El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
Ídolos. Defensa de sus virtudes, patrocinio
de sus defectos. Bolsa de valores.
Toda esta letanía de histriónicos elfos merece por extensión todo
acervo de halagos y un sueldo honroso (¿oneroso?) de unos cuantos
ceros. Ahora, curioso es el comportamiento de la gente al hacerse
público alguno de los defectos de su amado talismán. Ante tal
tesitura, sus allegados le defienden con múltiples y variadas excusas elaborando apologías tan rebuscadas e
inverosímiles que denotan muy a las claras su íntima colaboración en este
juego de tintes arteros. De tal modo que si una de aquellas tuvieran accesos a sus
expedientes privados eliminarían
sin dudarlo y de manera subrepticia todas sus fallas y desmanes con
el maquinado fin de liberar al reo de
sus cargas:
“Es que claro su padre le abandonó, tuvo una
infancia difícil, hay que cuidarle para que no se extravíe, se
contagió de las malas influencias, le ayudaremos a cambiar, necesita
nuestra comprensión y respaldo, espero que no le sanciones y pueda
salir a jugar el sábado, le
necesitamos, no importa que se drogue o putee a su mujer mientras
siga componiendo tan maravillosas canciones, vale que iba a 220 en un tramo de 80 pero ese que no se
dio cuenta, seguramente se despistó,
que tía más maciza con la que sale, menudo crack, si no juega el sábado perderemos y
me deprimiré, es que quien no lo iba a querer con lo guapo y talentoso que
es, vale que ha montado una orgía y ha destrozado la habitación del
hotel pero jo tampoco es para tanto, eso se arregla y ya está, no sé
cómo se le puede criticar total porque sea un poco drogadicto y
borracha, con lo buena artista y guapa que es, hay que ir a verlo y
enriquecerlo un poco más ya que él sólo gana 10 millones y nosotros mil euros y
eso no es justo para él, ¿y si vendemos la casa y lo que nos den se lo regalamos
para que se compre otro coche deportivo? ¿tú crees que así nos dará un
autógrafo?”
Los privilegios derivado de ese status de alumno favorito reviste
(parchea) cualquier tipo de defectos que pueda adolecer como
persona. No perderá su lugar en las alineaciones (o su lugar en el
escenario) o sólo se le
escamoteará ese privilegio temporalmente, salvo que se trate de un
caso grave o repetitivo de negligencia o escándalo sonoro que afecte
a la reputación del club que le paga. Hay, sí o sí, que apoyar a
su alteza a pesar de sus desaires. Esa frase reconvertida tiene
un significando un tanto diferente: “hay que ocultar,
perdonar o permitir
(patrocinar) todos los defectos del ídolo para que se
sienta protegido y reconfortado y con ello tenga la oportunidad de seguir
deleitándonos con nuevas gestas”.
Es más, se dice que las imperfecciones asociadas al ídolo lo vuelven más humano,
más asequible y
en consecuencia lo acercan más al resto de seguidores, los tipos
normales y
corrientes. El ídolo, que posee
cualidades "divinas", al mostrar vicios y defectos típicos
de un simple mortal desciende de los
cielos para verificar su naturaleza imperfecta, para demostrarnos
que en el fondo no es más que una persona cualquiera, mediocre en
múltiples aspectos, que llora, ríe, sangra
y siente dolor. Como nosotros.
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¿Y que pasaría
si no se tuviera tan en cuenta sus habilidades y sí las fallas en su
personalidad? En tal caso, probablemente el panorama cambiaría
diametralmente, no sólo este mayúsculo sujeto no se vería asediado
por miles de fans si no que nos lo podríamos imaginar sentado en un pupitre
dentro de un aula junto con otros alumnos pugnando por sacarse el bachillerato
en una escuela para adultos. Una
cosa es clara, somos inflexibles, acérrimos y recalcitrantes
defensores de valores artificiales y arbitrarios y enemigos
inconfesables de aquellos necesarios para construir una
sociedad con una ética de alto nivel y una distribución de recursos más equitativa.
