El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.

Creado: 31/1/2012 | Modificado: 31/1/2021 4140 visitas | Ver todas Añadir comentario



 

Efectos secundarios de la cultura del número 1. El deporte de alta competición no es saludable. Doping.

Ganar no es lo importante, es lo único.

La mencionada locución exprime el cerebro de tantos individuos que una parte de ellos acaba cediendo, autoengañándose y sometiéndose al poder de impulsos perniciosos: caerán en manos de grises personajes que les proporcionarán lo necesario para paliar sus deficiencias y aumentar de manera palpable su rendimiento. Hablamos del consumo de estimulantes en el deporte, del dóping.

Desafortunadamente en este país hemos tenido triste conocimiento de esta horrenda praxis por parte de algunos de nuestros más reputados deportistas. Sus nombres están en boca de todos. El ciclismo es quizás el peor parado de los deportes. Algunos de los últimos supercampeones se han visto acusados de prácticas negligentes: Marco Pantani, Jan Ullrich, Alberto Contador, Floyd Landis, Bjarne Rijs e incluso algunos ponen los triunfos de Induráin y otros campeones en tela de juicio. También se cuestiona seriamente a integridad de Lance Armstrong, heptacampeón del Tour de Francia y paladín de la lucha contra el cáncer. Muchos profesionales del ámbito ciclista han aparecido en medios audiovisuales sincerándose sobre el uso de drogas en este deporte y que apuntan al español Eufemiamo Fuentes como uno de sus mayores instigadores.

De varias décadas antes me vienen a la mente imágenes de atletas y deportistas de alto standing procedentes de la RDA (antigua República Democrática Alemana). En los otrora existentes regímenes comunistas la aplicación y distribución de sustancias dopantes era generalizada en una trama tan abyecta como pretenciosa denominada “doping regulado por el estado”. Sus triunfos fueron multitudinarios tanto como la estela vergonzosa de autoengaño que este país (y su estrato político) dejó como macilento legado. Así decenas si no miles de atletas en aquellas épocas de glorioso esplendor alemán fueron ahogados con anabolizantes, esteroides y otras sustancias potencialmente peligrosas. Hinchados de dosis inimaginables de potenciadores del rendimiento, los efectos secundarios han destruido o limitado funciones del organismo de los atletas de forma irreversible. Su aspecto deteriorado les delata. Masculinizado si hablamos de atletas femeninas debido a las inyecciones de testosterona. Algunos récords de atletismo con una antigüedad superior a los 20 años permanecen incólumes como el de Marita Koch en los 400 metros lisos, inalcanzable para cualquiera de las velocistas en la actualidad. Esos récords continuarán vigentes por décadas. ¿No les parece más que sospechoso? ¿Qué incidencia tuvo el doping en la muerte de Florence Griffith, la atleta de las uñas largas afiladas?

(1) Según la fuente (ver más abajo): Florence Griffith, según trascendidos de aquel momento, también habría dado positivo, pero el Comité Olímpico Internacional (COI), ya asustado por el caso de Jonhson, prefirió el silencio y exigirle a cambio a la atleta que se retirara discretamente de las pistas, sin rentabilizar el oro de Seúl. "Flo-Jo", efectivamente, se retiró. Y murió una década después, con apenas 38 años de edad, mientras dormía en su casa de California. Reputados médicos pidieron a su marido y preparador, Al Joyner, que contara de qué había muerto su esposa. Pero nada rompió su silencio, lo que realimentó las sospechas de que su muerte prematura se debió a una desordenada ingesta de esteroides. Su muerte, tal vez, podría haberse evitado con una política antidoping más seria.
 



(2) El deporte de Estados Unidos, finalmente, parece decidido a frenar su festival de drogas prohibidas, aunque ello derrumbe la imagen de varios de sus principales iconos. Los medios estadounidenses, que durante años dedicaron enormes espacios al doping planificado en los países de la Europa del este en los tiempos de la URSS, hoy admiten que también dentro de su propio país existió un doping masivo en el deporte de alta competencia. Y que muchas autoridades o bien lo alentaron o, hipócritamente, se taparon ojos, boca y oídos para dejar que otros se encargaran de la trampa.

Fue el presidente ahora saliente de la Agencia Mundial Antidoping (WADA), el abogado canadiense Richard Pound, uno de los primeros que se atrevió a embestir contra el poder que parecía intocable de Estados Unidos, porque de ese país proceden unas tres cuartas partes del presupuesto olímpico. Pound advirtió hace unos años que si Estados Unidos no afrontaba sus problemas de doping no podría aspirar a ser sede de Juegos Olímpicos. Y, más fuerte aún, sugirió que también los atletas de Estados Unidos, líderes del medallero histórico de las Olimpíadas, corrían riesgo de ser excluidos de los Juegos.

