El adolescente y el ídolo
El adolescente y el ídolo. Primera parte.
Érase una vez un adolescente de 16 años
de edad, con una educación basada en las
enseñanzas de la "Cultura del enfrentamiento".
En un momento dado de su vida, este chaval, un portento de ingeniería
psicológica, rendimiento físico e instrucción de ultimísima generación,
tropieza de forma casual con
uno de los denominados ídolo de risa del espectáculo. En ese inusitado momento, ambos se
miran, el ídolo, tan simpático, le pregunta al adolescente si lo que desea es que le firme un autógrafo.
El niño conocedor de la imagen de dicho personaje, ya que es un buen aficionado al deporte,
se detiene un momento y en ese mismo
instante le vienen a la cabeza un torrente de pensamientos...
Yo, aparte de las aburridas enseñanzas del instituto,
estudio varios idiomas, leo uno o dos libros por semana (y no precisamente
novelas), escribo artículos de diversa índole, soy administrador de unas
cuantas webs de éxito además de aprendiz de actor de teatro, y por si esto
fuera poco practico según la época del año, fútbol, gimnasia
deportiva, danza, pesas, natación, tenis de mesa y artes marciales. Y,
aunque parezca mentira, me sobra tiempo para salir de marcha. Además,
tengo unos padres que me orientan de tal modo que palian
la mayoría de desperfectos educativos presentes en esta sociedad (ídolos
mediáticos incluidos). Y no te digo, macho, en que ocupo
buena parte de mi
intelecto o cuáles son mis creencias o ambiciones porque dudo realmente que estés
en disposición de hacerte una idea, mínimamente siquiera. ¿Estás realmente seguro de que deberías ser tú
quien me lo firme? ¿Por pasarte el día metiendo balones en una canasta?
¿Y qué más haces? ¿Acaso te crees que me hace ilusión o que necesito esos estímulos de
tan poca monta? En fin,
quedaré bien con el baloncestista del Súper Real Madrid, el club más superchachipiruli del siglo XX, y dejaré que me lo firme. No me gustan los malos
rollos y además parece majo y todo. Igual, quien sabe, aprendo algo de él.
La millonésima parte que con la lectura de mis libros pero en fin, le daremos bola un
rato, que parece buen tío. Y mejor no le hablo de epigenética, la
resiliencia, el entrelazamiento cuántico y temas semejantes no sea que me
mire como si fuera un alienígena cabezudo o se les salten los plomos (y a
mí me dé la risa).
Tampoco trataré de averiguar si aparte de meter bolas en un cesto, se dedica
o reflexiona sobre algún tema de relevancia. Mejor hablamos de cosas sencillitas. ¡Juas! ¡Hola campeón!"
Unos segundos después de la reflexión el chaval retorna a la realidad,
muestra un rostro
pensativo a la vez que cierta incredulidad. Acto seguido revela un asomo de
sonrisa y decide aceptar la oblea en forma de autógrafo de
parte del famoso de turno para no generar mal ambiente. Los niños educados
por este tipo de filosofía no se caracterizan por mostrar una actitud
pedante, tampoco por alardear de sus conocimientos más que en momentos puntuales,
más bien se identifican por su carácter conciliador y a su vez por su gran sentido del humor (se
ríen hasta de su sombra incluso en días sin sol). Otra
cosa, claro está, es que comulguen con ruedas de molino o acepten dogmas de
cuatro pesetas como verdaderos sin rechistar. Que va a ser que no. De
hecho, estos chicos sí se distinguen por analizar minuciosamente cualquier
creencia antes de ser asimilada como propia, aparte, son especialmente
exigentes con sus referentes, de aquellos de los que reciben consejo.
A fin de cuentas,
el señor se ha comportado de manera amable, tampoco se merece un desplante
(no sea que luego no rinda en el partido semanal y miles de espectadores salgan
del pabellón con las caras largas, ¡oh, no!).
El chico, dada la coyuntura y haciendo gala de sus conocimientos deportivos (que son amplios
ya que incluye en su formación al deporte como un interesante hobby) le
pregunta cómo ve el el futuro del campeonato nacional y si cree que podrán
arrebatarle el título al anterior campeón, el Barça, o si se ven en
disposición de competir en Europa al mismo nivel
que el CSKA de Moscú, el Panathinaikos o el Maccabi Tel Aviv. Luego tantea
la idea de
formularle preguntas más complicadas acerca de su especialidad deportiva, pero
finalmente decide no ponerle en aprietos.
