Crítica a los ídolos contemporáneos. Parte IV
150 puntos contra los ídolos contemporáneos
Resumen del Anti-ídolo
Después de reflexionar sobre los anteriores secciones podemos concluir de manera
resumida con los siguientes puntos:
Esquema:
• Tratamiento a los héroes. Premios y reconocimiento.
Nuestros queridos y adorables iconos del mundo del espectáculo reciben todo acervo de halagos, premios y
reconocimientos. Ej: invitaciones a fiestas y a todo tipo de eventos, el
homenaje
de estadios o circuitos o calles a su nombre, un lugar de privilegio en los
medios de comunicación… y últimamente, como parece que todo esto no parece
suficiente, incluso títulos nobiliarios (léase: Del Bosque, reciente nominado
marqués por sus méritos deportivos). Los ídolos en la
sociedad de consumo merecen todos la atención y recursos ¿Tanto valor tiene
hacer cabriolas con una pelota, escuchar una gran voz o entretener con una
película que igual muestra a asesinos sanguinarios? Parece que la cualidad más
admirable de un individuo perteneciente a la sociedad de consumo es la de
entretener. ¡Al que más entretiene más puertas se le abren y más elogios se le
brindan! Si es que somos como niños.
• Tratamiento a los héroes (2)
Con nuestros héroes tenemos mano ancha y les permitimos actitudes propias de niños malcriados. Llegado a la cima, sus salidas de tonos, en vez de ser censuradas
debidamente,
son perdonadas al cabo de horas o días. Son los niños mimados de la sociedad. Es
más, hoy en día parece que la mala publicidad es muy preferible a ninguna
publicidad. Es decir, es preferible darse a conocer de cualquier forma y modo, aún con
actos que atenten contra la moralidad o el buen gusto. Ahí estaremos nosotros
para contemplar sus actos soeces, para roer esa carroña. Somos unos cotillas morbosos
y nos gusta alimentarnos de comida basura. Luego vienen los lloros… y las
manifestaciones.
• Tratamiento a los héroes (2)
En general, los ídolos del espectáculo siempre juegan con el viento a favor y
suelen
disponer, salvo raras excepciones, de multitud de recursos, preparadores o
modernas instalaciones a su alcance. Eso aparte de la
devoción de los aficionados que sirven como "soporte" para impulsarlos hasta la
cima. Hoy en día vemos como incluso niños de muy corta edad son fichados por clubs
de alcurnia porque "prometen", mientras en la otra cara de la moneda,
superdotados intelectuales se les denigra y no se aprovecha su talento
integrándolos en cursos de formación especial. Se les abandona a su suerte o no
se les motiva suficientemente. La criba se realiza "hacia abajo", coartando las
habilidades de estas prometedores muchachos/as. En el reverso de la moneda
encontramos como un aspirante a deportista (artista) será mimado
y su talento bruto finalmente convertido en diamante. Vivir para ver. Es preferible
aprovechar el talento de un toca-pelotas o de un proyecto futuro de "lady-gaga"
que el de niño con un cerebro
privilegiado. En España estamos de enhorabuena... sobre todo en estas
fechas con los
ingentes recortes en educación o ciencia.
• Tratamiento a los héroes (4)
Nuestros campeones reciben halagos, tan variados y rebuscados como los
siguientes:
Ídolos, héroes, iconos representativos de un país, solidarios, los
hijos que toda madre querría tener, grandes campeones, inteligentes,
superdotados, genios, ambiciosos,
espectaculares, guapos, hercúleos, seductores, tremendos, salvadores de la
patria, ejemplos para la humanidad, los mejores espejos donde reflejarse los
niños, bien vestidos, elegantes, talentosos, ejemplos de superación y esfuerzo,
poseedores de un talento divino o elegido por los dioses, además algunos se les
premian con calles o estadios a su nombre, condecoraciones públicas (pregunten
si no al "Marqués" del Bosque). La lista de reconocimientos parece no tener fin. Ah, y por
supuesto, se me olvidaba mencionar la etiqueta de "grandes personas".
Ese apelativo se da por supuesto...
independientemente de la solidez de sus creencias o de la coherencia de sus
actuaciones. Se merecen todos los halagos, sí señor. Es de “justicia”.
