El ídolo está triste
	
	 El ídolo está triste
 
	El ídolo está triste
	 
	
	
	El ídolo está triste. Mostrando un rictus afligido y un semblante taciturno 
	aparece ante los medios de comunicación ante la estupefacción generalizada. Se siente 
	frustrado, compungido por algún inescrutable motivo. Quizás es que algún 
	desaprensivo en un acto de furia pasajera le ha rayado la carísima 
	carrocería de su despampanante bólido, un energúmeno se ha saltado la 
	línea de seguridad y, de manera inconcebible, le ha llamado "feo" a la cara, 
	o es que el menú de 500 euros del día anterior en un restaurante de postín 
	le ha producido gases. Nota un molesto cosquilleo en el estómago, parece que 
	no se siente 
	suficientemente apreciado y querido por su otrora magnánimo club, o la 
	causa procede quizás de la desidia de sus 
	nosécuantosmillones de seguidores que ya no le reverencian con el 
	mismo apasionado fervor. Intuimos que su sueldo de siete ceros no colma sus 
	tremendas expectativas. Nadie sabe en realidad la respuesta.  Es un 
	expediente X digno de ser tratado en condiciones restringidas por el señor Jiménez del Oso.
	
	El ídolo está triste. Su vida, aunque parezca mentira, no es la estampa de 
	un protagonista de héroe indomable de película de la Metro. Tiene problemas. 
	Como 
	todo el mundo. Sí, créanlo o no, este "pequeño saltamontes" se muestra como 
	un vulgar mortal, siervo de sí mismo, eso sí, y por mucho que algunos medios 
	se empeñen en describirlo de manera tan grandilocuente como grotesca como 
	un mentolado 
	alienígena con poderes sobrenaturales, en realidad adolece de más defectos 
	que presume de virtudes. Sí, es humano, como tú y como yo, también debe 
	elegir la marca del champú, el color del próximo atrevido tanga o la marca 
	VIP de pantalones vaqueros. Son decisiones 
	duras de tomar no se crean. No todo es sencillo en la vida de un reputado divo.
	
	Curiosamente, a pesar de que pululan por el orbe millones de seres humanos 
	soportando problemas más serios que el del supuesto sujeto (aproximadamente el 
	99.9....9%), estos, incautos como ellos solos, no dudan en compadecerse de él; así, acuden en masa a rendirle 
	sumisa pleitesía y a levantar con sus miradas comprensivas su decaído ánimo. Sí, es peculiar, común 
	y corriente (e hilarante) en este 
	estrambótico sistema de ricos-gregarios que los pobres y más necesitados muestren 
	constante preocupación por los más ricos y poderosos para que estos 
	(obviamente) se 
	vuelvan todavía más pudientes y omnipotentes (!). Pura "lógica" 
	materialista.
	
	En consecuencia, dentro de este globalizado garito se 
	abren frecuentes debates nacionales (y transnacionales también) sobre el estado psicológico del 
	desconsolado dios balompédico y otros de similar constitución. ¿Qué le pasará al "pobrecito" especulan los 
	"cultivados" periodistas deportivos y de la rosa salsa farandulera? ¿Qué cable se le ha cruzado al
	princesito 
	de marras? Parece, creo advertir, que gran parte de la sociedad depende en grado sumo de su 
	su bienestar. Lesión, depresión, ansiedad, si se rompe una uña o se tuerce 
	un tobillo se levantan millones de voces de alarma comentando tal "trágico" 
	suceso. Cualquier magulladura que afecte la fisionomía de un 
	ídolo de este tipo causa verdadero revuelo. La gente no parece tener mejoras 
	labores en qué ocupar su tiempo. Entre peloteros y telebasura en España 
	vamos dando ejemplo de nuestro "buen hacer" al mundo entero. Para tales 
	menesteres, los españolitos somos unos auténticos "campeones", sí señor.
	
	La voz de la conciencia materialista (que por cierto empieza a sentir 
	remordimientos) se expresa con claridad meridiana:
	
	Hijo, ¿qué es lo que te ocurre? ¿Cuáles son esos negros pensamientos que rondan por tu privilegiada mollera? ¿Por qué nos muestras esa cara de 
	adolescente amargado? ¿Sientes acaso que la vida es injusta contigo? 
	¿Te han salido granitos en la carita? 
	