Charlan amistosamente unos minutos y ambos se marchan a casa.
El autógrafo, por cierto, acaba extraviándose. El chico, siempre enfrascado
en sus pensamientos, no se entera hasta pasada una semana. Con tanto
cotidiano quehacer ni siquiera lo había advertido (1). Cuando lo hace, se pone a reflexionar un
segundo... para continuar con la lectura de un libro de psicología.
Nota: podría haber utilizado como ejemplo a uno cualquiera de los ídolos
paridos en esta sociedad del despelote (adjetivo que queda muy a juego
por su relación con los ídolos peloteros).
Segunda parte
El desglose de esta sección surge a partir de una película que vi no hace mucho, y de cuyo
título desafortunadamente no logro acordarme, en la cual se ve a un padre asistir a un partido de béisbol
de la máxima competición en asientos de primera fila con su hijo pre-adolescente dotado de una inteligencia
superdotada. En un momento determinado, mientras los
jugadores proceden al calentamiento pre-partido, el padre llama al bateador
más reconocido y le pide con respeto y amabilidad, como si
este fuera un ser de otro mundo, que le firme un autógrafo para su
hijo. El bateador accede y podemos contemplar a continuación cómo se le
iluminan los ojos al chaval al tiempo que su rostro revela un rictus de satisfacción y
agradecimiento
tal y como
si le se le hubiera aparecido el genio de la lámpara y le hubiera concedido
un deseo en forma de frase motivadora súpercalifragílista y espialidosa: "Tú también puedes hacerlo". Probablemente ese día se
enmarque como uno de los más gratificantes de su vida. "¡He conocido a un
ídolo!"
En fin sólo espero que tal acontecimiento no transforme los pensamientos del
adolescente y lo redirijan hacia el mundo de los toca-pelotas. ¡De
esos ya tenemos muchos!
¡Noo, hijo no les hagas caso! ¡Tú tienes que ser mejor que ellos!
¡Y eso para ti seguro que está "chupado"!
No nos engañemos. Alguien debería decirle a ese chico (no al chaval del
primer ejemplo ya que en ese caso no haría ninguna puñetera falta), pero sobre todo a
sus progenitores que su talento e inteligencia bien dirigidos pueden ser más
necesarios y provechosos que los de aquellos dotados con la "maravillosa" disponibilidad para batear
o patear una pelota, pilotar un coche o una moto (y mejor no sigo que la
lista de ejemplos puede ser muy larga). ¡Más todavía en época de crisis!
Es el deportista (actor, artista) en este caso, quien debería situarse en un escalón inferior porque los
valores y objetivos que defiende son también de orden inferior. Y cuando
escribo un escalón demuestro una generosidad infinita. Por cierto,
que una afirmación tan sencilla de entender como la que expongo resuena como un
auténtico disparate en una sociedad tan retrógrada y pintoresca como la
nuestra.
Y, por cierto, en absoluto se refiere este punto de vista para aquellos
chavales (o adultos) con una inteligencia superior a la media, no se
equivoquen, se puede
aplicar a todo ser humano dotado de un mínimo de curiosidad y ganas de aprender. En
resumen, a todo mortal con "dos dedos de frente".
Tercera parte
No entiendo por qué se les
toma el pelo a los adolescentes de esa manera. ¿Por qué les maneja
como si fueran tontos o retrasados cuando muchos de ellos
apuesto a que progresivamente
podrían incorporar a su creciente personalidad ideas de envergadura sin pestañear? Entiendo que a un niño
de corta edad se le inculquen historias como la de los Reyes Magos o que se le intente
adoctrinar aleccionar convenciéndole de que un futbolista, un piloto,
un cantante de música comercial, un personaje de la farándula o una supermodelo constituyen algunos de
los mejores paradigmas a imitar. Puedo aceptarlo en principio como (medianamente) lógico,
pero creo que una vez abandonada esa etapa debemos dejar de lado los cuentos
de hadas, los Ratoncitos Pérez, Papa Noëls, Peter Pans, Harry Potters e infantiladas
de tal calibre. Posteriormente y de forma gradual iremos imprimiendo en su armazón
mental
nociones de más nivel como por ejemplo que ningún adorno exterior les
convertirá en mejores personas ni mucho menos en alguien más admirable. ¿Cómo
vamos a educar hombres y mujeres con mayúsculas fomentando argumentos tan sibilinos
como la exaltación de la imagen o el perverso y nocivo deseo de perseguir el
dinero como el más genuino fin? La respuesta es
obvia: jamás de los jamases. ¡Es im-po-si-ble!
