Especialización. Mentalidad reducida. Cultura del "constreñimiento"
Especialización. Mentalidad reducida. Cultura del "constreñimiento"
En la escuela, en la época infantil y preadolescente nos adentramos en el
estudio y perfeccionamiento de muchas áreas de conocimiento, aplicándonos en la
absorción de temáticas variopintas como geografía, matemáticas, idiomas, lenguaje, religión (o
ética), etc, para poco a poco, a medida que maduramos y nos convertimos en
personas adultas, especializarnos de manera gradual.
Ya en el instituto, dependiendo de nuestras inclinaciones educativas y nuestros
proyectos de futuro, debemos discernir qué rama es la que mejor se adapta a
nuestros intereses: ciencias, humanidades,
literatura son algunas de las opciones concurrentes. En el siguiente escalón (si
es que alcanzamos ese nivel), en la universidad continuamos con el progreso de
determinación de objetivos al optar por una carrera de nuestro agrado.
Aumentamos el nivel de autoexigencia y nos rompemos los codos absorbiendo
información relativa a derecho, filología, filosofía, enfermería, alguna
ingeniería, etc. Nuestro número de asignaturas sigue siendo elevado, pero el
ámbito en las que se constriñen es mucho más restringido. Para concluir
nuestros estudios universitarios abordaremos el proyecto o tesis de fin de carrera
que constituye la guinda del pastel o colofón al tedioso proceso de contracción de nuestra
relación con el atlas cultural. Hemos pasado de un conocimiento general ý básico
a uno más específico y especializado en varios pasos escalonados.
Lógicamente, no todo el mundo puede saber de todo y los requisitos de una
sociedad de técnicos especialistas procura esta línea de operación. Al
encontrar un trabajo, si imaginamos la rama de ciencias, podemos acabar
programando en un único lenguaje con nuestra mirada fija
en la pantalla del ordenador durante 8 larga horas. En otros
ámbitos laborales, hablaríamos de ser profesores impartiendo la misma asignatura una y
otra vez. Mecánicos en un taller, obreros, etc. Los modelos se cuentan por
millones.
Por otra parte, nuestras obligaciones se
han incrementado (casa, familia,
pareja o cónyuge, etc). Finalmente apenas si disponemos de tiempo libre salvo
para sentarnos cómodamente para ver a nuestro equipo disputar un partido o al
actor/actriz de turno protagonizando una interesante película donde acribilla a
balazos a un montón de tipos malvados. Bueno, no
exageremos, un porcentaje más que respetable de individuos dispone de
suficientes recursos y tiempo libre como para practicar algún deporte
regularmente, leer
diariamente el periódico, algún libro cada cierto tiempo, que seguramente será una novela, salir con los
amigos o aventurarse en algún viaje en algún paraje más o menos lejano.
No obstante,
son contadas las excepciones que deciden prolongar su formación más allá de sus
deberes como empleado, siguiendo la senda descrita por la esfera profesional a
la que pertenece. Debemos apretarnos el cinturón para cumplir con el pago de
hipotecas, centrarnos en nuestro trabajo o asumir las cargas familiares. Por
tanto, en los ratos de asueto preferimos divertirnos o despejarnos la mente
antes que "exprimirnos
más las neuronas". Es
más, he escuchado con reiteración aquella manida frase "ya no me apetece estudiar más",
después de finalizar los estudios universitarios o de segundo grado, como si ese proceso
nos hubiera fatigado sobremanera, como si ese proceso de adiestramiento hubiera
resultado una carga y su cumplimiento nos devolviera una sensación de sosiego y
descanso.
En mi caso, no puedo menos que llegar a la conclusión que las reglas y convenciones sociales me quieren ver reducido a
un simple tornillo. Un tornillo que debe quedar relegado o ajustado en un pequeño hueco,
para gracia y buen funcionamiento de la Gran Maquinaria. Y es debido a
ese
obediente actitud de obligado cumplimiento por lo que se me premia. Un tornillo que no debe
rebelarse, que no debe tener grandes sueños salvo los preestablecidos por que se
consideran
utópicos, porque te techan de idealista o ingenuo, por que las cosas son así y
deben ser aceptadas por narices. En otro caso, me incitan a madurar y aceptar las condiciones impuestas
so pena de decepción, reprimenda o incluso catástrofe. Si he de serles
sincero, me invaden unas ganas tremebundas de darle un puntapié al montón de
preceptos educativos que reinan en esta mal llamada "sociedad de la
información". Debo ser paciente.
