Crítica a los ídolos contemporáneos. Parte III
 150 puntos contra los ídolos contemporáneos
150 puntos contra los ídolos contemporáneos
Resumen del Anti - ídolo
Después de reflexionar sobre los anteriores secciones podemos concluir de manera 
resumida con los siguientes puntos:
Esquema:
• Ídolos y 
la belleza exterior (frente a la belleza interior).
Esta dupla de términos "belleza interior" que deberían permanecer como una marca o axioma indeleble 
a defender para 
todo individuo calificado como homo sapiens por los siglos de los siglos, hoy en 
día suena pasada de moda o ridícula.
El origen de la bondad, los valores morales y de los sentimientos más admirables procede del 
desarrollo de los valores del corazón. Sin embargo, la belleza exterior, así como el dinero y 
los eventos recreativos, rigen el mundo con vara de acero y la belleza interior no es más que un representante 
accesorio o secundario, un paria que pocos fieles seguidores dispone. Sinceramente, no dispongo de un disco duro 
con suficiente capacidad para albergar todos los efectos nocivos que se derivarían de 
extender esta sección. La exaltación de la belleza (imagen) exterior suplanta 
aquella más genuina y todo lo bueno que procede de ella. A gran escala provoca 
un tsunami con innumerables y perniciosos efectos colaterales.
• Ídolos y belleza exterior (2).
Los individuos-objeto aparecen adornando cada rincón o lugar de 
privilegio. Son un modelo a seguir con todas sus repercusiones. A los más guapos 
más puertas se les abren, especialmente si son mujeres. La juventud y la belleza 
física son ampliamente valoradas, a veces muy por encima de la inteligencia, la sabiduría, la experiencia 
o el 
saber hacer. La adquisición de una figura hermosa se vuelve un ritual obsesivo que 
afecta en mayor medida a gran parte de la población, en especial al género 
femenino. Un porcentaje muy significativo se ven como 
físicamente imperfectas y no logran aceptarse a sí mismas. La búsqueda del ideal 
físico atenta contra el interés por construir una imagen interior más saludable 
y poderosa. El efecto 
de esta tónica adquirida también resulta muy dañina ya que se construye la 
individualidad a partir de una sugerente apariencia no de la esencia 
(personalidad) o la 
imagen interior. Lo real se vuelve fatuo y lo objetual, lo perceptible a simple 
vista se torna un dogma. Estrés, anorexia, bulimia, vigorexia, trastornos de 
personalidad, egoísmos destructivos, personalidades volubles y agravio a 
cualidades procedentes del corazón, etc. son algunas de las repercusiones de 
este culto al cuerpo y a la identidad física.
• Ídolos y belleza exterior (3)
Hipnotizados por la necesidad de conseguir una imagen sugerente, encontramos 
a millones de individuos tan atractivos como faltos de coherencia en su modo de 
vivir la vida. Ataviados por una especie de invisible “traje del emperador” 
se muestran vacíos de ideales paseando por las calles sus perfumes sin esencia. Su corazón es 
tan pequeño como grande es su vanidad. De nuevo me pregunto, ¿ejemplos para 
quién?
• Héroes y la autocrítica.
En algunas profesiones y deportes donde protagonizan sus hazañas estos superhéroes, podemos 
comprobar cómo muchos achacan sus propios errores al árbitro o a las circunstancias, 
en una actitud polarizada por la falta de autocrítica. 
El caso más sangrante lo encontramos en acontecimientos deportivos. En efecto, 
de ocurrir una decisión arbitral que les perjudique no les duelen prendas en crucificar al débil (el juez) tantas veces como se obvian los 
errores de los propios componentes del equipo. Caso sangrante es del entrenador Mourinho, 
para muchos el mejor entrenador de la actualidad, personaje que no duda en 
lanzar puyas a todo aquel que se interponga en su camino (equipos rivales, árbitros, 
jueces de líneas, estamentos como la Uefa, etc) si contempla un mínimo de 
agravio en sus actuaciones. Lo peor es la actitud condescendiente del 
periodismo y los seguidores que permiten este tipo de barriobajeras actitudes.
