Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Marshall McLuhan (3)
Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Marshall McLuhan
(3)
Texto:
http://unimtic.wordpress.com/comprender-los-medios-de-comunicacion-las-extensiones-del-ser-humano-marshal-mcluhan/
26. La Máquina de Escribir
En la edad del capricho de hierro
La invención de la máquina de escribir ha dado un tremendo empujón al hábito
de dictar. Ello significa no solamente una mayor difusión. Sino que, además,
realza el punto de vista de quien habla. También está la tendencia, por
parte de quien habla, de explicar, como si estuviera observando la expresión
facial de sus oyentes para comprobar hasta qué punto lo siguen.
Anuncios de 1882 afirmaban que la máquina de escribir podía ser
de ayuda para aprender a leer, a escribir, la ortografía y la puntuación.
Ahora, ochenta años más tarde, la máquina de escribir sólo se emplea en las
aulas experimentales.
|
El aula ordinaria todavía mantiene a raya la máquina de escribir como si de
un juguete atractivo y entretenido se tratara. Pero, poetas como Charles
Olson afirman con elocuencia que la máquina de escribir puede ayudar al
poeta a indicar con exactitud la espiración, las pausas, la suspensión
incluso de sílabas, la yuxtaposición de partes de frases que se propone;
observa que, por primera vez, el poeta tiene el pentagrama y la barra de
compás que el músico ha tenido siempre.
La máquina de escribir, fundiendo escritura y composición, suscita una
actitud totalmente nueva hacia la palabra escrita e impresa. La escritura en
la máquina ya ha modificado las formas de la lengua y la de la literatura.
Sería difícil cuánto ha contribuido la máquina de escribir al desarrollo del
verso libre con su margen derecho sin justificar; ello, supuso una auténtica
recuperación del énfasis hablado y dramático en la poesía, y la máquina de
escribir fomentaba precisamente esta cualidad.
Con la máquina de escribir el poeta dispone de los recursos de la imprenta.
La máquina es una especie de megafonía utilizable en el acto. Puede gritar,
susurrar o silbar, y hacer divertidos guiños tipográficos al público.
Que la máquina de escribir, que llevó al tecnología de Gutemberg a todos los
rincones de nuestra cultura y economía, haya generado dichos efectos orales
opuestos, es un típico cambio de sentido. Esta inversión de la forma se da
en todos los extremos de tecnologías avanzadas, como ocurre con la rueda en
la actualidad.
Como ejecutante, la máquina de escribir estableció una estrecha asociación
entre la escritura, el discurso y la publicación. Aunque de forma meramente
mecánica, en algunos aspectos actuó más como una implosión que como una
explosión.
En su carácter explosivo, y confirmando los procedimientos de la imprenta de
tipo móvil, la máquina de escribir tuvo un efecto inmediato en la regulación
de la ortografía y de la gramática. Se sintió enseguida la presión de la
tecnología de Gutemberg sobre una ortografía y una gramática correctas.
27. El Teléfono
¿Instrumento de cobre o símbolo reluciente?
En el teléfono se da la extensión del oído y de la voz, que se parece a la
percepción extrasensorial. Con la televisión llegó la extensión del sentido
del tacto, o interacción entre los sentidos, que implica aún más íntimamente
todo el aparato sensorial.
Entienden el teléfono los niños y los adolescentes, abrazados al cordón y al
auricular, lo que se le llama el teléfono francés, es decir, la
incorporación del micro y el auricular en un aparato, es una indicación
significativa de la unión francesa de los sentidos, que los anglohablantes
mantienen firmemente separados. El francés es el idioma del amor sólo porque
une íntimamente la voz y el oído, como hace el teléfono, así es muy natural
besar por teléfono, pero no es muy natural visualizar en una llamada.
La máquina de escribir y el teléfono son gemelos nada idénticos que han
emprendido la modernización de la mujer norteamericana con una crueldad y
minuciosidad tecnológicas.
Cuando leemos proporcionamos una banda sonora a las palabras impresa; cuando
escuchamos la radio, añadimos un acompañamiento visual ¿Por qué no podemos
visualizar cuando telefoneamos?. Si se tiene la oportunidad de comprobarlo
deliberadamente, se dará cuenta de que no puede visualizar mientras habla
por teléfono, aunque todas las personas alfabetizadas lo intentan y, por lo
tanto, piensan que lo consiguen. A diferencia de la página escrita e
impresa, el teléfono requiere una participación completa.
