Los inventores de enfermedades. Parte I
Los inventores de enfermedades. Parte I.
Fuente:
http://www.revistafusion.com/2005/marzo/temac138.htm
El avance social y sanitario conseguido en los países desarrollados
durante estas décadas, ha sido el responsable de un aumento en la
esperanza de vida del hombre actual. Se da la paradoja de que
también nos encontramos en una de las épocas de la Historia de la
humanidad donde más enfermedades se han detectado, muchas de ellas
nuevas. ¿Estamos cada vez más enfermos? Para un grupo
numeroso de médicos e investigadores se trata de enfermedades
inventadas. Un suculento negocio de las industrias
farmacéuticas, que no han tenido escrúpulos en convertir nuestra
salud en un valor de mercado.
Síntomas leves se confunden con una enfermedad, y se les asocia a
factores de riesgo para que automáticamente sea obligatorio seguir
un tratamiento que, en el mejor de los casos, será infructuoso.
Foto: Fer
¿Una sociedad cada vez más enferma?
Desde 1990 hasta ahora el gasto sanitario público ha crecido de
manera continuada. Sólo en el 2003 a través de recetas oficiales se
gastaron 8.491 millones de euros. Se calcula que para el 2015 el
desembolso sea totalmente insostenible. ¿Estamos cada vez más
enfermos? ¿Consumimos más medicamentos de los que deberíamos? Este
es un tema que no sólo trae de cabeza a la Sanidad Pública de todos
los países, sino que también es objeto de estudio de muchos médicos
e investigadores.
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La farmacéutica Arancha Desojo, experta en cooperación sanitaria,
advierte que "son las empresas farmacéuticas las que se empeñan
en ofrecer una visión pesimista de la salud del mundo, cuando la
realidad es que las enfermedades mortales son cada vez menores y la
esperanza de vida se alarga hasta los 80 años". ¿Cómo se
explicaría entonces el aumento del gasto farmacéutico?
Un buen
número de médicos y algunas compañías farmacéuticas se han empeñado
en hacernos creer que la actualidad es una de las épocas con más
enfermedades, muchas de ellas nuevas, de la historia de la
Humanidad. Han convertido en estados patológicos procesos que no lo
son con el fin de poder someter a tratamiento a pacientes con
síntomas reales que conforman falsas dolencias.
Cuando se consulta con los especialistas, éstos se empeñan en
defender que, efectivamente, se trata de enfermedades a las que
hasta ahora no se había concedido importancia pero que la han
adquirido con la mayor exigencia de la población por su bienestar o
la menor tolerancia a la mínima incomodidad. Síntomas leves se
confunden con una enfermedad, y se le asocia a factores de riesgo
para que automáticamente sea obligatorio seguir un tratamiento que,
en el mejor de los casos, será infructuoso". ¿Son pues enfermedades
inventadas? Se trataría de procesos o problemas humanos que algunos
-léase empresas farmacéuticas- han decidido que sean médicamente
relevantes para poder asignarle un tratamiento.
El científico y periodista Jörg Blech desenmascara los intereses
ocultos de la industria farmacéutica en su libro, Los inventores de
enfermedades, número uno de ventas en Alemania. En él explica cómo
funciona este negocio multimillonario de difícil acceso:
"Los grupos farmacéuticos contratan a cientos de empresas especializadas en realizar ensayos, las cuales por su parte, colaboran con miles de médicos. Estos son finalmente los que reclutan a las personas en las salas de espera y reciben primas a cambio. Es la industria farmacéutica quien tiene en estos momentos un papel clave en la medicalización".
Primero se crea el medicamento en cuestión; luego se redefine la
dolencia y se organizan congresos donde invitan a médicos para
informarles de los últimos estudios -realizados por ellos mismos- y
hablarles de esa nueva enfermedad-; y luego explican a qué pacientes
va dirigido.
