Internet y mentes superficiales. Nicholas Carr
Internet y mentes superficiales. Nicholas Carr. Nuc
Texto:
http://www.lavozdegalicia.es/tecnologia/2011/04/02/0003_201104SC2P14991.htm
Nicholas Carr: «Internet erosiona el pensamiento profundo»
El experto estadounidense asegura que la Red está cambiando nuestras mentes
y perjudicando nuestra autonomía para pensar con su inmediatez y sus
distracciones permanentes
Nicholas Carr lleva dos décadas escribiendo sobre nuevas tecnologías para
los principales medios internacionales, The New York Times, The Wall Street
Journal, Financial Times o Die Ziet, entre otros muchos.
En su célebre
artículo ¿Google nos vuelve estúpidos?, publicado en The Atlantic en el
2008, condensó uno de los debates más importantes de nuestro tiempo:
¿mientras disfrutamos de las bondades de la Red estamos sacrificando nuestra
capacidad para leer y pensar con profundidad?
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En su últimos libro, "Superficiales", desarrolla ese argumento y sostiene
una tesis polémica: Internet está cambiando nuestro cerebro y la forma en
que pensamos, dificulta nuestra capacidad de atención con sus continuas
distracciones e interrupciones, que impiden concentrarse y profundizar.
Hasta tal punto que al ser humano cada vez le cuesta más leer un libro y
asimilar textos largos, acostumbrado a la inmediatez de la Red. Efectos que
él mismo sintió, al percatarse de que su capacidad de concentración se había
reducido, y que le llevaron a escribir este libro. Se dio cuenta de que «era
más importante lo que estaba perdiendo que lo que ganaba». Por eso, se
rebela contra el triunfalismo reinante y revela el lado negativo de la Red,
basándose en estudios científicos y recuperando las enseñanzas de Marshall
McLuhan y su célebre máxima, «el medio es el mensaje».
¿Qué está haciendo Internet en nuestras mentes?
Internet fomenta el rastreo, nos hace ser muy buenos haciendo multitareas,
pero perjudica nuestra capacidad para mantener la atención, nos hace menos
contemplativos y reflexivos y por ello erosiona nuestra capacidad de pensar
de forma autónoma y profunda. Tiene muchas cosas buenas, es muy eficaz para
acceder de forma inmediata a la información y nos permite contactar con
nuestros amigos. Las nuevas tecnologías con útiles y divertidas. Por eso las
usamos. Pero tienen un precio, el debilitamiento del pensamiento más
profundo, conceptual, crítico y creativo, que necesita reflexión y
aislamiento y no la distracción permanente que supone conectarse. La
capacidad para centrarse en una sola cosa es clave en la memoria a largo
plazo, en el pensamiento crítico y conceptual y en muchas formas de
creatividad.
Usted dice que está cambiando nuestro cerebro y nuestra forma de pensar. |
¿En qué se basa para hacer estas afirmaciones?
La inspiración original vino de mi propia experiencia personal. Descubrí
que no era capaz de concentrarme para leer libros, me suponía un gran
esfuerzo. Pero también me he basado en muchos estudios científicos.
Se dio de baja en Twitter y Facebook, aunque sigue siendo un gran usuario
de Internet.
Yo me beneficio de Internet porque lo utilizo mucho y me ha venido muy bien
para mi trabajo, para realizar búsquedas y obtener información, pero he
tenido que reducir el uso que daba a la tecnología porque las redes sociales
como Twitter o Facebook, que son muy interesantes, me distraían muchísimo e
interrumpían cualquier otra cosa que estuviese haciendo. Eso me supuso un
grave problema porque no me dejaban tiempo para pensar por mí mismo.
¿Sería usted capaz de leer hoy «Guerra y paz»?
Me sería más difícil que hace años, pero si lo intento todavía podría
hacerlo.
¿Lee ese tipo de libros?
Muchos menos de los que solía leer, supone un esfuerzo para mí. Cuando
intento leer un artículo muy largo mi mente no se centra y quiere pasar
páginas y comportarse como en Internet.
¿Internet nos hace menos libres o incluso esclavos?
No creo que haya que ir tan lejos, pero pienso que la gente tiende a ser
compulsiva en el uso de la Red, necesita estar conectada. Está demostrado
que cada vez que recibimos un mensaje o una información nuestro cerebro
libera dopamina, un componente químico que produce placer y que está
presente en otras adicciones. Esto puede explicar que a veces sí nos
comportamos como esclavos de esta tecnología.
¿Estamos entregando nuestra privacidad a cambio de las satisfacciones y la
comodidad que nos proporciona?
A la gente le gusta unirse a nuevas redes y le importa poco su privacidad.
Estamos dando a las grandes empresas facilidad para manipularnos y para que
tengan más información sobre nosotros, pero la gente parece contenta y no le
supone ningún problema, aunque para mí si lo es. Todo lo que hacemos en
línea es información para las empresas y los Gobiernos.
Ha comparado Internet con el mundo feliz de Huxley más que con el Gran
Hermano de Orwell. ¿Por qué?
Es una herramienta que nos produce placer, entretenimiento, diversión y nos
hace renunciar a nuestra privacidad y reducir nuestra libertad de forma
voluntaria por los placeres que nos ofrece a cambio. No hay nadie que nos lo
imponga directamente, somos nosotros los que disfrutamos picoteando aquí y
allá, siendo superficiales.
¿Pero el problema es Internet o el uso que cada uno haga de esta
herramienta?
Internet nos impone una forma de pensar y de actuar. Estamos conectados
todo el tiempo, el trabajo está muy relacionado con las nuevas tecnologías.
Necesitamos intercambiarnos mensajes con nuestros compañeros de trabajo, es
el medio donde los jóvenes se realizan. Es decir, no es un problema de
elección y uso personal, es que condiciona nuestra forma de pensar y actuar
¿Cree que la influencia de Internet es similar a la que tuvo la aparición
de la imprenta?
Creo que al final será más o menos similar y tan importante como fue la
invención de la imprenta en su momento. Es la gran tecnología que después de
la imprenta ha desbancado al libro.
¿Cómo está influyendo en el periodismo y la literatura?
En la forma en que los periodistas redactan sus artículos, ya que tienen
que resumir y escribir para un público que se centra mucho menos en lo que
les quieren contar. En la literatura está afectando más despacio, pero
también profundamente, porque los autores escriben cada vez más para una
nueva audiencia que no presta atención, no se concentra lo suficiente y no
quiere historias complejas ni experimentaciones. Los escritores deben asumir
que en el futuro tendrán muchos menos lectores.
Tampoco es partidario de los libros electrónicos.
Una de la mayores fortalezas del libro es que hace que nos concentremos,
nos aislemos del entorno, nos metamos en el texto y no nos distraigamos,
pero cuando las palabras pasan a la pantalla las aplicaciones distraen. Los
e-books se presentan en dispositivos informáticos que están constantemente
interrumpiendo con e-mails, gadgets, tweets, vídeos, links que dificultan la
concentración en la lectura. Es mucho más difícil sumergirse en la lectura
en un libro electrónico.
¿Se puede decir que ahora que tenemos a nuestro alcance mucha más
información que nunca hay más desinformación?
Hasta hace poco tiempo la gente buscaba información, se paraba y empezaba a
pensar sobre ella, a relacionarla y organizarla. Hoy nos estamos olvidando
de lo segundo, buscamos la información sin pensar después. Hay más
información disponible que nunca, pero menos tiempo para reflexionar sobre
ella. Ya no se piensa en profundidad y esa es la base que nos proporciona un
conocimiento superior y hace que el cerebro funcione como debe hacerlo.
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