• Tratamiento a los héroes (5)
Si a nuestros héroes se les aparta de su radio acción se manifiestan como
individuos normales y corrientes. De hecho, a algunos les escuchas hablar un
minuto y dudas si se ha sacado el graduado escolar (en realidad de estos conozco
yo unos cuantos). Ahora, ¿qué pasaría si por cada defecto grave se les criticara del mismo
modo que se ensalza por demostrar una excelente aptitud como especialista? Hemos
visto a muchos de ellos: gastar el dinero de forma caprichosa, abandonar los
estudios, actuar de manera frívola, engañar a su parejas repetidamente y de
manera impune, tomar drogas, abusar del alcohol, no defender ningún principio de
valor y mostrar un discurso de adolescente, portarse como un verdadero
machista, gastar una pasta en putas o en casinos, y un larguísimo etcétera (hoy mismo aparecían en las noticias futbolistas italianos
imputados por el escándalo de apuestas ilegales). Si la crítica ejercida hacia estas
actitudes erráticas fuera tan descomunal como alabanzas reciben por el ejercicio de su "talento",
¿qué ocurriría? Pueden imaginárselo, más que pedirles un autógrafo, o no
les prestaríamos tanta atención o les reprenderíamos de forma contundente por su
forma de proceder. Nadie les tomaría en serio.
• Tratamiento a los héroes (6)
Puesto que parte de la felicidad de la población parece depender de las hazañas de estos héroes,
estos dispondrán de privilegios
en cualquier ámbito: médicos de primer nivel en cualquier
parte del mundo (los clubs corren con los gastos);
políticos cierran plantas enteras de hospitales para poder ser atendidos sin
molestias externas; se perdonan deudas a clubs
de alto postín o se les ofrecen facilidades de pago; se invita al tipo popular a fiestas,
conciertos, radios y medios
audiovisuales; algunos no pagan ni multas ni cuentas en restaurantes; otros no necesitan más que una visita a
un hospital, aparecer en la foto de alguna organización para parecer solidarios,
y cuando mueren el mundo se postra de dolor... Continúen ustedes la lista. Sería
el cuento de nunca acabar. Y eso que no he mencionado a los "ídolos banqueros".
A estos parece que los gobiernos les gusta rescatarlos de cualquier infame contingencia,
aun a pesar de haberse visto
involucrados como intérpretes principales.
• Tratamiento a los héroes (7)
¿Acaso una crítica constructiva no propiciaría que ellos, precisamente
por tener tanto dinero y poder, meditaran más a menudo sobre sus actitudes e
influencia sobre la gente y trataran de recapacitar sobre su errática disciplina
de comportamiento? ¿Acaso no nos damos cuenta que que los valores que
forman a una persona íntegra poseen un valor específico superior que aquellos (o
aquel) que el que forma a un especialista (salvo raras excepciones)? ¿No debería existir una prensa más
crítica para reprenderles cuando fuera necesario? No es el caso, en absoluto, la
censura cuando aparece, toma un carácter mucho más liviano que cuando se les
enaltece. De tal modo que a muchas de sus imperfecciones se les quita
importancia, e incluso, tenemos la desfachatez de calificarlos de manera
gratuita como "grandes personas" y otros grandilocuentes epítetos como hemos
visto antes. Sin rubor alguno además. Lógicamente cualquier ciudadano de pie con
poca capacidad de reflexión acabará creyendo así que una virtud buena
desarrollada puede emanciparse sobre miles de defectos... aunque esta resulte
arbitraria, y aunque sus defectos destruyan la posibilidad de generar en verdad
a honorables individuos. Corolario: nos creeremos absolutamente cualquier cosa
si nos las repiten cientos de veces.
