La sociedad consumista: una sociedad enferma

Creado: 24/7/2012 | Modificado: 30/1/2013 3847 visitas | Ver todas Añadir comentario



La ilusión de la libertad en el consumismo-capitalismo: libres de derecho - esclavos de hecho

Texto: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68697&titular=la-ilusi%C3%B3n-de-la-libertad-en-el-consumismo-capitalismo:-libres-de-derecho-esclavos-de-hecho-
Pedro Antonio Honrubia Hurtado

Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder que gobierna nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar. Esto es un resultado lógico de la manera en que está organizada nuestra sociedad democrática. Grandes números de seres humanos deben cooperar de esta forma si quieren vivir juntos como una sociedad que funcione con fluidez. En casi cualquier acto de nuestras vidas, sea en la esfera de la política o de los negocios o en nuestra conducta social o en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la opinión pública .


Libertad, un poco de historia.
 


Ya desde los orígenes mismos de la modernidad la búsqueda de la libertad se constituyó, junto con la razón, como el motor fundamental para los cambios políticos, económicos, sociales e individuales que estaban por venir tras la caída del viejo paradigma cristiano, tras la decadencia del Dios cristiano como eje central del funcionamiento político y económico de la sociedad. Los intelectuales revolucionarios de esta época confiaban plenamente en el uso de la sagrada razón, un camino por el cual el hombre debía conducirse hacia su completa emancipación, librándose con ello de todo tipo de tiranía política, económica, moral o espiritual. ¡Igualdad, libertad y fraternidad!, nos proclamaban a los cuatro vientos los cabecillas ilustrados de la revolución francesa.

La libertad individual, piedra angular de los valores liberales e ilustrados, debía conquistar lo antes posible su verdadero sentido como autonomía moral. Este hecho presuponía que cada persona debía tener su parte de responsabilidad en el ejercicio de la convivencia más allá del peso colectivo de la historia, por ello la libertad individual era absolutamente necesaria en el proceso de cambio que se estaba dando y que debía conducir al hombre en su trayecto desde las cadenas de la irracionalidad religiosa a la emancipación verdadera de la sociedad liberal ilustrada. La libertad guiando al pueblo de E. Delacroix (1830) se convierte en todo un símbolo de los valores ilustrados y modernos que recorrían la Europa de las postrimerías de la revolución francesa, valores que una y otra vez tratan de levantar su voz frente a la tiranía de los monarcas autoritarios y sus obsoletos valores religiosos esclavizadores, que no sólo sometían la libertad del pueblo, si no que atentaban contra la propia autonomía moral del individuo.

Libertad, se busca a toda costa la libertad. Libertad política, libertad económica, libertad social, libertad de prensa, de asociación y de culto, libertad moral y libertad de expresión, libertad de acto y de palabra. El hombre es un ser que nace libre y debe morir igualmente libre, sin estar sometido bajo la bota de ningún poder esclavizador. Lucha por el reconocimiento y búsqueda de la libertad se convierten ahora en una misma e inseparable cosa. De este modo, el proyecto Ilustrado es esencialmente un proyecto de búsqueda de autonomía, de libertad; de libertad de pensamiento frente a la autoridad, la religión o la tradición, de libertad moral y de libertad política. Como dijo Kant, la Ilustración es el paso a la mayoría de edad y se resume en el lema “atrévete a pensar”.

La ilustración debía avanzar hacia una sociedad ordenada desde la ciencia, la libertad y la igualdad, sea cual fuere el modelo político, económico o social que se planteara para ello. Por eso muchos autores han visto por igual en el liberalismo, el marxismo o el socialismo libertario sistemas políticos e ideológicos de connotaciones ilustradas. Se suponía que en el uso público de la razón, la luz de los hombres se expandiría hasta alcanzar a todos. La ilustración confiaba en el público y en el público cabe el pueblo entero y cada uno de sus individuos por separado, fueran de la clase social que fuesen. Ante la libertad, no debían existir diferencias para los hombres, pobres o ricos, explotadores o explotados. El optimismo de la ilustración, su fe más profunda, reside en que el hombre sólo puede ser feliz siendo libre entre los hombres. Así, el chispazo de la libertad acabaría generándose en cada hombre, tan solo con ser capaces de abrir el espacio público y privado donde el hombre pudiera intervenir directamente con su acción. La revolución liberal haría libre al hombre.