Ciertamente, somos muy
obedientes y seguimos a rajatabla los dictámenes que nos han
inculcado, erróneos o no, nunca disponemos de un minuto libre para echarles un
pulso. Luego, cuando ya la hemos fastidiado por el motivo que sea,
salimos a manifestarnos contra los responsables, cuyo objetivo son
siempre los otros tales como políticos o grandes empresas, con el fin
de que se apresuren en arreglar los desperfectos generados, el
motivo de las cuales nos apunta directa o indirectamente.
Lógicamente esto difícilmente ocurre. Culpar a los demás suele tener
una respuesta inmediata: que los demás nos culpen a nosotros. La
pelota se encuentra en el tejado, ¿quién se atreve a subir a por
ella? No hace falta que me conteste, la respuesta es más que obvia.
Esas ideas o habilidades son adquiridas por empresas con
experiencia, cuyos resultados son tan boyantes como sus
“accionistas” satisfechos
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En realidad esto es cuanto menos discutible, las pérdidas en
el negocio del fútbol son astronómicas, aunque bien es verdad que los
ingresos son también bárbaros.
La bolsa de “valores”
Imaginen por un momento a una persona que gana 1000 millones de las
antiguas pesetas. Aquel repertorio de atributos que permiten que se
le retribuya con ese dinero cotiza muy alto en la “bolsa de
valores”. En este mundo habilidades como manejar una pelota, cantar
o inventar y vender gadgets, generan altas expectativas de ingresos. Si las demás
cualidades no suman para obtener un alto salario se devalúan para elevar
aquella más selecta o financieramente relevante a esa evaluación
positiva en el balance de resultados. Nadie parece tener interés en
comprar acciones de una empresa cuyas participaciones se encuentran por los
suelos y, puesto que vivimos en un mundo marcado por las
fluctuaciones económicas, todos, lo queramos o no, tomamos parte en
este viciado juego como accionistas, poniendo nuestra fe en la
evolución de este complejo bazar de ofertas y demandas.
Tenemos claro pues cuáles son los “valores” en alza, los que se
retribuyen generosamente. Así miles de “sensatos” individuos
adquirirán con fruición participaciones de estas triunfantes empresas.
En el reverso de la moneda encontramos que
otros valores más abstractos o de contenido filosófico como la
dignidad, ética, moral, y palabros semejantes no se les
atribuye importe monetario y, debido a la dificultad de “comprarlos”
y “venderlos”, estos ni siquiera se definen como auténticos
“valores”. Podemos describirlos como entes residuales o bonos
basura. En pocas palabras, que no tienen un valor de tasación mayor
al de un kilo de patatas a precio de supermercado de barrio. Piénsenlo, ¿Qué
“precio” se le atribuye a un tipo con sólidos principios
morales? ¿Qué “valor” tiene
una señora que abandona su pueblo natal para viajar al África para
cuidar, alimentar y cuidar y educar a cientos de niños? ¿A cuánto
cotizan en el banco de las finanzas aquellas cualidades que mejor nos definen como
seres humanos civilizados? No cotizan, y aplicando la lógica financiera se deduce que
no valen nada. Sólo adquieren repercusión en cuanto se asocian con otros
valores que sí
están presentes en este sistema compra-venta e intercambio.
Repito: NO VALEN NADA.
Por el contrario, ¿cuánto puede llegar a valer un individuo
con una destacada facultad para interpretar diferentes roles de personalidad
(actor)? Millones. ¿Qué retribución alcanza a recibir un
reconocido artista
del balón o pelota? Decenas de miles, cientos de miles o millones de
euros... dependiendo del tipo de balón o pelota. No hace falta seguir. ¿Y cuál es el menoscabo
económico que sufre la industria si la ética de su asalariado se
registra como censurable?
Probablemente ninguno o muy reducido y recuperable con el tiempo.
Todo dependerá de si esa falla o laguna que (seguramente) reivindica
su calidad de líder dificulta a la empresa que le patrocina obtener
mayores beneficios. Podría, y en muchos casos así es, resultar que un tipo
con más taras que un coche de desguace proporcionara a su nave
nodriza más recursos que si tratara de limar las asperezas de su
personalidad. Esa actitud “incoherente”, la de reparar sus taras y
pulir defectos, derivaría en perversa y destruiría su caché.