	¿No te das cuenta de que hemos hecho todo por ti? ¡Si te hemos cuidado y 
	atendido con esmero y cariño desde la misma infancia! Te hemos ofrecido 
	todos los estímulos, incentivos, la posibilidad de ganar fardos de dinero y 
	el premio gordo del reconocimiento en forma de ovación de parte millones de 
	individuos. Para que tipos como tú puedan desarrollarse hemos construido miles y miles 
	de campos de entrenamiento y centros de alto rendimiento. Eso sin mencionar 
	que los preparadores deportivos crecen debajo de las piedras debido al 
	ingente número de aficionados existentes y a la enorme sabiduría sobre estos 
	temas que posee la mayoría de personas. Incluso en el pueblo más remoto del 
	África te puedes encontrar aspirantes y expertos preparadores de peloteros. 
	Por otra parte, confiamos en la "solidaridad" de cientos de empresas que se 
	esmeran en desarrollar artículos de alta tecnología para brindároslos en 
	bandeja.
	
	Además, proliferan los clubs o peñas, aparte de millones de páginas web 
	que pueblan la red de redes haciéndose eco de vuestras peripecias y, cómo 
	no, múltiples programas de radio y televisivos emiten los principales 
	partidos a todo el orbe y repiten vuestras "geniales", "súperocurrentes y originales" comentarios tras los encuentros día tras día. Algunas de ellos se les tilda con nombres 
	bastante ridículos (¿"punto pelota"?) donde presentadores 
	presumen de una alocada 
	verborrea y de un fanatismo más atroz. ¿Qué más quieres?
	
	Lo 
	hemos hecho por el bien de ídolos espectaculares y "toca-pelotas" como tú. 
	Ciertamente nos ha costado una enormidad porque a veces 
	os mostráis tan absolutamente incompetentes, torpes, despilfarradores e incultos (algunos parece 
	que no hayáis pisado nunca un aula o hayáis abierto un solo libro que no sea 
	de "dibujitos") que el trabajo de tapar vuestras lagunas de personalidad 
	es constante y diario. 
	Afortunadamente, gracias al proceso maquinado de feroz adoctrinamiento del individuo-masa 
	esta labor de encubrimiento se lleva a cabo sin mayores sobresaltos (y un 
	trillón de euros invertidos, eso sí). Hoy en día, incluso el tipo más 
	estúpido, ególatra y lamentable con buen juego de pies podría representar 
	(¿dignificar?) a la especie humana en cualquier competición de juegos interestelares (si los hubiera claro).
	
	En efecto, para tal caso, hemos procedido a aniquilar paulatinamente cualquier atisbo de pensamiento reflexivo más allá de los 
	pequeños ámbitos de especialización, degradado la 
	educación a un mínimo lamentable poco acorde con el avance de la sociedad en 
	este siglo XXI, adoctrinado a gran parte de la población con eslóganes 
	frívolos y patateros, acallado a cualquier elemento discordante que se interponga entre 
	vosotros y la pasión por cualquier tipo de juego infantil; no sólo esto sino que nos 
	hemos empeñado en rellenar sus mentes con decenas de parábolas materialistas 
	e historias de peloteros y tipos de dudoso calado intelectual, tales que no 
	quede resquicio en su cerebro para albergar otras 
	impresionantes proezas de diferentes personajes no relacionados 
	con la industria del espectáculo (y mira que hay unas cuantas). Por si esto 
	no fuera suficiente, hemos suprimido los deseos de emanciparse del 
	ciudadano medio, los hemos anestesiado con tal de impedirles reclamar 
	lo que por lógica merecen salvo que acaben siendo desahuciados, barridos del 
	sistema o literalmente se mueran de hambre. En resumen, hemos porfiado por erosionar los valores humanos fundamentales de manera total 
	y absoluta para elevar otros más "molones" y "divertidos", el fin planeado: 
	sustituir a los primeros, degradarlos y reducirlos a cenizas. Porque es esta 
	la única manera en que vosotros, tú en concreto, puedas reinar. No hay otra.
	
	A todo disidente  lo hemos acallado y amordazado; 
	hemos publicitado por todo tipo de medios y maneras este peculiar estilo de vida, hemos trabajado 
	duramente para repartir los recursos de la manera menos equitativa posible 
	con el fin de que tipos como tú se enriquezcan y 
	en consecuencia consigan el "beneplácito de la afición" y le encumbren como a 
	una especie de ente sobrenatural. Te hemos protegido de tal modo que en el caso hipotético de que se hundiera la 
	sociedad en una violenta crisis (!) tus 
	honorarios permanecerán intactos (e incluso incrementados) y tus seguidores seguirán besándote los pies, aun a 
	pesar de que cada día se vean más empobrecidos. Así son ellos de 
	atontados simpáticos y "benevolentes". Gracias, 
	no lo olvides, a nuestra impresionante y constantes tareas de deseducación masiva.
	
