De lo relativo de la felicidad. La felicidad del ignorante (2)

Creado: 22/3/2012 | Modificado: 15/5/2012 3404 visitas | Ver todas Añadir comentario


 

De lo relativo de la felicidad. La felicidad del ignorante.

Se desprende de la segunda frase de esta sección que aquel que vive sumido en un mayor estado de ignorancia, el que menos responsabilidades adquiere para con la sociedad y consigo mismo con más tranquilidad y menos preocupaciones transcurre su vida. También viene generalmente referida a la etapa de la infancia donde todo es color de rosa, donde supuestamente albergamos nuestros mejores recuerdos de salud emocional. Casi todo nos lo dan hecho, sólo debemos preocuparnos de jugar con los amiguitos, estudiar un poco y aprobar las asignaturas del colegio. Lo demás no forma parte de nuestra rutina de exigencias. Estos supuestos me resultan decepcionantes y desgraciados.

Aquel que no se preocupa por nadie tampoco puede sentir y compartir la dicha del vecino, pues la niega. Esa felicidad es tan triste, degradante e insignificante que resulta ofensiva. El nivel de satisfacción del hombre de mundo no es comparable en modo alguno con la de una persona cuya rutina diaria acontece en el espacio sostenido por cuatro paredes, un entorno definido por unas pocas calles y unas relaciones sociales compuestas únicamente por la pandilla de amigos de siempre.

El egoísta levanta un muro separador a su alrededor con el fin de alimentarse de su propio individualismo, rechazando la posibilidad de entregarse a los demás. La felicidad del tonto o ignorante es la vergüenza y la derrota de esta filosofía que propongo, una torpeza, una amputación deliberada de nuestras funciones más apreciadas: solidaridad, generosidad, amistad, etc. Abandonemos esa idea. Es preferible asumir el riesgo de convertirse en un gran personaje antes que obtener una victoria participando en un partido donde el compañerismo no existe y el oponente sólo se encuentra en nuestra imaginación. Así lógicamente se gana siempre. A esas pírricas victorias no debe atribuírsele mérito alguno.

Nuestro pensamiento debiera pues tender, tanto en la educación como en las relaciones sociales, a evitar las pasiones egocéntricas y a la adquisición de afectos o intereses que impidan a nuestro pensamiento encerrarse perpetuamente en una celda donde sólo existe el yo. Tales ejemplos de individualismo enfermizo sólo pueden reconocer una felicidad exigua. El regocijo del que comparte sentimientos, aficiones e intereses se extiende más allá de su propio yo, se propaga con luz propia en cada persona en la que se identifica, a la que comprende, o por la que siente compasión.

La definición de grandeza y felicidad se relaciona con la expansión de nuestros sentimientos para con el mundo, varía en función de la riqueza de nuestras pasiones y decrece en proporción a nuestro grado de egoísmo o ignorancia.

El ignorante o el individuo de la caverna quizás se desenvuelva con holgura en su habitáculo desprovisto de lujos y se sienta dichoso con la aportación diaria de un trozo de pan duro pero no duden que si se le presentara la opción de habitar en una cómoda habitación y se le presentara en una bandeja de plata un pastel de frutas y otras deliciosas viandas se echaría las manos a la cabeza con signo de frustración exclamando  "¡Dios, lo que me he estado perdiendo!". Quizás me equivoque, pero lógicamente para saber con certeza por qué opción se decantaría debería necesariamente experimentar ambas. Única manera de que pueda valorar pros y contras.

Podemos empecinarnos en mantener una actitud distante recluyéndonos en nuestra pequeña caverna escuchando de forma persistente las voces de nuestro interior resonando, acompañados de un sucedáneo de percepciones tendentes al desgaste y a la no renovación. Al final, sólo permanecen en pie la rutina y el tedio, y las ilusiones decaen lentamente hasta agonizar y extinguirse definitivamente.


La dicha se encuentra en nuestro interior.

El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo. 
Hammarskjöld

Otro de las objetivos para alcanzar una vida plena, es construir un camino de recuerdos bellos, sinceros, esforzados, manteniendo una conciencia libre de pesadas cargas, evitando las deudas morales o emocionales con nadie. De este modo, al volver la vista atrás nos complaceremos con la retahíla de agradables imágenes, la tranquilizadora sensación de placidez y la ausencia de remordimientos,  Así, el sosiego se instalará como sentimiento predominante en nuestras vidas. Podremos retirarnos a nuestro lecho noche tras noche y proyectar el armazón de nuevos sueños y ambiciones sin interferencias desagradables. Esta pieza del rompecabezas alegórico de la felicidad es una de las claves a tener en cuenta.

Además, siempre podemos rememorar todos aquellas instantáneas hermosas que nos servirán como estímulo a proseguir en esta carrera de obstáculos que es la vida. Por el contrario todo mal generado llamará a las puertas de nuestra conciencia tarde o temprano. Mal al que podremos obviar (¿durante cuánto tiempo?) o enfrentarnos a él, para adquirir el estado anterior.

El primer lugar donde debemos buscar la felicidad es en nosotros mismos, en nuestro interior,  en el entusiasmo de vivir, en la colaboración con los demás, en la amistad. Recuerde que la felicidad no es sólo un estado, mas bien un largo proceso de aprendizaje. Aceptarse a uno mismo, aspirando a mejorar, compartir las alegrías y las penas con los demás, librarse del estrés, no dejarse abatir por los pensamientos negativos, enfocar los acontecimientos con carácter y confianza, son algunos de los consejos que merece la pena tener en cuenta.