Tras tal ignominia, sería desalojado de su lugar de
privilegio a patadas. Ya no te queremos.
Concluimos pues que las virtudes o habilidades que no se cotizan en
este “mercado de valores ” son despreciables, el
problema (muy serio) es que precisamente esas son las virtudes cuyo
florecimiento permitiría hacer de este planeta un lugar más
habitable. No importa, deben verse reducidas y ninguneadas debido
al beneficio inexcusable de un Bien Mayor (sí con mayúsculas) “que
el ídolo (o empresa) se muestre al mundo… y que se ponga a actuar”
Ejemplos concretos:
Desvalorizar virtudes esenciales por el beneficio de un bien mayor
como el deporte de alto nivel.
Como jugar al fútbol.
O como crear un nuevo y gigantescos centros comerciales, o como
arrasar culturas enteras para que se afilien al modelo de consumismo
febril.
Puede usted extender la lista con cientos de perniciosos ejemplos.
Y todos debemos
sacrificarnos por el bien del progreso de la
democracia de consumo, cuyas gigantescas hélices nos propulsan por
unos derroteros cuanto menos controvertidos.
En el mundo capitalista, sólo existe un dios: el dinero. Sus
profetas son los millonarios.
Reflexión fínal
Edmund Way Teale, en su libro de 1950 "Círculo de las estaciones"
afirmaba:
Moralmente
es tan malo no querer saber si algo es verdad o no, siempre que
permita sentirse bien, como lo es no querer saber cómo se gana el
dinero siempre que se consiga.
La ignorancia no siempre es nociva,
pero cierto tipo de incultura, la que permite evitar esclarecer qué
es lo bueno y qué es lo malo, la que pretende indagar en las causas
y el significado del bien y del mal, sí lo es. El individuo que se cree
honrado e íntegro no debería escurrir el bulto y pretender
afirmar que ya sabe más que suficiente sobre semejantes cuestiones
de contenido filosófico o moral. En
miles de casos, sin una adecuada instrucción, resultará un
incompetente para distinguir la diferencia entre uno y otro más allá
de un análisis meramente superficial. Es por
ese (y otros motivos) que tantas desgracias acontecen: las
provocamos inconscientemente. En efecto, la
mayoría de gente no se plantea cuáles son las orígenes de
nuestros problemas. Nadie quiere calentarse la cabeza
con esos temas. Con semejante bagaje cultural es difícil que
logren concretar argumentos para modificar el rumbo de los
acontecimientos a nivel individual. Mucho menos, obviamente, a nivel
social o planetario.
Una de las inferencias de tales planteamientos
que se desvinculan de criterios éticos y una actitud constructiva y
socialmente participativa es la condescendencia con el protagonismo
de personajes de medio pelo que campan a sus anchas por los medios de comunicación
influyendo con sus palabras y actos a miles de personas. La cultura
del hedonismo (culto al placer) y el nihilismo ("todo me la suda"),
que propagan los comportamientos infantiles e insensatos, trae
consigo una serie de desperfectos innumerables. Hasta que
nuestra casa no se caiga en pedazos (léase crisis) no
reaccionaremos, ciegos antes las miles de señales que nos deberían
poner en alerta ante tales fatídicos acontecimientos.
Una
segunda reflexión me advierte de la posible falacia de esta última
oración: ni siquiera una crisis mundial ha logrado desmantelar más que
residualmente nuestros planteamientos. Sí, es triste comprobar que seguimos con
deglutiendo el mismo menú de
programas televisivos donde la telebasura alcanza cotas de audiencia
exacerbadas y por supuesto la gente de a pie continúa su infatigable
hábito de admirar a los mismos sujetos de siempre. Quizás es
que lo realmente necesitamos que todo el universo se colapse sobre sí mismo
y que tal cataclismo nos impulse a abrir los ojos y a volvernos más conscientes de las
repercusiones de nuestros actos. O quien sabe, quizás, una nueva
guerra
para continuar el ciclo histórico de conflictos bélicos entre
períodos de paz. ¿No hay paz que 100 años dure? Lo que sí es obvio
es cada vez nos comportamos de forma más infantil e inmadura. Lo
peor, que este proceso de degradación sigue sin curso... y no parece
tener fin.