Mucha gente siente necesidad de garabatear cuando está hablando por
teléfono. Este hecho está muy relacionado con las características del medio,
a saber, que s requiere la participación de nuestros sentidos y facultades.
A diferencia de la radio, no puede emplearse a fondo. Como el teléfono
brinda una imagen auditiva muy pobre, la reforzamos y la completamos con
todos los otros sentidos. Cuando la imagen auditiva es de alta definición,
como ocurre con la radio, visualizamos la experiencia, o la completamos con
el sentido de la vista. Cuando la imagen visual es de alta definición o
intensidad, la completamos poniéndole sonido. Por eso hubo tanto revuelo
artístico cuando el cine incorporó la banda sonora.
Conviene observar que, desde los inicios mismos de la electricidad, las
tecnologías eléctricas convergieron en el mundo del habla y del lenguaje. Lo
que fue la primera gran extensión de nuestro sistema nervioso central, los
medios de comunicación de masas de la palabra hablada, se unió muy pronto a
la segunda gran extensión del sistema nervioso central, la tecnología
eléctrica.
La palabra teléfono apareció en 1840, cuando aún no había nacido Graham
Bell. Se refería a un dispositivo para transmitir notas musicales mediante
varillas de madera, y para la década de los 70s, muchos inventores de muchos
sitios intentaban conseguir la transmisión eléctrica del habla.
El micro del teléfono fue una consecuencia directa de un prolongado intento,
iniciando en el siglo XVII, de imitar la fisiología humana con instrumentos
mecánicos. Es propio del teléfono eléctrico, pues, que presente tan natural
congruencia con lo orgánico. El receptor del teléfono se modeló
reproduciendo exactamente la estructura ósea y diafragmática del oído
humano.
Una de las consecuencias más desconcertantes del teléfono fue la
introducción de una red continua de patrones entremezclados en la gestión de
empresas y la toma de decisiones. No es posible ejercer una autoridad
delegada por teléfono. La estructura piramidal de la división del trabajo,
descripción y poderes delegados no puede hacer frente a la velocidad con la
que el teléfono rodea todos los arreglos jerárquicos e implica a fondo a la
gente.
Por teléfono solo funciona la autoridad del saber. La autoridad delegada es
lineal, visual y jerárquica. La autoridad del saber es no lineal, no visual
e inclusiva. Para actuar, el delegado debe te obtener el visto bueno de la
cadena de mando. La situación eléctrica elimina estos patrones; semejantes
{visto y aprobado} son ajenos a la autoridad inclusiva del saber.
A consecuencia, pueden imponerse restricciones al absolutista poder
eléctrico, no mediante una separación de poderes, sino con un pluralismo de
centros.
28. El Fonógrafo
El juguete que encogió el pecho nacional
El fonógrafo, cuyo orígenes se remontan al teléfono eléctrico y al teléfono,
no manifestó sus forma y función básicamente eléctricas hasta que el
magnetófono lo liberó de los obstáculos mecánicos. El hecho de que el mundo
del sonido sea esencialmente un campo unificado de las relaciones
instantáneas le otorga un gran parecido con las ondas electromagnéticas.
Ello hizo que se asociaran muy pronto la radio y el fonógrafo.
Un hecho había captado Sousa: el fonógrafo es una extensión y amplificación
de la voz que bien podría haber mermado la actividad vocal particular, del
mismo modo que el automóvil ha reducido la actividad pedestre.
Como la radio, cuyos contenidos todavía suministra, el fonógrafo es un medio
caliente.
Fue concebido como una forma de escritura auditiva. También se le llamó
grafófono, con aguja en vez de lápiz. Resulto esencialmente popular la idea
de "máquina habladora. Edison se retrasó en enfocar la resolución de sus
problemas por verlo primero como un "repartidor telefónico"; es decir, como
un almacén de datos provenientes del teléfono, lo que permitiría a este
"proporcionar valiosísimos registros en lugar de ser mero recipiente de una
comunicación momentánea y efímera". Detrás de la inmediata popularidad del
fonógrafo, estaba la implosión eléctrica que daba una nueva intensidad e
importancia a los ritmos del habla en la música, la poesía y el baile. Y,
sin embargo, el fonógrafo, estaba la implosión eléctrica que daba una nueva
intensidad e importancia a los ritmos del habla en la música, poesía y
baile. Y, sin embargo, el fonógrafo no era más que una simple máquina.