El optimismo de los ilustrados frente a las posibilidades de la razón y la libertad no tenía límites. La libertad se convierte por ello, junto a la razón, en una idea de carácter sagrado, que sobrevuela el cielo y cimenta los suelos de todo proyecto ilustrado, y que además es lo suficientemente poderosa en sí misma como para garantizar la adhesión emocional de las masas para con los proyectos de este tipo planteados. Pero, a pesar de tal poder de movilización, pronto se acabaría con el sueño ilustrado de ver en la razón y la libertad una combinación de elementos todopoderosos. Fue Sigmund Freud quien más duro golpeó sobre el caparazón sagrado de la libertad y la razón (otros autores posteriores, como Erich Fromm, acabarían por derrumbar tal sueño por completo). Con Freud y sus aportaciones teóricas el hombre pasó de nuevo a ser esclavo, dejó de ser libre de una tacada, pasó nuevamente a estar sometido; sometido, ni más ni menos, que por su propia naturaleza .

Con el psicoanálisis el hombre pasó de nuevo de ser un ser libre, a estar otra vez atado; atado por una lucha de fuerzas internas difícilmente controlables por vía de la racionalidad, una racionalidad a la cual someten y sojuzgan a su antojo tales fuerzas de carácter interior. La libertad plena del hombre se convierte así en una ficción. El hombre ya no sólo no es libre ante el mundo, la sociedad y sus instituciones, sino que ni tan si quiera es libre ante sí mismo . Oscuras fuerzas inconscientes gobiernan y determinan la formación de nuestra personalidad y el desarrollo de nuestra conducta, tanto o más que la voluntad libre y consciente. Aspiraciones, deseos, necesidades, pulsiones, pasiones y otros elementos reprimidos por la cultura y la voluntad, encuentran su acomodo en un oscuro lugar de nuestra mente, desde donde jamás dejarán de actuar, buscando siempre la manera de ser satisfechos convenientemente. El ser humano ya no se puede entender únicamente como un ser racional, los instintos ocupan y juegan un lugar preponderante, pues ellos conforman mecanismos que ponen en entredicho la racionalidad. De la misma manera, el ser humano ya no puede ser visto como un verdadero ser libre, pues existen fuerzas que están fuera del alcance de su control que condicionan convenientemente su conducta. El ser humano tiene capacidad racional y libre para tomar decisiones de propia voluntad, sí, esto es cierto como creían los ilustrados, pero no por ello deja de ser esclavo de sí mismo, esclavo de las órdenes no controlables de su propio incosciente.

Ahora, conocido esto por el hombre, la lucha por la emancipación ya no es sólo una lucha contra las fuerzas externas, sino también contra las propias fuerzas internas esclavizadoras. Es por ello que el psicoanálisis es presentado también como un método que se propone, a la larga, que el ser humano sea más libre. El psicoanálisis quiere contribuir a hacer visible lo que se encuentra reprimido para que esas pulsiones no gobiernen al yo de modo inconsciente, sino para que sean gobernadas de manera consciente por un yo adulto. La tarea del psicoanálisis es reincorporar esas pulsiones conflictivas. De nuestra capacidad para re-elaborar el contenido inconsciente dependerá nuestro crecimiento a una condición de adulto, en mayor libertad. Sin embargo, para nuestra desgracia, poco tardó en descubrirse que estos descubrimientos absolutamente revolucionarios y anti-ilustrados de Freud, en principio con aspiraciones liberadoras, podían ser también perfectamente usados para, sin tener que abandonar la apariencia de una sociedad y un sistema social, político y económico concienciado con la búsqueda de la libertad, profundizar en el proceso de sometimiento, esclavitud y alienación de las conciencias de los individuos de esa sociedad, algo que tan necesario se hace para la consolidación de un nuevo paradigma sacro-religioso que garantice la conservación y desarrollo de los privilegios propios de una clase dominante en el marco de un sistema socio-económico-político determinado.