Cuando Aristóteles dice que sólo el justo sabe lo que es justo y que el hombre bueno es el criterio
que separa la bondad de la maldad, no está metiéndose en un círculo vicioso. Era demasiado inteligente
para hacerlo. Lo que estaba diciendo es que sólo quien ha recibido, meditado, reflexionado en lo que
los demás han dicho y han hecho, ha purificado su mente y su corazón para no sesgar su evaluación y ha
aprendido a través de una experiencia plural y repetida, tiene un juicio legitimado. [..] Es decir, quien
conoce as dificultades de la objetividad y se empeña en acercarse a ella, y se informa lo suficiente, y
no mete sus pasiones en el lance, y busca tesoneramente la equidad, y se atreve a sentenciar con independencia.
En el caso de la ética sólo puede aventurar un proyecto de vida adecuado quien reflexiona críticamente sobre los
ensayos hechos por la humanidad para resolver los problemas morales, sobres sus éxitos y fracasos, atiende a las
expectativas de los seres humanos, conoce sus mecanismos psicológicos y sus necesidades, tiene en cuenta el resultado
de sus debates donde los implicados han defendido sus intereses dispares, se pone en el lugar de cada uno de los
afectados, anticipa y evalúa los resultados, y todo esto lo hace con el distanciamiento que exige la equidad
y con la independencia que le proporciona la valentía. La ética no es el resultado de una razón individual, porque
esa razón puede justificar racionalmente el egoísmo, sino la obra de una razón colectiva, afinada en el debate,
purificada en la crítica contrastada por la experiencia.
Extracto de "Anatomía del miedo" de José Antonio Marina
Resumiendo, nuestros ídolos no sólo no
constituyen una estimable fuente sobre la que basarse para construir
una educación integral si no mas bien actúan como hordas agresivas
que compiten de manera brutal en aporrear y desgarrar tal quimera de
proyecto. Y a fe, con nuestra inestimabilísma colaboración, que lo están
consiguiendo.
Creo que ya va siendo hora de que dejemos de autoengañarnos, que ya somos mayorcitos. Nuestra sociedad y nuestro sistema de valores se tambalea no sólo por obra y causa de criminales, violentos, racistas, empresas explotadoras, los efectos secundarios de los dogmatismos, los sinvergüenzas y codiciosos mandamases empresarios, los efectos parasitarios de la globalización, las corrupciones políticas o ladinos y oscuros revolucionarios como Bin Laden sino también por la falta de actitud, de carácter y preparación de la gente “buena”, que se supone mayoría y que permite que todos los males ocurran mientras mantiene la cabeza gacha y se escuda en cobardes excusas para mirar hacia otro lado. La debilidad, la indiferencia ante la maldad, o la ignorancia en reconocerla, son también maldades en sí mismas. Si a esas pequeñas lacras les aplicamos una lente de millones de aumentos ya tenemos al descubierto el gran ogro de todos los tiempos. Por ese y otros motivos, desde este ensayo se propone la “cultura del enfrentamiento”, la que propone el conocimiento de uno mismo, que pretende instaurar una nueva sociedad que se base en valores fundamentales y el desarrollo de un egoísmo positivo, el que pretende formar a grandes individuos que además de ocuparse de sí mismos participen de manera activa en la sociedad en que se integran. El objetivo: alcanzar un modo vida más saludable sin por ello seguir gozando de las ventajas que la tecnología y el libre mercado nos aporta.
DENUNCIA A GOLDMAN & SACHS*
*uno de los grupos de banca de inversión y valores más grandes del mundo.
Greg Smith, uno de los directores ejecutivos de Goldman Sachs y responsable en EEUU del negocio de derivados de Europa, Oriente Medio y África, ha escenificado su renuncia al puesto en una dura carta que hoy publica The New York Times en la que acusa al banco de engañar a sus clientes. Ante la repercusión mundial de la misiva, Goldman Sachs ha emitido un comunicado en el que muestra su disconformidad con la misma.