El espíritu deportivo se encuentra de capa caída, lo único que importa es la 
victoria: "¡ganar por lo 
civil o por lo criminal!".
• Héroes narcisistas.
Las consecuencias de ensalzar de manera desmedida a nuestros ídolos es que 
algunos se vuelven caprichosos, narcisistas, engreídos o simplemente holgazanes 
para encauzar su inteligencia física o emocional en actividades divergentes a su 
especialidad.
A los "ídolos 
intocables" se les perdonarán actitudes desequilibradas, soeces, hedonistas, u 
otras poco éticas y degradantes puesto que su felicidad va ligada a la de sus 
millones de seguidores. Estos, tratarán de mantenerlos en pie, aunque sea 
perdonando todos sus deslices y mala praxis.
• Héroes por la alegría que transmiten.
Se dice de los ídolos que generan satisfacción, optimismo, alegría, etc. Es este un 
argumento muy discutible, ya que aparte de que estas sensaciones que aportan 
suelen ser etéreas, es decir se esfuman al cabo del tiempo, necesitan renovarse constantemente (ej: partidos de fútbol, conciertos, 
películas, humor, etc.)
• Héroes por la alegría que transmiten (2).
Si se tomara este argumento como plausible me temo que la propensión a tomar 
alcohol, el apego por las drogas, el amor por las armas o el 
acceso a sexo de pago (prostitución) deberían ser reverenciados como algunos de 
los mayores símbolos de nuestro tiempo. Corolario: no siempre que algún hábito, 
afición o personaje de consumo produzca satisfacción o arrastre a millones de 
seguidores significa que su defensa o seguimiento 
sea aconsejable especialmente si crea dependencia y resulta caro de adquirir. 
Puede acarrear efectos secundarios graves e incluso irreversibles.
• Héroes por la alegría que transmiten (3).
Curiosamente, sobre todo si hablamos de eventos deportivos, nuestros héroes 
aparte de reportar una teórica felicidad también son causantes de generar 
sentimientos tales como: tristeza, rabia, impotencia, enojo, envidia, agresividad, angustia, desánimo, 
amargura, sufrimiento, frustración, congoja, deseos de venganza, animadversión y 
mejor no sigo. Seguro que su cuerpo y su espíritu ha albergado más de una vez 
algunos (o muchos) de estos sentimientos dañosos. Especialmente si es usted un
gran aficionado. Junten a béticos y sevillistas, pericos y culés o 
atléticos y merengues en un mismo estadio. Luego me lo cuentan.
• Héroes por la alegría que transmiten (4).
Una de las consecuencias más tristes y decepcionantes que arrojan los estudios 
sobre la felicidad en las sociedades capitalistas es que, a pesar de que nuestra 
esperanza de vida se ha alargado y además hemos alcanzado un superior grado de bienestar en relación a épocas 
pasadas, el ciudadano medio no muestra un mayor 
índice de satisfacción general. No sólo eso, sino 
que el número de casos de depresión y ansiedad ha aumentado de manera 
extraordinaria. En pocas palabras, nuestros ídolos y la mentalidad reinante no 
sólo no son generadores de una felicidad duradera si no más bien al contrario. 
El ideal primario de conseguir dinero y orientar nuestra vida a despreocuparnos 
de todo, a "pasárnoslo bien" y a consumir de manera irracional y caprichosa no 
sólo no ha incidido en un aumento de sentimiento de plenitud, optimismo y fe en 
el futuro si no que ha favorecido un proceso continuo de frustración procedente 
en buena medida por ese maldito y obsesivo ritual por superar al vecino en 
cuanto a posesión de riquezas materiales. La conclusión es clara: ni los objetos 
ni los manipuladores de objetos deberían atraer nuestra atención de forma tan 
desmedida, deberíamos relegarlos a aspectos secundarios en nuestra vida 
cotidiana. Conclusión: confundimos el camino que nos lleva hacia la Gran 
Felicidad y dudo que estos ídolos nos 
ilustren en encontrar un Nirvana que no se difumine al cabo de un rato.
