El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos
Hemos ganado (el aguafiestas).
- Oe,
oeee, campeones, campeones, oeee...
- ¡Qué partidazo! Ya somos campeones de Europa, ¡qué triunfo, qué
alegría! Ojalá que el alborozo de este día se prolongara para
siempre.
- Sí, al fin hemos conseguido el triunfo final, oeeee, oeeee.
- Sí, es magnífico, maravilloso. Esto... por cierto, ¿cuándo reparten los
premios?
- Sí, em... ¿qué premios?
- ¿Hemos ganado no? Digo yo que cuándo nos dan nuestro premio.
- ¿Premios? La copa de Europa dices, pues supongo que...
- No, a nosotros los aficionados, ¿cuándo nos entregan
nuestra recompensa?
- Bueno, a nosotros no nos dan nada por...
- ¡Qué dices! ¿Nada? ¿Cómo que nada?
- Bueno, son los jugadores quienes se llevan los trofeos, el
reconocimiento y el cariño del público, el dinero...
- Los jugadores ganan un dineral, encima recibirán primas
millonarias y a nosotros no nos corresponde nada. Ni 100 euros, ni una camiseta ni un
póster, ni un paquete de pipas. ¡No puede ser!
- Pues... no. Si quieres camisetas, pósters, hay que
comprarlos y tal... y no suelen ser baratos. De hecho, la camiseta
del Barça puede costarte 60 ó 70 euros.
- Grrrr, ¿pero es que no hemos invertido suficiente dinero ya? O
sea, he venido pagando todo el año para asistir al estadio, he dedicado
montones de horas a la causa: viajes, gasolina, gritos de ánimo y ahora no
me dan ni las gracias. ¿Todo se lo llevan los jugadores? ¿Con nosotros no
reparten nada? ¡Joder que soy un honrado trabajador y me esfuerzo mucho en
venir a animar! ¡Ahora resulta que ni ganando la competición más prestigiosa
nos retribuyen!
- Bueno, pero podemos ir a celebrarlo al estadio seguramente en unos
días.
- Ah, ok, y allí ¿qué nos van a dar?
-
Joer macho, qué pesado, pues ofrendarán el triunfo, bailaremos, reiremos...
- Oh, magnífico si, de hecho todo eso está muy bien... y claro, seguro que sí que los jugadores sí repartirán parte
de lo ganado con nosotros, ya que ellos tienen mucho y nosotros
muy poco en comparación, y ya que les hemos empujado a la gloria, serán generosos con
nosotros. Seguro que sí, con lo "grandes personas" que son, no tengo
dudas de que obrarán del modo correcto. ¡Fantástico! ¡Sólo espero saber cuánto me tocará a mí!
¡qué premio, dinero o regalo!
- Pues...
- ¿Y cómo lo hacen? Sortean los galardones, ¿eeheheheh?
Ya me estoy ilusionando... ¡Tantas horas de dedicación al club merece tener
una distinción, un pequeño homenaje, sí señor!
- Repartir ejem... me temo que se lo quedan todo para ellos.
- ¡Ja, ja! ¡Qué bromista eres venga! Jamás nos harían esto...
¡Que ya
son bastante ricos! ¡Venga, no me tomes el pelo! ¿Ni siquiera
un minúsculo reconocimiento para los aficionados más comprometidos? ¿Ni
un puto llavero con la insignia del equipo?
- Me temo que eso es lo que hay... Se supone que nosotros ya debemos
de estar agradecidos por contemplar cómo despliegan su maravilloso juego. Es
decir, debemos sentirnos recompensados por su éxito. Se supone que su éxito
es el de todos los seguidores. Su presencia en el
campo debe ser un estímulo gratificante y...
- ¿Y ya está? ¿Y todo lo que me he entregado yo por la causa no
tiene mayor retribución que... se enriquezcan los demás, que se
pasen el día jugando mientras yo me mato trabajando? ¡Pero bueno,
qué me estás contando!
- Pero hombre puedes disfrutar de la satisfacción de una gran victoria,
el honor de pertenecer a un gran club...
- Claro sí, eso está muy bien, pero ... yo... no es por nada, cuando
se disipan los vapores de la victoria no me siento muy vencedor. Llego a casa y los problemas
siguen acompañándome, en
el trabajo me va regular, la crisis no parece terminar nunca y estos cada día
ganan más, yo cada vez menos y a mí nadie me da nada. Y hoy porque hemos ganado pero
cuando perdemos menudo chasco, dos días con dolor de estómago,
prefiero no hablar de deportes con nadie...un sinvivir.