El problema es más
gordo de lo que parece a simple vista y con pocos visos de solución pues ¿quién se encargará de tomar el mando, levantará la voz y negociará una instrucción con
unos parámetros que sustituyan y enmienden a los actuales totalmente
obsoletos y retrógrados? ¿Quién se armará de valor para ponerle el cascabel al gato? Mal veo yo
la cosa. Muy mal. Demasiados intereses creados de por medio.
Dudo que un técnico-especialista de cualquier disciplina
tenga la preparación y el carácter adecuado para acometer un proyecto de tal
envergadura.
Primero se debe formar a la persona en valores y luego que esta se
prepare para cursar la carrera el empleo que le dé la gana. Justo al revés de lo que se propone en esta sociedad
donde la
educación parece orientarse a crear triunfadores especialistas sin importar
la deontología moral que estos propugnan. Ej: el famoso deportista al que
apartas de su radio de acción y no sabe hacer la O con un canuto. ¡Vamos
bien! ¡Primero se deben de formar Personas, luego a los especialistas, no al
revés!
Esta ideología y sus postulados sólo pueden germinar en un entorno que propicia actitudes egoístas, que ensalza de manera enfermiza la obtención de fama, dinero y popularidad; que gusta del chismorreo y la cáustica rumorología muy por encima de la adquisición del conocimiento científico o la dedicación a la reflexión profunda (denostada en grado máximo). Las consecuencias suponen un atentado contra la salud emocional y el grado medio de libertad del individuo-tipo. En efecto, la gran mayoría de ciudadanos (en torno al 95% según he podido entresacar investigando un poco) no sólo se entera de "la misa la mitad" si no que es hábilmente manejada, abducida y dirigida por "entes superiores" que les seducen, les hipnotizan con sugestivas imágenes y una verborrea tan repetitiva y machacona de tal modo que estos acaban diciendo, creyendo, comiendo, ensalzando o incluso criticando lo que previamente ha sido implantado en sus mentes, que por cierto, no han sido en modo alguno preparadas para discriminar la información relevante de la accesoria.
Lo peor de todo este embrollo es que este enorme porcentaje de individuos realmente cree que decide basándose en un criterio racional. En realidad, su libertad de decisión viene condicionada por el establishment, por el poder mediático. Sí, señor, acierta usted de pleno, vivimos en una especie de congregación sectaria donde la gran libertad o el gran amor no son más que meras ilusiones. Puras utopías, sucedáneos de las imágenes originales. Si alguien me pregunta cuáles son las razones, la respuesta sería contundente: usted ni nadie debe pretender tales quimeras so pena de ser tachado de loco o irracional. ¡Si tal fuera el caso la mayoría de ídolos, la sociedad tal como la conocemos se derrumbaría sobre sí misma y cientos de mandatarios y miles de de empresas se iríana hacer puñetasal garete! Quedarían retratados, avergonzados, derrocados de sus pedestales. Así que ya sabe, no lea usted tanto, mejor compórtese de manera "obediente" y váyase al estadio ver al equipo de sus amores o sintonice "El Gran Hermano". Que le aproveche.
¿Cuándo suponen que van a madurar las próximas generaciones a partir
del hecho de embutirles una
cultura de no-esfuerzo, de lo-quiero-todo-hecho-y-rápido y con toda esa retahíla
de pseudoverdades de tres al cuarto pululando por el ambiente? ¿A los 40? ¿Cuando se casen? ¿Cuando se divorcien?
¡¿Cuando se jubilen?! No lo van a hacer a tempranas edades, obviamente, a base
de digerir ideales-basura generados minuciosamente por una una
sociedad tan permisiva, ignorante, hedonista y derrochadora y que encumbra a
cientos de referentes
de discutible valía. Tampoco prometiéndoles un sueldo mileurista a
aquellos esforzados estudiantes que acaben carreras superiores tales como
ingeniería, arquitectura, periodismo (y etc, etc). ¡Con esas perspectivas de
futuro se van a sentir ciertamente motivados en cumplir con lo que se espera
de ellos!