Edison se desentendió del aparato como entretenimiento. Dejar de ver el
fonógrafo como entretenimiento fue en realidad un fracaso en captar el
sentido de la revolución eléctrica en general. En la actualidad, nos hemos
reconciliado con el fonógrafo como juguete y consuelo; pero la prensa, la
radio y la televisión han adquirido la misma dimensión de entretenimiento
llevado a su extremos e convirtió en la principal forma comercial y
política. A causa de su carácter de campo total, los medios los medios
eléctricos tienden a eliminar las fragmentadas especialidades de la forma y
de la función, que aceptamos hace mucho tiempo como herencia del alfabeto de
la imprenta y de la mecanización. La breve y comprimida historia del
fonógrafo incluye todas las etapas de la palabra escrita, impresa y
mecanizada. La aparición del magnetófono, libero al fonógrafo de su
implicación provisional en la cultura mecánica. Las cintas y los discos
long-play de pronto convirtieron el fonógrafo en una vía de acceso a toda la
música y a todo el discurso del mundo.
El telégrafo tradujo la escritura en sonido, hecho directamente relacionado
con los orígenes del teléfono y del fonógrafo. Frente al telégrafo, los
únicos muros que se levantaban eran los vernáculos, que tan fácilmente
salvarían la fotografía, el cine, y la radiofotografía. La electrificación
de la escritura, fue un salto en el espacio auditivo no visual casi tan
grande como los que luego darían el teléfono, la radio, y la televisión.
El teléfono: discurso sin muros
El fonógrafo: sala de conciertos sin muros
La fotografía: museo sin muros
La luz eléctrica: espacio sin muros
El cine, la radio y la televisión: aulas sin muros.
El hombre recolector de alimento reaparece de modo incongruente de modo
recolector de información. En este papel, el hombre electrónico no es menos
nómada que sus antepasados del paleolítico.
29. El Cine
Un mundo en rollos
En Inglaterra la sala de cine se llamo primero el bioscopio debido a su
presentación visual de los movimientos reales de la forma de vida. La
película de cine, en la que enrollamos en bobinas el mundo real para
desenrollarlo luego en la alfombra mágica de la fantasía, representa la
espectacular unión de la antigua tecnología mecánica y del nuevo mundo
eléctrico.
El cine es la realización plena de la idea medieval de cambio, en forma de
entretenida ilusión. Los fisiólogos tuvieron mucho que ver en el desarrollo
del cine, como antes en el teléfono. En una película, lo mecánico parece
orgánico y el crecimiento y el crecimiento de una flor puede retratarse
fácil y libremente como el movimiento de cualquier objeto.
Si el cine combina lo mecánico y lo orgánico en un mundo de formas
ondeantes, también se vincula a la tecnología de la imprenta. El lector, al
proyectar las palabras es un decir, tiene que seguir las secuencias en
blanco y negro de planos fijos que constituyen la tipografía y poner su
propia banda sonora.
El trabajo del escritor y del director de cine consiste en transferir al
lector y al espectador de un mundo, al suyo, a otro, el creado por la
tipografía o la película. Ello es tan obvio, y ocurre tan plenamente que los
que lo experimentan lo aceptan súbitamente y sin espíritu crítico.
El cine tanto en su forma de rollo como en forma de guión está totalmente
implicado en la cultura del libro, Para constatar lo íntimos que son los
libros y el cine, basta con imaginarse por un momento una película basada en
la forma del periódico. Teóricamente, no hay motivo no hay motivo por el que
la cámara pueda emplearse para retratar grupos complejos de artículos y
acontecimientos en su configuración de fecha, tal y como se presenta en la
plana periodística. De hecho, la poesía tiende más que la prosa a esa
configuración o amontonamiento. La poesía simbolista tiene mucho en común
con el mosaico de la plana periodística; sin embargo, muy poca gente puede
distanciarse lo bastante del espacio uniforme y conectado como para captar
los poemas simbolistas. Los indígenas, que tienen muy poco contacto con la
lectura fonética y la impresión lineal, tienen que aprender a ver las
fotografías o el cine del mismo modo que tenemos que aprender a leer.