Actitud positiva ante la vida. Apuesto a que pase lo que le pase, siempre encontrará miles de casos peores que el suyo, de personas que pese a los estragos o tragedias padecidos han logrado hacer de tripas corazón, ahuyentar a los fantasmas de un pasado perturbador y sobrevivir con dignidad. En ellos hallaría la inspiración y motivación necesarias para no venirse abajo. Todos ellos nos enseñan que nuestros males no son más que insignificantes y relativos. Deje que sus vivencias fluyan y se integren como parte indivisible de sus recuerdo, que sus innegables rasgos de heroísmo le sirvan como acicate. Compare su sufrimiento con el suyo, y comprenda que la magnitud del dolor depende del sufrido individuo que lo padece. Esa es la arbitrariedad del padecimiento, a nosotros nos abaten las heridas causadas al pisar chinchetas, otros atraviesan  continuamente alambres de espino, soportan y continúan con los miembros erguidos.

Pero como todo proyecto de importancia en la vida, la felicidad se planifica, y el problema de muchos individuos es anteponer la satisfacción del ahora, la pasajera, deteriorando la posibilidad de un éxito a más largo plazo. Causas: mala educación, pobre inteligencia o uso indebida de ella, malas compañías, etc. Si desconoces las consecuencias de tus actos, estas acabarán por presentarse como acreedores y y no podrás escapar de sus inexorables garras. Lo peor, es que a veces hemos reculado tanto que resulta demasiado difícil hacerle frente y tu felicidad con mayúsculas se ve seriamente comprometida. En casos extremos, lo hace para siempre.

La clave estriba no en construir con precipitación un pequeño edificio sin cimientos, con ladrillos mal engarzados, al que por culpa de un ocasional y fuerte viento se viene completamente abajo, sino que es preferible una construcción con estructuras sólidas bien dispuestas que se mantenga armado e incólume ante el advenimiento de huracanas o tempestades. Así, aunque parte de la fachada se desgaje, lo esencial de su estructura conservará su núcleo intacto, es decir podrá repararse en poco tiempo.

No se debe vivir únicamente el presente al igual que tampoco se debe vivir despreciando la satisfacción del momento apostando únicamente por el futuro. Se debe disfrutar del presente al tiempo que ordenamos nuestros pensamientos enfocándolos hacia el futuro. En ese equilibrio se encuentra la respuesta.

Si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin.
Antoine de Saint-Exupéry



Resumen.

La felicidad se impone como un reto a perseguir cada día.
La felicidad representa más un camino a recorrer que un objetivo final.
Tu felicidad debe contribuir a aumentar la felicidad de los demás, no a menoscabarla.
Tu felicidad es dependiente de tu pasado y debe implicar al futuro, no ser únicamente pasajera.
La búsqueda de la paz interior formará parte de tu salud y bienestar.
La felicidad depende de no tener remordimientos, de poder descansar en paz. La felicidad es ligereza, no carga pesada.
La felicidad se planifica con antelación. El conocimiento, la cultura y la reflexión ayudan sobremanera
La felicidad es un estado del ánimo.
Para una mayor felicidad, debemos vivir en armonía con el entorno que nos rodea.
Para la estabilidad de nuestra felicidad, es necesario controlar nuestras pulsiones o impulsos primarios. El descontrol puede arruinarnos la vida.
La felicidad depende de nuestras aficiones, en la variedad de ellas depende que no seamos totalmente dependientes del infortunio.
No busque una felicidad perfecta o nunca disfrutará de las pequeñas alegrías.
Las pequeñas alegrías deberían ser causa de felicidad. Aprender a valorar lo que se tiene es una regla primordial.
Aprenda a extraer belleza de donde crea que no la hay. La comprensión genera amor y respeto.
La apertura al mundo produce una mayor variedad de satisfacciones.
Alcanzar una gran estado de bienestar también supone un riesgo y una responsabilidad.
La felicidad también se valora en función de la felicidad del vecino, ciertamente es un estado de conciencia subjetivo.
La felicidad debería estar más relacionada con el aspecto afectivo (sentimientos) que con el material (dinero). Busque el equilibrio entre ambos.



Sentir la felicidad.

Las personas felices:
Viven en un estado de equilibrio donde no se percibe la envidia, ni se desea el dolor ajeno.
Sienten alegría, vitalidad y viven regularmente en un estado de optimismo moderado.
Se levantan con ilusión, con ganas de emprender proyectos.
Durante la mayor parte del día no perciben ni tedio ni aburrimiento. Suelen estar ocupadas en tareas de su interés.
Perciben su vida como exitosa y albergan una gran autoestima.
Se irritan con dificultad. Los enfados son breves, salvo casos excepcionales.
Suelen sonreír con facilidad.
Son optimistas y suelen ver el lado positivo y bello de las cosas.
Apenas si sufren depresiones, apenas se les estropea el humor por pequeños contratiempos.
Surgen de los baches o circunstancias desagradables con mayor prontitud.
Se recuperan antes de las enfermedades y en general viven más años y con mejor salud.
Tienen amigos, gente que les quiere, gente con quien compartir sus sentimientos.
Muestran un elevado estado de conciencia.






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