El
individuo más especializado es considerado el más apto y reconocido, independientemente de cualquier otra
consideración.
No se crean que lo relatado en el párrafo anterior me parece injusto o
inmoral. Al igual que una robot o engendro mecánico se compone de unos
dispositivos integrantes cuyo ensamblaje permite que ese objeto alcance su máxima
potencia y rendimiento, léase motor integrado por
tuercas, tornillos o cables, en una sociedad o sistema regulado deben existir pautas o reglas para
lograr un perfecto desempeño de sus funciones inherentes. Es decir, cada
componente o individuo debe comprometerse en ocupar el lugar que le compete. Esos
lugares además ya vienen impuestos por la ley de la oferta y la demanda. Si la
tendencia general fuera el alzar la voz o pretender una
mayor independencia se produciría una alteración del orden que desembocaría en avería generalizada,
es decir, el
caos, la anarquía.
Otra cosa es que ese lugar ocupado sea de la satisfacción de uno. Las
ambiciones y educación personal definirá el eslabón dentro de esa cadena de privilegios.
Sin embargo, albergo la extraña impresión de que hay algo que se me oculta,
que no se me es revelado: ¿Significa una licenciatura, una bonita relación, una
situación económica desahogada y unas cuantos atractivos intereses el éxito en
la vida? ¿Son esos tipos que contemplo entre luces y
bambalinas realmente ejemplos dignos de admiración? ¿Los que deben
servirme como guía o referencia? ¿Si no formo una familia deberé considerarme
como un fracasado o un inmaduro? ¿Qué amor es más elevado: a una sola
persona, a una institución, a una idea, a una familia, al género humano? ¿Alguien
me puede presentar a quienes dictan dicta las normas en esta sociedad para
entablar una "amistosa" charla? No dejo y
no dejaré de formularme unos cuantos miles de preguntas del mismo tipo, sobre las cuales rara vez recibo
respuestas satisfactorias, más bien los sempiternos: "No
te calientes tanto la cabeza. No sirve de nada", "Céntrate, céntrate en tus
estudios", etc, etc.
Lo de ser un tipo normal, corriente y acomodado me aburre
sobremanera. Si no puedo desafiar al mundo, a sus reglas y a
sus metáforas irrisorias, y porfiar por rescatar a la princesa de las garras del ogro
malvado ciertamente me aburro. Princesas ya no quedan (aunque en España
disponemos de simpáticas Infantas), pero los ogros pululan por doquier. Y no se
crean, la mayoría no son feos y malolientes, más bien visten atuendos caros y
perfumes de marca.
A nadie le pido que me regale nada, pero en mi interior bulle el firme convencimiento
de que las aspiraciones adecuadas para un tipo como el que suscribe van más allá
de los cánones especificados como lógicos. Ni mi cerebro ni mi corazón se van a
conformar con tales argumentos simplones. Y así
seguiré profundizando como un topo infiltrado en las galerías y celdas de la sociedad
subterránea, recopilando datos para algún día ascender y proclamar a
los cuatro vientos el estado de deterioro de sus entrañas.
Al final lo que se supone lógico se convierte en una regla indisputable. Por otra
parte los
"disidentes" no son bien vistos porque se cree que su función
es desestabilizadora. Y es verdad en ocasiones, pero no en la totalidad de casos. Los sistemas son entes que
se autoregulan y se defienden a sí mismos, de tal modo, las piezas defectuosas
se rechazan, se sustituyen o se reajustan, a martillazos si es necesario, para
restablecer la lógica y corriente disposición de los elementos integrantes.
No se puede
ser original sin enfrentarse a un gran grupo de individuos. No se puede
progresar salvo cuestionando las reglas y cánones preestablecidos.
La mayoría de componentes, léase individuos, se sienten impotentes como para
reflexionar más allá de un pequeño círculo de conocimiento, negándoles así la
posibilidad de emanciparse de una manera más solvente de esa pequeña habitación
con vistas a la que se ven relegados, a menos que sea a base de desarrollar
frívolas facultades como manejar con destreza una pelota. Llegados a alcanzar un
grado de excelencia en tales menesteres se les otorga la llave de las macizas
puertas del mundo para que correteen a su capricho por sus recintos. Los demás,
sean quienes sean, independientemente de lo que crean, deberán doblegarse.