• Tratamiento a los héroes (8)
Aunque nuestros ídolos la armen gorda o meen fuera del tiesto siempre habrá
miles de “amables” ciudadanos que les excusen: “Es que
claro su padre le abandonó, tuvo una infancia difícil, hay que cuidarle para que
no se extravíe, se contagió de las malas influencias, le ayudaremos a cambiar,
necesita nuestra comprensión y respaldo, espero que no le sanciones y pueda
salir a jugar el sábado, le necesitamos, no importa que se drogue o putee a su
mujer mientras siga componiendo canciones, vale que iba a 220 en un tramo de 80
pero ese que no se dio cuenta, seguramente se despistó, que tía más maciza con
la que sale, si no juega el sábado perderemos y me deprimiré, es que quien no lo
iba a querer con lo guapo y talentoso que es, vale que ha montado una orgía y ha
destrozado la habitación del hotel pero jo tampoco es para tanto, eso se arregla
y ya está, no sé cómo se le puede criticar total porque sea un poco drogadicto,
borracho y machista, con lo buen cantante que es …"
¿Y cómo es posible esta actitud tan lastimera y transigente? Porque nuestra felicidad va ligada a la de ellos,
no podemos permitir que “nos abandonen”, deseamos que sigan
"triunfando" para así poder compartir sus alegrías, ya que las nuestras
parecen
insignificantes en comparación. En realidad somos poco menos que sus
esclavos. Si quiere aspirar a una Libertad, aprenda a vivir (y a pensar) con
independencia. Ellos, créanme, en muchos aspectos, no son en absoluto mejores que usted.
• Entrevistas y pleitesía.
Las entrevistas a los ídolos suelen ser ñoñas y superficiales,
carentes de preguntas complicadas. Todo pleitesía, sometimiento y respeto reverencial.
Creo sinceramente que cualquiera de los libros de la bibliografía de este blog
contiene información más sustanciosa que las cientos de entrevistas que recuerdo haber leído o
escuchado a estos teóricos
superhéroes. Es curioso decir que apenas puedo extraer párrafos o palabras que
hayan calado hondo.
No dudo que algunas de sus acciones en un tablero o escenario queden selladas en
nuestra memoria,
pero sus disertaciones y argumentos rara vez dejan huella. Y no, “trabaja mucho” o
“ten fe en ti mismo” no me parecen frases como para encumbrarlos
como grandes profetas o motivadores excepcionales. Eso
ya me lo decía mi abuela.
• Héroes por el servicio aportado.
Estos ídolos jamás nos alertarían de los fallos del sistema. Es lógico: son
ellos los que
recogen el tributo de nuestra ignorancia, de nuestro carácter condescendiente. Les conviene que seamos reos de sus
"hazañas". Seamos realistas, ellos jamás se van a preocupar por nosotros. En
realidad, no somos nadie. Dudo que
alguno recuerde nuestro nombre. Tampoco vendrán a visitarnos cuando enfermemos, ni nos
ayudarán a aprobar los exámenes (y mejor no sigo). Cuantos mayor la pléyade de
seguidores embobados
más dinero se embolsarán ellos. Un remedio para cambiar el mundo: abandonarlos a
su suerte. Es hora de darle la vuelta a la tortilla. ¿No creen que ya ha llegado
el momento de que sean ellos quienes se sacrifiquen y de una vez por todas nos
ayuden de verdad a mejorar nuestras circunstancias? Si se niegan (y apuesto a que así será), entonces habremos de emprender nuevos proyectos sin su presencia.
¡Que ya somos mayorcitos! Si le sirve a mí esta estrategia me ha
funcionado de forma impresionante. En "dos palabras": im-presionante.
• Héroes por el servicio aportado (2)
En general nuestros ídolos no nos permiten mejorar nuestro status salvo raras excepciones.
Ejemplo: ¿acaso cada vez que vemos un partido, actuación o película eso nos
aporta poder, autoestima, que dure un tiempo considerable? Si así fuera
lógicamente después de contemplar cientos de partidos, películas y actuaciones
de estos virtuosos artistas habríamos adquirido un carácter y una fe en nuestra
valía personal impresionante. Es
obvio que esta afirmación suena absurda cuanto no estúpida. Se puede aprender más
(y crecer a todos los niveles) con la lectura de un buen libro que con la visualización de miles de partidos
de cualquier disciplina deportiva, cuarenta mil series, veinticuatro mil películas o cinco
mil actuaciones de artistas reputados. Sólo tengo que contemplar el mundo en que
vivo para corroborar esta última frase.
