Internet y mentes superficiales. Nicholas Carr.
Internet y mentes superficiales. Nicholas Carr..
Texto:
http://www.abc.es/20110301/medios-redes/abci-nicholas-carr-201102281759.html
Ignacio gil
«Internet hace que disfrutemos de ser superficiales»
Nicholas Carr, autor de «Superficiales. ¿Qué está haciendo
Internet con
nuestras mentes», asegura que «aunque sientes que eres un esclavo de la
tecnología es muy difícil pararlo»
Acaba de cruzar el Atlántico y de pasar la noche encerrado en un avión, pero
mantener a raya el cansancio parece otro rasgo de elegancia de este atilado
escritor estadounidense que se ha atrevido en «Superficiales. ¿Qué está
haciendo Internet con nuestras mentes?» (Taurus) a cuestionar la bondad
absoluta de la red. Se explica con la misma claridad con la que escriba.
Plantea que el uso constante de la web acaso esté afectando de forma
profunda a nuestra biología cerebral y alterando la forma en que pensamos.
Dice Carr de sí mismo que no es ningún cruzado, pero que las múltiples
ventajas y utilidades de Internet tienen como contrapartida el triunfo de la
superficialidad y la distracción. Carr teme que la facilidad de la web nos
indisponga mentalmetne para la concentración que exige el pensamiento
crítico y profundo, «Internet hace que disfrutemos de ser superficiales».
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¿Podría calificarse su voz de alarma sobre lo que Internet está
supuestamente haciendo con nuestras mentes como una derivación de la pugna
que señaló Umberto Eco entre apocalípticos (los que denostaban la cultura de
masas) e integrados (los que la celebraban)?
Espero que cumpla esa función. Mi libro ofrece un visión idealizada de lo
que era la vida intelectual en el mundo occidental. Un pensamiento profundo
y solitario. Las nuevas tecnologías nos están alejando de ese ideal, de una
forma de pensar completamente distinta de la tradicional. Ahora es mucho más
utilitaria. Era un pensamiento más profundo.
¿Estamos despreciando las viejas humanidades, la filosofía, la filología...
como algo que no tiene una rentabilidad inmediata?
Sin duda. Como sociedad estamos devaluando lo que solía ser central al
pensamiento intelectual, que era el pensamiento profundo y creativo de los
científicos y pensadores, que iba mucho más allá de solucionar problemas
concretos. Nos estamos cada vez más de la imagen que esculpió Rodin en «El
pensador», la imagen de alguien entregado a la tarea de pensar. Esa imagen
parece completamente pasada de moda. Nuestro ideal de pensamiento humano ha
cambiado.
Mentes más superficiales, incapaces de pensar profundamente, de analizar y
concentrarse... ¿Las consecuencias sociales de todo esto son para
preocuparse? |
Por su formación y su estilo de escritura no parece amigo de las teorías de
la conspiración, pero de su libro podría deducirse que los cambios que está
provocando en la biología del cerebro y en nuestra forma de pensar está
creado ciudadanos más propensos a la manipulación política
Hay dos fuerzas operando. Por una parte hay más información, más gente logra
obtener información que antes era mucho más difícil de conseguir, pero al
mismo tiempo, al estar más informados, es mucho más difícil que se dejen
manipular. Al mismo tiempo Internet también tiende a propiciar más
manipulación por parte de las grandes corporaciones, centrándose sobre todo
en la parte comercial y publicitaria. Hay esta tensión constante en Internet,
entre liberación y pretensiones de control por parte de poderes
centralizados o corporaciones.
Tenemos mucha información pero perdemos capacidad para hacer deducciones
complejas
No creo que teniendo más información seamos capaces de desarrollar
pensamientos complejos. Solía asumirse que el pensamiento tenía dos etapas:
la de búsqueda de información, y pensar de forma profunda y creativa a
partir de la información recopilada, aportando tus propias visiones, tus
propias deducciones. Hoy parece que estamos perdiendo la segunda parte, nos
quedamos en la primera, como si no fuera necesario extraer deducciones o
conclusiones originales. Las nuevas tecnologías nos instan a buscar, pero no
a reflexionar.
¿Estamos más cerca del mundo feliz de Huxley que del Gran hermano de Orwell?
Creo que sí. Lo que ves en Internet es gente que disfruta de la distracción,
el entretenimiento, la diversión. No se trata de un Gran Hermano imponiendo
algo, somos nosotros, quizá disfrutando de ser superficiales. Internet
desincentiva el pensamiento profundo. Internet consigue que nos
desentendamos del pensamiento crítico acerca de lo que está haciendo
Internet, porque dedicamos todo el tiempo a los placeres, a picotear
informaciones o interactuar socialmente.
¿Es el triunfo del marketing sobre la substancia?
