Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades. José Antonio Marina
Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades.
José Antonio Marina
Texto:
http://jccubeirojc.blogspot.com.es/2010/11/culturas-fracasadas.html
1. La inteligencia colectiva de las hormigas.
Funcionan eficazmente porque
no poseen inteligencia. “La inteligencia tiene un poder disolvente”
(Bergson). “¿Es posible que individuos inteligentes y libres, orgullosos de
su autonomía, puedan convivir armoniosamente?” “¿Por qué las sociedades
toman decisiones que llevan a su autodestrucción?” “Las preguntas nos lanzan
a la piscina, pero lo importante es saber nadar, es decir, intentar
sobrevivir a ellas contestándolas”.
2. La estupidez colectiva.
“Utilizamos como criterio de evaluación de los
bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, unas creencias culturales cuya
fiabilidad no hemos comprobado”. Marina utiliza la metáfora del círculo (con
un único centro) y la elipse (con dos centros). “Cuando amamos a una
persona, nuestro comportamiento tiene dos centros: mi felicidad y la
felicidad de la otra persona. No soy egocéntrico ni heterocéntrico. La
inteligencia personal es circular.
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La inteligencia social es elipsoide,
depende de muchos centros”. JAM define la inteligencia como la capacidad de
dirigir bien el comportamiento, captando, elaborando y produciendo
información. Como tenemos un desmedido afán de grandezas, el ser humano ha
inventado herramientas intelectuales poderosas para escapar de las trampas:
el lenguaje, el sistema numérico, las creencias, las instituciones, las
religiones.
”La inteligencia humana es social en su estructura y en su
funcionamiento”. Hace 200.000 años, el cerebro se transformó en el de un ser
social, capaz de crear cultura y transmitirla. “La interacción desencadena
un dinamismo ascendente o descendente. Nos ennoblece o nos encanalla”. “Sólo
hay inteligencias individuales, y llamamos “sociedades inteligentes” a las
que favorecen la aparición de poderosas inteligencias individuales y de
modos deseables de vivir”.
3. La interacción.
“Al principio, la gente fueron dos” (Antonio Mingote). La
tensión entre el individuo y la sociedad se resuelve desde el individualismo
(“No existe lo que llamamos sociedad; sólo existen los individuos”, Margaret
Thatcher), el totalitarismo (“El Estado lo es todo. El individuo no es
nada”, Mussolini) y lo sistémico (la sociedad es una estructura con
propiedades sistémicas cuyos componentes son los individuos). La
conversación como muestra de inteligencia social. La inteligencia compartida
se manifiesta en dualidad y produce ocurre ocurrencias. “El deseo espolea
las ocurrencias”. El amor lo definía Kant como “tomar como propios los fines
del otro”. Al tratar la inteligencia compartida amorosa, Marina
ineludiblemente cita a John Gottman.
Inteligencia de las familias, inteligencia de los equipos, capital social de
una ciudad (Richard Florida): la necesidad de sobrevivir, de disfrutar, de
vincularse socialmente y de ampliar las posibilidades vitales. “Los
problemas compartidos tiene que resolverlos la inteligencia compartida”.
4. La cultura. |
5. Sociedades inteligentes y sociedades fracasadas.
“Inteligencia social es
la capacidad que tiene una sociedad para resolver los problemas sociales
creando capital social y ampliando las posibilidades vitales de sus
ciudadanos”. Las sociedades fracasan por tiranía, excesiva ambición,
incompetencia o decadencia, locura o perversidad (Barbara Tuchman, The march
of folly). Sabemos desde Aristóteles que el tirano, para preservar su poder,
envilece el alma de sus súbditos, siembra entre ellos la desconfianza y/o
les empobrece. La corrupción es un gran síntoma de las sociedades
fracasadas, así como los “gorrones”.
6. El aprendizaje de la cultura.
“a través de la educación, la sociedad
transmite a sus niños un kit de herramientas mentales, elaborado durante su
evolución cultural”. Las ideas, como diría Ortega, se piensan; en las
creencias se vive. Son las memes de Richard Dawkins, similares a los genes.
Dominique Moïsi, en su La Géopolitique de l’emotion, agrupa las naciones en
tres emociones imperantes: la esperanza (China, India), la humillación
(países árabes) y el miedo (Occidente). “Manejar los sentimientos es uno de
los modos de ejercer el poder”. Una de las características de una buena
inteligencia compartida es provocar un clima social estimulante y agradable.
En el centro, la confianza.
7. Personalizar o despersonalizar.
La cultura occidental ha ido hacia la
“individualización” (Ulrich Beck). En el otro extremo, la masa como hipersocialización. Ortega, nos recuerda Marina, no hablaba de la masa sino
de la vulgaridad: “Un ser al que se le ha permitido la libre expansión de
sus deseos vitales y cree que no debe nada a nadie. En suma, un ser dominado
por una ‘radical ingratitud’, por un olvido de su genealogía, de su
etimología”. El gran reto cultural del momento es “fomentar un modo de ser
sujeto capaz de superar el concepto de libertad desvinculada, y de encontrar
nuevas fuentes de posibilidad –es decir, de esperanza- en la relación con
los demás”.
8. La invención de las normas.
“Toda sociedad ha creado una moral de igual
forma que ha creado un lenguaje, un arte, una ciencia, una religión, una
política o un sistema moral acorde a sus valores”. JAM pone el ejemplo de
Singapur, con sus “valores comunes”. Y divide las normas entre generadas
jerárquica o espontáneamente, racionales o no racionales. Normas espontáneas
no racionales (como la prohibición del incesto), espontáneas racionales (el
comercio), jerárquicas no racionales (las normas religiosas) y jerárquicas
racionales (la legislación).
9. La evaluación de las normas.
las normas evolucionan por un cambio en las
creencias. “Me gusta llamar ética a la moral transcultural, universal, que
la inteligencia social de la humanidad podría elaborar si consiguiera
liberarse de sus grandes obstáculos”: la pobreza, la ignorancia, el miedo,
el dogmatismo y el odio al vecino. “La ausencia de miedo permite la toma de
decisiones. La liberación del dogmatismo, la acción del pensamiento crítico.
La liberación del odio al vecino, abre paso a la cooperación y la
generosidad”. Para evitar el pensamiento crítico, los sistemas culturales se
valen de la identidad social, de las emociones y de la habituación (nos
podemos acostumbrar a todo). Es la banalidad del mal y la fragilidad del
bien. “El ser humano es un animal inteligente dotado de dignidad, y de esa
dignidad se derivan derechos humanos”:
10. Epílogo: “La inteligencia creadora resuelve problemas.
Y eso debe ser
fuente de esperanza”. En lugar de lamentarnos y autojustificarnos, ser
protagonistas de nuestro destino (principios éticos, capital social de una
pareja, de una familia, de una ciudad, de una nación).
Una vez más, José Antonio Marina, desde la erudición y la
reflexión, pone el dedo en la llaga de lo que nos está pasando, y lo que es
más importante, nos enseña cómo salir del atolladero. JAM dice que escribe
no para enseñar, sino para aprender. Y con él aprendemos sus lectores.
Gracias, José Antonio, por esta labor pedagógica.
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