Divertirse hasta morir. Neil Postman

Creado: 14/12/2012 | Modificado: 30/1/2013 4603 visitas | Ver todas Añadir comentario



Divertirse hasta morir. Neil Postman

Texto: http://www.davidzuker.com/wikilydia/2011/03/22/divertirse-hasta-morir-neil-postman/  y
http://weblogs.clarin.com/revistaenie-consecuencias/2008/09/17/divirtiendonos_hasta_morir_la_leyenda_de_neil_postman/
Comentarios del libro de Neil Postman

Este análisis de la sociedad, en el que todos nos vemos reflejados, se escribió en 1985, aunque sigue de rabiosa actualidad. Es un texto mordaz e irónico. Como introducción el autor hace un prefacio en el que explica de qué va la cosa:
 

 

1984 (George Orwell) vs Mundo Feliz (Aldous Huxley)

Estábamos pendientes del año 1984. Cuando el mismo llegó sin que se cumpliera la profecía, los estadounidenses reflexivos entonaron su propia alabanza en voz baja. Se habían mantenido firmes las raíces de la democracia liberal. Dondequiera el terror hubiera cundido, nosotros, al menos, no habíamos sido visitados por pesadillas orwellianas.

Pero habíamos olvidado que al lado de la pesimista visión de Orwell (1984) había otra, un poco anterior y menos conocida, pero igualmente escalofriante: Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Contrariamente a la creencia prevaleciente entre la gente culta, Huxley y Orwell no profetizaron la misma cosa.

Orwell advierte que seremos vencidos por la opresión impuesta exteriormente. Pero en la visión de Huxley no se requiere un Gran Hermano para privar a la gente de su autonomía, de su madurez y de su historia. Según él lo percibió, la gente llegará a amar su opresión y a adorar las tecnologías que anulen su capacidad de pensar.

Orwell temía a aquellos que habrían de prohibir los libros. Huxley, en cambio, le tenía miedo al hecho de que no habría ya razones para prohibir los libros, porque no quedaría nadie que quisiera leerlos. Orwell temía a quienes nos habrían de privar de información. Huxley temía a aquellos que nos daría tanta información que nos veríamos reducidos a la pasividad y el egoísmo. Orwell temía que la verdad nos sería ocultada. Huxley temía que la verdad sería ahogada en un mar de irrelevancia. Orwell temía que nos transformásemos en una cultura cautiva. Huxley temía que nos convirtiéramos en una cultura ocupada en trivialidades. […] En 1984 la gente es controlada mediante el dolor. En Un Mundo Feliz la gente es controlada mediante el placer. Este libro es acerca de la posibilidad de que haya sido Huxley, y no Orwell, el que estaba en lo cierto.


A lo largo de "Amusing Ourselves to Death" (divirtiéndonos hasta morir) abundan los ejemplos de esta transformación de toda información en fuente de entretenimiento y banalidad. Luego del prólogo, Postman proponía a la ciudad de Las Vegas como “una metáfora de nuestro ser nacional y de nuestras aspiraciones”. Según su razonamiento, en diferentes épocas de la historia de Estados Unidos, diferentes ciudades han sido el foco del espíritu nacional. Así, Boston simbolizó el espíritu independentista de fines del siglo XVIII; Nueva York el del crisol de razas que siguió a la inmigración masiva de fines del mil ochocientos, y Chicago la energía y el dinamismo industrial del siglo XX. ¿Por qué proponía Postman a Las Vegas como epítome del ser nacional en el cambio de Milenio? “Porque Las Vegas es una ciudad dedicada enteramente a la idea de entretenimiento, y como tal proclama el espíritu de una cultura en la cual todo discurso público cada vez más adopta la forma de entretenimiento. Nuestra política, nuestra religión, nuestras noticias, deportes, educación y comercio han sido transformados en apéndices afines del show business, sin que se alcen demasiadas voces de protesta y sin que el público, en su gran mayoría, se de cuenta. El resultado es que somos ahora un pueblo a punto de divertirse hasta morir.”

Solo hace falta prender la televisión y ver nuestros canales de aire y de cable para comprobar que las teorías de Postman pueden fácilmente aplicarse a la globalizada realidad del Cono Sur y –hasta donde uno puede discernir- del resto de Occidente. Pero la prosa de Postman fue más lejos todavía. En "The end of education", por ejemplo, se explayó sobre la naturaleza del deterioro actual de la enseñanza y en Technopoly planteó la hipótesis de que la cultura de nuestros días ha sido secuestrada por la tecnología o, en otras palabras, que la seducción tecnológica de nuestro tiempo se ha impuesto a la innovación social y a la creatividad cultural. De acuerdo con Postman, la ausencia de controles sociales sobre la tecnología la despoja de una base ética reconocible: los desarrollos tecnológicos tienen una lógica interna y están definidos por la voluntad de quien los crea y utiliza con un propósito de dominio concreto.

Demás está decir que la posición crítica de Postman ha sido asimismo duramente combatida desde posiciones de ortodoxia académica. No faltó quien le enrostrara una postura antiprogresista y también se le acusó de ser un hábil constructor del discurso; de utilizar estadísticas caprichosas y excesivas generalizaciones. Como fuere, en un medio social donde la tecnología es frecuentemente ensalzada como un fin en sí mismo, en lugar de vérsela como un agente que eventualmente puede conducir a un mejor nivel de vida, las teorías de Postman han servido cuanto menos para instalar el debate sobre qué tipo de sociedad queremos y que tipo de valores defendemos o sentimos que nos representan.