De manera creciente -como vemos en Facebook y otras redes sociales-, el
marketing y la publicidad se han incrustado en nuestra vida social, e
incorporado a nuestra vida íntima. Y eso al margen de que haya también
componentes de marketing en el constante envío de mensajes. Lo curioso es
que lo estemos haciendo de forma voluntaria. Hemos dejado de resistirnos,
nos estamos abriendo constantemente.
¿Podrían haber triunfado las revoluciones árabes sin las redes sociales?
Es difícil de saber. Está claro que redes como Twitter y Facebook han jugado
un importante papel, y que han ayudado a organizarse y a luchar. Pero ha
habido también revoluciones en el pasado sin disponer de este tipo de
tecnologías, por lo que es difícil determinar el grado de importancia que
han tenido. Pero está claro que Internet tiene un lado liberador y otro
controlador, y lo que hemos visto en Egipto y Libia es el lado liberador,
orillando al poder central y el control estatal. Internet tiene dos lados,
en cuanto a sus implicaciones sociales, políticas e intelectuales.
¿Cómo lleva su matrimonio con la tecnología? ¿Sigue ajeno a Twitter,
Facebook entre paréntesis, el correo electrónico racionado...?
Todavía uso mucho Internet. Lucho con ello. Cancelé mis cuentas en Facebook
y Twitter porque aunque entiendo el valor que la gente obtiene de ello me
parece que esas tecnologías son las más activas a la hora de distraernos, de
interrumpirnos constantemente, extrayendo bits de información. Pero todavía
uso Internet para búsquedas, investigación y entretenimiento. Es una lucha.
Aunque sientes que eres un esclavo de la tecnología es muy dificil pararlo.
¿Con su mensaje se siente como una especie de misionero predicando en tierra
hostil?
Sí, creo que es extraño, porque soy alguien que ha sido un gran utilizador
de Internet.
¿Como un adicto?
De alguna manera. Mi experiencia personal me ha llevado a una cierta
desilusión. Alguien que lo ha utilizado mucho y ha llegado a darse cuenta de
que lo que estaba perdiendo era más importante que lo que ganaba. En los
veinte años que llevamos desde que se invento la world wide web ha habido
una suerte de triunfalismo, de utopía, y no hemos pensando críticamente
sobre los efectos que puede tener en nosotros. Espero que ahora surja un
nuevo pensamiento crítico.
Desde el punto de vista neurológico y cerebral ¿es lo mismo leer un libro de
papel que un e-book o un periódico en papel que en Internet?
No, creo que es muy diferente. Creo que leer en una pantalla, aunque sea la
misma cosa, es una experiencia muy diferente que leer un libro. Un libro es
una tecnología, del mismo modo que Internet es una tecnología. Cuando abres
un libro la característica esencial es que te aíslas del entorno y de todo
tipo de distracciones. Enfocas tu atención en una historia o en un argumento
por un período de tiempo, lo que para los seres humanos es una forma
innatural de pensar. El libro nos enseña a prestar atención. En el momento
en que lo pones en la pantalla ya no aíslas al lector de otras
distracciones, con todos los mensajes, vídeos, audios, email, facebook...
Pierdes el tipo de concentración en el texto y recibes muchos más estímulos
y distracciones. Es evidente que resulta mucho más difícil leer en una
pantalla y sumergirse de forma profunda que en una página de papel.
¿La absorción y el alimento para el cerebro son muy diferentes?
Sí.
En su libro utiliza una palabra que parece obsoleta en el discurso actual,
alienación. ¿Piensa que algunas de las intuiciones o deducciones de Marx
siguen siendo útiles para analizar la beneficiosa alianza entre capitalismo,
mercantilismo y tecnología?
Utilizo la palabra más en un sentido social que desde un punto de vista
político tradicional. A medida que adoptamos una nueva tecnología que amplía
algún aspecto de nuestro cuerpo o de nuestra mente al mismo tiempo nos
distanciamos de nuestra capacidad natural. Cuando alguien va en un coche en
vez de andar va más rápido, pero se aliena del paisaje. Del mismo modo,
vemos esto al usar la tecnología para ampliar nuestra mente o nuestro
sistema nervioso. Nos parecemos más a máquinas. Si pensamos como máquinas
perdemos la conexión entre nuestra mente y nuestro proceso biológico
natural.
Memoria y disco duro se han convertido en el lenguaje coloquial casi en
sinónimos. ¿En el lenguaje comienzan todas las perversiones?
Así es. Una de las maneras más profundas en que la nueva tecnología nos
cambia es introduciendo nuevas metáforas para entendernos a nosotros mismos,
y esas tienen que ver con nuestra parte física o nuestra identidad
intelectual. Cuando se introdujo el reloj mecánico empezamos a hablar de
cómo trabajamos bajo esa pauta. Lo que vemos hoy es que la metáfora
dominante para la mente es el ordenador y la gente no puede distinguir su
propia memoria de una base de datos. A medida que la metáfora se hace más
sólida la gente empieza a pensar de la misma manera y cuando la metáfora se
hace literal no ves ninguna necesidad de ejercitar tu memoria porque piensas
que Internet es tu propia memoria, lo cual es una completa distorsión de lo
que ocurre, de la parte de experiencia.
