El fin de la historia y el último hombre. Francis Fukuyama
El fin de la historia y el último hombre. Francis Fukuyama.
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INTRODUCCIÓN.
Durante el verano de 1989, la revista National Interest publicó un ensayo
titulado El fin de la historia, el que causó gran revuelo mundial, por lo
que dio pie para que su autor escribiera, en 1992, un libro titulado "El
fin de la historia y el último hombre"
Para saber quién es este hombre y lo que establece su tesis se ha efectuado
este trabajo, comenzando con una biografía con el propósito de entender la
génesis de sus planteamientos, continuando con una revisión a los conceptos
de Democracia y Liberalismo, los cuales se consideran indispensables para
entender las ideas de Fukuyama, posteriormente continuar con una explicación
de su tesis y finalmente concluir con una visión crítica tomando como base
comentarios y trabajos que se han encontrado en diversas fuentes
relacionadas con el tema.
EL HOMBRE.
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Francis Fukuyama nació en el seno de una familia de origen japonés en
1952, en la ciudad de Chicago, EE.UU. Se formó en las Universidades de
Harvard y Yale, y es Doctor en Filosofía y Letras. Durante su carrera
escribió sobre democratización y política económica internacional,
especializándose en la política exterior de la ahora ex Unión Soviética.
También trabajó para el Departamento de Estado de los EE.UU. Al momento de
escribir el artículo era Director Delegado del Cuerpo de Planeamiento de
política del Departamento de Estado, y posteriormente se desempeñó como
asesor residente de la Corporación Rand, en Washington D.C. Fue en este
último puesto, convertido en celebridad y con un contrato para ahondar en
sus pensamientos, lo que le permitió concretar el libro, cuestión de este
análisis.
El Señor Fukuyama es especialista en la relación entre democratización y
política económica internacional. Desde su cátedra en la George Manson
University, ha centrado sus estudios en el rol de la cultura y el capital
social en la vida económica moderna. Actualmente está casado y es padre de
dos hijos.
DEMOCRACIA Y LIBERALISMO
Antes de señalar las ideas y postulados de Fukuyama es necesario revisar qué
se entiende por Democracia y por Liberalismo.
La idea de la Democracia, está necesariamente asociada al concepto de
libertad humana. El hombre se siente libre cuando toma sus decisiones por sí
mismo. Si vive en sociedad y acepta la autoridad de un gobierno, es porque
el, libremente, lo ha resuelto así. De ahí, que la forma de conservar su
libertad, sea la de elegir a sus gobernantes; hacer las leyes que va a
obedecer y decidir, la conducta que habrá de seguir la nación, tanto en los
asuntos internos, como en los externos.
La palabra Democracia, es de origen griego y significa literalmente, poder o
autoridad del pueblo. Un gobierno es democrático cuando en las decisiones de
importancia que afectan al Estado, intervienen la mayoría de los ciudadanos.
Los ciudadanos de un Estado Democrático, suelen adoptar sus decisiones
políticas, bien por sí mismos o por medio de sus representantes.
En el primer caso, existe una democracia directa, porque no hay
intermediarios entre la voluntad popular y los actos del gobierno. Cuando es
necesario, el pueblo se reúne y actúa por sí mismo. En las democracias
representativas, que es el segundo caso, el pueblo elige a sus delegados,
para que gobierne en su nombre y representación. La democracia
representativa es la que prevalece en la actualidad.
Por otra parte, el liberalismo clásico, pude entenderse como la aplicación
de tres conceptos básicos:
Primero: un compromiso con la libertad personal, definida como la no
interferencia en las creencias y en la búsqueda de objetivos privados.
Segundo: una política de estricta libertad económica.
Tercero: una doctrina del gobierno limitado y restringido a asegurar
las funciones básicas de la organización
de la sociedad, particularmente, la libertad, la seguridad y la justicia.
La palabra Liberalismo designa una filosofía política, fundada en el valor
de la libertad individual, describe así mismo un conjunto de principios
ideológicos de una serie de partidos políticos en el mundo occidental e
identifica una perspectiva de análisis frente a los mecanismos rectores del
funcionamiento de la economía. Todos estos significados, sin embargo, tienen
su fundamento en el llamado "liberalismo clásico", característico de un modo
de observar el mundo de la economía política.
