Especialización. Mentalidad reducida. Cultura del "constreñimiento"

Creado: 22/3/2012 | Modificado: 15/5/2012 3083 visitas | Ver todas Añadir comentario



Especialización. Mentalidad reducida. Cultura del "constreñimiento"

En la escuela, en la época infantil y preadolescente nos adentramos en el estudio y perfeccionamiento de muchas áreas de conocimiento, aplicándonos en la absorción de temáticas variopintas como geografía, matemáticas, idiomas, lenguaje, religión (o ética), etc, para poco a poco, a medida que maduramos y nos convertimos en personas adultas, especializarnos de manera gradual.

Ya en el instituto, dependiendo de nuestras inclinaciones educativas y nuestros proyectos de futuro, debemos discernir qué rama es la que mejor se adapta a nuestros intereses: ciencias, humanidades, literatura son algunas de las opciones concurrentes. En el siguiente escalón (si es que alcanzamos ese nivel), en la universidad continuamos con el progreso de determinación de objetivos al optar por una carrera de nuestro agrado. Aumentamos el nivel de autoexigencia y nos rompemos los codos absorbiendo información relativa a derecho, filología, filosofía, enfermería, alguna ingeniería, etc. Nuestro número de asignaturas sigue siendo elevado, pero el ámbito en las que se constriñen es mucho más restringido. Para concluir nuestros estudios universitarios abordaremos el proyecto o tesis de fin de carrera que constituye la guinda del pastel o colofón al tedioso proceso de contracción de nuestra relación con el atlas cultural. Hemos pasado de un conocimiento general ý básico a uno más específico y especializado en varios pasos escalonados.

Lógicamente, no todo el mundo puede saber de todo y los requisitos de una sociedad de técnicos especialistas procura esta línea de operación. Al encontrar un trabajo, si imaginamos la rama de ciencias, podemos acabar programando en un único lenguaje con nuestra mirada fija en la pantalla del ordenador durante 8 larga horas. En otros ámbitos laborales, hablaríamos de ser profesores impartiendo la misma asignatura una y otra vez. Mecánicos en un taller, obreros, etc. Los modelos se cuentan por millones.

Por otra parte, nuestras obligaciones se han incrementado (casa, familia, pareja o cónyuge, etc). Finalmente apenas si disponemos de tiempo libre salvo para sentarnos cómodamente para ver a nuestro equipo disputar un partido o al actor/actriz de turno protagonizando una interesante película donde acribilla a balazos a un montón de tipos malvados. Bueno, no exageremos, un porcentaje más que respetable de individuos dispone de suficientes recursos y tiempo libre como para practicar algún deporte regularmente, leer diariamente el periódico, algún libro cada cierto tiempo, que seguramente será una novela, salir con los amigos o aventurarse en algún viaje en algún paraje más o menos lejano.

No obstante, son contadas las excepciones que deciden prolongar su formación más allá de sus deberes como empleado, siguiendo la senda descrita por la esfera profesional a la que pertenece. Debemos apretarnos el cinturón para cumplir con el pago de hipotecas, centrarnos en nuestro trabajo o asumir las cargas familiares. Por tanto, en los ratos de asueto preferimos divertirnos o despejarnos la mente antes que "exprimirnos más las neuronas". Es más, he escuchado con reiteración aquella manida frase "ya no me apetece estudiar más", después de finalizar los estudios universitarios o de segundo grado, como si ese proceso nos hubiera fatigado sobremanera, como si ese proceso de adiestramiento hubiera resultado una carga y su cumplimiento nos devolviera una sensación de sosiego y descanso.

En mi caso,  no puedo menos que llegar a la conclusión que las reglas y convenciones sociales me quieren ver reducido a un simple tornillo. Un tornillo que debe quedar relegado o ajustado en un pequeño hueco, para gracia y buen funcionamiento de la Gran Maquinaria. Y es debido a ese obediente actitud de obligado cumplimiento por lo que se me premia. Un tornillo que no debe rebelarse, que no debe tener grandes sueños salvo los preestablecidos por que se consideran utópicos, porque te techan de idealista o ingenuo, por que las cosas son así y deben ser aceptadas por narices. En otro caso, me incitan a madurar y aceptar las condiciones impuestas so pena de decepción, reprimenda o incluso catástrofe. Si he de serles sincero, me invaden unas ganas tremebundas de darle un puntapié al montón de preceptos educativos que reinan en esta mal llamada "sociedad de la información". Debo ser paciente.