¿El desprestigio de la memoria es una catástrofe?
Todo lo que biológicamente sabemos de la memoria es que solo a través de una
rica memoria personal obtendrás riqueza intelectual, conocimientos, porque
establece conexiones entre lo que conoces, has vivido, has experimentado.
Cuando solo te basas en conexiones externas pierdes tu propia identidad, y
acabas teniendo una personalidad más plana.
¿Es el algoritmo de Google la nueva piedra de Roseta, el genoma de nuestro
cerebro adaptado a las necesidades tecnológicas y productivas de la nueva
sociedad?
Creo uno de los grandes problemas de la gente utilizando buscadores para
descubrir información es que pierden de vista el hecho de que los buscadores
están determinados por la popularidad. Si crees que Internet va a abrir un
nuevo mundo en todas direcciones y que uno puede explorarlas de forma
personal, en la medida en que usamos los mismos buscadores llegaremos a los
mismos sitios. Y esa será la búsqueda que obtenga más popularidad, algo que
la tecnología no hace sino retroalimentar.
¿Tiene el mismo efecto para la mente ver muchas horas el canal de televisión
Fox que leer el «New Yorker»?
Creo que tienen efectos diferentes. Sabemos que nuestra mente se adapta a
diferentes ambientes, y cada medio crea ambientes diferentes.
Desde el punto de vista de un periodista, ¿es mejor proporcionar
informaciones profundas, ecuánimes y documentadas para crear buenos
ciudadanos que mensajes claros y dirctos que provocan emociones inmediatas?
Eso es una tendencia mucho más antigua que la de Internet, lo que hacen los
medios al alejarnos del pensamiento critico y convertir todo en mensajes
simples. Eso ha estado ocurriendo desde hace mucho tiempo. Pensamos que
Internet iba a contrarrestar esa tendencia proporcionando a la gente más
información, pero lo que hemos visto es simplemente una continuación de esa
tendencia, con el picoteo rápido y superficial de información.
¿Internet es un espejo de una sociedad que busca la satisfacción inmediata
de deseos sin esfuerzo, y eso propicia nuevas frustraciones?
Una cosa que hace Internet es encoger el tiempo entre acto y respuesta. En
todo. Responder a una pregunta, encontrar algo... Y esa tendencia hace que
el cerebro espere siempre una satisfacción inmediata. Los medios corrigen
nuestra percepción del tiempo. Intenet hace que deseemos respuestas
instantáneas, lo que hace mucho más difícil un pensamiento lento,
contemplativo y profundo, porque nos están entrenando para lo contrario,
para surfear.
¿Está asustado de los peligros de Internet, de su lado oscuro?
Estoy preocupado. Siempre hay un peligro de ser un alarmistas ante las
nuevas tecnologías. Pero una de las características del ser humano es nuestra
capacidad de adaptación, y nos adaptaremos. Para mí, decir que nos adaptamos
debe dar a paso a otra pregunta: si adaptarse es un proceso de cambio,
¿entonces en qué nos convertiremos? Mucha gente dice no te preocupes, nos
adaptaremos, a lo que yo respondo: ¿En qué nos vamos a convertir?
¿Qué hacer? ¿Leer libros?
Creo que como individuos necesitamos asegurarnos de que tenemos
oportunidades para implicarnos en formas más concentradas de pensamiento:
leyendo un libro, mediante una conversación intensa con otra persona, sin
consultar tu i-phone o lo que sea, caminar, volver a entrar en contacto con
la naturaleza... Cualquier cosa que nos pueda dar un descanso, un corte
frente al permanente bombardeo informativo, tecnológico. Es importante para
mantener un balance de la forma en que pensamos. Si perdemos formas más
contemplativas de pensamiento vamos a perder algo verdaderamente importante.
¿Quién es Nicholas Carr?
No soy un cruzado. Soy un escritor interesado en explicar cosas complicadas
que ocurren hoy día sobre las que a veces no pensamos con la suficiente
profundidad.
Nota:
Nicholas Carr (nacido en 1959) no es miembro del comité editorial de
Wikipedia, sino del de la Enciclopedia Británica, y ese rasgo ya es una
declaración de intenciones. Ex director de la "Harvard Business Review",
escribe sobre tecnología, cultura y economía. Sus libros, que manejan con
soltura y elegancia la divulgación y el trasfondo docucental, han sido
traducidos a veinte idiomas. Antes de este "Superficiciales. ¿Qué está
haciendo Internet con nuestras mentes?", ha publicado "El gran interruptor"
y "Las tecnologías de la información. ¿Son realmente una ventaja
competitiva?". Ha escrito para medios como "The New York Times", "The
Guardian", "The Atlantic" o "Die Zeit", entre otras publicaciones.
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