Cuando la cámara se desplaza, creen ver árboles moviéndose y edificios
creciendo o disminuyendo porque no pueden aceptar el espacio continuo y
uniforme del individuo alfabetizado. Los analfabetos no pueden con la
perspectiva ni los efectos de distanciamiento de la luz y sombra, que
consideramos una dotación innata del hombre.
Las películas habladas no eran sino una compleción del paquete visual como
mero articulo de consumo. Con el cine mudo añadimos automáticamente el
sonido mediante un cierre o compleción. Pero cuando es añadido por nosotros,
queda mucho menos participación en el trabajo de la imagen.
También se ha descubierto que los no alfabetizados no saben fijar la vista,
como hacen los occidentales, a unos cuantos metros por delante de la
pantalla de cine o a cierta distancia de una fotografía. El resultado es que
recorren con los ojos la pantalla o la fotografía como harían con las manos.
En término de otros medios como la página impresa, el cine tiene el poder de
almacenar y transmitir una gran cantidad de información. En un santiamén,
presenta una escena paisajística con figuras cuya descripción ocuparía
varias páginas de prosa. Al cabo de un instante repite dicha información
detallada, y puede seguir repitiéndola indefinidamente. En cambio, el
escritor no dispone de ningún instrumento que pueda contener una multitud de
detalles para el lector en un bloque grande o gestal. Así como la fotografía
empujó la pintura hacia el arte abstracto y escultural, el cine ha
confirmado al escritor en economía verbal y simbolismos de fondo con los que
el cine no puede competir.
El cine llevó este mecanismo hasta los extremos de lo mecánico, y más allá,
en un surrealismos de sueños que el dinero puede comprar. No hay nada que
congenie mejor con la forma cinematográfica que ese patetismo de
superabundancia y poder que es legado del títere, para quien nunca pueden
ser reales.
El cine no sólo es la expresión suprema del mecanismo, sino que
paradójicamente, ofrece como producto el mas mágico de todos los bienes de
consumo, a saber, los sueños. Así pues, no es por casualidad que el cine
haya destacado como medio que ofrece a los pobres papeles de ricos y
poderosos mucho más allá de cualquier sueño de la codicia.
El cine no solo acompañó la primera gran sociedad de consumo, sino que fue
incentivo y publicidad suya y, de por si, un importante bien de consumo.
Ahora bien, en término del estudio de los medios ha quedado claro que el
poder del cine para almacenar información en una forma accesible no tiene
rival. En última instancia, las cintas de audio y de video iban a superar al
cine como almacenes de información. Pero el cine sigue siendo uno de los
principales recursos de información, un rival del libro, que tanto hizo para
continuar y superar, la tecnología de este ultimo.
Con la actual disociación entre proyector y pantalla es un vestigio del
antiguo mundo mecánico de explosión y de separación de funciones, que ahora
llega a su fin con la implosión eléctrica.
El cine mudo era aceptable inmediatamente, por encima de las barreras del
idioma, pero el sonoro, no. La radio se alío al cine para darnos el cine
sonoro y para llevarnos más lejos en nuestro actual curso invertido de
implosión o de reinserción tras la edad mecánica de explosión y expansión.
30. La Radio
El tambor de la tribu
Si un gobierno monopoliza la radio puede llegar a determinar las opiniones
de la población con la mera repetición y con la omisión de las opiniones
conflictivas. No se sabe muy bien como operar dicho efecto monopolístico,
pero es muy importante fijarse en su singularidad. No debe sacarse ninguna
deducción respecto a los efectos de la radio como tal.
Uno de los muchos efectos de la televisión sobre la radio ha sido hacerla
pasar de ser un medio de entretenimiento a una especie de sistema nervioso
de información. Los informativos, las señales horarias, la información sobre
el tráfico y, sobre todo, las partes meteorológicas sirven ahora para
recalcar el poder indígena de la radio, para implicar a la gente los unos en
los otros. El tiempo es aquel medio que envuelve a toda la gente por igual.