Fue un sobrino estadounidense del propio Freud, Edward Bernays , el primero en percatarse del incalculable potencial que las teorías de su tío ofrecían al capitalismo y su visión del mundo, de la economía y del papel que el individuo debe jugar en la nueva sociedad consumista-capitalista que estaba emergiendo. El razonamiento propuesto por este hombre, aunque con efectos devastadores para la libertad humana, fue sencillo: si es verdad eso de que el hombre está sometido por una serie de fuerzas, pulsiones, deseos y necesidades inconscientes que ni si quiera él mismo conoce, y que operando desde un oscuro lugar de la mente tienen capacidad para influir en la conducta del hombre, también lo será que, manipulando convenientemente estas pulsiones, deseos y necesidades ocultas, quien sea capaz de realizar tal manipulación será capaz también de influir directamente, sin que ellos lo sepan, en la conducta, el pensamiento y el comportamiento de estos sujetos, y todo ello, además, mientras que por la vía de los mecanismos conscientes habituales se les está diciendo que se hace justamente lo contrario.

Así, mientras oficialmente te pueden estar diciendo que se lucha por tu libertad, inconscientemente te someten y te esclavizan para que sientas, pienses y actúes de la manera que a los detentadores del poder social les parezca más oportuna. De esta forma, haciendo uso de esta estrategia verdaderamente siniestra, las clases dominantes podían seguir haciendo uso, a través de las percepciones conscientes del sujeto, del discurso ilustrado que busca la libertad y la emancipación del hombre, mientras que a nivel inconsciente se le manipula, se le guía y se le orienta convenientemente para que se mantenga sumiso y alienado a los valores propios del sistema, tanto para la adquisición de productos en el mercado (publicidad), como para su adhesión emocional e irracional con el modo de vida y los intereses propios de éste y de las clases dominantes que controlan su funcionamiento (propaganda). Publicidad y propaganda pasan a ser así una misma cosa, sin distinción entre ellas. La publicidad ya no se limita sólo a la venta de un producto, sino que a su vez te inculca también un modo de vida, un sistema de valores y un código cultural de comportamiento social y político, previamente establecido y demostrado como eficaz y eficiente tanto para el correcto funcionamiento del sistema económico vigente, como para el mantenimiento del status quo y los privilegios de las clases dominantes.


En su ensayo “Propaganda”, el propio Edward Bernays reconoce que ha tomado las ideas de su famoso tío para aplicarlas a la naciente ciencia de la persuasión de masas. La única diferencia consistía, como hemos dicho, en que en lugar de usar estos principios para descubrir temas ocultos en el inconsciente humano y tratar de llevarlos de vuelta al campo de la consciencia, como lo hace la psicología freudiana, Bernays usó estas mismas ideas para disfrazar agendas y para crear ilusiones que engañan y distorsionan las cosas, con fines de marketing primero, y de orientación y manipulación política y existencial después. El propio Josef Goebbels, ministro de la propaganda de Hitler, se cree que estudió de cerca los principios de Bernays cuando estaba desarrollando la popular lógica que utilizaría después para convencer a los alemanes de las “ bondades ” del régimen nazi. Además, estos primeros manipuladores de masas se presentaban a sí mismos como realizadores de un servicio moral para la humanidad en general. La libertad, según ellos, era demasiado pesada para la gente, por ello las masas necesitaban que les dijeran que pensar, pues en su absoluta fragilidad mental eran incapaces de pensar racionalmente por sí solos.

Así, podemos decir, sin miedo a equivocarnos, el consumismo-capitalismo había logrado encontrar la cuadratura del círculo: A través del psicoanálisis y sus planteamientos teóricos las clases dominantes podían seguir defendiendo un discurso libertario y emancipador, de acuerdo a las exigencias conscientes de las masas según el espíritu ilustrado propio de la época, mientras de manera oculta podrían operar con todo un mecanismo psicológico de sumisión y alienación de la consciencia de éstas a través del estudio, control y manipulación de sus ideas, pulsiones, deseos y necesidades inconscientes .