El individuo más especializado es considerado el más apto y reconocido, independientemente de cualquier otra consideración.

No se crean que lo relatado en el párrafo anterior me parece injusto o inmoral. Al igual que una robot o engendro mecánico se compone de unos dispositivos integrantes cuyo ensamblaje permite que ese objeto alcance su máxima potencia y rendimiento, léase motor integrado por tuercas, tornillos o cables, en una sociedad o sistema regulado deben existir pautas o reglas para lograr un perfecto desempeño de sus funciones inherentes. Es decir, cada componente o individuo debe comprometerse en ocupar el lugar que le compete. Esos lugares además ya vienen impuestos por la ley de la oferta y la demanda. Si la tendencia general fuera el alzar la voz o pretender una mayor independencia se produciría una alteración del orden que desembocaría en avería generalizada, es decir, el caos, la anarquía. Otra cosa es que ese lugar ocupado sea de la satisfacción de uno. Las ambiciones y educación personal definirá el eslabón dentro de esa cadena de privilegios.

Sin embargo, albergo la extraña impresión de que hay algo que se me oculta, que no se me es revelado: ¿Significa una licenciatura, una bonita relación, una situación económica desahogada y unas cuantos atractivos intereses el éxito en la vida? ¿Son esos tipos que contemplo entre luces y bambalinas realmente ejemplos dignos de admiración? ¿Los que deben servirme como guía o referencia? ¿Si no formo una familia deberé considerarme como un fracasado o un inmaduro?  ¿Qué amor es más elevado: a una sola persona, a una institución, a una idea, a una familia, al género humano? ¿Alguien me puede presentar a quienes dictan dicta las normas en esta sociedad para entablar una "amistosa" charla? No dejo y no dejaré de formularme unos cuantos miles de preguntas del mismo tipo, sobre las cuales rara vez recibo respuestas satisfactorias, más bien los sempiternos: "No te calientes tanto la cabeza. No sirve de nada", "Céntrate, céntrate en tus estudios", etc, etc.

Lo de ser un tipo  normal, corriente y acomodado me aburre sobremanera. Si no puedo desafiar al mundo, a sus reglas y a sus metáforas irrisorias, y porfiar por rescatar a la princesa de las garras del ogro malvado ciertamente me aburro. Princesas ya no quedan (aunque en España disponemos de simpáticas Infantas), pero los ogros pululan por doquier. Y no se crean, la mayoría no son feos y malolientes, más bien visten atuendos caros y perfumes de marca.

A nadie le pido que me regale nada, pero en mi interior bulle el firme convencimiento de que las aspiraciones adecuadas para un tipo como el que suscribe van más allá de los cánones especificados como lógicos. Ni mi cerebro ni mi corazón se van a conformar con tales argumentos simplones. Y así seguiré profundizando como un topo infiltrado en las galerías y celdas de la sociedad subterránea, recopilando datos para algún día ascender y proclamar a los cuatro vientos el estado de deterioro de sus entrañas.

Al final lo que se supone lógico se convierte en una regla indisputable. Por otra parte los "disidentes" no son bien vistos porque se cree que su función es desestabilizadora. Y es verdad en ocasiones, pero no en la totalidad de casos. Los sistemas son entes que se autoregulan y se defienden a sí mismos, de tal modo, las piezas defectuosas se rechazan, se sustituyen o se reajustan, a martillazos si es necesario, para restablecer la lógica y corriente disposición de los elementos integrantes.

No se puede ser original sin enfrentarse a un gran grupo de individuos. No se puede progresar salvo cuestionando las reglas y cánones preestablecidos.

La mayoría de componentes, léase individuos, se sienten impotentes como para reflexionar más allá de un pequeño círculo de conocimiento, negándoles así la posibilidad de emanciparse de una manera más solvente de esa pequeña habitación con vistas a la que se ven relegados, a menos que sea a base de desarrollar frívolas facultades como manejar con destreza una pelota. Llegados a alcanzar un grado de excelencia en tales menesteres se les otorga la llave de las macizas puertas del mundo para que correteen a su capricho por sus recintos. Los demás, sean quienes sean, independientemente de lo que crean, deberán doblegarse.

La lectura de múltiples y variados ensayos críticos de individuos pensantes me facilitó la tarea de enfocar la realidad desde distintas perspectivas. Estos auténticos manifiestos plagados de pensamientos y propósitos grandilocuentes me revelaron las causas de los problemas del mundo, advirtiéndome del funcionamiento de los mecanismos sociales a través de la injerencia humana, es decir del juego de poder.