A fines de los '90, Wade Exum, un directivo del Comité Olímpico de Estados Unidos (USOC), cansado de hablar en el desierto, fue a la prensa y entregó a la revista Sports Ilustrated 3.000 documentos que demostraban que numerosas estrellas habían dado positivo en controles antidoping internos y que jamás habían recibido sanción alguna. Entre otros, el informe citaba las muestras con los números 2276, 2356 y 2388, que detectó rastros de la droga efedrina -la misma que le descubrieron a Diego Maradona en el Mundial 94- nada menos que en el cuerpo de Carl Lewis, quien había recuperado su condición de velocista número uno del mundo tras la caída por doping del canadiense Ben Johnson. George Mitchell, que conmueve estos días a Estados Unidos.

Pero las Grandes Ligas, que se manejan fuera del deporte organizado a nivel mundial y viven su propio show dentro de Estados Unidos, son un escenario aparte. La NBA y el football americano también se han hecho las distraídas, sin acatar las reglamentaciones de la Agencia Mundial Antidoping (WADA), que imponen severas sanciones a los infractores. El béisbol parece demostrar ahora que las críticas contra Barry Bonds, el nuevo rey de los jonrones, no eran puro racismo, sino un cuestionamiento a la ética del deporte. Son 89 los jugadores de la Major League Baseball (MLB) y 30 los clubes implicados. Mitchell entrevistó a más de 700 personas, 60 de ellos ex jugadores, trabajó 18 meses con un presupuesto de 20 millones de dólares y elaboró un informe devastador de 115.000 páginas. Roger Clemens, Ken Caminito, José Canseco, Jason Giambi, Juan González, Mo Vaughn, Miguel Tejada y varios más son las "vacas sagradas" afectadas en su informe. "Me pregunto qué festejamos -escribió hace unos años William Rhoden en The New York Times-, si el trabajo de un héroe o el espectáculo de un héroe que fabrica su propia destrucción para nuestro placer".

 

Quédense con la frase final que resume el anterior artículo:

Me pregunto qué festejamos si el trabajo de un héroe o el espectáculo de un héroe que fabrica su propia destrucción para nuestro placer
William Rhoden en The New York Times

Excusas de atletas dopados:

Para defenderse de las acusaciones de dopaje algunos inventan excusas tan burdas como LeShawn Merrit, cuatrocentista campeón mundial, que alegó que la DHEA encontrada en sus análisis fue debida al ingerir un medicamento para alargar su pene. El atleta Dieter Baumann alegó que su dentífrico fue saboteado para inocularle sustancias dopantes. El ciclista Stefano Garzelli aludió también a sabotaje en su alimentación al dar positivo con diuréticos. Y cuando el cubano Javier Sotomayor, plusmarquista mundial de salto de altura, dio positivo por drogas (cocaína), el propio Fidel Castro salió a la palestra clamando con gesto militar “ha sido un complot contra la Revolución por parte del enemigo imperialista y del crimen organizado”. Pa’ mear y no echar gota. Ben Jonhson en los 90 fue uno de los casos más clamorosos y sonados. Sus declaraciones según leo en Wikipedia dieron cierta luz al tema del dopaje, ya que incluyéndole, cuatro de los cinco mejores velocistas de los 100 metros dieron en alguna ocasión positivo por doping en sus carreras: Carl Lewis, que fue medalla de oro, Linford Christie, medalla de plata y Dennis Mitchell. De estos, sólo Johnson fue obligado a devolver sus medallas y a perder sus registros, aunque fue el único que dio positivo y admitió haberse dopado cuando había ganado una medalla. El entrenador de Johnson, Charlie Francis, un crítico de los procesos de test del IOC, es el autor de Street Trap donde destaca a Johnson. En el libro, admite que sus atletas tomaban esteroides anabolizantes, pero también afirmó que el resto de atletas lo hacían. El propio Ben Johnson afirmaba tomar esteroides para poder competir contra el resto que utilizaba la misma táctica. Marion Jones, la catalogada como "reina" (o atleta más destacada) de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, también fue otra imputada que se declaró culpable de consumir esteroides. Marion sufrió el azote de la prensa, fue condenada por un juez a 6 meses de prisión por motivo de fraude (mintió para proteger a él y a su marido), siendo despojada además de sus títulos y pertenencias.

Arnold Schwarzenegger por su parte reconoció haber usado los esteroides para incrementar su masa muscular durante su época competitiva de culturista, una profesión donde esta controvertida práctica es moneda común. A los 50 años fue operado a corazón abierto. Él ahora gobernador de California niega que fuera por el uso y abuso de las drogas. Sylvester Stallone, junto con otros actores, es conocido también por la periódica ingesta de sustancias anabolizantes.

La lista de incriminados es larga, pero siempre nos quedará la duda de si la lista de no descubiertos es todavía más extensa. Si no hubiera reglas y seguimiento (léase controles antidrogas), muchos deportistas pactarían con el mismo diablo e iniciarían un proceso inconsciente de autodestrucción con tal de ver su rostro en los carteles publicitarios (3). No vamos a ser tan necios de afirmar que un porcentaje alto de deportistas se vale del consumo de sustancias ilegales pero sí que esta denigrante práctica proviene directamente del desmesurado afán competitivo y una necesidad patológica de reconocimiento.