Es el principal artículo de la radio y nos anega con fuente de espacio
auditivo y espacio vital.
La radio afecta a la gente de una forma muy intima, de tú a tú, y ofrece
todo un mundo de comunicación silenciosa entre el escritor-locutor y oyente.
Este es el aspecto inmediato de la radio. Una experiencia íntima. Las
profundidades subliminales de la radio están cargadas de los ecos
retumbantes de los cuernos tribales y de los antiguos tambores. Ello es
inherente a la naturaleza misma de este medio, que tiene el poder de
convertir la psique y la sociedad en una única cámara de resonancia. Con
unas pocas excepciones, los escritores de guiones no suelen reparar en la
dimensión retumbante.
La radio brindó la primera experiencia multitudinaria de implosión
electrónica, ese cambio de dirección y de sentido de toda la civilización
alfabetizada occidental. Para los pueblos tribales, para aquellos cuya vida
social entera es una extensión de la vida familiar, la radio seguirá siendo
una experiencia violenta.
Las sociedades altamente alfabetizadas, que desde hace mucho tiempo han
subordinado la vida familiar a la presión individual en los negocios y la
política, han logrado absorber y neutralizar sin revolución la implosión
radiofónica. Pero no ocurre lo mismo en las comunidades que sólo han tenido
una experiencia breve o superficial de la alfabetización; para éstas, la
radio es sumamente explosiva.
La tradición es un sentido del pasado total como presente. Su despertar es
un resultado natural del impacto de la radio y de la información eléctrica
en general. No obstante, en los pueblos intensamente alfabetizados, la radio
suscitó una sensación de culpabilidad profunda e imposible de localizar que
a veces se expresaba en la actitud del simpatizante. Como la alfabetización
había extremado el individualismo, y la radio hacía justo lo contrario
resucitando la antigua experiencia de la red de vínculos de profunda
implicación tribal.
Como todo medio, la radio tiene su manto de invisibilidad. Nos llega
manifiestamente con una franqueza de tú a tú, particular e íntima, cuando en
realidad se trata de una cámara de resonancia del poder mágico de tocar
acordes remotos y olvidados.
La radio brinda intimidad y al mismo tiempo, aporta el estrecho vínculo
tribal del mundo del mercado común, de la canción y de la resonancia.
Comparado con el ojo neutro, el oído es hiperestético. El oído es
intolerante y exclusivo y está cerrado mientras que el ojo es neutro y
asociativo y está abierto.
La radio creó el disk-jochey y elevó al escritor de gags al rango de figura
nacional. Desde la llegada de la radio, el gag ha sustituido al chiste, no a
casa de los escritores, sino porque es un medio caliente y rápido que,
además, recorta el espacio del periodista para sus artículos.
La historia de la radio es muy instructiva como indicador de los prejuicios
y ceguera inducidos en cualquier sociedad por las tecnologías preexistentes.
La palabra [wirelees] (inalámbrico), que en Gran Bretaña todavía se emplea
para referirse a la radio, manifiesta la misma actitud negativa hacia una
forma nueva, al estilo de esa otra expresión: [carruaje sin caballos].
Al principio, la radiofonía se consideró como una especie de telégrafo y ni
siquiera se la vio en relación con el teléfono.
Las restricciones siempre van dirigidas al contenido, que siempre es otro
medio. El contenido de la prensa es la declaración literaria, así como el
contenido del libro es el discurso, y el del cine, la novela. Así pues, los
efectos de la radio son del todo independientes de los programas. A quienes
nunca han estudiado los medios, este hecho les resulta tan desconcertante
como la escritura a los nativos, que preguntas: ¿Por qué escribes? ¿No
puedes acordarte?
La radio supone una aceleración de la información que, a su vez, desencadena
la aceleración de otros medios. Por descontado, contrae el mundo hasta el
tamaño de una aldea, y crea un insaciable apetito pueblerino de cotilleo,
rumores y malicia. Pero, si bien la radio encoge el mundo hasta el tamaño de
una aldea, no tiene el efecto de homogeneizar sus diversas zonas.
La inclinación natural de la radio por la estrecha vinculación con diversas
colectividades se aprecia mejor en el culto a los disk-jocheys y en el
empleo que hace del teléfono en las famosas intervenciones en directo.
