Consumo y redención
Consumo y redención
Texto:
http://old.kaosenlared.net/noticia/consumo-y-redencion
Pedro Honrubia
“Nuestros sentimientos de culpa ofrecen muchas brechas que los manipuladores en profundidad aprovecharon en beneficio de emprendedores comerciantes”
Publicidad y sentimiento de culpa.
En nuestra actual sociedad consumista-capitalista, el acto mismo de consumir
lleva implícito en multitud de ocasiones una concepción redentora de la
existencia: consumir para expiar las culpas de no ser los seres perfectos que
nos señalan como ideales a seguir a través de todos los medios de comunicación
de masas, especialmente a través de la publicidad.
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Dicho de otro modo, una de las estrategias comerciales predominantes en los
últimos tiempos tiene como finalidad principal potenciar sentimientos de
culpabilidad de todo tipo en el sujeto, para, una vez hecho esto, ponerle al
alcance de la mano toda una variedad de productos que, al ser adquiridos,
ayudarán a mitigar tal sentimiento de culpa.
Si, como es sabido, los individuos hacen suyos los intereses del sistema
consumista-capitalista, y este sistema funciona amparado en una determinada
imagen de individuo socialmente exitoso, en aquellos casos en que el sujeto
perciba que, por su dejación o irresponsabilidad, no ha conseguido mantenerse
fiel al espíritu de tal individuo idealizado por la publicidad y los medios de
comunicación de masas, se sentirá culpable, consciente o inconscientemente, por
ello.
Así, de la misma manera que el sujeto de la Edad Media se sentía culpable por
transgredir las normas morales recogidas por la Iglesia en sus textos sagrados,
y acudía al confesionario para buscar una redención a sus pecados (que le hacían
alejarse del modelo ideal de individuo virtuoso de la época: el buen cristiano),
en nuestra actual sociedad consumista-capitalista, el sujeto tratará de acudir
al sagrado mercado para encontrar una solución que lo redima de sus pecados
modernos, que no son otros que aquellos que se derivan del no estar a la altura
de las expectativas socialmente impuestas por los valores propios de la sociedad
consumista, permitiéndole así continuar lo más fiel posible al modelo ideal de
individuo socialmente exitoso, sacralizado y absolutizado a través de la
publicidad y los medios de comunicación de masas.
Publicidad y modelo de individuo.
Es decir, la publicidad y los medios de comunicación primero promueven un modelo
ideal de vida que los sujetos van interiorizando paulatinamente tal que si fuera
el camino seguro hacia el éxito social. Un modelo de individuo supuestamente
capaz de satisfacer todas sus pretensiones vitales. Un modelo al que todo
ciudadano debe aspirar si quiere ser verdaderamente feliz en esta sociedad
consumista. Posteriormente, habida cuenta de las dificultades que entraña el
seguimiento de tal modelo ideal de sujeto, una vez la amplia mayoría de
ciudadanos y ciudadanas no ven su imagen real reflejada en aquel modelo con el
que habían soñado desde la infancia, y los sentimientos de culpa, la inseguridad
personal o los complejos de inferioridad afloran por tal motivo, la propia
publicidad que antes te hizo soñar con ser algo que en esencia solo unos pocos
privilegiados pueden llegar a ser, te pone al alcance de la mano toda una serie
de productos milagrosos que –supuestamente- te harán limpiar en cierto grado tu
mala consciencia, servirán para que mitigues tus inseguridades o te ayudarán a
superar tus complejos.
Si tus dientes no brillan luminosos a causa de una incorrecta higiene bucal
durante los años precedentes, si tienes arrugas a los cuarenta años por no haber
cuidado pertinentemente de tu piel en tiempos pasados, si nunca tuviste un buen
coche por no haber sido lo suficientemente cuidadoso con el ahorro, si te sobran
unos kilitos por no haber hecho el suficiente ejercicio tiempo atrás, si estás
preocupado por no contribuir eficientemente al control del deterioro
medioambiental del planeta, si las personas de tu entorno te ven como un
individuo chapado a la antigua por no haber sido capaz de evolucionar con los
cambios de los tiempos, en definitiva, si crees que existe algo en ti que no
está a la altura de aquello que los demás esperan de ti, y te sientes de alguna
manera culpable por no haber sabido tomar antes cartas en el asunto, no te
preocupes; el mercado te ofrecerá algún tipo de producto milagroso con el que
poder expiar tu culpa y quedar redimido ante ti mismo y, sobre todo, ante los
demás.
Tan sólo tienes que detectar qué es lo que –supuestamente- te está haciendo
alejarte de tus propios sueños y, a partir de ahí, buscar la solución redentora
que mejor pueda adaptarse a tus necesidades actuales (y a tu cuenta corriente,
por supuesto).
Nada hay que no esté en el mercado. En el mercado podrás encontrar siempre la
solución a todos tus remordimientos: una pasta de dientes blanqueadora, una
mascarilla facial rejuvenecedora, alimentación para adelgazar, productos
ecológicos que cuiden el medio ambiente, etc. Problema resuelto.
Esto además es especialmente válido para cuando el consumidor compra un producto
que en sí mismo, en su uso, ya lleva asociado un comportamiento capaz de
desarrollar profundos sentimientos de culpabilidad en el sujeto que lo consume.
Pan integral, leche desnatada, refrescos light, chicles y caramelos sin azúcar,
café descafeinado, tabaco sin aditivos, etc., toda una larga lista de productos
cuya única finalidad es la redención. Si te gusta el pan, la leche, los
refrescos, los chicles, el café, el tabaco, etc., pero en algún momento sientes
remordimientos por su consumo, pues, por un motivo u otro, no te hacen bien, no
sufras, ahí tienes las alternativas, ahí tienes toda una serie de productos para
que puedas consumir plácidamente lo que gustas y limpiar tu consciencia a una
misma vez. Da igual que los estudios científicos demuestren una y otra vez que
apenas existen diferencias sustanciales entre estos productos y los
“originales”. Lo importante es que tus sentimientos de culpa se irán por donde
vinieron.
Conclusiones.
En definitiva, el fomento vía publicidad y medios de comunicación de los
sentimientos de culpa ofrece todo un amplio margen para el negocio de los
vendedores capitalistas, además de servir para mantenernos sumisos y alienados
al funcionamiento del sistema, mediante el desplazamiento de la responsabilidad
global que encierra toda problemática social a la actividad subjetiva de uno
mismo, descontextualizándola así de la estructura clasista general y de los
propios modelos casi inalcanzables que se propugnan como exitosos para los
sujetos de la sociedad.
No es que a usted el sistema socio-cultural que le rodea y del cual ha
interiorizado, vía proceso de socialización, sus valores predominantes, le haya
generado una serie de expectativas sociales que en esencia son difícilmente
alcanzables, y por ello a la hora de la verdad usted se ve incapacitado para
alcanzar dichas expectativas, es simplemente que usted no ha sido lo
suficientemente cuidadoso en su vida como para poder alcanzarlas haciendo lo que
era debido.
Pero no se preocupe. El Dios por excelencia del capitalismo, el sagrado Mercado,
sabrá perdonarle si así lo desea. Podrás encontrar el perdón si buscas bien
entre aquello que el Dios mercado te ofrece como alternativas. El cura te
mandaba rezar un padre nuestro como penitencia, y el Mercado te manda a comprar
una pasta de dientes blanqueadora, un refresco sin azúcar o un producto
ecológico de última generación. Amén.
Así que ya lo sabes. Expía tus culpas por no ser el ciudadano 10 que desde
pequeño soñaste:
Consume hasta morir