Paralelamente se ponen en marcha campañas
publicitarias, aparecen artículos en los periódicos sobre esa nueva
enfermedad. En una palabra, empieza a llegar de manera insistente
información al ciudadano "para hacerle creer que la suya es una
enfermedad de importancia cuando, la mayoría de las veces, es una
cuestión de carácter, de disconformidad con sus circunstancias
vitales o de conducta impropia. Esta confusión aumenta la
disconformidad con la propia vida y aumenta falsamente el número de
enfermos", asegura Arancha Desojo.
Antes de recurrir a los fármacos hay otras prioridades. La
osteoporosis es crónica, no se cura con medicamentos pero sí se
pueden combatir los factores de riesgo. Obliga a llevar una vida
sana con ejercicio moderado, alimentación rica en lácteos,
vitaminas, etc.
Algunas "no enfermedades"
Cada enfermedad tiene su propio medicamento y cada medicamento tiene
su propia enfermedad. En los últimos tiempos, procesos normales de
la vida como el envejecimiento, el embarazo, el parto, la
infelicidad o la muerte, tienen un fármaco a su servicio.
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En cuanto
a los pacientes... se libran muy pocos. Porque, quién no ha sufrido
alguna vez fatiga o cansancio, ha pasado una temporada deprimido sin
ganas de nada o tiene kilos de más...
Luego, sólo se trata de unir
síntomas, convencer a la gente de que tiene algo hasta ahora
desconocido, preparar una campaña de información (periódicos,
televisiones, testimonios de gente famosa) y tendremos en marcha una
"enfermedad inventada". No debemos de olvidar aquí la importancia de
los números.
"La mayoría de los datos de la población relativos a la
salud -apunta Blech en su libro- se recogen por orden de empresas y
clínicas y llegan a los medios de comunicación a través de agencias
de relaciones públicas. Prácticamente nunca es posible verificar los
datos y las cifras de las noticias de prensa. Estos datos, en el
mejor de los casos, se basan en pruebas aleatorias sobre las que se
realiza un cómputo aproximado aplicado a toda la población. Pero con
bastante frecuencia, la cifra defendida de los casos clínicos se
reduce a estimaciones arbitrarias".
Después de introducida la
enfermedad en la mente colectiva, serán ya los pacientes y la
Seguridad Social quienes paguen los "nuevos" medicamentos y
tratamientos.
Cuáles podrían considerarse enfermedades inventadas, nos
preguntamos. Blech señala cinco variantes del comercio con
enfermedades que nos pueden dar una pista.
1. Vender un proceso normal
de la vida como un problema médico (la caída del cabello, por
ejemplo)
2. Vender problemas personales y sociales como un problema
médico (un estado de ánimo pasajero)
3. Vender un riesgo como una
enfermedad (la eterna lucha contra el colesterol)
4. Vender síntomas
poco frecuentes como epidemias de extraordinaria propagación
(disfunción eréctil o disfunción sexual femenina)
5. Convertir síntomas leves en indicio de una enfermedad grave
(síndrome del colon irritable).
Podrían incluirse en ese listado de
"no enfermedades", la menopausia, el estrés, el tabaquismo, la
depresión, el sobrepeso, la osteoporosis, alergias, impotencia,
insomnio, la dermatitis, la calvicie, la celulitis, pecas y manchas,
el embarazo, el parto, y un largo etcétera que podría añadirse.
Detengámonos en alguna de ellas.
Algunas no-enfermedades.
Osteoporosis
La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de calificar a la
osteoporosis como la epidemia del siglo XXI, basándose en un
dato: cada 30 segundos se produce en Europa una fractura a
consecuencia de esta enfermedad. Esta declaración convierte en
pacientes a 2 millones de mujeres y 750.000 hombres, sólo en España.
La osteoporosis -disminución de la masa ósea y alteración de la
estructura de los huesos- es un efecto secundario natural de la
vejez que amenaza especialmente a mujeres después de la menopausia.
Es crónica, no se cura con medicamentos pero sí se puede prevenir,
evitar y combatir los factores de riesgo. Obliga a llevar una vida
sana con ejercicio moderado, alimentación rica en lácteos,
vitaminas, etc. Antes de recurrir a los fármacos hay otras
prioridades.