	Obrando de este modo, vosotros podréis campar a vuestras anchas y presumir 
	de manera grandilocuente de 
	vuestras sobrehumanas virtudes, aun a pesar de presentar un discurso vacío y trivial 
	y defender unos controvertidos valores. ¿No es maravilloso?
	Este sublime gobierno de masas, liderado por unos pocos, resulta enormemente 
	efectivo para beneficiar a las minorías y obstaculizar la posible fortuna de unos 
	muchos. Ni la riqueza ni los elogios deben repartirse de manera ecuánime. 
	¡No es de recibo!
	
	Así que no sufras por ello, no tienes nada de qué preocuparte, si escuchas 
	críticas dirigidas hacia tu persona estas serán aplacadas y reducidas de 
	forma inmediata. El osado crítico será ajusticiado de manera fulminante por 
	los medios a cargo del poder y también por las enfurruñadas masas. Nadie pues osará poner en duda tu 
	hegemonía a riesgo de ser señalado como el dedo como un "loco peligroso para 
	la estabilidad del sistema". Un sistema que por cierto, hace aguas por todas 
	partes y apenas nadie tiene la menor idea de cómo recomponer sus pedazos. En 
	efecto, la gente siempre está ocupada en cosas más "importantes", y los 
	"sabios filósofos" contemporáneos se pasan el día charlando y debatiendo 
	acerca de una ciencia tan incierta como la economía. La cuestión es tener 
	entretenido al "respetable público" y haciéndoles creer que los problemas se 
	van a resolver. Pobres incautos.
	
	Ya te puedes permitir todos los caprichos, abandonar todo atisbo de discurso inteligente, 
	rascarte los huevos o pasarte las horas aporreando el mando de la wii o la playstation mientras 
	otros, en modo alguno tan considerados se estrujan el cerebro para 
	resolver problemas locales o mundiales...algunos incluso apostándose el 
	pellejo, su integridad física en el intento. Como premio por su denodado y mal pagado 
	esfuerzo, serán relegados al banquillo de 
	reservas de la popularidad, nunca serán tan respetados, ni bienpagados. 
	En muchos casos, ni 
	siquiera conocidos, más bien denigrados o "bienjodidos". ¿No es esto suficiente, hijo mío? ¡Hemos trabajado muy duro 
	para levantar y mantener esta sofisticada mentalidad, esta sociedad tan "evolucionada"! ¡Han 
	sido duros años de adoctrinamiento mundial, de homogeneizar millones y 
	millones de cerebros con eslóganes todo lo idiotas que han podido concebir 
	las mentes más privilegiadas del planeta! Ni 
	Goebbels, el ministro de propaganda nazi, en el más erótico de 
	sus sueños podría concebir un escenario semejante. ¡Estamos 
	realizando un 
	impresionante trabajo! ¡Nunca descansamos!
	
	En tu caso, puedes activarte de cuando en cuando en "modo solidario" y 
	acudir en tus 
	ratos libres a algún cercano hospital 
	donde los niños "previamente adoctrinados" se extasiarán de 
	compartir tu presencia; 
	o quizás subirte al 
	lujoso autobús del equipo sin haberte quitado las legañas después de disfrutar de tu sueño reparador de 12 
	horas para disputar otro encuentro benéfico en pos de alguna causa 
	humanitaria. Una causa por la cual nunca te has interesado (estabas 
	demasiado ocupado "tocándote las pelotas"). Pero qué importa, tú con aparecer por allí "vas que 
	chutas", valga la expresión.
	Y como la imagen exterior (jamás la interior) es lo que cuenta debido a la 
	inversión del sistema de valores, ONGs y otras instituciones 
	vendrán a reclamarte para que ofrezcas su rostro como reclamo 
	publicitario y así disfrutando de esos gloriosos 
	y prestados momentos puedas compartir 
	y defender sus valores... aunque no sepas ni siquiera describir qué es eso 
	de "los 
	valores", o componer una redacción de cien palabras sobre el problema 
	que defiende la ONG en 
	cuestión. No importa, mientras tu careto salga en la foto, eso es lo que 
	cuenta. Todo 
	el mundo dentro de la secta materialista creerá que eres una gran persona. 
	Ahora, si a alguien se le ocurriera autoproclamarse "gran pelotero" por 
	haber dedicado cuarenta ratos a hacer cabriolas con un trapo de caucho de 
	forma esférica sería tachado 
	de loco. El hazmerreír más "Trending topic" del universo.
	
