El Dalai Lama y las cualidades de las grandes hombres

Creado: 22/3/2012 | Modificado: 15/5/2012 4314 visitas | Ver todas Añadir comentario



El Dalai Lama y las cualidades de las grandes hombres
 

"Encontré al Dalai Lama solo en un vestuario de baloncesto, momentos antes de que pronunciara una conferencia ante seis mil personas en la Universidad Estatal de Arizona. Tomaba serena­mente una taza de té, en perfecto estado de reposo.

-Su Santidad, si estáis preparado...

Se levantó con energía y, sin la menor vacilación, abandonó el ves­tuario para salir al espacio situado entre bastidores, repleto de periodistas, fotógrafos, personal de seguridad y estudiantes, de seguidores, curiosos y escépticos. Avanzó entre la multitud con una amplia sonrisa, saludando a la gente al pasar. Finalmente, apartó una cortina, salió al escenario, se inclinó, juntó las manos y sonrió. Fue acogido con una estruendosa salva de aplausos. A petición suya, no se apagaron las luces del local, de modo que pudiera ver con claridad a su público, y du­rante un rato se limitó a permanecer allí de pie, contemplando al público con una inconfundible Y cálida expresión de buena voluntad. Para quienes no habían visto antes al Dalai Lama, su túnica monacal, marrón y azafrán, quizá hubiera causado una impresión un tanto exótica, pero él puso rápidamente de manifiesto su notable capaci­dad para establecer una relación de empatía con su público al sen­tarse e iniciar su conferencia.

-Creo que ésta es la primera vez que me reúno con la mayoría de ustedes. Pero para mí no existe gran distancia entre un viejo amigo y uno nuevo, porque siempre he creído que todos somos iguales; todos somos seres humanos. Naturalmente, puede haber diferencias en cuan­to al bagaje cultural o el estilo de vida, puede haber diferencias en nuestra fe, o quizá tengamos un color de piel diferente, pero todos so­mos seres humanos, compuestos por un cuerpo humano y una mente humana. Nuestra estructura física es la misma, como también lo es nuestra mente y nuestra naturaleza emocional. Cada vez que conozco a una persona tengo la sensación de que me encuentro con un ser humano como yo mismo. Creo que con esa actitud resulta mucho más fácil comunicarse con los demás. Cuando ponemos de relieve ca­racterísticas específicas, como por ejemplo que yo soy tibetano o bu­dista, surgen las diferencias. Pero esas cosas son secundarias. Si somos capaces de dejar las diferencias a un lado, creo que podemos comuni­camos fácilmente, intercambiar ideas y compartir experiencias ."

Párrafo extraído del "Arte de la Felicidad", de Howard Cutler y el Dalai Lama



Comentarios.

La cercanía de un fuerte sentimiento de cordialidad, el sosiego y la confianza de su presencia, el carácter conciliador y el espíritu globalizador con el que transmite sus ideas, es decir el hecho tratar de unir culturas diferentes sin menospreciar las ajenas ni sobrevalorar las propias, o la riqueza espiritual son algunas cualidades que conjugan con honor y distinción los grandes hombres.

Estos representantes de signo humilde pero convicciones extraordinarias los que modelaron la historia con sus aportaciones. Los auténticos líderes de nuestro y de todos los tiempos. Líderes por las convicciones que atesoran y la soltura con que los transmiten. Como si estuvieran predestinados para ello. Veo fluir esa energía que irradia positividad, proximidad, ilusión, alegría, confianza, formando una unidad indivisible con ella y proyectándola como una lluvia reparadora sobre sus congéneres.

El problema quizás viene dado en el reducido número de ocasiones en que las explotan, no haciendo honor desgraciadamente a su condición. Mucha culpa recae en la sociedad en la que viven donde ni se les atribuye méritos ni se les ofrecen recursos suficientes como para que pueden ofrecer sus aportaciones a un mayor número de individuos.

Al igual que no se puede obtener una licenciatura en física sin asistir a la universidad, o resulta imposible codearse con la élite en cualesquiera disciplina si dejarse guiar y asesorar por excelentes entrenadores y referentes, no se puede ambicionar el "título" de gran persona (y no me refiero a la frívola definición que suelo escuchar diariamente en muchos medios) sin apoyarse en los escritos, obras y actos de ilustres paladines como el que brevemente presento. Para tal tarea, se antoja imprescindible escucharlos, vivirlos, sentirlos e imitarlos. La asunción de sus preceptos filosóficos nos elevará indudablemente sobre la superficialidad reinante.

La desorientación del mundo actual parte de la separación entre el mundo técnico, científico y político de la lógica del interior del hombre, de sus valores, de su imaginación. 
Alain Touraine
Dime en lo que crees y te diré quién eres. Dime en quién crees y te diré cómo eres. 
Recoge de cada persona que encuentres la mejor de sus virtudes, para tratar de conformar una personalidad fuera de lo común. 


Sepan que los grandes hombres son los que dirigen el mundo con sus decisiones, influyendo de manera definitiva sobre la conciencia de las masas, cuyos componentes agradecen que se les lleve en volandas, que se les ahorre la tarea de discurrir por sí mismos, sobre todo en asuntos de estado o que trascienden el entorno familiar.

Las corrientes de pensamiento dirigen los bajeles de individuos errantes por un cauce establecido. Simbolizan el raciocinio o  timón. Las pasiones condicionadas constituyen el viento que impulsa las velas. Y los capitanes, dirigentes en cualesquiera disciplina, cumplen el papel de dictar las disposiciones a llevarse a cabo. En esta travesía tan larga, de ese viento pasional, del tipo de embarcación (recursos) y de la solvencia de nuestros guías y tripulantes dependerá que lleguemos a buen puerto. Los innumerables fracasos acaecidos en nombre de guerras y revoluciones son consecuencias del bajeles en mal estado (falta de recursos o ilusiones, mala educación), de la inadecuada condición del dirigente (Hitler, Stalin), de pasiones encendidas destructivas (discriminación, racismo, ultranacionalismo), y de la incapacidad del pueblo para sublevarse ante la injusticia; la conciencia irreflexiva, o  la exaltación de ideales patrióticos, así como un exceso dejadez o permisividad, estos últimos muy en boga en la actualidad.






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