Esto es: por un lado, las clases dominantes podían continuar con su discurso ilustrado de búsqueda de libertad sin límites para cada miembro de la sociedad, un discurso que las masas recibirían a través de sus mecanismos perceptivos e intelectuales conscientes y que conecta de manera directa con sus demandas más profundas según el espíritu propio de la época (una época donde la búsqueda de libertad es en sí misma un motor social y político), mientras que por el otro se les manipulaba inconscientemente de tal manera que se convierte a los individuos en simples emisores pasivos de un modo de vida y unas orientaciones políticas e ideológicas previamente determinadas. Un plan, hemos de decirlo, absolutamente brillante y que sigue teniendo plena vigencia –y cada vez con más éxito- en la actualidad.


Libertad en la sociedad capitalista

La gente en la actual sociedad consumista-capitalista y sus valores subyacentes cree saciadas sus históricas aspiraciones de libertad y reconocimiento, aunque en nombre de esa supuesta libertad (secuestrada por el sistema) no sólo se cometan todo tipo de arbitrariedades y barbaridades, sino que se sigue esclavizando, sometiendo, guiando y alienando la voluntad emancipadora de las masas . Un plan, como decimos, realmente brillante y efectivo, tal vez el más brillante de cuantos se haya podido urdir nunca antes en la historia para tal efecto de manipulación y control de masas. En otras palabras, como bien afirma Alfonso López Quintás (4) “ En nuestra actual sociedad todo parece emprenderse y realizarse en virtud del ideal de libertad. Se defiende como algo consabido, no sometible a matización alguna, y mucho menos a crítica o a recorte, el derecho absoluto a la libertad de expresión. En virtud de tal libertad, se practican toda suerte de manipulaciones y apenas hay quien delate el peligro de que tal actividad quebrante la libertad real de la mayoría de las personas y grupos que integran el pueblo al que se dice servir. Se reclama como un derecho inalienable de toda persona la libertad para hacer toda clase de manifestaciones propagandísticas, pero se silencia el hecho nada baladí de que tal libertad sólo la poseen en realidad unos pocos privilegiados merced a su poder económico. Tropezamos aquí con una gran trampa en la que estamos llamados a caer de bruces si aceptamos ciertos planteamientos que hoy se dan por incuestionables en nuestra sociedad ”.

Y no podría estar más de acuerdo con esta cita, especialmente con esa última frase que cierra la intervención:
―” Tropezamos aquí con una gran trampa en la que estamos llamados a caer de bruces si aceptamos ciertos planteamientos que hoy se dan por incuestionables en nuestra sociedad ” ―.

La sacralización que las clases dominantes han hecho de la libertad a través de su vinculación con las estructuras simbólico-sagradas de la sociedad, así como el secuestro que de tal término han llevado a cabo, conduce al sujeto a vivir bajo la creencia de que con la defensa del consumismo-capitalismo como modelo hegemónico de sociedad, se está haciendo en sí misma una defensa de la libertad, aun cuando la realidad, bien analizada, nos dice todo lo contrario.

No sólo no vivimos en una sociedad donde la búsqueda de la libertad humana ocupe un espacio primordial entre los objetivos buscados por las clases dominantes que la dirigen y controlan (demasiado preocupados ya, como para pararse a esto, en buscar la defensa de sus intereses, el mantenimiento de sus privilegios y la maximización de su poder y sus beneficios políticos y, sobre todo, económicos), sino que además vivimos manipulados constantemente por una serie de ideas y conceptos que han sido sacralizados como absolutos e incuestionables, y que penetran por vía consciente e inconsciente hasta en lo más profundo de nuestras vidas. Educados para defender unos intereses que no son los nuestros, adiestrados para hacer nuestros los objetivos de un sistema que nos explota, somos sistemáticamente humillados y no queremos darnos cuenta.

Vivimos pues, según se desprende de todo esto, no en el reino de la libertad, no en el paraíso de la emancipación, sino, más bien, en una desconcertante idealización consciente de la libertad que nos dirige de lleno a un riguroso estado de necesidad y desconsuelo inconsciente, que se revela, como en todo otro periodo pasado de carácter religioso y dominado por una élite explotadora, opuesto a la libertad, es decir, antagónico a la lucha histórica del hombre por avanzar en la búsqueda de la auténtica y genuina libertad, que no es otra que la libertad de ser y pensar por uno mismo, para uno mismo y para los demás (5) .