La lectura de múltiples y variados ensayos críticos de individuos pensantes me facilitó la tarea de enfocar la realidad desde distintas perspectivas. Estos auténticos manifiestos plagados de pensamientos y propósitos grandilocuentes me revelaron las causas de los problemas del mundo, advirtiéndome del funcionamiento de los mecanismos sociales a través de la injerencia humana, es decir del juego de poder.
Sus argumentos convincentes y sus críticas constructivas me animaron a rebelarme ante el status existente. De este modo, me instruí en el arte de la reflexión y la acción subterránea. Parejamente, poco a poco, fui poniendo en marcha resortes de una manera lícita pergeñando día tras día una personalidad más poderosa, más acorde a mis deseos. Deseos y sueños que evolucionaban día tras día. De este modo pude prever el resultado de mis acciones antes siquiera de emprenderlas, eliminando superfluas tendencias, complementando la carrera universitaria con otras tareas interesantísimas y provechosas que en conjunto delinearon un esbozo de futuro más prometedor.
En silencio y con paso firme, a pesar de mi maltrecha economía (recuerden que era un simple universitario originario de padres currantes), aproveché todos los recursos a mi disposición y así alimentando mi personalidad: deporte, cultura variada, baile, idiomas, amistades, etc. A base de seguir cientos de consejos de individuos con un ingente cúmulo de experiencias, es decir, gracias a la "presencia" de múltiples educadores de prestigio los cambios poco a poco se hicieron evidentes.
La búsqueda de un mayor significado del amor y de la libertad, de una satisfacción personal fuera de las restricciones implícitas a las que me veía (y todavía me veo aunque en mucha menor medida) abocado en esta sociedad. Todavía sigo en la búsqueda de alternativas, de una vía de escape. Este proyecto es en principio mi vía de escape. Un denodado salto hacia un grado mayor de emancipación, de Amor y de Libertad.
Segunda parte.
No pretendo el inicio de una revolución, ni llamar a la gente a que se
manifieste, ni siquiera culpo deliberadamente a
nadie en concreto aunque a veces parezca blandir mi dedo acusador. Tampoco es mi objetivo convertirme en un ser ambulante o peregrino
cual ciudadano de ninguna parte que va y viene sin rumbo fijo presumiendo de una
autonomía envidiable, más bien deseo colaborar con los estamentos públicos o de una manera autodidacta, aplicando los
conocimientos adquiridos que surgen un punto de vista más humano. Menos restrictivo.
Apuesto por el desarrollo tecnológico pero no a partir de la alienación de sus
componentes, del degradado de la naturaleza, o de asociar éxito o libertad con
especialización, de promover espantosa y desigual distribución de la riqueza, de
demoler los valores espirituales reduciéndolos a cenizas. No persigo ese
privilegio para desinhibirme de todo cuanto acontece sino justo al contrario
para implicarme en mayor medida en la resolución de problemas sociales y
procurar una mejora del status y bienestar del individuo medio.
Los seres
humanos no merecen conocer muchas Verdades con mayúsculas, por el mero hecho de
que apenas son capaces de enfrentarse a la verdad de sus propias vidas.
Los
seres humanos son tan grandes como la dimensión de los ideales que son capaces
de albergar, soportar o llevar a cabo.
Y usted, ¿tiene miedo de ser diferente, de pensar de manera opuesta a la mayoría
de integrantes del rebaño? ¿de escribir lo que yo escribo? ¿De
ver el mundo con distintos ojos? ¿De romper moldes y esquemas, de
albergar
mayores aspiraciones?
Esa mentalidad reducida permitirá a algunos obtener recursos pero para muchos
otros nos reduce en el escalafón a pequeños tornillos sin ninguna mentalidad
heroica.
Este cuarto es
muy pequeño para las cosas que sueño.
Resumen.
Yo, como la mayoría de ustedes, también formo parte del de la mencionada cadena de instrucción
como un eslabón más: licenciado
en informática.