Unos cuantos párrafos del libro:


“Hoy en día, debemos considerar la ciudad de Las Vegas, en Nevada, como la metáfora de nuestro carácter nacional y nuestras aspiraciones; su símbolo es un mural de cartón de nueve metros de alto que representa una corista y una máquina tragaperras. Las Vegas es una ciudad dedicada totalmente a la idea del entretenimiento, y como tal proclama el espíritu de una cultura en la que el discurso público toma, cada vez más, la forma de espectáculo.

En general, la política, la religión, las noticias, los deportes, la educación y el comercio se han transformado en accesorios simpáticos del mundo del espectáculo, sin que haya habido protestas o la gente hay sido consciente de ello. El resultado es que somos un pueblo al borde de divertirnos hasta la muerte.

Mientras escribo esto, el presidente de Estados Unidos es un ex actor de cine. Un ex candidato, George McGovern, ha presentado el popular espectáculo televisivo “Saturday Night Live”. Lo mismo ha ocurrido con un candidato más reciente, el reverendo Jesse Jackson.

Mientras tanto, el ex presidente Richard Nixon, que en una ocasión dijo haber perdido unas elecciones porque lo sabotearon los maquilladores, ofreció al senador Edward Kennedy asesoramiento sobre cómo llevar a cabo una campaña seria para la presidencia: rebajar diez kilos….”

“No hace mucho, ví a Billy Graham unirse con S. Green, R. Buttons, Dionne Warwick y otros teólogos para rendir homenaje a George Burns, que celebraba su supervivencia de ochenta años en el mundo del espectáculo. Si bien la Biblia no lo menciona, el reverendo Graham aseguró a la audiencia que Dios ama a aquellos que hacen reir a la gente. Fue un error involuntario. Simplemente confundió la National Broadcasting Co. (NBC) con Dios.”

“Los espectadores también saben que no importa cuán grave pueda parecer cualquier fragmento de una noticia (por ejemplo, en la fecha en que escribo, un jefe de la Marina ha declarado que es inevitable una guerra nuclear entre Estados Unidos y la URSS), de inmediato será seguido por una serie de anuncios comerciales que, en un instante, reducirán la importancia de la noticia, tornándola en hecho irrelevante. “

“Los anuncios de televisión tratan de los productos tanto como el relato de Jonás trata de la anatomía de las ballenas, es decir, nada. Más aún, los anuncios tratan de la forma en que cada uno debe vivir su propia vida”

“El profesor Gerbner escribió: <La televisión es la nueva religión estatal, dirigida por un Ministerio de Cultura privado (las cadenas), que ofrece un currículum universal para todos, financiado por un tipo de impuestos ocultos, sin representación. Pagan cuando consumen y no cuando miran o dejan de mirar la televisión…”


Finalmente, reproduzco una de las críticas que se hicieron en una revista americana sobre este libro:

“El principal error de la cultura del entretenimiento, según Postman, consiste en el hecho de que produce vastas cantidades de información sin ofrecer ningún contexto para la comprensión, lo que provoca la inutilidad de dicha información”

Y, me gustaría añadir de mi cosecha, que Postman en aquel lejano 1985 no concibió que se pudieran fundir en uno solo los dos libros a que se refería: Véase la película “El Show de Truman” o el programa televisivo (por llamarlo de algún modo) Gran Hermano.

 

Segunda parte
Texto: http://crisistema.blogspot.com.es/2009/02/divertirse-hasta-morir.html

La mayoría de las noticias que recibimos diariamente son inertes, consisten en información que nos proporcionan algo de lo que hablar, pero que no nos conduce a ninguna acción significativa.

Es posible tener una idea de lo que esto significa planteando otra serie de preguntas, a saber: ¿Qué medidas se piensan adoptar para reducir el conflicto en Oriente Medio? ¿O los niveles de inflación, de crimen y de desempleo? ¿Cuáles son los planes para preservar el medio ambiente o reducir el riesgo de una guerra nuclear? ¿Qué se piensa hacer en cuanto a la “Acción Afirmativa” (grupo político que critica el sistema político y social estadounidense), la OTAN, la OPEP y la CIA, y el monstruoso tratamiento que reciben los Baha’is en Irán?

Me tomaré la libertad de responder por vosotros: no pensáis hacer nada al respecto.

Por cierto, se podrá votar a favor de alguien que anuncie tener algunos planes, como también el poder para actuar. Podemos decir que votar es el penúltimo refugio de la impotencia política. Obviamente, el último refugio es dar vuestra opinión a un encuestador, que obtendrá una versión de la misma por medio de una pregunta desecada, y luego la sumergirá en una catarata de opiniones similares, convirtiéndola en -¿qué si no?- otra noticia.

Mientras que antes la gente procuraba información para mantener los contextos reales de sus vidas, ahora tienen que inventar contextos con el fin de que la información inútil pueda aparentar algún valor. El crucigrama es uno de esos falsos contextos; el cóctel es otro; los programas de preguntas y respuestas de las radios, y los modernos juegos-espectáculo de la televisión, otros más; y el último quizá sea el Trivial Pursuit.

De una u otra manera, la respuesta a la pregunta: “¿Qué voy a hacer con todos estos hechos desconectados?”, es siempre la misma: “¿Por qué no utilizarlos como diversión, como entretenimiento o para divertirse jugando?”.

Podríamos decir que el pseudocontexto es el último refugio de una cultura abrumada por la irrelevancia, la incoherencia y la impotencia.

Neil Postman, "Divertirse hasta morir".