	Confeccionado este extraño menú, se te otorgará todos los privilegios: presencia en radios, entrevistas (a cada 
	cual más tonta) en teles con presentadores esmerándose en formular preguntas infantiloides. 
	Se os hará entrega de dinero, reconocimiento, calles en vuestro pueblo o 
	estadios idolatrando vuestro nombre. Eso aparte de los millones procedentes 
	de sueldos y cánones publicitarios. Y ahora incluso, podréis aspirar a la 
	obtención de títulos nobiliarios 
	(léase "Marqués" del 
	Bosque). Más todavía, diplomas "honoris causa" de algunas de las más 
	prestigiosas universidades o premios Príncipe de Asturias. En breve quizás, 
	el Nobel de la Paz por los servicios prestados a la comunidad humana. ¿Hay algo más que se pueda hacer para que encontréis la felicidad 
	absoluta, el nirvana, la iluminación? 
	
	Sin embargo, a pesar de haber
	desvirtuado cualquier tipo de cualidad no inscrita en los cánones de la industria del entertainment o la venta de trastos, ¿aún te sientes tan triste como para externarlizarlo 
	de forma pública? ¿No te alegró 
	la adquisición de tu enésimo coche o tu nueva conquista sexual, esa hermosa 
	mujer a la que todos admiran y a la que, por cierto, nadie ha oído apenas hablar 
	("¡ni falta que hace con lo buena que está!"? ¿Que te 
	cataloguen como héroe de epopeya, quizás como el Increíble Hulk o una 
	especie de supermán moderno? Te hemos regalado miles calificativos para 
	adornar tu ya de por sí descomunal ego. Incluso hemos acuñado nuevos 
	"palabros" para honrarte, para elevarte sobre las masas mediocres. Por 
	si fuera poco, las escasas arengas a tus infantiles maneras quedan difuminadas 
	si metes un gol (canasta, etc) en el partido 
	siguiente. 
	
	El pobre y sumiso ciudadano-medio ya viene a entregarte lo poco que tiene 
	para que tú te vuelvas aún más pudiente (!!). ¡Sí, ellos se esmeran día tras 
	día! Son poco menos que los buenos samaritanos. ¡Se degradan a sí mismos 
	sólo para elevarte a ti un poco más! Se "suicidan" periódicamente 
	contemplando absortos tus peripecias con el fin de compartir tus 
	triunfos "excelsos" al tiempo que dejan de lado su 
	insignificancia, o 
	quizás lo hacen para acallar sus voces internas, el run-run en sus cabezas, para olvidar por unos momentos todos 
	sus problemas, que son variopintos! ¡Y siguen y siguen sólo para saborear un 
	misero pedazo de gloria que les dure al menos hasta el día siguiente! ¡Y 
	luego vuelven para refrendar este kakfianno ciclo de sumisión! ¡E incluso todos aquellos que se esfuerzan por 
	advertirles de la ingenuidad de defender y repetir semejantes hábitos, la toman con ellos y se los 
	quitan de encima por que "les calientan la cabeza"!
	
	Mientras, otros "pensadores" no tienen siquiera derechos a expresarse. Y de 
	hacerlo, lo harán en círculos reducidos (más incluso que aquellos donde 
	el ex-presidente Aznar se expresa en lengua catalana). Precisamente porque ese pensamiento crítico 
	regenerador está siendo erradicado, abducido, abortado, aniquilado, devastado, 
	arrasado de la faz del planeta.  
	Al tiempo, podemos contemplar cómo algunos niños, avezados peloteros, ya 
	disponen de representantes debido a su nivel "profesional" a la temprana edad de 
	12 años. Algunos clubes de alto postín incluso los fichan mucho antes 
	de alcanzar esa edad, ¡créanselo!
	