Y por otra parte, por favor, ¡no me
digan que sus retoños van a ponerse a llorar si se les confronta con ideas de
dimensiones planetarias y no con otras arbitrarios o dirigidos a entretener al personal! ¡Oh, pobrecillos se van a
traumatizar si se les dice que la figura de un futbolista no es "tan ideal
como la pintan"! ¡Ja! Es mucho más fácil que a la larga ocurra
justo lo que tratan de evitar, precisamente por no haber gozado de la suerte de recibir
unas enseñanzas de calidad: aquellas que les enfrenten cara a cara
con la cruda realidad.
Claro, luego ves a un gran porcentaje de jóvenes ya talluditos hablar y
comportarse de manera atolondrada. La mayoría de ellos, aun con 20 años
parece que tengan las neuronas en estado de hibernación. Además, hoy en día,
según parece, no terminan de emanciparse psicológicamente hasta cumplidos
los 25. Otros muchos no llegan a sacudirse ese estado de abotargamiento
hasta sobrepasada la tercera década. Por cierto que lo de irse a vivir por su cuenta
lo dejamos para pasados los 35 (así de mal pinta el panorama en la
coyuntura económica actual). Eso con
suerte. E incluso los universitarios, de los cuales uno espera que
construyan los pilares de la nueva sociedad, que sean los abanderados de
ideas originales y renovadoras, parecen igual de confundidos que los
adultos, garantes de una cultura que
sólo les sirve para salir del paso.
El asunto es más grave de lo que
piensan, muchos de nuestros aspirantes a adultos no ocultan su predilección por
inhalar
marihuana en forma de porros o ponerse hasta arriba de alcohol el fin
de semana muy por encima de adherirse al hábito de leer libros semejantes a
los presentados en mi
bibliografía, la vía más rápida para alcanzar un alto nivel de conocimiento
de sí mismo y del mundo que les rodea. Además, me apuesto cualquier cosa que si
hiciéramos una
multitudinaria encuesta, la
mayoría tomaría como referentes o profesaría gran admiración a la mayoría de
ídolos campeones del entretenimiento, antítesis la mayoría de la defensa de
la ciencia y el íntimo conocimiento. ¡Podemos confiar pues en que las nuevas generaciones siembren
la semilla para la gestación de una sociedad más evolucionada! ¡¡Ja!!
Siguiendo con el análisis a nuestros jóvenes promesas, prácticamente todos ellos necesitarían cien años de estudios reglados para
llegar al nivel de entendimiento de un adolescente formado con los
postulados que definen la "cultura del enfrentamiento". Y ni aún así. ¿Por
qué? Por la simplísima razón de que cientos de ideas y hábitos jamás serán
asumidos
bebiendo de las fuentes de este régimen tan prosaico(2). No les
doy ni una mínima oportunidad. La suerte para muchos está echada. Es mucho
más fácil que agachen la cabeza, asientan y asuman como aceptable un modesto
destino sin rebelarse ni hacerse preguntas existenciales. Y el entorno
les hará un flaco favor confundiéndoles de tal modo que no sabrán diferencia
lo útil de lo accesorio. Terminarán con los mismos
esquemas mentales que el resto de la masa de individuos y organizando su vida en un
pequeño cubículo, con un "cacao" mental de no te menees,
emitiendo frases tan ingenuas y carentes de temperamento como:
"Ostia
tío, con lo buena que está, ¿cómo es que no te gusta, eheh?", o, "Es guapo,
rico, ¡lo tiene todo!", "A mí me da igual qué tipo de
persona sea, yo lo que quiero es que marque goles para mi equipo", "Hay que ganar (partidos, dinero), por lo civil o por lo criminal.",
"¡Bah, yo paso de leer libros, eso es un rollo, me voy a jugar
a la consola!", "Yo creo que fumar porros mola mogollón, ya
llevo 5 hoy", "Hemos ganado el partido hay que celebrarlo con
un gran botellón!", "Pon, pon el Gran Hermano que quiero ver quién
se ha enrollado con quién en los últimos dos días", "Me he
tirado a una amiga, sé que estoy casado pero si echas una canita al aire una
o dos veces eso no es engañar, además yo quiero mucho a mi mujer",
"Estoy
pensando seriamente en ponerme un piercing en la vagina y tatuarme la nalga
izquierda", "Bah, fumar
no es tan malo, hay cosas peores, además de algo te tienes que morir", "Yo quiero ser como la tía
esta que sale en la tele, dice cuatro burradas, se burla de todos y encima
le pagan una pasta, ¡quiero ese empleo!", "Jo, tía no sé cómo puede salir
de casa sin maquillar y con esa ropa, ¿no tienes nada de marca?" o el manido y famoso "No te calientes la cabeza, el mundo no se puede
cambiar", "Este fin de semana salimos hasta el domingo y hay que
aguantar sin dormir: porros, drogas, y alcohol, ¡viva la fiesta!"