- Ya... Sí, claro... Cuando se pierde es duro... Hay veces que a mí
también me cuesta dormir.
- Bueno, me queda la esperanza de que a partir de ahora cuando
pierdan al menos sí nos
devuelvan el dinero de la entrada...
- La verdad ya la conoces... nunca nos devuelven el dinero. Ni
aunque salgan derrotados de manera vergonzosa y humillante, monten
bochornosas tanganas o el entrenador se comporte de manera patética
y le meta el dedo en el ojo a un compañero. Da lo mismo. Debemos
acatarlo. Así son las cosas. Eso sí, con suerte, algún
día, si esperas unas horas agazapado entre la multitud y saltas en
el momento justo sobre uno de los miembros del equipo, puede que
este amablemente te dedique 10 segundos y te firme un bonito autógrafo.
¡Igual incluso te puedes hacer una foto con él! ¡Para la posteridad!
- ¿Que me qué? ¿Que salte como un loco para obtener
una simple firma en un papel?, o sea ¿por un maldito papel arrugado
me voy a tirar horas pegándome con otros aficionados para ganarme el
privilegio de que me atienda un miserable minuto?
- Estoo, pues a veces ni con mucha suerte, tesón y paciencia lo
consigues. Debes
esperar el momento propicio, y en ese momento abordar al ídolo.
Además reza para tu ídolo se haya levantado de buen
humor y decida brindarte unos instantes de su ocupadísima vida. Ya
sabes que suele haber multitud de gente
deseosa de tal encuentro, de tal "placer divino". A
veces la cola es larguísima y los aficionados se empujan de mala manera con
tal de alcanzarle o incluso rozar uno de sus dedos. Entiéndelo, ¡son como dioses! ¡Yo
conozco quien ha esperado estoicamente durante horas y horas,
incluso durante días y semanas
simplemente para poder hablar diez segundos con uno de ellos! ¡Y se
van de contentos! ¡Yo lo hice una vez y me duró la alegría dos
semanas!
- ¡O sea que me puedo pasar la tira de horas haciendo el
primo, para así con suerte me otorguen con una oblea en forma de papel firmado
y con suerte dos palabras, una sonrisa y además con prisas, como si yo fuera
un don nadie! ¡Dios mío no puede ser! ¡Un puñetero papel firmado es lo
máximo a lo que puedo aspirar! ¡Y después de esperar horas! ¿Y qué coño hago
yo con un papel? ¿Enmarcarlo, venderlo? ¿Tiene poderes mágicos? ¿Me
concederá tres deseos? ¿Podré cambiarlo por una entrada gratis al menos, no?
- Ejem... si... bueno... no sé... puedes guardarlo de recuerdo. Y
no, dudo que una
entrada te la canjeen por dicho autógrafo.
- ¡Ya me lo suponía! ¿Tendrá algún efecto en mi
sueldo si se lo enseño a mi jefe? ¿Le servirá a mi
hijo para aprobar las asignaturas de la ESO?
- Me temo que no, pero si se lo enseñas seguro que se
emociona... Además puedes presumir con tus amigos que te lo ha
firmado tal jugador. Venga hombre, que hemos ganado, alégrate... ¡Te
veo muy raro hoy! ¿Qué has tomado? ¡¿No tendrá
que ver ese cambio de humor repentino con la lectura del blog ese raro que hablaba de los ídolos?!
¡Ay machote que te están liando, que te están sorbiendo el cerebro! Seguro que es un tipejo de esos que que lo único que quiere es ganar dinero a
costa de la ingenuidad de la gente, no deberías leer esas tonterías, es
un sensato consejo de amigo que te doy.
- ¡Bah, lo que he hecho es despertar! En fin, lo que voy a hacer es intentar hablar con los componentes del
equipo y comentarles mi situación. Creo que se está cometiendo una
justicia, pienso sinceramente que deberían escucharme, esto no puede quedar
así. Me siento estafado. Menuda birria de ídolos. Toda la vida pagándoles
para nada. Un día me muero y seguro que ninguno se acuerda de mí.
-Pues me temo que lo tienes claro, quedar a hablar con ellos no te
va a resultar nada fácil. Lo único que se me ocurre es que aparezcas por
alguna peña aunque sea como agente infiltrado un día que alguno de ellos haya
concertado su presencia.
- O sea que, ¿tampoco me van a querer escuchar? Yo he ido a verlos a ellos
muchas
veces, incluso a los entrenamientos con mis niños y ¿me dices que no me
van a dedicar ni 20 miserables minutos?