Objeciones: ¿Acaso cree que los sentimientos sobre los que se
fundamentan mis escritos
derivan de las enseñanzas impartidas en el colegio universitario? ¿La pasión y
el entusiasmo por la vida tienen cabida en alguna planificación
universitaria como asignaturas relevantes? En pocas palabras, ¿alguien se cree
que las universidades forman personas con valores? Rotundamente no. Atiborrar la mente de algoritmos, ecuaciones y temas abstractos sólo
forman al individuo analítico y matemático. Ese es indudablemente un fragmento de mi personalidad. Que también
aprecio. Al finalizar la licenciatura,
podría citar a bastantes ejemplos con notas excelentes cuya miopía para observar
otros matices de la realidad
resultaba
más que evidente. Como digo yo a veces "confunden un árbol con
una farola". Y es que, tanta adicción al esfuerzo analítico y abstracto
devalúan de manera innegable otras potencialidades, que permanecen intactas, vírgenes. Al darme
cuenta de semejante "delito", tuve necesariamente que procurarme una educación
a mi medida para paliar las anomalías que ese método de estudio procuraba. No,
no confío demasiado en que esta sociedad me ofrezca una educación integral
adecuada. Prefiero "autoeducarme".
En fin como resumen, podría afirmar que quizás no sea el tipo el más talentoso, el
más adaptado, el más... Pero ¿cuál es la compensación que merecería para
subsanar todo el vacío y secuelas derivadas de todo lo NO que no me han
proporcionado
los estudios convencionales? Esas carencias son imposibles de compensar con ningún recurso material. Ni con
un gran trabajo bien remunerado.
Los individuos especializados contemplan un partido de fútbol en un terreno de
juego (metáfora del mundo)
desde una posición cómoda y privilegiada, la que les otorga su rango de
especialista. Sin embargo, su visión sólo se enfoca directamente sobre un
fragmento minúsculo del césped. Fragmento que contemplan con gran nitidez. De este modo, les resulta prácticamente imposible
comprender las reglas del juego o atisbar lo que en verdad acontece sobre la
hierba. Podría producirse un gol extraordinario y ni siquiera repararían en tal
acontecimiento. La
mayoría no tienen acceso a esa información y sólo la pueden obtener por
referencias indirectas. |
Consejos.
Si tiene posibilidades de ser el número 1 o alguien destacado en su promoción, siga su cauce, pero recuerde que la vida y el mundo está lleno de posibilidades y de tareas de interés. La especialización no siempre es una ventaja.
A veces imagino la especialización o la estrechez de miras como un individuo que cava y cava con la esperanza de encontrar un tesoro o algún objeto de valor. Al final de un largo y farragoso proceso se da cuenta de que su esfuerzo ha sido en vano: no encuentra nada... salvo la imposibilidad de volver a la superficie y recuperar el tiempo perdido. Pero sólo atisba esa posibilidad cuando es demasiado tarde, cuando ya no le quedan esfuerzas para desandar el camino. En ese instante de lucida reflexión, lo único que se le ocurre es ¡seguir cavando! Le resulta imposible modificar su destino, ese es su estigma, así se le enseñó: cavará y cavará hasta que muera. Somos lo que nos enseñan a ser. ¿Por qué digo esto? Porque el tipo especializado deposita la esperanza en un solo objetivo, y en el caso de salirle mal la jugada, probablemente sea demasiado tarde para cambiar el rumbo de su vida.
Cuanto más cosas sepa, mejor podrá elegir lo que es mejor para usted. Quizás hoy en día sólo lo imagina sin saberlo a ciencia cierta. La única razón es para desvelar ese enigma debe ponerse a prueba: emprender nuevos proyectos, nuevas actividades, o lectura de nuevos textos inspiradores
Además, una cosa no quita la otra. Por el mero hecho de experimentar nuevas sensaciones, quizás un día, encuentre un lugar en el que desplegar sus nuevos adquiridos talentos y alcanzar un alto grado de excelencia. Quizás usted aún no sepa que mantiene poderes o talentos ocultos. Quién sabe si usted no podría convertirse en un excelente bailarín, escritor, motivador, cantante, economista, o locutor de radio.
Nunca deje de aprender, de observar la vida con los ojos de un niño curioso y ávido de emprender nuevas experiencias. La vida, como recompensa, le brindará muchos de sus secretos.
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