Podría servirles en bandeja miles de frases como las anteriores pronunciadas
por los que yo denomino individuos-tornillo. Esta denominación recae en
aquellos individuos que no atisban más realidad que la que alcanza su ojo,
que jamás se han esforzado por elaborar un pensamiento propio y original,
que acatan todo tipo de ideas por absurdas que parezcan por el mero hecho
de haber sido protagonizadas por los "jefes de los tribu", por esa especie
de héroe de baratillo que pulula por los medios audiovisuales vomitando sus
alegrías y desdichas.
Son tipos que transigen sin mediar un proceso de reflexión previo. Antes
hemos podido constatar algunas de las frases que ilustran un poco la
coherencia de estos individuos-tornillo, ahora finiquitaremos este pasaje
con un nueva pincelada en tono de sorna.
"¿A ti te
parece correcto que en España haya cinco millones de parados, que a gente
con instrucción de alto nivel no le retribuyan más que con mil euros mensuales y sin embargo
muchos divos del espectáculo se lleven la mayor parte del pastel?", "Pues...
me
parece bien, porque generan eso y mucho más". Ok, magnífico, con
actitudes tan condescendientes como la anterior, en un futuro tan cercano
con un poco de suerte, estos divos generarán el doble, pues se
multiplicará la
plaga de individuos sumisos y quizás para ese (¿glorioso?) día alcancemos el
millón de empleados formados en escuelas universitarias, cuyos sueldos se equiparán a
uno solo de los primeros... ¡juntando a todos los titulados! ¡Y eso sin contar a los
parados o los que han fracasado largamente en el intento de abrigar un
empleo! Ese día el reconocimiento de
determinados ídolos (algunos de los cuales por cierto no dudaron en abandonar los estudios
a muy temprana edad) valdrá más que el trabajo y la sapiencia de todos los anteriores
mencionados. ¡La educación habrá sido
desmembrada y aniquilada! ¡Vivan nuestros ídolos y nuestra sistema
educativo! Llegado a tal hito en la historia de la humanidad se inaugurará
un día festivo mundial "El día del esclavo". Lo peor es que muchos
universitarios seguirán con su actitud sumisa afirmando: "Bueno, las cosas
son como son y no se pueden cambiar". La educación materialista,
como hemos podido contemplar en este blog,
resulta magnífica para la concepción de millones de gregarios.
Sin embargo, la parte positiva de vivir en un ambiente tan enrarecido y con
gente tan despreocupada y poco versada en el arte de vivir la vida con
sensatez es que un chico de 15 o 16 años
con un poco de esfuerzo físico e intelectual dirigido por un educador
versado en las enseñanzas de "la cultura del enfrentamiento" podría
fácilmente llegar a ser más maduro, sano, intuitivo, avispado, polifacético,
culto, reflexivo (y un largo y demoledor etcétera) que muchos otros (adultos por
supuesto incluidos) formados a base
de "tragarse" encuentros deportivos, películas y series con actores reconocidos, programas de telebasura,
escuchando los telediarios vespertinos, leyendo periódicos deportivos o revistas de
variedades, atiborrándose de comida grasosa y
aceitosa en el McDonalds, en
el Burger King, en el Telepizza o abusando del alcohol y fumando porros; pasándose horas pegado al smartphone, al facebook o a la consola,
entablando cientos de conversaciones sobre temas baladíes, tratando el sexo como un "intercambio de material o de flujos" y
estableciendo una relación directa entre una supuesta felicidad y la
acumulación de material. Y aunque muchos otros presuman de título universitario,
devoren revistas de
ciencia o lean una novela mensualmente tampoco les va a servir para llegar
al nivel del primer adolescente. No les quepa la menor duda. Deberían
antes desprenderse de todos los residuos proyectados por los representantes
de la cultura de masas. Y esa tarea es más que peliaguda, porque el
efecto-taladro nunca cesa. Consejo: mejor resguardarse de los ruidos y
meditar. Mejor recluirse en una estancia para emprender la lectura de un buen
libro de los contenidos en mi bibliografía.