Se calcula que este año cerca de 7,5 millones de mujeres en España
tendrán 50 años, edad media de la llegada de la menopausia. El 52%
de los españoles padece ya andropausia (disminución de la producción
de testosterona que puede conllevar alteraciones físicas). Aunque
son dos cuestiones diferentes, en el mercado existen un listado de
productos que intentan paliar los efectos de ambos procesos
naturales a los que se les ha colgado el cartel de "enfermedad".
Parches transdérmicos, píldoras, geles, inyecciones intramusculares
e incluso implantes subcutáneos, son algunos de los compuestos
hormonales recetados en ambos casos. La publicidad de estos fármacos
hablan de aumento de bienestar, incremento de apetito sexual,
aumento de la densidad ósea, pero apenas informan de los importantes
efectos secundarios.
En los últimos tiempos, procesos normales de la vida como el
envejecimiento, el embarazo, el parto, la infelicidad o la muerte,
tienen un fármaco a su servicio.
La menopausia y la andropausia han pasado de ser etapas que exigen
cambios y renovación en la forma de vida, a ser un cúmulo de
factores de riesgo.
Colesterol
El colesterol está presente en todas las células y es
necesario para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. En un
80% es fabricado por nuestro organismo aunque también lo asimilamos
a través de determinados alimentos. La cantidad exacta de colesterol
"necesario" es muy difícil de determinar ya que los parámetros
varían en función de la edad, sexo, y luego, no todo el mundo
elimina las grasas de la misma forma. Con ello, las últimas
investigaciones dan un nuevo enfoque sobre el tema al demostrar que
el colesterol no es uno de los principales factores de riesgo
cardiovasculares como nos dan a entender comúnmente, lo que pone en
tela de juicio ese vivir obsesionado por el control del colesterol
como norma general. Y en el caso que fuese necesaria esa vigilancia
recomiendan utilizar en primer lugar fórmulas naturales antes que
recurrir directamente al fármaco. |
El médico e investigador alemán Matías Rath que lleva años
estudiando el tema y ha escrito libros al respecto, denuncia que
"las campañas de marketing lanzadas para la venta de fármacos que
reducen el colesterol convierten este factor de riesgo en el 'chivo
expiatorio'. Hoy en día millones de personas utilizan el más
reciente descubrimiento de este tipo de fármacos, las estatinas, que
bloquean la síntesis del colesterol, con la esperanza de recibir un
tratamiento para su enfermedad. Sin embargo, la debilidad subyacente
de las paredes arteriales sigue sin recibir tratamiento alguno.
Además, según la edición del 3 de enero de 1996 de JAMA, estos
fármacos producen cáncer y tienen otros efectos secundarios graves
así que hay que evitarlos siempre que sea posible".
Blech también recoge en su libro abundantes testimonios de médicos
que apuntan en esta línea. El cardiólogo alemán Harald Klepzig lanzó
un reto: "Nos consideraríamos afortunados si se pudiera presentar un
solo estudio médico controlado que demostrara que la vida humana se
salvará con la reducción del colesterol. Sin embargo no resulta
difícil seleccionar diez estudios que muestren que una reducción de
las grasas va incluso acompañada de una mortalidad más alta".
¿Cuántos millones de pastillas se están ingiriendo diariamente para
controlar el colesterol por norma? Todos ellos insisten en señalar
que hay que tratar los riesgos, no el nivel de colesterol.
Por supuesto, no se trata de prescindir de los medicamentos sino de
consumir con lógica, de informarnos, y sobre todo de entender que la
salud también es cosa nuestra.
Síndromes.
Dentro de este listado de "no enfermedades con tratamiento", llama
la atención la aparición de los denominados "síndromes". Tomen nota
de algunos: Síndrome de las piernas inquietas, síndrome de Sisí,
síndrome de la depresión del paraíso, síndrome del colon irritable,
síndrome del déficit de atención en los niños, síndrome de la
feminidad, síndrome de Zappelphilipp (niños hiperactivos), etc.