• Héroes por su arrojo o valentía.
Los héroes cotidianos no fueron consagrados por desplegar un especial arrojo o 
valentía ya que su profesión pocas veces incluye ese requisito como seña 
destacable. Es más, en muchas ocasiones sus contratos llevan implícitas cláusulas que evitan que "se meta 
en líos" o realice actividades peligrosas para su integridad. En el caso de que 
sí demuestren tal asomo de gallardía (ej: actores realizando tomas arriesgadas, pilotos, etc.) 
sus acciones incorporan como genuina motivación el beneficio económico u otros 
objetivos triviales no la inspiración de verse involucrados en causas altruistas 
o defendiendo causas más nobles.
• Héroes por el valor inherente de sus acciones.
Nuestros héroes tampoco son reverenciados por el valor inherente de sus acciones o actuaciones 
dentro de un contexto ético global, es decir no se caracterizan por actuar 
contra aquellas epidemias que asolan las sociedades. Ej: no debería tenerse en 
la misma consideración meter una pelota en una cesta que luchar por la defensa 
de los derechos humanos, civiles o del trabajador. La primera práctica no 
permitirá una evolución positiva de la sociedad, la segunda obviamente sí. Ya 
saben cuál es más admirada por la mayoría de ciudadanos. Con enorme diferencia. 
¿No recuerdan los vellocinos de oro de la época de Moisés? Pues intensifiquen 
aquellas imágenes hasta el infinito para equipararlas con las glamorosas 
celebridades en 
la actualidad. Aderecen luego las imágenes con el dolby surround. ¿Seguro que hemos evolucionado en los últimos dos mil años? 
¿Quizás es que ahora somos en promedio dos mil veces más idólatras que en la 
época romana?
• Héroes por el valor inherente de sus acciones (2). Héroes de ficción.
Los héroes, si se dan cuenta, son valientes, campeones, y todo lo que 
ustedes quieran... dentro de un marco prefabricado o artificial como una pasarela, un plató o 
terreno de juego. Fuera de ellos, la gran mayoría, se comportan como personas 
normales y corrientes. Peor todavía, a muchos de ellos no hace falta más que escucharles un par de 
ratos para darse cuenta de que no alcanzan ni el nivel educativo del ciudadano 
medio. Dato 
este argumento, ¿no deberían ser considerados como héroes irreales, de ficción o 
de "mentirijillas" más que personajes a imitar?
• Héroes por el valor inherente de sus acciones (3)
Sus mayores convicciones parecen provenir de la ambición ganar títulos para 
sí mismos y obtener dinero. La ética se relega a un aspecto secundario, unas 
veces se toma accesorio, otras ni siquiera se considera salvo de forma marginal. 
Los ídolos deberían calificarse como los mercenarios de la gloria. La mayoría 
parece imponerse el hábito de desentenderse de temas de actualidad, para 
solazarse el día correteando tras una pelota, actuando, haciendo reír o 
cambiándose de ropa sin rubor. ¿No deberían calificarse esta manera de proceder como irresponsable, huidiza, cobarde, 
egoísta, infantil e 
inmaduras más que un patrón a reproducir? Pues no, pertenecen al club de los que 
más dinero ganan y puesto que el dinero se toma como medida de todas las cosas 
en una sociedad materialista, forman parte del grupo de personajes más 
influyentes de este planeta. Así nos va.
• Héroes por el valor inherente de sus acciones (4)
En resumen, que mientras que otros grandes hombres y mujeres lloran por no 
poder atajar o controlar acontecimientos que generan muerte, tristeza o algún 
menoscabo en la piel de miles de individuos, estos súper-elogiados divos se 
afligen, lloran, ríen y/o se desviven por conseguir triunfos de bajo nivel o se 
rebozan en el suelo tras la victoria en algún partido de pelota, la obtención 
de un título de hojalata o el incremento de ventas de un artículo de consumo. 