31. La Televisión
El gigante tímido
La adaptación de la televisión a los procesos, en vez de a los productos
limpiamente empaquetados, explica la frustración que mucha gente experimenta
con este medio en sus aplicaciones políticas. Con la aparición de la
televisión, muchas cosas dejarán de dar resultado. No sólo el cine, sino
también las revistas han recibido un fuerte golpe de este nuevo medio. E
incluso las publicaciones de historietas han bajado bastante.
El frío medio televisivo fomenta las estructuras profundas, tanto en arte
como en entretenimiento, y crea una implicación en profundidad de la
audiencia. Puesto que todas las tecnologías y entretenimiento desde
Gutenberg no han sido fríos, sino calientes, no profundos, sino
fragmentarios, y orientados no hacia el productor, sino hacia el consumidor,
apenas si han quedado algún campo de relaciones establecidas, del hogar a la
iglesia y de la escuela al mercado, cuyo patrón y textura no se hayan visto
profundamente trastornados.
Los trastornos psíquicos y sociales creados por la imagen de televisión, que
no por los programas, suscitan comentarios diarios en la prensa. El modo de
la imagen de televisión nada tiene que ver con el cine o la fotografía,
aparte de que él también ofrece una gestalt o postura no verbal. Con la
televisión, el telespectador es la pantalla. Es bombardeado con impulsos
luminosos que James Joyce llamó la carga de la brigada luminosa que imbuye
en su piel-alma impresiones subconscientes. La imagen de televisión es
visualmente pobre en datos. La imagen televisiva no es un plano fijo. De
ningún modo es fotografía, sino una ininterrumpida formación de los
contornos de las cosas, trazados por barrido. El contorno plástico
resultante aparece en virtud de una luz que lo atraviesa en lugar de
iluminarlo, y la imagen así formada tiene calidad, no tanto pictórica, sino
de icono y de escultura. La imagen televisiva ofrece al telespectador unos
tres millones de puntos por segundo. De éstos, sólo acepta unas cuantas
decenas para elaborar la imagen.
En cambio, el telespectador del mosaico televisivo, con control técnico de
la imagen, reconfigura inconscientemente los puntos en una obra de arte
abstracto según el patrón de Seurat o de Rounault.
La imagen de televisión requiere continuamente que cerremos los espacios de
la malla con una participación sensorial convulsiva, profundamente táctil y
cinética, porque el tacto es más una interacción entre los sentidos que el
resultado de un contacto aislado entre la piel y el objeto. Para
contrastarla con el fotograma, muchos directores dicen de la imagen
televisiva que es de baja definición, en el sentido de que ofrece poco
detalle y un bajo nivel de información, igual que las historietas. Un primer
plano televisivo proporciona la misma cantidad de información que una
pequeña parte de un plano alejado en la pantalla de cine.
El efecto de la televisión, como extensión más reciente de nuestro sistema
nervioso central, es difícil de captar por varios motivos. Como ha afectado
la totalidad de nuestra vida personal, social y política, sería poco
realista intentar una presentación sistemática o visual, de dicha
influencia. En lugar de ello, es más factible presentar la televisión como
una compleja gestalt de datos reunidos casi al azar.
La imagen de televisión es de baja intensidad o definición y por lo tanto, a
diferencia del cine, no puede permitirse una información detallada de los
objetos. La diferencia es parecida a la que se da entre los antiguos
manuscritos y la palabra impresa. La imprenta aportó intensidad y precisión
uniforme donde antes había una textura difusa. La imprenta introdujo el
gusto por la medición exacta y la repetibilidad que ahora asociamos con las
ciencias y las matemáticas.
El productor de televisión señalará que el discurso televisivo no debe tener
forzosamente la cuidada precisión necesaria del tema. El actor de televisión
no tiene que proyectar la voz ni proyectarse a sí mismo. La interpretación
televisiva es tan sumamente íntima, debido a la peculiar implicación del
telespectador en la compleción, o cierre de la imagen de televisión, que el
actor debe conseguir un importante grado de informalidad espontánea, del
todo inadecuada en el cine y vana en el escenario. La audiencia participa
tan plenamente en la vida interior del actor de televisión como en la vida
exterior de la estrella de cine. Técnicamente, la televisión tiende a ser un
medio de primer plano.