• Héroes por el servicio aportado (3)
Imaginen que fuéramos mucho más exigentes con nuestros ídolos y les exigiéramos que
nos respondieran a preguntas trascendentes sobre la vida, u otras sobre el
destino de la sociedad. Imaginen que les preguntáramos qué opinan sobre las desigualdades sociales. Imaginen que les interrogáramos en qué invierten su dinero o a qué
dedican su tiempo libre esperando respuestas convincentes no malos gestos o
evasivas. Una análisis minucioso de la mayoría de ellos provocaría que quedaran
retratados, caerían fulminados. Cualquier análisis desde un punto de
vista crítico y utilizando sólidos argumentos permite echar abajo su hegemonía
con total seguridad. Es lógico, no fueron engendrados para tales tareas, mas
bien para “entretener al respetable”. ¿Deberíamos denominarlos como
héroes o más bien quizás como "monos de feria"?
• Héroes por el servicio aportado a nuestra personalidad
Siguiendo con el punto anterior: cada hora en la presencia de un auténtico ídolo debería aportarnos
optimismo, seguridad en nosotros mismos, una visión más amplia del mundo, vigor,
energía y entusiasmo, aumento de posibilidades de éxito a todos los niveles,
autoestima, pero sobre todo el poder y la independencia para manejarnos en
soledad. Deberíamos exprimirlos a todos y recoger y absorber todo
su jugo, alimentarnos de su esencia. Si ese no es el caso, mi consejo: trátenlo
como lo que es, un mero pasatiempo. A veces pienso que estos ídolos son como las
toallitas de papel, de usar y tirar. Ídolo que no le haga grande, créame, déjelo correr, a
menos claro, que quiera que le arrebate su maravilloso tiempo y le recluya en la
celda de una existencia gris y mediocre. ¿Cómo
de
exigente es usted con su propia vida? Levántese de una vez y demuéstrese a sí
mismo que usted es mucho más de lo que la gente espera. ¡Usted, lo quiera o
no, es el centro del mundo! Le aseguro que puede
hacerlo. Somos grandes si nos lo proponemos. ¡Cuántas veces la mayor victoria
personal supone el derrocamiento de un ídolo!
-Héroes por sus creencias y principios.
Algunos profesan unas creencias de lo más absurdas y las pregonan a los cuatro vientos
(ej: la Cienciología abrigada por el actor Tom Cruise y otros pertenecientes al
mismo gremio). Otros simplemente carecen de principios salvo aquellos que les
acerquen al vil metal. Es decir, en cuanto a sus convicciones pueden mantener y
defender una fe de lo más peregrina sin atisbo de vergüenza y además defenderla y representarla
ante sus seguidores sin reparo. Por cierto, a ninguno de sus admiradores parece importarles
lo más mínimo. ¿Quizás porque ellos tampoco defienden ningún principio con valor
específico? Si así fuera, quizás dedicarían
buena parte de su tiempo a escribir un blog como este, hartos de contemplar los
millones de efectos destructivos de confiar en los cánones capitalistas y en las
andanzas de sus hijos pródigos.
-Héroes por sus creencias y principios. Religiones.
Una de las cosas más absurdas que encuentro en las creencia religiosas
basadas en la fe y en el amor que profesan algunos campeones es que
extrañamente parece que su dios (¿hábilmente?) escogido no es capaz de
desemparejar las actividades lúdicas de las que profesan un verdadero amor por
el ser humano. Así contemplamos a algunos grandes intérpretes de las primeras
profesar su fe en su dios particular después de una trabajada victoria ("¡soy
muy creyente!"). ¿Acaso es
que no existe un dios o ser humano con dos dedos de frente ahí fuera que les
indique que existen cualidades humanas más loables que enriquecerse a través de
la rutina de aporrear una trasto, a un adversario o hacer gansadas, y que no por
ajustarse a tales extraños parámetros de comportamiento la sociedad se
tornará
más justa o se reducirán sus achaques? ¿En qué tipo de amor era en el que había
que creer? ¿Amor a un balón? ¿A unas banderillas? ¿A un coche
deportivo o a la ropa de marca? Me temo que no, que ni un dios
infinitamente sabio y bondadoso ha caído en la cuenta y les ha transmitidos
estas
sencillas observaciones a sus acólitos. No podemos esperar pues que algún avezado
humano le reprenda, no vaya a ser que caiga fulminado por algún rayo celestial.
