El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Efectos secundarios cultura del número 1.
Enfrentamientos virtuales.
Se dice que nuestros héroes producen un efecto naturalmente positivo
en las personas que les profesan admiración. Sería por mi parte
arriesgado esgrimir lo contrario. Parece absurdo atacar esta
prerrogativa, que parece socialmente aceptada. Pero toda “verdad”
tiene su contrapartida.
Lista de efectos secundarios achacables a la cultura del ídolo.
Resumiré si no esta sección se puede hacer larga y farragosa:
Enfrentamientos virtuales
Es sumamente fácil encontrar conductas de aficionados, no
necesariamente radicales, muy salidas de tono, discusiones de alto
un nivel de cerrilidad y un larga lista de antideportivas
conductas. Por poner un ejemplo: visiten el portal web del
periódico Marca (Marca.es), uno de los más visitados de la red y referencia
de periodismo deportivo de habla hispana cuyos periodistas adscritos
suelen optar a premios periodísticos como el Pulitzer o similares
por su objetividad y hábil pluma(1). En su sección de
comentarios a la noticia, poco después de la finalización de algún
partido polémico o de enconada rivalidad, podrán ustedes degustar una variadísima gastronomía de insultos xenófobos,
aderezado con salsas de estupidez, subjetividad y fanatismo de
potentes y picantes sabores. Si quieren enriquecer su vocabulario
coloquial de exabruptos, incrementándolo de manera notoria, no duden
en visitar la sección de comentarios de este portal. Su estómago lo
agradecerá. O no. Preparen Almax.
(1)
Bueno vale, igual no
Si hubiera que recopilar únicamente las guerras verbales entre
partidarios del “equipo merengue” y el “culé” o “blaugrana” esa
tarea conllevaría un considerable tiempo de análisis. Yo mismo he
sido testigo presencial de los comentarios más vulgares.
En algunos casos, atroces, brutales, criminales. Y no hablo de llamar “hijo de
puta al árbitro”, no, pues calificar de ese modo a un árbitro no
pasa de ser un mero menosprecio (y como mucho te castigan con un
partido de sanción). Gracias a dios a que existe la censura en esta
sección (borran comentarios muy subidos de tono), que si no... mejor
no imaginárselo. Deberían prohibir la entrada a estos foros a
menores de dieciocho años. O mejor, a menores de cien años. Creo
además que cada contertulio debería presentar un carné que demuestre
que es psicológicamente apto para expresar opiniones maduras. Lo de
las faltas de ortografía mejor lo dejamos para otra ocasión. En fin,
algún día les extraigo y les presento unos cuantos ejemplos claros e
ilustrativos para qué vean el nivel cultural de los acólitos debatientes. Excelentes para provocar el vómito. Que sí que ni mucho
menos son todos, pero las excepciones son tan numerosas que las
anomalías de la regla general ya han sido integradas dentro de su
esquema. Expresado de modo alternativo, que son tantas las
excepciones que ya no deben considerarse como tales.
También es verdad que el anonimato en
Internet ampara esta corrosiva verborrea. A cara descubierta un
individuo se lo piensa dos veces antes de soltar tantas perrerías,
pero eso no quiere decir que no se identifique con ellas, que no
provengan de una profunda y arraigada frustración alojada en sus
entrañas.
Esa retahíla de insultos y palabras malsonantes se suelen
expresar durante el transcurso del partido, lo cual aunque triste
resulta medianamente comprensible: se desahoga un sentimiento
interior que suele alimentarse de las constantes frustraciones
cotidianas. Lo preocupantes y terrible es que ese rabia u odio
visceral se mantenga durante horas, días, semanas e incluso años(2)
(sí años), que esa sumisión irracional de hedor nauseabundo se
hacine en el interior de aficionado durante un tiempo tan prolongado
cual tumor cancerígeno.
(2)
Miles de aficionados disponen de una desarrolladísima memoria
histórica tanto para recordar pasajes gloriosos como para rememorar
acontecimientos que les reportaron amargura.
¿Hablamos de
deporte, de juegos civilizados o de qué estamos hablando?
Lo peor de todo es que cuando esta especie de caldo pastoso e
insalubre te salpica tan de frente te queda una sensación tan asquerosa que no
se elimina ni metiéndote dentro de un barreño relleno de Fairy ("el milagro
antigrasa"). Tampoco vale rascarte con papel de lija. Te quedas blanco
fuera pero por dentro sigues igual de negro. Perdón, ¿he dicho
negro?, quería decir “de
color”.
El deporte es una forma de religión que afecta tanto positiva
como negativamente a sus seguidores o feligreses.
Nota:
En esta sección, aunque me he centrado en
el deporte del fútbol, la ejemplificación se puede extender a
prácticamente todas las disciplinas deportivas de corte mayoritario
o minoritario. De hecho, una de las polémicas más repetidas (y
sangrantes) en los foros de marca es, y no va de broma, si se debe considerar a Nadal
un gran jugador y ejemplo de deportividad o un simple "pasabolas"
de corte ultradefensivo y que no duda en utilizar sucias tretas para imponerse sobre el adversario. Lo
crean o no, hay bastantes que se decantan por la segunda propuesta.
Al menos sí los que le califican de "pasabolas". Y
no, no son extranjeros, son residentes en España. Esto no me parece
tan grave, lo penoso es contemplar el grado de agresividad con la
que profesan sus opiniones, parece que su vida dependa de que su
juicio sea el que prevalezca.
Una cosa es ser crítico con este tipo de triunfadores apuntando argumentos
razonados y objetivos y otra cosa muy diferente es denigrarlos sin medida
apuntando razones sin fundamento y nacidas de un conflicto personal como la
envidia o la predilección por la forma de jugar de alguno de sus adversarios.
Poco tengo que ver yo con estos sujetos.
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