	En la otra España, la España "terrenal", la España "real", los ingenieros, los licenciados o gente con variados estudios 
	(o sin ellos) se marchan de España 
	hacia otros lugares esperanzados en encontrar oportunidades laborales de futuro, 
	los emigrantes se vuelven a sus países de origen, los sueldos se han reducido 
	de manera considerable, 
	muchos empleados ganan 
	una miseria, otros millones se encuentran en la cola del paro. La 
	brecha entre ricos y pobres se acrecienta de manera alarmante, gracias entre 
	otros motivos a la codicia de los ricos, pero también a la desidia y la ignorancia de los pobres (que son absoluta 
	mayoría). No importa, tú apenas 
	sufrirás por ello, puedes quedarte levitando en tu torre de marfil 
	satisfaciendo tus 
	múltiplos caprichos, día sí día también. Te lo has ganado. Bancos, políticos u otros ricos menos glamourosos 
	cargarán con todas las culpas. Incluso se exigirán la bajada de sueldo de 
	políticos. No obstante, no habrá manifestación alguna para reducir tu "bien 
	merecida" nómina. 
	Aunque sea doscientas veces superior al de todo un presidente del gobierno. 
	Te lo mereces: eres un ser superior al resto de los mortales. Un ídolo nunca 
	tiene culpa de nada.
	
	En los "submundos" intelectuales y espirituales, otros adultos (y también 
	niños) más inteligentes y con diferentes y 
	múltiples destrezas más útiles para mejorar el estado de cosas se ven 
	desterrados de la faz de este universo de ficción. Incluso reprendido por no 
	acatar las normas.  
	No, no te preocupes, no 
	hará falta darles con un palo en la cabeza a estos últimos. El entorno hará 
	su papel coaccionándolos hasta lograr "enderezarlos". Por cada uno que intente pensar por sí mismo, un 
	millón habrá sido moldeado para repetir los mismos eslóganes y defender los 
	mismos ridículos valores... ¿No te llena 
	de gozo lo que te estoy relatando? 
	
	Quizás en un futuro ya nadie pretenda siquiera hojear las 
	páginas de un libro de ciencia o moderna psicología y la 
	historia de la humanidad se parezca al pasaje final del libro de H.G Wells, en una 
	sociedad futura (léanlo y sabrán de lo que hablo). Un ecosistema de animales 
	subhumanos donde el Conocimiento Universal adquirido a lo largo de los 
	siglos se ha reducido a una vulgar octavilla regada por cuatro líneas 
	básicas, y el Gran Amor no es 
	más que un tema pasajero y temporal. Reina la liviandad y los dirigentes unas criaturas horrendas llamadas Morlocks que se nutrirán de 
	nosotros. ¡Y no preguntes! El lema reinante aclarará las posturas: "¡Las cosas son así y no se pueden cambiar!". 
	En esa  postmoderna civilización nada se podrá hacer para modificar el 
	"sistema de valores" ya que los políticos y las empresas, que se supone son 
	las que rigen los destino del mundo, habrán desaparecido. Tampoco esperen 
	encontrar seres medianamente inteligentes del que extraer un atisbo de sabiduría. Idiotas profundos, 
	los habitantes se dejarán deglutir sin apenas presentar resistencia. El 
	colmo de la estupidez. Razonar con ellos será una tarea similar a argumentar con una 
	ameba. Aún nos queda un largo camino por recorrer para recrear esa "idílica" 
	sociedad, donde nadie es capaz de generar un pensamiento creativo, pero 
	vamos acercándonos a pasos agigantados.
	
	Hay quien dice que con tales actitudes algún día esto va a explotar. Que si no fuera por la nula 
	personalidad y la catastrófica instrucción que recibe un ciudadano 
	materialista común este patético escenario jamás podría darse. Pero me temo que este 
	dique de contención que frena y previene cualquier pensamiento contrario y 
	disconforme con las reglas imperantes 
	presenta cada vez más y más grietas. En resumen, a este régimen cocido y 
	sazonado por el dios dinero 
	se le ven cada día más las vergüenzas. Y cuanto más evidente queda el 
	fracaso absoluto del sistema más hay que emplear los medios de comunicación 
	para tranquilizar a las masas, para convencerlas de que no se las está engañando de cientos de 
	burdas maneras. "No, no se os está pisoteando: esto es lo que cabría 
	esperar dentro un sistema económico capitalista liberal. Y si no os gusta, 
	os aguantáis."
	
	Puestos en situación, me resulta extraño que todavía tengas la desfachatez 
	de externalizar tu tristeza. ¿Qué más podemos hacer por ti? ¿Arrancarles lo 
	poco que les queda de sentido común a los ciudadanos? ¿pedirles que 
	renuncien a una comida diaria para disponer de liquidez suficiente para adquirir 
	entradas del partido semanal? ¡Pero si incluso periodistas, políticos y gente intelectual se ha 
	unido al circo! ¡Los tenemos a todos conchabados! ¡Es el Gran 
	Hermano a escala global!
	