Estos dioses religiosos siempre me han parecido que tomaban tintes "muy
humanos", no sé por qué será... quizás porque fueron engendrados a semejanza de
sus creyentes más fervientes.
-Héroes como Religiones (2)
Me temo que resulta imposible recorrer en un párrafo de pocas líneas todos los efectos
destructivos generados por las creencias dogmáticas. Citaré sólo algunos:
machismo incuestionable,
incapacidad de reflexión fuera del dogma, terribles prejuicios, inmovilismo
ideológico, conflicto con los axiomas científicos, abuso de poder, escándalos
sexuales (ej: pederastia), incitación a la guerra, control sobre la voluntad de las personas
impidiéndoles acceder a una mayor libertad, intolerancia con otras
creencias y modos de pensar, educación basada en la culpa y el miedo y un largo
etcétera.
• Héroes por sus discursos (y por sus hobbies).
Esta sección es de chiste. La mayoría cuando sale a la palestra manifiesta un
discurso neutro y vacío. Prácticamente ninguno demuestra sapiencia y empuje
suficiente para aportar soluciones a algún problema de envergadura. Sus
aficiones pasan por cosas livianas, como dormir, ver películas, jugar a la
consola, a las cartas, comprar mujeres artículos de lujo,
saliendo con mujeres (hombres) con más cuerpo que cerebro, etc. Son como niños
grandes. Los libros rara vez forma parte del patrimonio de nuestros proxenetas de la gloria.
Olvidé apuntar que la coherencia de los discursos de algunos de estos iconos
sería fácilmente superada por algún alumno de secundaria. No es que no digan nada
sustancial es que un buen puñado dispone
de un repertorio lingüístico minúsculo. ¡Qué aburridos sois joder! Y según tengo
entendido atraen a más de 2 fans. Supongo que serán amigos de su escuela. Otra cosa sería de extrañar.
¿Usted qué opina?
• Héroes por sus discursos (2).
Siguiendo con el punto anterior un ídolo normalmente evita hablar de temas
serios así se evitan ganarse detractores o enemigos. El ídolo de hoy en día sólo
tiene que preocuparse de generar espectáculo, risas, o de repartir esperanza. En
algunos casos, léase modelos de costura, se les recomienda que no hablen
demasiado... así no dan al traste con el hechizo que embelesa al varón capitalista,
idiota perdido ante la belleza de la mujer hermosa, a la que, por cierto, sueña con poseer
(tonta con idiota casa perfectamente).
Resumiendo, la mayoría de efigies televisivas no suelen meterse en berenjenales y
comentar asuntos de actualidad o de un nivel intelectual elevado, normalmente
sólo hablan de sus proyectos o de cosas insustanciales. Si les interrogaran
acerca de cómo resolver conflictos sociales o sobre algún aspecto de la
naturaleza humana podría caer abatidos por el estrés o la vergüenza.
• Héroes por sus discursos (3).
Si en general, nuestros queridos dechados de ilimitada perfección presentaran
un discurso entusiasta, convincente, inteligente que invitara a la reflexión y
al perfeccionamiento individual, conducirían a las masas por los caminos de la
virtud, y ya no nos harían falta milenarias religiones o filosofías
postmodernas new age para convivir pacíficamente con la mitad de leyes y
normas. ¡Incluso uno perdería el miedo a sintonizar la televisión y no
encontrarse elementos oscuros y extraños, berridos y chabacanería! No es este el
caso.
• Héroes por sus discursos (4).
Piénsenlo si no. Supuestamente los políticos deberían representar un modelo que
ilustrara esta sección. Es decir deberían presentar discursos coherentes, enfocados en
resolver conflictos o trastornos sociales de alto o pequeño impacto. Curiosamente, salvo raras
anomalías cósmicas, digo ejem excepciones, su nivel de aceptabilidad suele
estar por debajo de cualquier ídolo-pelotero o musa del espectáculo. Es más,
últimamente escucho muchas voces contrarias a los “altos salarios” que cobran estos
mandatarios, no obstante, pocas discrepancias he advertido acerca de las
archimillonarias retribuciones que perciben nuestros amadísimos y superignorantes ídolos. Hablar claro en este país (y en cualquier otro) es un
ejercicio de "alto riesgo". Más vale enseñar el culo o dedicarse a contar chistes.