Peor aún, algunos se vanaglorian afirmando que "no quieren perder ni a las 
chapas" (o a la play station). ¿Hablamos de verdaderos héroes o de niños 
imberbes? Dicho esto, y leídos los anteriores puntos creo que 
deberíamos reflexionar con carácter de urgencia sobre a quién aplicamos la 
denominación de "ídolo", "héroe", "campeón" o "gran persona". 
• Héroes por su capacidad de sacrificio.
Los ídolos no se caracterizan por demostrar mayor empeño o capacidad de 
sacrificio y superación que multitud de otros individuos menos célebres. Es más, 
el porcentaje de personas que trabaja con igual o más ahínco que muchos de 
nuestros divos es 
enorme. Posiblemente usted querido lector trabaje más duramente que algunos de 
los personajes a los que admira. Más de uno de estos ídolos me sé que se pasa 12 
horas durmiendo. Quizás deberían admirarle ellos a usted. Y no lo digo en broma.
• Héroes por el esfuerzo y la dedicación.
Dicen que son ejemplos de esfuerzo y superación y aunque esto es una obviedad, 
fíjense que cualquier persona que dedique su talento a desarrollarse como 
técnico en varias especialidades (y no sólo en una) y adquiera el hábito de 
mantener un ocio activo y constructivo ya podría ridiculizar esta sentencia, por 
no mencionar a personas empleadas en duros 
trabajos (mineros, pescadores, madres solteras, etc). No les expongo mi caso 
particular para no reducir a 
escombros esta sección.
• Héroes por el esfuerzo y la dedicación (2).
En realidad, la defensa de este argumento resulta cuanto menos discutible ya que dentro de la escala de ídolos 
y héroes, hay algunos que dedican diez o doce horas diarias a su profesión y 
otros no más de la mitad y no existe una correlación entre el tipo de 
retribución económica o elogio social en función del número de horas trabajadas. Ej: 
las practicantes de natación sincronizada entrenan desde la más tierna infancia 
muchas más horas que la mayoría de deportistas de élite y no por 
ello obtienen más dinero o reconocimiento. Nuestros ídolos, por mucho que se les 
pueda aplicar la cualidad de "esforzados", no lo son más que muchas otras 
personas a las que se tiene en menor consideración.
• Héroes por el talento.
Cualquier “talento” se considera hoy en día como apreciable, ejemplos: ídolos de 
la telebasura, peloteros, 
cantantes como proyectos de marketing sin ápice de originalidad, mujeres con más 
presencia que inteligencia... y no sigo para 
no aburrirles. ¿Ustedes creen que las cualidades 
adscritas a los protagonistas de tales "empleos" deberían tomarse como valiosas y apreciables en tal planetaria magnitud? ¿No se presta este argumento a  
discusión? ¿A qué denominamos "talento" hoy en día? ¿Cuáles son las cualidades que 
más valoramos en otro ser humano?
• Héroes por la retribución devuelta.
Invertimos miles de horas de nuestro tiempo aplaudiéndoles o riéndoles las gracias. Eso aparte del 
dinero que entregamos para "financiarles". Todo ello para obtener 
unos cuantos momentos de diversión que en ocasiones (como en encuentros 
deportivos) se compensan con otros de tristeza. ¿No 
debería estimarse esta como una inversión ruinosa sobre todo si se tienen en cuenta esas presencias tan 
ampulosas y grandilocuentes? ¿No deberían ellos fomentar en nosotros un 
empuje a nuestro carácter, cultura y autoestima por cada momento que acudimos a 
"disfrutar" de su presencia? ¿Realmente valen el sueldo que se ganan? ¿Vale la 
pena prestarles tal descomunal atención? Mi opinión: no. O sí, sólo si se 
dosifican con moderación y no se espera de ellos más que pasar un rato 
entretenido sin mayores pretensiones.
• Héroes por la retribución devuelta (2).