	Y ahora me 
	pregunto, ¿y si 
	hubiéramos alcanzado el punto límite?, ¿no sería preferible no tensar más la 
	cuerda y callarte tus desavenencias... no vaya a ser que alguien se ponga a reflexionar más de dos segundos 
	seguidos (cosa complicada), se descubra el pastel y la estructura de este 
	enorme conglomerado de edificios 
	construido con frágiles cimientos se derrumbe sobre sí mismo?
	
	¿Qué más podemos hacer por ti?  
	¿Degradar más 
	la educación es casi imposible? ¿Amaestrar en mayor medida a la población 
	para que se vuelva todavía más atolondrada, obediente y sumisa? Semeja un reto inabordable, aunque 
	ahí tenemos el ejemplo de Corea del Norte. ¿Quizás deberíamos seguir 
	y clonar ese 
	"maravilloso" paradigma? ¿Qué nuevas medidas podemos tomar? Sinceramente no sé qué más podemos hacer, creo que hemos "alcanzado el summum" adormilando millones de almas y 
	dirigiendo sus 
	aspiraciones a cuatro relevantes ideas: ganar dinero, ponerse guapo, follar, divertirse y 
	comprar y más comprar). Con el tiempo no quedará nada 
	más que superficialidad, nihilismo, hedonismo, "porqueyolovalguismo", frivolidad y triunfos intrascendentes  
	en un mundo conceptuado de forma artificial, en un mundo pseudohumano (ej: "¡Queremos ganar la décima!", 
	"¡Nuestro obsesión es el anillo (de la NBA)!", "Somos 
	una gran empresa, nuestra lema de vida y más genuina aspiración consiste en vender más hamburguesas que nadie").
	
	No sé qué más podemos hacer. No sufras: seguiremos invirtiendo toneladas de 
	euros para defender e incluso intensificar el magnetismo de ese 
	"maravilloso" sistema.... para que todos se sientan atraídos de forma 
	inapelable hacia los "valores" que defendemos. Es justo 
	y necesario.
	
	Así que mejor haznos, hazme, hazte un favor, cállate de una puta 
	vez, disimula, deja de berrear como un niño malcriado y llorón. quéjate en la intimidad, no tenses la cuerda, no sea 
	que alguna señal de vida inteligente aparezca entre la muchedumbre y acaben 
	señalándote a ti con el dedo y te obliguen a devolver los millones ganados y 
	te castiguen a desplazarte en un Opel corsa de segunda mano con tapacubos y a comprar productos 
	de Hacendado y beber agua embotellada del Carrefour durante los próximos 20 años. 
	No lo soportarías. Y si tú caes, pondremos a otro en tu lugar, no lo dudes, 
	no nos dolerán prendas. No eres más que un títere. Un títere absolutamente 
	prescindible.
	
	Tu misión es obedecer, no tratar ningún tema de relevancia en absoluto,  
	y recuerda que no te conviene que la situación revierta, ni alertar a 
	una sola persona de tal escándalo de proporciones bíblicas. Obviamente 
	cuanto más tontos, ignorantes y amanerados los seguidores con más honorarios 
	serás retribuido. 
	
	
	Comentarios.
	
	Si el hecho de perseguir una paz duradera, erradicar el hambre en el 
	mundo o resolver conflictos locales o globales fueran asuntos tan relevantes 
	para el ciudadano común como como "ganar la décima", cualquier mundial en 
	eventos deportivos, trofeos diversos como el Roland Garrós o medallas olímpicas, volverse popular 
	apareciendo en cualquier cutre-programa 
	o acumular una gran fortuna vendiendo trastos y artilugios, 
	es decir la "décima" parte de relevante 
	que 
	satisfacer cualquier necesidad espontánea que permita solazarnos de forma 
	rápida y puntual como 
	infantes maleducado que somos (que lo somos) ya habríamos resuelto la mayoría de 
	los grandes conflictos de este planeta... veinticuatro veces. Pero no, 
	desafortunadamente, ni la paz, ni la solidaridad, ni la reflexión crítica, 
	ni la ecuanimidad, ni la empatía ni el amor por el prójimo que se aleje más 
	de diez metros de su radio de influencia, ni el conocimiento de nuestra 
	historia o nuestra psicología íntima (llámese "conócete a ti mismo") son 
	temas que le preocupen demasiado a este ser humano concebido para actuar 
	como un tipo egoísta, individualista y profundamente deshumanizado. No, el materialista de pro, no simpatiza con 
	semejantes "extrañas doctrinas". Y no le hables mucho de 
	"eso" no sea que te señale como un "tipo raro".
	
