respectivos chupitos).
Soy un panoli en comparación. Pero no, no “amo a Laura” (5)
(3)
La pena es no disponer de un mando a distancia
para “apagarlos” o ponerlos en “stand-by”.
(4)
¿Se la imaginan a esta mujer en un alarde de
civismo, presentando un anuncio, toda seria y modosita ella y con
cara de no haber roto un plato, y exhortando a los televidentes un
“Consumo de alcohol responsable”? Me reiría tanto que me tendrían
que llevar a urgencias en camilla. ¿Qué pasa? De risa uno también
puede morir, ¿no lo sabía?
(5)
Ríanse un rato:
http://www.youtube.com/watch?v=hRdVg_JATII
Por cierto, ya que viene a colación, a fecha de finales de junio de
2011 descendía a la segunda división un equipo emblema del balompié
argentino, el River Plate, cosa que no había ocurrido antes en 110
años de historia. Si quieren una muestra clarificativa de lo
comentado en el anterior párrafo, revisen en internet los disturbios
engendrados por su equipo de "ultra-aficionados"
denominados los "barras bravas". Tremebundo.
Y termino con una reflexión difícil de digerir para algunos:
Los “ultras”, “hoolingans” o aficionados violentos o de
comportamientos extremos aportan más al crecimiento del deporte que
quien lo soslaya, lo queramos o no. Suman porque defienden y apoyan
a su equipo, comentan las jugadas, siguen los partidos por radio o
televisión; compran piezas de vestuario tal como camisetas,
bufandas, gorras; también invierten su dinero en entradas para
acudir al estadio, o billetes para viajes en avión o autobús; además
esperan pacientemente la aparición de sus amados talismanes tras los
partidos, les piden autógrafos educadamente a o grito pelado, se
hacen fotos con ellos. No sólo eso, también compran prensa especializada, escuchan
entrevistas, realizan críticas, convocan reuniones, etc. Son
culpables de destruir en buena parte la reputación del deporte al
que profesan admiración, pero por otra parte también ejercen de
grandes patrocinadores de su frondoso prestigio. En pocas palabras
parte del sueldo de estos referentes, por mucho que les pese, se lo
deben a los fanáticos, violentos, y a los proveedores de insultos
antes que aquellos que les ignoran.
Recuerden, industria ignorada es industria muerta. Resumiendo, si cuarenta locos dan dinero,
"bienvenidos seáis al club"
A fin de cuentas si todos la mayoría de seguidores hubieran tenido
la santa suerte de haber recibido una conveniente educación
quizás el panorama de famosos cambiaría de manera notable, serían
más bien los artistas de teatro, los ensayistas o los novelistas las
figuras más representativas y populares, no la retahíla de peloteros u otra fauna de teleñecos
televisivos. En
consecuencia, Messis y Ronaldos en vez de ganar decenas si no
cientos de millones al año (si incluimos sueldos y contratos de publicidad) igual se tendrían que conformar con sólo un porcentaje
de dicha desorbitada cantidad. Podríamos hablar de quizás la mitad,
la cuarta parte o quién sabe, en una coyuntura semejante podrían
verse obligados a rascarse el bolsillo por usar las instalaciones
deportivas.
Si en un caso hipotético (y extremo) se negarán a pagar la entrada les tocará entrenarse en algún parque público o la
arena de una playa cercana. Vale, igual exagero un poco.
La
cultura de masas fomenta el apasionamiento, la irracionalidad y el
fanatismo más retrógrado, por tanto los comportamientos altamente
subjetivos, agresivos o violentos son indisolubles dentro de este
escenario. Purgarlos implicaría
reducir destruir en parte la repercusión del propio negocio de
masas.
Reflexiones:
Llegado a este punto si a
mí me preguntaran cuál sería mi opinión sobre el hecho de abonar 10
millones por el traspaso de un futbolista (baloncestista, jugador de
béisbol o fútbol americano, etc) contestaría sin dudarlo
que se trata de un auténtico disparate y una locura propio de un
enajenado y que eso no puede estar
ocurriendo en una sociedad con un mínimo de integridad, de decencia.
Imposible. La gente con un poco de estómago se moriría de vergüenza.
“Conozco” a las personas y sé que se levantarían
indignadas
de sus
asientos de un salto como accionados por un resorte emanado de sus
entrañas y detendrían esa catarata de derroches en un tiempo récord.
Mucho más todavía en época de crisis, donde el dinero jamás debería a
parar a manos de algún indocumentado que no sepa manejarlo,
sino que debería invertirse en resolver asuntos más serios. Resultaría un tema
tan vergonzoso que quienes formaran parte de ese circo creo
sinceramente deberían ser apercibidos de manera muy severa. Pero muy
muy severa. La reprimenda debería servirles de lección para siempre,
y los ecos de ese sermón se extenderían por décadas.
