El anti-ídolo. Ensayo y crítica sobre los ídolos contemporáneos.
El deporte de alta competición no es
saludable.
Aunque el hecho de alcanzar la cima de una disciplina, ya sea
deportiva o de cualquier otra índole se considera un logro
destacable, en ese largo y farragoso proceso nos vemos obligados a
llevar a nuestro cuerpo hasta el límite de sus posibilidades. Esta
durísima tarea desemboca en ocasiones en un prejuicio irreversible,
ej: lesiones que limitan la movilidad del cuerpo para toda la vida.
La mejor
virtud es la moderación, el exceso nunca es saludable.
Y eso sin mencionar que la presión que añade la sociedad por
conseguir el triunfo se convierte en una espada de Damocles sobre
nuestros frágiles cráneos. Recuerden la famosa frase acuñada y
repetida sin piedad en esta sociedad enferma por los efluvios
nocivos de la competitividad extrema: “El segundo es el primero
de los perdedores”. Y así reza la historia: jugadores que saltan
al césped o al parqué después de haberse infiltrado el tobillo o la
rodilla; con lesiones latentes o crónicas, exprimiendo sus cuerpos
al máximo, exponiendo su integridad a límites peligrosos.
El ejercicio realizado con mesura es un
hábito saludable, pero su abuso se vuelve nocivo, tal como lo sería
ingesta inmoderada de cualquier alimento: resulta en una buena parte
de casos contraproducente para el organismo. Más perjudicial que
beneficioso.
Muchos médicos aconsejan la actividad física entre 3 y 5 días a la
semana. 30-40 minutos a ritmo físico moderado. Ej: andar una hora a
un ritmo razonable, nadar 30 minutos, etc. No es necesario más. A
ningún profesional de la medicina le he escuchado apoyar la práctica
del ejercicio físico extremo como medida para incrementar nuestros
niveles de salud.
Nos guste o no y por mucho que el afán de superación y el deseo de
alcanzar el primer puesto del escalafón sea coherente con la
naturaleza del ser humano, el deporte de alta competición constituye
en muchos casos (aunque no en todos) una rutina poco recomendable por la brutal exigencia
que impone.
Sí, le entiendo, lograr ser el número 1 es “lo máximo" pero nos guste o no,
no es el rito más aconsejable. Más aún si eres luchador de Pressing
Catch. En estos casos la esperanza de vida se acorta de manera
notable. Muchos no llegan ni a viejos. Esperemos que Hulk Hogan, que
afortunadamente aún vive, no le lleguen estas descorazonadoras palabras. Más que
nada... por si se enfada.
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