Sus argumentos convincentes y sus críticas constructivas me animaron a rebelarme ante el status existente. De este modo, me instruí en el arte de la reflexión y la acción subterránea. Parejamente, poco a poco, fui poniendo en marcha resortes de una manera lícita pergeñando día tras día una personalidad más poderosa, más acorde a mis deseos. Deseos y sueños que evolucionaban día tras día. De este modo pude prever el resultado de mis acciones antes siquiera de emprenderlas, eliminando superfluas tendencias, complementando la carrera universitaria con otras tareas interesantísimas y provechosas que en conjunto delinearon un esbozo de futuro más prometedor. 

En silencio y con paso firme, a pesar de mi maltrecha economía (recuerden que era un simple universitario originario de padres currantes), aproveché todos los recursos a mi disposición y así alimentando mi personalidad: deporte, cultura variada, baile, idiomas, amistades, etc. A base de seguir cientos de consejos de individuos con un ingente cúmulo de experiencias, es decir, gracias a la "presencia" de múltiples educadores de prestigio los cambios poco a poco se hicieron evidentes.

La búsqueda de un mayor significado del amor y de la libertad, de una satisfacción personal fuera de las restricciones implícitas a las que me veía (y todavía me veo aunque en mucha menor medida) abocado en esta sociedad. Todavía sigo en la búsqueda de alternativas, de una vía de escape. Este proyecto es en principio mi vía de escape. Un denodado salto hacia un grado mayor de emancipación, de Amor y de Libertad.


Segunda parte.


No pretendo el inicio de una revolución, ni llamar a la gente a que se manifieste, ni siquiera culpo deliberadamente a nadie en concreto aunque a veces parezca blandir mi dedo acusador. Tampoco es mi objetivo convertirme en un ser ambulante o peregrino cual ciudadano de ninguna parte que va y viene sin rumbo fijo presumiendo de una autonomía envidiable, más bien deseo colaborar con los estamentos públicos o de una manera autodidacta, aplicando los conocimientos adquiridos que surgen un punto de vista más humano. Menos restrictivo.

Apuesto por el desarrollo tecnológico pero no a partir de la alienación de sus componentes, del degradado de la naturaleza, o de asociar éxito o libertad con especialización, de promover espantosa y desigual distribución de la riqueza, de demoler los valores espirituales reduciéndolos a cenizas. No persigo ese privilegio para desinhibirme de todo cuanto acontece sino justo al contrario para implicarme en mayor medida en la resolución de problemas sociales y procurar una mejora del status y bienestar del individuo medio.

Los seres humanos no merecen conocer muchas Verdades con mayúsculas, por el mero hecho de que apenas son capaces de enfrentarse a la verdad de sus propias vidas.
Los seres humanos son tan grandes como la dimensión de los ideales que son capaces de albergar, soportar o llevar a cabo.

Y usted, ¿tiene miedo de ser diferente, de pensar de manera opuesta a la mayoría de integrantes del rebaño? ¿de escribir lo que yo escribo? ¿De ver el mundo con distintos ojos? ¿De romper moldes y esquemas, de albergar mayores aspiraciones?

Esa mentalidad reducida permitirá a algunos obtener recursos pero para muchos otros nos reduce en el escalafón a pequeños tornillos sin ninguna mentalidad heroica.

Este cuarto es muy pequeño para las cosas que sueño.


Resumen.


Yo, como la mayoría de ustedes, también formo parte del  de la mencionada cadena de instrucción como un eslabón más: licenciado en informática.

Objeciones: ¿Acaso cree que los sentimientos sobre los que se fundamentan mis escritos derivan de las enseñanzas impartidas en el colegio universitario? ¿La pasión y el entusiasmo por la vida tienen cabida en alguna planificación universitaria como asignaturas relevantes? En pocas palabras, ¿alguien se cree que las universidades forman personas con valores? Rotundamente no. Atiborrar la mente de algoritmos, ecuaciones y temas abstractos sólo forman al individuo analítico y matemático. Ese es indudablemente un fragmento de mi personalidad. Que también aprecio. Al finalizar la licenciatura, podría citar a bastantes ejemplos con notas excelentes cuya miopía para observar otros matices de la realidad resultaba más que evidente. Como digo yo a veces  "confunden un árbol con una farola". Y es que, tanta adicción al esfuerzo analítico y abstracto devalúan de manera innegable otras potencialidades, que permanecen intactas, vírgenes. Al darme cuenta de semejante "delito", tuve necesariamente que procurarme una educación a mi medida para paliar las anomalías que ese método de estudio procuraba. No, no confío demasiado en que esta sociedad me ofrezca una educación integral adecuada. Prefiero "autoeducarme".