Así te querrán mucho más. Demencial. ¡Qué bajo hemos caído!
• Héroes por sus discursos. Políticos (5).
Si hablamos de políticos, a los cuales podríamos al menos teóricamente encumbrar
por manifestarse públicamente con discursos convincentes y motivadores, el caso
es que algunos mienten más que hablan, otros prometen cosas que no pueden
cumplir o directamente ejecutan leyes tras haber negado rotundamente su puesta
en acción (véase la última legislatura del PP); un buen puñado aspira a cargos
políticos por puros motivos crematísticos, no pocos han demostrado un
comportamiento despilfarrador y/o corrupto,
otro tanto más que decir lo que piensa, balbucea lo que le conviene según la
coyuntura, y para más inri, la mayoría gusta de besar el la mano o compartir la
foto con todo individuo
que ha saltado a la palestra con sus victorias si con ello ven
posibilidad de obtener un mayor número de votos. Recuerden, nuestros políticos
también son reflejo del pueblo que les vota. No esperen más de ellos que de
ustedes mismos.
• Héroes por sus discursos. Políticos (6).
Siguiendo con los políticos. La naturaleza del ser humano se corrompe fácilmente
cuando se le reviste de poder, más todavía cuando coexiste en una sociedad donde
el afán por acumular dinero prima muy por encima de otros logros, ¿les extraña pues el grado
de corrupción en política? Otra cuestión es, ¿los políticos realmente dicen lo
que piensan o dicen lo que les conviene para conseguir más votos? ¿Acaso pueden
manejarse con libertad y reflexionar con independencia o más bien se ven
influenciados de manera decisiva por la línea ideológica marcada por el partido? El juego de
poder, artero donde los haya, depende para conseguir la victoria de conocer la
mentalidad (¿moralidad?) de los votantes. Y si el pueblo no entiende de verdades
(no tiene tiempo para reflexionar) y sí de esperanzas (aunque sean vanas),
seguirán y confiarán en un tipo por su imagen sugestiva o sus palabras
grandilocuentes que van respaldadas en multitud de ocasiones con una
parafernalia propagandista importante ¿Recuerdan a un señor con bigotito
ridículo exaltando a las masas? Pues su ministro de propaganda, Goebbels, fue
quizás el mayor artífice del triunfo del pensamiento nazi y, de paso, del sometimiento de
millones de personas. Al final, la mayoría de nuestros ídolos, salvo pocas y
honrosas excepciones, no se relacionan con ninguna verdad más allá de la tarea
de entretener a las masas, ganar dinero, jugar,
cambiarse de ropa o pasárselo bien. Nosotros, el pueblo llano, somos quienes los
hemos levantado, por tanto somos causantes también de los desperfectos derivados
de su preponderancia. Corolario: o nos hacemos responsables de nuestros actos o
delegamos la responsabilidad en los demás, pero en ese caso deberemos admitir
que no somos nada, somos sólo títeres sin voz ni voto. ¿De qué parte se
encuentra usted?
• Héroes por sus discursos (7).
Es hilarante comprobar cómo muchos de nuestros afamados caballeros de ancha
espalda, los cuales como hemos
comentado presentan un discurso superfluo y repetitivo, ofrecen
entrevistas que son seguidas por millones de espectadores en los cinco
continente. Extrañamente, ¡son los más queridos, respetados y populares!. No salgo de mi asombro. Por el contrario, personajes cuyo sabio y
versado discurso
podría
afectar de manera positiva la vida de sus oyentes (o lectores) en mayor o menor
grado son descartada por "aburridas" o "poco interesantes". Luego
curiosamente cuando las personas acaban abocados en una vida minúscula,
insignificante y limitados de recursos (¿les recuerdo el número de parados o mileuristas?) ¿no se dan acaso cuenta que esta viene
directamente proporcional al nivel de discurso al que se adscriben, que se
relaciona con el tipo de personas al que admiran? Un consejo:
inviertan en educación (ej: léanse los libros de mi bibliografía). Otro consejo:
tiren la televisión a la basura. Saldrán ganando.
Contacto y comentarios
Puedes comentar este texto aquí: Comentarios
También puedes contactar con el administrador en este enlace: Contacto