Pero a ese excepcional y polifacético joven dudo mucho que
esta sociedad le ayude o se le reconozca debidamente en comparación con
otros que poseen un único talento especial. Ese es el verdadero problema,
que él jugaría el papel de excepción a la regla , pasaría ser visto como una
anormalidad o "cisne negro" (3) en semejante
ecosistema. Una rara avis, digna de ser estudiada.
Hay un conocido aforismo que reza: "Se necesita una tribu entera para educar a un niño".
Desgraciadamente los miembros de esta sociedad parece compinchados en evitar extraer el máximo potencial de cada niño y "teledirigirle" hacia dios sabe qué ridículos objetivos (¡¿meter una pelota en un hoyo?!). Tranquilo chaval, algunos, aunque nadie nos patrocine ni con un paquete de pipas, nos dedicaremos a recopilar y sintetizar las enseñanzas más poderosas de todos los tiempos, recompondremos las piezas de la naturaleza humana con la información más actualizada y elaboraremos una Nueva Teoría de la Educación para intentar hacer de ti un hombre (una mujer) como ha habido pocos. Como ni siquiera podrías imaginar.
Tú serás el portador de la piedra Rosetta del legado humano y tu cometido será defender allá donde vayas los valores considerados esenciales y pergeñar un destino para la sociedad futura. Un ser humano del que todos se sientan orgullosos.
Si el resto de la humanidad prefiere empeñarse en aplicar todo el conocimiento adquirido en cuidar de sus queridos y amados objetos de compañía despreocupándose de su propia esencia, nosotros nos sacudiremos de un plumazo sus tristes consejos, utilizaremos ese desarrollo ingente de la tecnología y la haremos servir en aquellos seres que consideramos más importantes. ¿Quiénes? Nosotros mismos. ¿Acaso vamos a permitir que un "smartphone" o un maldito coche evolucione de manera meteórica año y tras año, mientras nosotros nos quedamos estancados en el mismo lugar, con los mismos insignificantes pensamientos, el mismo sueldo mileurista o ensalzando a los mismos raquíticos héroes de novela de ficción? ¡No podemos ser tan tontos! ¡Los objetos y la tecnología deben servirnos para aumentar nuestra libertad, para abrir nuestra mente a nuevas posibilidades no para reducirnos a autómatas sin voz ni voto, no para esclavizarnos diariamente en un trabajo que odiamos! ¡Deberíamos utilizar todo ese caudal de conocimientos para volvernos más fuertes, inteligentes, motivados, enchufados a la vida, tipos que experimentan cada momento como si sólo les quedara un último resquicio de aire en sus pulmones, como si de sus actos dependiera el futuro de la sociedad! Puedes considerarte un don-nadie y asumir tu condición de personaje secundario y acudir a la sinagoga o estadio a adorar a los "seres superiores" o puedes desde hoy mismo rebelarte, creer en ti mismo, proponerte grandes objetivos y enfrentarte a todos tus anteriores guías. ¡Tú decides!
Notas:
(1) A mí me sucedió una anécdota
similar con el
entonces jugador del Barcelona, Roberto Fernández, un excelente
deportista y un buen tipo además (lo de gran persona ejem dejémoslo por favor).
Tenía yo mmm, no lo recuerdo muy bien, 9 o 10 años supongo. Ha sido el único
autógrafo que he pedido en toda mi vida. Lo perdí poco después. No tengo ni
idea ni cuándo ni dónde. Sí sé que no me preocupé demasiado por tal extravío. Yo,
desafortunadamente, por
entonces, seguía viviendo en el otro universo
"para lelos" y nadie me advirtió que yo sí tenía cerebro y facultades
como para no preocuparme de tanto pelotero. Penoso. Espero que usted o su
hijo no pertenezca al "gremio"... porque tenga claro que va a
ser adoctrinado de manera sibilina hasta que acepte asumir su condición de
individuo-masa. Sí o sí. ¡Si procura lo contrario le darán por todos lados!
(2) Ejemplo: podría aprender yo más
en dos semanas sobre cientos de diversos temas (digamos, leyéndome 7 libros)
que muchos de los individuos materialistas en toda su vida terrenal y alguna
posterior espiritual. Eso en dos semanas. Denle a un chaval medianamente
listo un par de años bebiendo de las fuentes de "la cultura del enfrentamiento"... y ya
hablamos.
(3) La Teoría del Cisne Negro o Teoría de los Eventos del Cisne
Negro es una metáfora que encierra el concepto de que un evento es una
sorpresa (para el observador) y tiene un gran impacto. Después del hecho, el
evento es racionalizado por retrospección.
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