Este asunto es lo suficientemente controvertido como para que un tal Rafael Nadal (4) el mejor tenista español de todos los tiempos, se queje amargamente de que ni un solo día puede escapar de la atención del público sin tener que notificar de su paradero a la federación internacional de tenis. Los controles antidoping sorpresa en el ámbito teístico son frecuentes, así que se antoja necesario conocer el paradero de todos los componentes del gremio para que los llamados "vampiros" o "chupasangres" puedan localizarles y realizar su trabajo correctamente. Sólo falta que les implanten un chip GPS en el culo. Justos pagan por pecadores.

Próximamente con ustedes, el “doping genético”. En todas sus pantallas. No se lo pierdan. Dará que hablar.
 


(5) Existió un tiempo en que el deporte era simplemente deporte. Es decir, ejercicio físico, superación sana, competición limpia. El hombre siempre quiso dominar su cuerpo, usar la mente para sacar el máximo rendimiento. A todo ello, sumar la sensación de salud, de bienestar, de "estar en forma" .Pero un día, la sagaz mirada del especulador se pasó sobre el deporte, y vio que podía ser un buen negocio. A partir de ahí, el deporte perdió su pureza y el deportista se convirtió en una máquina de hacer dinero. Pero para hacer dinero hay que ser el mejor, y para ser el mejor hay que exprimir el potencial del cuerpo. Y el cuerpo tiene una lógica, una respuesta lógica. A partir de ahí entra el estimulante, el método prohibido, el forzar la máquina para que ésta dé más rendimiento. Entonces el deporte muere y se convierte en empresa, y los deportistas en empleados, asalariados, víctimas de su propio afán. Ya no sirve hacer deporte, sólo vale ganar. Es más, tampoco vale ganar, hay que batir récords, superar niveles, hacer lo imposible. Los que alcanzan el olimpo son envidiados por los que comienzan y sueñan llegar tan alto. Y los cuerpos protestan y se rompen. Y los deportistas "dioses" se molestan lo justo. ¿Para qué más? Ya no se busca el equilibrio "mente sana en cuerpo sano", ahora la mente cedió su terreno a la cuenta bancaria, y el cuerpo se entregó a la droga que lo potencia y lo destruye. ¡Qué fácil sería hacer que todo volviera a sus orígenes!
 



Fuentes:
(1) http://www.ar.terra.com/imprime/0,,OI2160906-EI9085,00.html 
(2)
http://www.ve.terra.com/terramagazine/interna/0,,EI9085-OI2160906,00.html   (EXTRACTO)
Más información en: http://maximoavance.com/2010/09/15/los-retos-del-contrato-colectivo-y-el-doping-en-estados-unidos-y-mexico/

(5) http://www.revistafusion.com/2002/mayo/temac104.htm


Notas:

(3) Extracto y traducción de la fuente: http://michaelwaustin.blogspot.com/2010/01/goldman-dilemma.html
Recientemente visualizaba un documental sobre doping genético en Discovery Chanel, en un momento determinado se hacía mención al “Dilema Goldman”, me entró curiosidad y me puse a investigar por Internet un rato.

Este dilema se relaciona con una encuesta realizada por el investigador Bob Goldman donde se preguntaba a atletas de élite en los 80 si aceptarían tomar una droga que les garantizara la medalla de oro aunque eso les costara la vida 5 años después. Más de la mitad de atletas respondieron afirmativamente. Goldman repitió la encuesta en períodos bianuales. Obtuvo resultados muy similares. En Febrero de 2009 la publicación de nombre The British Journal of Sports Medicine realizó la misma encuesta a individuos no relacionados con el atletismo o el deporte de alta competición. Sólo 2 de 250 respondió que accedería a tal “pacto con el diablo”. Apenas un 1% cuando se esperaba un resultado en torno al 10-20%. Las conclusiones que revelan este estudio es apabullante: “Los atletas de élite en cuanto al deseo de obtener la victoria se diferencia de manera notable con el resto de población”. Esta última frase se puede expresar de otra manera: “No quieren perder ni a las chapas”.


(4), Y sí, prefiero a Nadal antes que a Federer primero porque es español, segundo porque es un tío que lucha hasta el último aliento y además siempre muestra un buen carácter, acepta la derrota como pocos y por si fuera poco paga sus impuestos en España. Otra cosa muy diferente es que lo considere un ídolo. Que va a ser que no. Como mucho podría considerarlo como uno entre 400 ó 500. Siendo bastante generoso. Deben saber que el mundo interior de cualquier individuo polifacético es muy rico y su vida nunca gira en torno a uno o varios referentes, ni mucho menos pierden la cabeza si uno u otro cae derrotado. En mi caso, prefiero sin duda a todos aquellos personajes que me den una pista de cómo funciona el mundo antes que simples jugadores, por muchos galardones y torneos ATP que conquisten. Es por ello, que un tenista o deportista, dentro de una lista de referentes general, quedaría muy por debajo de la mayoría de los autores de mis queridos libros. Sólo hacen que me lo pase bien (a veces ni eso), no me aportan en definitiva nada por lo que pueda catalogarles como tales. Si ellos ganan y yo no gano, ¿de qué me sirven? Aciertan ustedes: para pasar el rato.  






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