Smith lamenta la pérdida de los valores que una vez hicieron grande a la entidad y señala que los intereses de los clientes han pasado a un segundo plano, ya que solo importa hacer dinero a costa de ellos incluso vendiéndoles malos productos a sabiendas.
Así, las tres maneras más rápidas de convertirse en un líder de Goldman son vender activos que el banco ya no quiere porque no rentan nada, colocar productos sofisticados o no pero que dejen un gran margen de beneficio y pertenecer al grupo de los que comercian con productos ilíquidos, opacos o con acrónimos de tres letras.
"En los últimos 12 meses he visto a cinco directores de gestión diferentes que se refieren a sus propios clientes como Muppets (títeres o marionetas) incluso en correos electrónicos internos. El liderazgo solía ser una cuestión de ideas, de dar ejemplo y hacer lo correcto. Hoy en día, si usted hace el dinero suficiente para la empresa (y no es un asesino en serie) será ascendido hasta una posición de influencia", explica.
El ejecutivo, con una carrera de más de diez años en el banco, reitera que el trabajo en equipo, la humildad, la integridad y la vocación de servicio al cliente siempre han sido los pilares del negocio de Goldman Sachs. Pero que eso ya es parte del pasado. "Creo que he trabajado aquí el tiempo suficiente (...). Y puedo decir honestamente que el entorno actual es más tóxico y destructivo que nunca", escribe.
El actual director ejecutivo de la entidad, Lloyd C. Blankfein, y el presidente de la misma, Gary D. Cohn, no salen nada bien parados en un documento que podría convertirse en su epitafio definitivo como líderes de la organización. De hecho, Smith les acusa de haber permitido la degradación de los valores de Goldman Sachs y apunta que la falta de moral representa la amenaza más grave para la supervivencia a largo plazo.
"En el transcurso de mi carrera he tenido el privilegio de asesorar a dos de los mayores fondos de cobertura del planeta, a cinco de los mayores gestores de activos en los Estados Unidos y a tres de los fondos soberanos más importantes de Medio Oriente y Asia. Mis clientes tienen una base total de activos de más de un billón de dólares. Siempre he sentido un gran orgullo al asesorar a mis clientes de la manera que creía más correcto para ellos, incluso si eso significaba menos dinero para la empresa. Esta visión se está convirtiendo cada vez en más impopular en Goldman Sachs. Otra señal de que ya era hora de irse", escribe Smith.
Con todo esto, Smith afirma que quiere hacer una llamada de atención a la junta de directores porque el cliente debe convertirse de nuevo en el punto central del negocio porque sin clientes no se gana dinero. "Hay que eliminar a la gente que está en bancarrota moral sin importar cuánto dinero ganen para la empresa. Las personas que sólo se preocupan por ganar dinero no pueden mantener esta empresa -o la confianza de sus clientes- por mucho más tiempo", sentencia.
La reacción de Goldman ante la repercusión mundial
La repercusión de la carta ha sido enorme, ya que enseguida se convirtió en trending topic en la red social Twitter a pesar de haberse publicado cuando EEUU dormía. Así, y ante la situación, el equipo de comunicación de Goldman Sachs ha emitido un breve comunicado desde Londres mostrando su desacuerdo con las palabras de Greg Smith.
"Estamos en desacuerdo con la visión expresada, que pensamos que no refleja el modo en que gestionamos nuestro negocio. Bajo nuestro punto de vista, solo tendremos éxito si nuestros clientes lo tienen. Esta verdad fundamental es el objeto principal de nuestro comportamiento", argumenta el banco en su respuesta al ex-ejecutivo.
Fuentes oficiales del banco han confirmado que Smith efectivamente existe, que ha trabajado cerca de 12 años en Goldman y que ha presentado su dimisión esta mañana.
Fuente: http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/3819843/03/12/Brutal-carta-de-renuncia-de-un-gran-ejecutivo-de-Goldman-Sachs-un-banco-dirigido-por-gente-en-bancarrota-moral.html
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