En fin como resumen, podría afirmar que quizás no sea el tipo el más talentoso, el más adaptado, el más... Pero ¿cuál es la compensación que merecería para subsanar todo el vacío y secuelas derivadas de todo lo NO que no me han proporcionado los estudios convencionales? Esas carencias son imposibles de compensar con ningún recurso material. Ni con un gran trabajo bien remunerado.

 

Los individuos especializados contemplan un partido de fútbol en un terreno de juego (metáfora del mundo) desde una posición cómoda y privilegiada, la que les otorga su rango de especialista. Sin embargo, su visión sólo se enfoca directamente sobre un fragmento minúsculo del césped. Fragmento que contemplan con gran nitidez. De este modo, les resulta prácticamente imposible comprender las reglas del juego o atisbar lo que en verdad acontece sobre la hierba. Podría producirse un gol extraordinario y ni siquiera repararían en tal acontecimiento. La mayoría no tienen acceso a esa información y sólo la pueden obtener por referencias indirectas.

Los individuos con una cultura más extensa contemplan el partido desde una perspectiva más lejana, atisbando con menos claridad el terreno de juego. Sin embargo, al abarcar un pedazo mucho más grande del campo y a pesar de la falta de claridad en la percepción sí pueden comprender cuál es la lógica subyacente del juego, y cuando ocurren circunstancias excepcionales, como un gol, son testigos presenciales, pudiendo narrar la trama, aunque con dificultades, hasta sucederse tal hecho.

Corolario: la percepción del mundo que otorga la cultura y el carácter polifacético no está al alcance de la mayoría de los individuos especializados. Y recuerden que nuestros sentimientos o la magnitud de nuestras ideas sueños, viene íntimamente ligadas a nuestra capacidad de comprender el mundo que nos rodea.

No es lo mismo levantar la cabeza hacia el cielo, observar el universo visible con los ojos de un profano que con los de un astrofísico. El primero sólo ve puntitos blancos en el firmamento, el segundo, armado y provisto de una gran erudición, verá mucho más allá que cualquiera de los corrientes transeúntes.


El conocimientos nos abre los ojos a nuevas realidades, nos abre las puertas del mundo para que podamos desentrañar, y a la vez, gozar de sus secretos.



Consejos.
Si tiene posibilidades de ser el número 1 o alguien destacado en su promoción, siga su cauce, pero recuerde que la vida y el mundo está lleno de posibilidades y de tareas de interés. La especialización no siempre es una ventaja.

A veces imagino la especialización o la estrechez de miras como un individuo que cava y cava con la esperanza de encontrar un tesoro  o algún objeto de valor. Al final de un largo y farragoso proceso se da cuenta de que su esfuerzo ha sido en vano: no encuentra nada... salvo la imposibilidad de  volver a la superficie y recuperar el tiempo perdido. Pero sólo atisba esa posibilidad cuando es demasiado tarde, cuando ya no le quedan esfuerzas para desandar el camino. En ese instante de lucida reflexión, lo único que se le ocurre es ¡seguir cavando! Le resulta imposible modificar su destino, ese es su estigma, así se le enseñó: cavará y cavará hasta que muera. Somos lo que nos enseñan a ser. ¿Por qué digo esto? Porque el tipo especializado deposita la esperanza en un solo objetivo, y en el caso de salirle mal la jugada, probablemente sea demasiado tarde para cambiar el rumbo de su vida.

Cuanto más cosas sepa, mejor podrá elegir lo que es mejor para usted. Quizás hoy en día sólo lo imagina sin saberlo a ciencia cierta. La única razón es para desvelar ese enigma debe ponerse a prueba: emprender nuevos proyectos, nuevas actividades, o lectura de nuevos textos inspiradores

Además, una cosa no quita la otra. Por el mero hecho de experimentar nuevas sensaciones, quizás un día, encuentre un lugar en el que desplegar sus nuevos adquiridos talentos y alcanzar un alto grado de excelencia. Quizás usted aún no sepa que mantiene poderes o talentos ocultos. Quién sabe si usted no podría convertirse en un excelente bailarín, escritor, motivador, cantante, economista, o locutor de radio.

Nunca deje de aprender, de observar la vida con los ojos de un niño curioso y ávido de emprender nuevas experiencias. La vida, como recompensa, le brindará muchos de sus secretos.






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