- Bueno, esto, quizás sí pero lo veo complicado. Recuerda que los
aficionados somos miles, y ellos no dan abasto, no pueden complacer a todos
y cada uno de nosotros. Debes
resignarte. Además, da igual lo que
les cuentes, te van a decir que no te preocupes y que sigas
asistiendo al campo. Es lógico... Venga, alégrate, ¡joer que hemos
ganado...! ¡no me amargues!
- Sabes lo que te digo, que pensándolo mejor, creo que a partir de
ahora me preocuparé más de mí mismo y menos de ellos. Quizás algún día
cuando se aprendan mi nombre de memoria les daré cancha. Yo ya he
asistido demasiadas veces a verlos, demasiado dinero invertido para
tan poca retribución. Ya
he cubierto el cupo. He colaborado más de lo necesario. Ahora les toca a ellos devolverme los
favores.
Se acabó la historia. Yo no me considero menos que nadie, pero lo que sí me
siento es estafado, yo igual de pobre y ellos cada vez más ricos, y
además me cobran por todo. ¡Les
toca repartir! O eso o nada. No transijo más. Hasta aquí hemos
llegado. Y más con la crisis que hay, ¡hombre por favor! ¡Aquí
todos nosotros con sueldos pírricos apenas llegando a fin de
mes, amigos en el paro y viendo cómo
traspasan a uno de estos por decenas de millones de euros! Joder,
¿qué pasa? ¿que uno de ellos vale como un millón de nosotros? ¡Me parece
terriblemente injusto e incluso inmoral!
- Vaya, pues es otra forma de verlo sí...
- Un papel arrugado firmado es lo que me merezco yo, menudo timo de
la estampita, ¡no sé cómo demonios he podido ser víctima de
una ingenuidad tan grande
durante tantos años! ¡A
partir de ya me voy a buscar un ídolo que me solucione los
problemas, que me haga más rico, más feliz, más poderoso, más
todo, y que reparta sus
conocimientos conmigo! ¡A ese sí que le pagaré con gusto! ¡Se ha
acabado tirar el dinero! ¡Con estos tipejos podría dilapidar 50 000 euros
y diez mil horas de mi precioso tiempo y acabar albergando la misma sensación de
frustración e insignificancia!
- Pues que tengas suerte, pero sabes lo que te digo, me temo que nadie te va a echar de
menos, tío, en realidad, a fuer de ser sincero, no nos haces
falta, nadie te necesita y además, sabes lo que te digo ¡que
eres un aguafiestas! ¡Que te den! En fin, allá tú, yo me voooooy de botellón a celebrar la
victoria, oe, oe, oe... ¡Voy a coger un pedo ketekagas y
burlarme de todos los "merengues" mataos que vea por la calle! ¡Mañana paso
de trabajar! ¡Campeooones! ¡Campeoones! ¡Toooot el
camp és un clam...!
- Ok, ya nos volveremos a ver... igual dentro de unos años. Veremos qué tal
nos ha ido. Una cosa sí sé, buena parte del dinero (y tiempo) que invertía
antes en enriquecer a los demás ahora tengo claro que repercutirá en mi propio
beneficio. Punto y final. Seguramente pondré la tele porque me gusta
este deporte pero eso será lo máximo que obtendrán de mi persona.
Aunque estoy por ponerles una demanda...
Y volvió unos años después... y ninguno de sus amigos pudo
reconocerlo. Su forma de ser y de percibir el mundo se había
transformado notablemente, su carácter había experimentado un cambio
sustancial y ahora
hablaba de múltiples temas con gran conocimiento, cambió de trabajo,
mejoró su vida laboral y social. Conoció y aplicó durante meses algo
llamado "La Cultura del Enfrentamiento".
Nuestro "revolucionario" amigo maduró más en un solo año de
"enfrentamiento" con la realidad que sus colegas durante 20 años profesando
la cultura del "constreñimiento"
(aquella cultura tan sectaria y reduccionista que te va empequeñeciendo hasta
convertirte en un
diminuto hombre-tornillo, con un corazón-lenteja y una mente-guisante).
Sus "colegas" todavía siguen persiguiendo autógrafos y
celebrando las victorias con nocturnos alcoholes.
Personalmente, yo no perdería ni un precioso segundo de mi tiempo en
hacer cola para suplicarle la rúbrica en un papel a un divo de estas
características. Es una de las cosas más idiotas que se me ocurren. ¡Al menos
que te dé una camiseta demonios! Por no ir, no voy ni al estadio. ¡Que
venga el estadio a mí y que pague entrada por verme! ¡Le hago descuento! ¡Juas,
me parto!
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