Puesto que la mayoría de los que me leen se mantienen con un sueldo medio y 
llevan una existencia común y corriente, ¿no se les ocurre que sería al menos tan inteligente observar los comportamientos 
de sus semejantes en la misma situación y aprender de sus fortalezas para 
construir una existencia más intensa y satisfactoria? Hay gente 
que no es muy rico ni famoso pero disfruta de una calidad de vida envidiable. Averigüen 
cómo lo han logrado. De todos los seres humanos se puede extraer beneficiosas 
enseñanzas. Todos sin 
excepción poseemos cualidades destacables, otra cosa es que queramos 
desplegar nuestras alas. Sí es verdad que para hallar respuesta a muchos temas científicos o 
psicológicos deberán acudir a un experto o leerse un buen libro. Lo que sí queda 
claro es que contemplando a un rico de forma pasiva no va a contribuir a 
aumentar sus riquezas, ni esa mujer tan bella se va a materializar en su dormitorio 
por mucho que usted contemple su imagen durante horas. Por 
otra parte, dudo que un tipo que habita en una lujosa mansión les regale alguna 
útil reflexión 
sobre cómo ahorrar en el recibo de la luz o cómo prestarles una mejor educación 
a sus hijos. Corolario: ¡cuídense muy bien en elegir en qué espejos desean 
reflejarse! ¡Puede que acaben entregándoles su vida a cambio de unas míseras 
alegrías efímeras!
• Héroes y personalidad de los seguidores.
Dedicarse a contemplar las actuaciones de otros 
como pasivo espectador resulta una tarea en muchas ocasiones mucho más aburrida 
y menos gratificante que porfiar por obtener una formación integral de la personalidad que 
propicia un mayor protagonismo en todas las esferas de la vida y que 
incluye en el menú ingredientes tales: cultura general, magisterio en alguna 
especialidad, ejercicio 
físico, cultivo de las amistades, participación en tareas comunitarias, etc. En 
realidad, nuestros ídolos nos prefieren atados a un asiento, como 
seres sin iniciativa, carentes de espíritu crítico, ignorantes e incapaces de 
reflexionar con una mínima solvencia. De este 
modo, saben sin ápice de duda, que jamás discutiremos su reinado. Yo, por 
mi parte, les conmino a liberarse de su yugo y construir una existencia original y de 
aventura. No aniquilen al niño que seguro aun llevan dentro, ese que siente una infinita 
curiosidad por el mundo que le rodea. Yo jamás permitiría tamaña afrenta.
• Héroes y la felicidad (correlación).
Uno podría imaginar que el hecho de erigirse como un referente para millones de 
personas causa un sentimiento de profunda satisfacción. Sin embargo, hemos podido 
contemplar a lo largo de la historia miles de ídolos caídos por diversas 
causas: desavenencias conyugales, adicción al alcohol, drogas o medicamentos; 
síntomas profundos de depresión y ansiedad, alteraciones de personalidad, dificultades 
para asimilar el éxito, y un larguísimo, etc. Incluso 
suicidios. Los ídolos, como podría esperarse, no son más que tipos normales con 
algunos rasgos o aptitudes exacerbadas. No siempre, ni mucho menos, los considerados más 
exitosos son los que disfrutan de una mayor felicidad, al igual que resulta absurdo 
considerar al individuo más rico como el más dichoso. El ser humano es mucho 
más complejo. Lo que no hay duda es que este sentimiento de éxito, felicidad o 
autoestima proviene de una simbiosis entre el reconocimiento por los logros profesionales, un sentimiento 
de apego emocional a alguna causa trascendente, una buena salud, y unas 
relaciones sociales satisfactorias. Hablaríamos de un equilibrio entre amor, 
dinero y salud, además de una desarrollada capacidad para valorar lo que se 
tiene. Sí, valorar lo que uno tiene es un arte en el que muy poca gente 
(especialmente la que vive en el primer mundo) obtendría una nota superior al aprobado.
Corolario: los dioses son humanos, lloran como todos nosotros y en multitud de 
casos ni siquiera muestran una mayor satisfacción vital.
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