	Eso sí, para acumular trastos 
	y compartir y celebrar victorias intrascendentes o idolatrar a tipos como aquellos retratados por la prensa rosa o 
	deportiva se les 
	puede considerar como auténticos y expertos conferenciantes. Demuestran una 
	enorme e indudable sabiduría. En múltiples casos (y yo no los definiría como 
	extremos), gritan, se afligen, se deprimen, se extasían y mueren por tales 
	causas. Literalmente.
	
	
	En un futuro cercano cuando se afiance todavía más la brecha entre ricos y 
	pobres y cualquier ingeniero o licenciado se le obligue, al menos en principio, a pagar por 
	el "privilegio" de tener un trabajo (y así "vas cogiendo experiencia"), quizás ese día 
	estos, salvadores de la patria, iconos mundiales, increíbles hulks o 
	flipantes personajes ya ganen cientos de millones, rijan los destinos del 
	mundo con sus motivadores discursos ("bueno sí, claro, lo importante es el 
	equipo"), al tiempo que se haya degradado la civilización de manera 
	irreversible y ya no quede opción de enmendar los desastres. Para ese día quizás 
	entonces la gente en tropel se pregunte "por qué, por qué, por qué ha 
	ocurrido esto"... y salga corriendo a manifestarse en las calles con alguna pancarta 
	buscando el culpable de turno que por supuesto nunca será su imagen en el 
	espejo. 
	
	Seguimos comportándonos igual esperando que los políticos nos saquen 
	las castañas del fuego y vociferando contra los ricos al tiempo que 
	defendemos nuestra postura:"¡La culpa es de todos los demás menos mía, yo no he hecho nada malo!". ¿Acaso has hecho algo bueno?
	
	
	Final
	
	
	
	
	Es lo que tiene dar importancia a cosas que no la tienen y olvidar en el 
	baúl del olvido los valores más fundamentales que definen al ser humano 
	superior. Podría decir que no somos más burros porque no nos entrenamos. 
	Pero, seamos serios y exactos, la anterior es una afirmación falaz, en 
	realidad, nuestra disciplina de 
	entrenamientos redunda en un esfuerzo diario y constante en reverenciar a 
	los mismos cuatro tipos y denostar a gente de mayor rango intelectual, de 
	mayor nobleza espiritual. El resultado es claro: este espejismo de lo que 
	debería constituir una sociedad civilizada propia del siglo  XXI. Nos la hemos merecido. Ya lo creo que 
	sí.
	
	Si sólo con el 10% de tiempo que perdemos reflexionando sobre temas banales 
	lo dedicáramos a fortalecernos, a debatir sobre temas de actualidad 
	acuciante (y no sólo del 
	incremento del paro) o a levantar líderes que demuestren integridad, 
	sabiduría, valentía para hablar con franqueza de los problemas que nos 
	asolan, actuar en consecuencia y convencer al pueblo de las prioridades de 
	un ciudadano, otro 
	gallo nos cantaría. Y al final la culpa de las crisis puntuales (o globales) no se le 
	podría achacar únicamente a la codicia de los grandes bancos o a la ineptitud de los 
	dirigentes políticos. No se lo permitiríamos. La culpa es 
	única y exclusivamente nuestra... a menos que no pintemos nada, que no 
	queramos saber ni enterarnos de nada y no queramos hacernos cargo de ninguna 
	responsabilidad que no nos ataña de manera directa. Si es así el caso, 
	perdemos nuestro derecho a reclamar justicia. La justicia, recuérdelo, la 
	edificamos entre todos, con nuestras creencias, actitudes y comportamientos.
	
	Deseamos todos los privilegios pero desechamos cualquier responsabilidad cívica. 
	No es cosa nuestra. El resultado final es obvio: un 
	recorte de derechos y una existencia más precaria. Injusto pero previsible 
	atendiendo al pensamiento subyacente en un régimen de capitalismo liberal.
	
	Una de las razones de este descalabro y de toda la retahíla de efectos 
	secundarios nocivos que tenemos que soportar es permitir que nos 
	reinen ídolos y dirigentes amanerados, ignorantes, ridículos. Muchos de 
	ellos se pasan 
	el día retozando mientras todo se vuelve negro allá fuera. ¿A quién 
	regalamos nuestro tiempo y atención? ¿A quién entregamos nuestro dinero?
	