Sí, no hay duda, la gente se plantaría ante ellos, exigiéndoles
responsabilidades o les obsequiarían con improperios varios y...… “Oye,
chiss, no quisiera entrometerme ni cortar tu argumentación, pero es que se han
abonado
cantidades casi 10 veces más elevadas(6) y las ofertas siguen subiendo.
Más aún, los aficionados y dirigentes no sólo no se les apercibe si no que
fomentan este tipo de inversiones y más que apercibidos son
aclamados”.
¿Sí? Vaya. Entonces lo siento, no puedo digerir ni valorar ese tipo de
confidencia ya que se extiende más allá de mi espectro de análisis
neuronal. Me quedo sin palabras. “Out of memory”. Me vuelvo a mi
mundo un rato antes de que me explote la cabeza de procesar tanta
insensatez. De nuevo se confirma: la estupidez y el derroche
estrafalario de los humanos no conoce límites. Para ciertos temas,
cada generación parece superar en número de comportamientos idiotas a la anterior.
(6)
En
efecto, ejemplos de algunos contratos firmados por jugadores de béisbol:
Los principales contratos millonarios en el béisbol pertenecen a Alex Rodríguez
(10 años, 275 millones dólares), Albert Pujols (10 años, 242 millones dólares) y
Robinson Canó (10 años, 240 millones dólares).
Luego extrañamente la gente se queja de que
la sociedad no funciona e incluso se preguntan sorprendidos cuáles
podrían ser las causas.
Flipo en colores.
Mayor ignorancia e ingenuidad no se me antoja posible. Llegados a este punto, creo más factible una historia donde un grupo de aficionados recaude un
dinero para comprarle un neumático para el Ferrari de su figura
celebérrima predilecta antes que se levante de su silla para
protestar ante tanta malversación de fondos. Qué pena que
despilfarro no sea sinónimo de “penalty injusto”. Entonces, sin
duda, todo sería distinto. El pueblo se alzaría encolerizado
clamando justicia.(7)
El
vellocino de oro sigue creciendo en dimensiones. Sólo le falta echar
fuego por la boca. Toca adquirir un traje de amianto.
El
mundo está loco, loco, loco
El otrora "gran aficionado" aprendió la lección, ya no trató de
quedarse impávido o embobado contemplando anonadado los triunfos de su
mal llamado ídolo.
Después de una breve instrucción aplicando la "Cultura del
enfrentamiento",
entendió que la mayoría de iconos destacados de la cultura de masas se asemejan
a
un globo aerostático, muestran mucho volumen visible pero un sólo clavo
provoca que se deshinchen rápidamente. En otras palabras, son frágiles ante el
escrutinio (en este contexto, llamémosle "clavo") de la Razón Crítica. Así que decidió desde ese
día rebajar su condición a "simple aficionado del montón", o lo que
es lo mismo no derrochar demasiado tiempo en engrandecer a
otros, que además no se lo merecen, para pasar a invertir mucho más tiempo en su propia
educación. Los resultados no se hicieron esperar.
Notas:
(1)
Sentenciado: las próximas manifestaciones de los ciudadanos deberían
ser contra sí mismos. Se me ocurren cientos de razones en las cuales
podría uno organizar una manifestación
contra su propia persona. Ejemplo, si son fumadores
empedernidos podrían salir con una pancarta: “¡Promocionemos el
cáncer! ¡Me presento voluntario!”, si toman drogas (cuyo dinero
está manchado de sangre) podrían lucir en su pancarta: “¡Los
narcotraficantes molan! ¡Enriquezcámoslos hasta la muerte!”, si son asiduos a
programas de mindundis en la tele: “¡Me encanta dar dinero a tíos
chabacanos!”, o si es fanático del fútbol: “¡Dinero para el
fútbol sí! ¡Para educación jamás! ¡Que se jodan los científicos!”,
si ha tenido alguna aventura "extraoficia"l: “¡Engaño a mi pareja porque puedo!”,
o si es uno de estos que ya lo tiene claro todo y no quiere aprender
nada más: “¡Abajo los libros! ¡La lectura es perjudicial para la
salud!”, o de los que le encanta echar la culpa a los demás:
“¡La culpa es de mi vecino! ¡Yo no he hecho nada malo”, si
ocasionalmente realiza visitas nocturnas a clubs de alterne podría
levantarse y exclamar: "¡Vivan las mafias, el tráfico de mujeres
y la esclavitud!" (2), y un larguísimo etcétera
que usted mismo podría confeccionar con sus personales defectos. Ya sé que
el ejemplo parece explicado al revés (ya que se defiende la causa que se
propone atacar), pero si se imagina actuando de esa lamentable manera
probablemente se le caiga la cara de vergüenza y decida abandonar esos
nocivos hábitos.
Yo, por mi parte, llevo organizando manifestaciones mentales
autocríticas desde hace unos quince años. Algunas duran días y días.