SU TESIS
El artículo escrito por Francis Fukuyama y complementado por el libro,
afirmaba que la caída del comunismo y el triunfo de las democracias
liberales marcaban el comienzo de la etapa final en la que no había más
lugar para largas batallas ideológicas. En este sentido, la historia habría
terminado. El Fin de la historia, afirma Fukuyama, significaría el fin de
las guerras y de las revoluciones sangrientas, los hombres podrían
satisfacer sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que
arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas.
El pensamiento tiene un marco histórico bien preciso, ya que se trata de la
coyuntura desarrollada a partir de 1989 en Occidente, que estuvo marcada por
el inicio del desmoronamiento de los regimenes del socialismo real en Europa
del Este. |
El libro no es una repetición del artículo original, ni trató de continuar
la discusión con los críticos y comentaristas del ensayo. Tampoco es un
estudio sobre el final de la guerra fría ni de ningún otro aspecto
importante de la política contemporánea. Sí el libro está influido por los
acontecimientos de la época y por ello, a decir del mismo autor, el tema
vuelve a una cuestión muy vieja: Si al final del siglo XX tiene sentido que
hablemos de nuevo de una historia direccional, orientada y coherente, que
posiblemente conducirá a la mayor parte de la humanidad hacia la
democracia liberal. La respuesta a la que llegó es, obviamente, positiva y
esto por dos razones: Una se relaciona con la economía y la otra con la que
se llamó la lucha por el reconocimiento.
Fukuyama no sugiere que llegó a su fin la historia como una sucesión de
acontecimientos, sino la Historia, entendida ésta como un proceso único,
evolutivo y coherente. Esta manera de entender la historia está
estrechamente relacionada con el filósofo alemán G.Hegel, para quien había
un desarrollo coherente de las sociedades humanas desde las simples
sociedades tribales basadas en la esclavitud y la agricultura de
subsistencia, a través de varias teocracias, monarquías y aristocracias
feudales, hasta la moderna democracia liberal y el capitalismo motivado
tecnológicamente. Este proceso evolutivo no era casual ni ininteligible, aun
cuando no siguiera una línea recta, e incluso cabe discutir si el hombre era
más feliz o vivía mejor como resultado del progreso histórico.
Hegel creía que la evolución de las sociedades humanas no era infinita, sino
que acabaría cuando la humanidad hubiese alcanzado una forma de sociedad que
satisficiera sus anhelos más profundos y fundamentales. Postulaba un Fin de
la historia con un Estado liberal.
Lo anterior no significaba que el ciclo natural de nacimiento, vida y muerte
llegara a su fin, ni que ya no hubieran de ocurrir acontecimientos
importantes o que dejara de publicarse los periódicos que informaban sobre
ello. Significaba, en definitiva, que no habría nuevos progresos en el
desarrollo de los principios e instituciones subyacentes, porque todos los
problemas realmente cruciales habrían sido resueltos.
El libro de Francis Fukuyama está dividido en 5 partes, en un poco más de
30 capítulos:
En las primeras dos partes, intenta esbozar una historia universal. Después
de establecer en la primera, las razones para plantear de nuevo la
posibilidad de una historia universal, propone en la segunda una respuesta
inicial al tratar de emplear la ciencia natural moderna como regulador para
explicar el carácter orientador y coherente de la historia. La ciencia
natural moderna es un punto de partida adecuado porque constituye la única
actividad social importante que, por consenso común, es a la vez acumulativa
y orientadora, incluso si su impacto final en la felicidad humana resulta
ambiguo.
En la tercera parte, el libro presenta una segunda interpretación del
proceso histórico, paralela a la primera, al tratar de recobrar al hombre
entero y no sólo su aspecto económico. Para hacer esto, vuelve a Hegel y a
la interpretación no materialista de la historia, basada en la lucha por el
reconocimiento. La cuarta parte del libro ahonda y proyecta hacia el futuro
algunas de las distintas maneras con que el deseo del reconocimiento se
manifestará.