	Desgraciadamente, no fuimos concebido para desempeñarnos para tareas heroicas, sino que fuimos minuciosamente programados para defender al 
	rico, para someternos a los poderes fácticos, para recluirnos en un minúsculo cubículo reclinados 
	en una tumbona saboreando 
	los triunfos de otros, tipos que, lo crean o no, en muchos aspectos no son mejores que 
	nosotros. Así somos. Sí, no somos más que un producto industrial moldeado y 
	concebido por la gran maquinaria para actuar como un simple engranaje, peones sin voz ni voto, sin criterio propio, a merced de las circunstancias y 
	atendiendo las voces 
	de los "seres superiores". Peones que no conocen lo que significa 
	la Libertad, el Amor, la Razón o la Compasión. Con mayúsculas. Vivimos 
	alimentándonos de sus restos, de sus migajas.
	
	Frases típicas del 
	ciudadano medio: "¡A mí que 
	me importa si es listo o un burro, es machista, engaña a su pareja, bebe más 
	de la cuenta o va a 200 con el coche, mientras meta goles (o canastas)! ¡Es mi ídolo!".
	
	¡Deberían ser los ricos quienes 
	trabajen por nuestro bienestar y nuestro éxito, no al revés! ¡Aquellos 
	que nos vuelven más fuertes, que nos otorgan recursos, que nos ayudan a 
	afrontar los retos de la vida con las herramientas adecuadas, que nos hablan 
	a la cara sin tapujos 
	deberían ser catalogados como 
	los verdaderos modelos, auténticos líderes de nuestro tiempo! Aquellos que 
	llevarían en volandas a cada persona hacia nuevas cotas de superación, hacia logros 
	superiores, hacia la meta del ser humano autorrealizado.
	
	Mientras, el sistema capitalista hace aguas por todas partes, el medio 
	ambiente se resiente y los problemas ambientales crecen, los valores se invierten, el 
	estado de prosperidad se deteriora, derechos logrados después de cientos de años de lucha 
	se ponen entredicho,  nadie sabe cómo resolver tantos 
	conflictos y desavenencias, todos se miran unos a otros... y ese ídolo, 
	que parece ajeno a todo lo que le rodea, que supuestamente debería estallar de felicidad por todos los privilegios 
	que se les otorga, se muestra triste. 
	
	Otros simplemente no se muestran, 
	siguen pateando grandes discursos y reducir la verdad del amor y la libertad 
	a un juego de pelotas o a un espectáculo accesible en "todas sus pantallas".
	
	Esto no está ocurriendo, lo estoy soñando. Siento absoluta vergüenza por 
	lo que veo. Así que no me queda otro remedio que  intentar cambiarlo.
	
	Como idolatradores ciertamente nos hemos superado.
	Dos mil años de evolución desde el año cero han servido de 
	bien poco: seguimos arrodillándonos para reverenciar a contemporáneos vellocinos de oro. 
	La única diferencia con aquellos relatados por los mensajeros de la "prehistoria" 
	radica en que las 
	dimensiones de los nuevos supermodelos sociales alcanzan un carácter global, planetario. Abrazan todo 
	el orbe.  No tenemos parangón si nos comparamos con cualquier otra época 
	de la historia de la 
	humanidad. Y seguimos creciendo, porfiando por generar nuevos y 
	deslumbrantes modelos, nuevos Justin Bieber, 
	Ronaldos o Lady Gaga, porfiando por engendrar nuevos peloteros de alto nivel arrasando 
	en el proceso todo 
	atisbo de pensamiento crítico que se oponga a los cánones establecidos, toda idea regeneradora a su paso. ¿Cuál es, me 
	pregunto, el futuro que nos espera con esta forma de pensar, con estos 
	iconos, con estos emblemas?
	
	La Razón ha sido desvencijada, enmudecida, el Amor reducido a cenizas, el 
	Hombre, la Mujer Desterrados de la Faz de la Tierra sustituidos por 
	frívolos sucedáneos sin corazón, sin alma.
	Bienvenidos a la sociedad del espectáculo. Pasen, vean... ¡y gástense su 
	dinero!
	
	Si alguna inteligencia superior en algún planeta lejano contemplara nuestras 
	irracionales y masoquistas actitudes apuesto a que se 
	estaría mofando de nosotros. Somos una humanidad de risa, con unos 
	ídolos de risa, y unos mandatarios esperpénticos. 
	Cualquier informático, entre los que me incluyo, viendo la enorme lista de 
	"errores de programación" que presenta nuestro Sistema Operativo abogaría por resetear el sistema y reprogramarlo 
	de nuevo. 
	
	Este monumental engaño no puede durar 
	más tiempo. 
	Necesitamos un cambio de paradigma ya.
	
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