Me he avergonzado tantas veces que ya ni las cuento. A veces paso
delante del espejo a hurtadillas por si acaso mi imagen en el espejo
me recrimina alguna irreverencia reciente. Claro que esto me ha
permitido mejorar de manera impresionante en todos los aspectos.
Mañana organizaré una manifestación mental contra mi incapacidad de
recordar nombres de persona a menos que me los apunte o repita una y
otra vez. A ver si ya por fin ya termino por arrinconar este
defecto. Ande, organícese usted una. Y luego cinco, diez o quince
años después, tome las riendas y manifiéstese en contra de los
defectos de dirigentes y políticos. Se lo habrá ganado.
Mientras
tanto, le queda un enorme trabajo por hacer. Pero piénselo bien, si
usted decide manifestarse contra los defectos de los demás, quizás algún
día aparezca delante de su casa un tío con una pancarta
recriminándole los suyos, ¿no le parece lógico e igual de
justo? ¿le gusta la idea?
Si realmente desea un mundo mejor,
aplíquese primero en su personalidad los cambios que llevaría
implícito alcanzar ese bonito ideal. Eso es lo que trato de hacer yo.
Por lo menos lo intento. Mire, ahora incluso escribo un (intento de)
ensayo, y eso que no nací con vocación de escritor. De hecho, ni
siquiera me considero como tal. Quizás algún día.
(2)
Si no le convence lo que le digo o le parece exagerado puede adquirir
el libro "El año que trafiqué con Mujeres" de Antonio Salas. Una vez
terminado quizás se le quiten las ganas de acudir a prostíbulos. Como
confesaba el propio autor requemado por las imágenes y situaciones que
tuvo que hacer frente, "a veces, siento asco de la condición humana y
más aún de ser hombre". En otro libro donde colaboraba, "La Agenda de
Virginia" el propio Antonio nos relataba sus sueños de "prostíbulos",
"puteros" y "escopetas recortadas". No sé muy bien por qué... pero me
hago una idea.
(7)
Curiosamente también he
advertido que la gente se indigna si a los políticos se les paga un
sueldo demasiado elevado. ¿Quizás es porque en general
su imagen pública deja mucho que desear? ¿Por qué no son dignos de
nuestras confianza? ¿Por qué se supone que su sueldo lo pagamos
entre todos?
Sin embargo los mismos
individuos no parecen escandalizarse de las archimillonarias
retribuciones a los generadores de espectáculo. Entiendo que
pertenecen a organizaciones privadas pero aún así, las
influencias que irradian son igual de dañinas. Por cierto, recordemos que el
sueldo de José Luis Rodríguez Zapatero es inferior a los cien mil
euros brutos anuales. Una minucia comparado con lo que cobran muchos
de nuestros héroes cotidianos. De hecho, algunos poseen coches con
más valor monetario que el propio sueldo del presidente del gobierno.
Lo que sí queda clara es una cosa: a quienes se preocupen de problemas
humanos no se les debería retribuir ni con un miserable sueldo. Deberán
trabajar más por menos, con la cara sonriente, y tragarse toda la mierda que los
ciudadanos van dejando, para luego si resulta que no obtienen
óptimos resultados verse asaltados por un aluvión de críticas. Y no es
que me parezca obvio y justo que sean reprendidos si no realizan bien sus
funciones, lo que me parece indigerible es que, a a los otros, a los
que se pasan el día jugando o actuando se les entregue el oro y el
moro y no se escuchen apenas notas disidentes. A ellos les
entregaremos nuestro corazón, el alma y también nuestras esperanzas,
aparte de los sueldos millonarios.
Resultado final: no habrá ningún
tipo lo suficientemente idiota, y más en un mundo regido por las
fluctuaciones monetarias, que le dé por alentar a la gente a un
transformar la sociedad, propiciando un cambio de mentalidad. Sería considerado una anomalía,
pasaría a ser estudiado por los psicólogos, los neurocientíficos y
se le incrustarían tubos hasta en el culo para ver de dónde procede
semejante divergencia. Corolario: no se puede ser demasiado
humano en este tipo de sociedades, acabas pasando una terrible
vergüenza. Ya sabe, si posee usted escrúpulos, ¡vomítelos!
En
cuanto a los políticos, no esperen que la espiral de corrupción
termine nunca, al fin y al cabo, ellos son tipos como nosotros, con
sus virtudes y sus defectos, no
necesariamente más honrados y cuyos
sueños también se incluye el de enriquecerse. Eso aparte de
sus creencias flexibles, cambiantes
discursos y sujeción a unos valores fluctuantes según la coyuntura
socio-económica y
según ante qué tipo audiencia se encuentren. Los políticos son también un
reflejo de la sociedad y por ende de los ciudadanos que les votan.
No esperen más de ellos que de ustedes mismos.
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