Finalmente la quinta parte, trata del Fin de la historia y de la criatura
que surge del último hombre, es decir, la democracia liberal y su éxito
frente a sus enemigos externos. Pero reconoce la existencia de
contradicciones que la pueden minar como sistema político, problemas que van
desde las drogas, los sin hogar, la delincuencia hasta los daños al medio
ambiente y la frivolidad del consumismo. También en su obra, el autor que
comentamos hace una crítica al realismo político o política de poder de
Estados Unidos, principalmente porque atribuye a dicha teoría la convicción
de sostener que la inseguridad es un rasgo universal y permanente del orden
internacional debido al carácter perpetuo del mismo, sugiriendo
que dicho esquema estaría superado por la preeminencia de un sistema
multipolar generado al término de la Guerra Fría.
UNA VISIÓN CRÍTICA.
El trabajo desarrollado por Fukuyama, se enmarca en un momento en que la
sociedad vive el desmoronamiento de los regimenes socialistas en Europa del
Este. Con ello, para el autor no se trata de la co−existencia del
capitalismo y socialismo, sino de la derrota de este último y de la victoria
final del capitalismo y liberalismo como sistema político. Es para Fukuyama,
el triunfo de la cultura occidental.
Para el autor del libro, al no existir regímenes políticos superiores y al
haber fracasado los modelos que se pretendían alternativos, la democracia
capitalista aparece como el régimen político absoluto e ideal. Éste habría
resuelto todas las inquietudes ideológicas planteadas y el país
representativo de aquel, es decir, EE.UU habría satisfecho los máximos
ideales de igualdad y libertad. La caída del socialismo es una demostración
de ello.
Por ello el Fin de la historia, para Fukuyama, es la universalización de la
democracia liberal como forma final de gobierno humano. Si bien esta
democracia liberal no está materializada en todo el planeta, es sólo una
cuestión temporal, porque en el plano de las ideas la forma de gobierno
triunfante es la ideal y las alternativas no podrán convertirse en amenazas
para la estabilidad lograda.
La descripción que hace Fukuyama del tiempo que viene pareciera ser una
sociedad unipolar, sin conflictos y poco atractiva, es decir muy triste
donde la voluntad por arriesgar la vida por un fin puramente abstracto, la
lucha ideológica mundial que pone de manifiesto elementos como la bravura,
el coraje, la imaginación y el idealismo, serían reemplazados por cálculos
económicos, las preocupaciones acerca del medio ambiente y la satisfacción
de demandas refinadas de los consumidores. Andrés Huguet Polo, en su ensayo
La tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia, afirma que quizás la misma
perspectiva de inmovilismo, de siglos de aburrimientos en el fin de la
historia servirá para hacer que la historia comience de nuevo.
Fukuyama en su texto, pareciera propiciar el estatismo, la inamovilidad de
la historia; pretende limitar la evolución política y económica de la
humanidad. Descarta el marxismo como alternativa a la democracia
capitalista; sin embargo su generalización se basa en la experiencia de la
ex USSR y de los países de Europa del Este, pero no toma en consideración
las experiencias que se han vivido en otros países como China, que tendrá
sin lugar a dudas una incidencia en el futuro de la historia de la humanidad
y que aún no se pronuncia sobre el liberalismo o el futuro de su partido
comunista, o de un país como Cuba, que ha sabido mantenerse sin el apoyo de
su antiguo socio. Los acontecimientos relacionados con la guerra de medio
oriente, aún cuando la tesis lo descarta, también la pondrán a prueba.
En paralelo, Fukuyama plantea un mundo relativamente estable, a su gusto,
pero deja en un segundo plano u orden, la miseria, la desocupación, la
mortalidad infantil, los desequilibrios ecológicos o la pobreza que existe
en algunos continentes (casi enteros), frente a la preeminencia del
liberalismo como sistema y del capitalismo como forma económica.
Aunque el liberalismo político continúe expandiéndose, todavía habrá que
esperar muchos años para comprobar si estamos llegando al Fin de la historia
y del último hombre como lo anunciara el autor del libro, el historiador
Francis Fukuyama.
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