Algunos, tal vez encuentren paradójico que un medio frío como la televisión
deba estar tan comprimido y condensado como un medio caliente como el cine.
Pero es bien sabido que medio minuto de televisión equivale a tres minutos
de teatro o de comedia. Lo mismo es cierto del manuscrito en comparación con
lo impreso. El frío manuscrito tendía a formas comprimidas de declaraciones,
aforísticas y alegóricas.
Con la televisión llegó el fin de las votaciones en bloque en la política,
una forma de especialización y fragmentación que ha dejado de funcionar
desde que llegó la televisión. En lugar del voto en bloque, tenemos el
icono, la imagen inclusiva. En lugar del punto de vista político o
plataforma, tenemos la postura política inclusiva, la opinión.
¿Por qué el niño televidente no puede ver más allá?
La zambullida en la experiencia en profundidad mediante la imagen de
televisión sólo puede explicarse en términos de las diferencias entre el
espacio visual y el espacio mosaico. La capacidad de distinguir entre estas
dos formas radicalmente diferentes es muy poco corriente en nuestro mundo
occidental. Se ha señalado que, en el país de los ciegos, el tuerto puede no
ser rey. Se lo toma por un lunático víctima de alucinaciones. En una cultura
altamente visual resulta tan difícil expresar las propiedades no visuales de
las formas especiales como explicar la vista a los ciegos.
La mayoría de las tecnologías produce una amplificación muy explícita en su
separación de los sentidos. La radio es una extensión de la fotografía
auditiva y de alta fidelidad de lo visual. Pero la televisión es, sobre
todo, una extensión del sentido del tacto que implica una mayor extensión
que lo abarca todo interacción entre todos los sentidos. Sin embargo, para
el occidental, la tecnología que extiende el sentido de la vista. En cambio,
todas las formas no fonéticas de escritura son modos artísticos que
conservan mucha de la variedad de la orquestación sensorial.
La imagen de televisión, incluso más que el icono, es una extensión del
sentido del tacto. Cuando se encuentra con una cultura alfabetizada, a la
fuerza embrolla la mezcla sensorial, y transforma las extensiones
especializadas y fragmentadas en una trama continua de experiencia.
32. El Armamento.
La guerra de los iconos
Nuestras sociedades altamente alfabetizadas se quedan perplejas al
encontrarse con las nuevas estructuras de opinión y sentimiento que resultan
de la información global e instantánea. Todavía están atrapadas en los
puntos de vista y los hábitos de abordar una cosa cada vez. Estos hábitos
son molestos en cualquier estructura de movimiento eléctrico de información,
aunque podría controlarse tomando conciencia de dónde se han adquirido. Pero
las sociedades alfabetizadas piensan que su prejuicio artificial a favor de
lo visual es algo natural e innato.
Tradicionalmente, la ciudad en sí ha sido arma militar y escudo, o blindaje,
colectivo, una extensión del castillo de la piel. Antes del bullicio de la
ciudad, el hombre cazador tuvo su etapa de recolección de alimentos, del
mismo modo que ahora, en la edad eléctrica, el hombre ha revertido, psíquica
y socialmente, al estadio nómada; aunque, ahora se llama recolección de
información y procesamiento de datos. Pero es global, hace caso omiso de la
forma de la ciudad y la sustituye; la ciudad, por lo tanto, tiende a quedar
obsoleta.
33. La Automatización
Aprender a vivir
La automatización no significa simplemente desaparición de empleos y
reaparición de funciones complejas. Con la recuperación instantánea de la
información, posible gracias a la electricidad, concluyen siglos de presión
especializada en la pedagogía y la ordenación del saber. La automatización
es información; no sólo acaba con el empleo en el mundo laboral, sino
también con las asignaturas en el mundo del saber; aunque no acaba con éste.
El futuro del trabajo consiste en aprender a vivir en el mundo de la
automatización. Es un patrón familiar en la tecnología eléctrica en general.
Pone fin a las viejas dicotomías entre cultura y tecnología, arte y
comercio, y trabajo y ocio. Si en la edad mecánica de la fragmentación, el
ocio era ausencia de trabajo, o estar ocioso, en la edad eléctrica ocurre a
la inversa. La electricidad no sólo prima el proceso, tanto en la
fabricación como en el saber, sino que, además desvincula la fuente de
energía del lugar del proceso. En el mundo de los entretenimientos, este
hecho se denomina medios de comunicación de masas porque la fuente del
programa y el proceso de experimentarlo son independientes en el espacio
aunque simultáneos en el tiempo. En la industria, este hecho básico es la
causa de una revolución científica llamada automatización o cibernética.
Una de las facetas más importantes de la edad eléctrica es el
establecimiento de una red global que asume muchas características del
sistema nervioso central. Éste no es una simple red eléctrica, constituye un
campo unificado de experiencia.
La automatización guarda tanto carácter mecánico como conserva el automóvil
las formas del caballo y del carruaje. Y sin embargo, la gente habla de la
automatización como si no hubiéramos pasado del saco de avena y como si el
voto por el caballo en las próximas elecciones fuera a barrer el régimen de
la automatización.
La automatización no es una extensión de los principios mecánicos de la
fragmentación y separación de las operaciones. Es más bien una invasión del
mundo eléctrico en virtud del carácter instantáneo de la electricidad. Por
eso, en el campo de la automatización, se insiste en que ésta es tanto una
forma de pensar como de hacer. La sincronización instantánea de numerosas
operaciones ha acabado con el antiguo patrón mecánico de disponerlas en
secuencia lineal.
El mismo proceso de automatización que está provocando un receso de la
actual mano de obra en la industria está haciendo del saber en sí el
principal artículo de producción y consumo. De ahí el desatino de la alarma
por el desempleo. El aprendizaje pagado ya se está convirtiendo en la
principal fuerza laboral y nueva fuente de riqueza en nuestra sociedad.
La automatización adopta el servomecanismo y el ordenador. Es decir, adopta
la electricidad como almacén y acelerador de la información. Estas
características de almacén, o memoria y de acelerador son esenciales en todo
medio de comunicación.
En el caso de la electricidad, lo que se almacena o se transporta no es una
sustancia corpórea, sino percepción e información. En cuanto a la
aceleración tecnológica, se está acercando ahora a la velocidad de la luz.
Todos los medios no eléctricos no había hecho son apresurar un poco las
cosas.
La automatización en gran escala apareció y se dejó notar por vez primera en
las industrias químicas del gas, del carbón, del petróleo y de la
metalúrgica. Los importantes cambios que la energía eléctrica hizo posibles
en estas operaciones ahora han empezado a invadir, gracias al ordenador,
todas las áreas de gestión y administración empresarial.
Cualquiera que empiece a examinar los patrones de la automatización
descubrirá que el perfeccionamiento de una máquina individual para hacerla
automática implica retroalimentación. Significa introducir un bucle o
circuito de información donde antes sólo había un flujo unidireccional o
secuencia mecánica. La retroalimentación es el fin de la linealidad, que
apareció en el mundo occidental con el alfabeto y las formas continuas del
espacio euclidiano. La retroalimentación o diálogo de la máquina en su
entorno, supone entrelazar aún más las máquinas individuales en una galaxia
que abarca toda la planta.
El ordenador ofrece un modelo que tiene características comunes a todas las
automatizaciones. Desde la entrada de materias primas hasta la salida de los
productos acabados, las operaciones tienden a ser independientemente, e
incluso interdependientes automáticas. El sincronizado concierto de
operaciones está bajo el control de guías e instrumentos que pueden
modificarse desde el panel de mando, también electrónico.
La automatización hace necesaria la educación en humanidades. La edad
eléctrica de servomecanismos libera de repente al ser humano de la
servidumbre mecánica y especialista de la anterior edad mecánica. Así como
la maquinaria y el automóvil liberaron al caballo y lo llevaron al campo del
ocio, lo mismo hace la automatización para el hombre.
Gracias a los instrumentos eléctricos para almacenar y transferir
información con rapidez y precisión, las unidades más grandes se manejan con
la misma facilidad que las pequeñas. Así, la automatización de una fábrica,
o de toda una industria, brinda un modelo reducido de los cambios que deben
darse en la sociedad a raíz de la tecnología eléctrica