Todos ellos cuentan con cuadros clínicos completos.
En este proceso de marketing la figura de los visitadores médicos es
esencial. Son esos señores/as trajeados y con maletín que aparecen
en la sala de espera de las consultas y sin esperar turno, se cuelan
-no sin antes disculparse- prometiendo que sólo va a ser un minuto.
Cómo funciona el marketing
"Primero se difunde el conocimiento, se crea la necesidad, luego se
publicita el remedio, se fomenta la demanda y finalmente, el
consumo. Las leyes del mercado hacen el resto", explica Desojo.
"Aceptamos con naturalidad que los medicamentos más novedosos que se
investigan y comercializan sean los que proporcionan un remedio, a
veces más imaginario que real, a los padecimientos de los calvos,
los impotentes o los gordos. Y creemos que hay enfermedades que
matan sin remedio. Suerte que sólo enferman y mueren por ellas los
desgraciados y pobres ciudadanos de tierras remotas". Unos
medicamentos son rentables y otros no, por eso no se producen ni son
objeto de investigación. Hoy por hoy la salud se ha convertido en un
negocio donde lo importante son las cifras. Pocos se atreven a
hablar de todo esto.
La revista Discovery DSalud lleva años investigando y denunciando
estas prácticas y también aportando otras alternativas: "Los nuevos
fármacos no se investigan porque exista detrás la intención real de
ayudar a quienes sufren sino porque proporcionan pingües beneficios.
Por eso la industria farmacéutica no busca medicamentos para las
enfermedades minoritarias: no son rentables. En las juntas de
accionistas de los grandes laboratorios no se plantean aspectos
humanos y éticos: sólo se habla de réditos, beneficios, nuevas
inversiones para obtener más ganancias. No se habla de salud, se
habla de enfermedad."
En las Agencias del Medicamento y en los ministerios de Sanidad de
todo el mundo pasa otro tanto. Están infiltrados por la mafia que
controla el actual sistema sanitario. Como lo están los colegios
médicos y farmacéuticas. Lo mismo ocurre con la clase política y
periodística. Los grandes laboratorios alquilan con mucha facilidad
la conciencia de los periodistas. Con la misma estrategia con la que
sobornan a los médicos. No sólo usan dinero, viajes, ordenadores,
etc., también les pagan satisfaciendo su ego otorgándoles 'premios
periodísticos' e invitándoles a recepciones, comidas o cenas con
grandes 'personalidades' intentando que surja la empatía a nivel
personal y sean luego lo más acríticos posible con quienes tan
amables han sido con ellos. Y no hablemos de lo sencillo que es
comprar la complicidad o cuando menos, el silencio de los grandes
medios de comunicación social. Casi ningún empresario se arriesga a
perder las campañas de publicidad de las empresas detrás de las
cuales está la industria farmacéutica", denuncia José Antonio
Campoy, director de esta publicación.
Como decimos son pocos los que se atreven a denunciar, cosa lógica
después de lo antes comentado. Pero todos los que lo hacen coinciden
en los mismos datos.
La industria farmacéutica no busca medicamentos para las
enfermedades minoritarias: no son rentables.
En este proceso de marketing la figura de los visitadores médicos es
esencial. Nos referimos a esos señores/as trajeados de punta en
blanco y con maletín, que aparecen en la sala de espera de las
consultas y sin esperar turno, se cuelan -no sin antes disculparse-
prometiendo que sólo va a ser un minuto. Pues estos señores tendrían
que ser en teoría quienes informasen al médico de los últimos
productos que ha sacado al mercado la multinacional a la que
representan. La realidad es que como además son vendedores, sus
argumentos giran más hacia esta segunda faceta. En sus manos tienen
la posibilidad de ofrecer a los facultativos dinero, regalos,
viajes, a condición de que receten su línea de medicamentos.
Mientras los médicos aseguran que los regalos que reciben -en muchos
casos sólo de propaganda-, no les influyen a la hora de recetar, las
cifras que manejan las multinacionales parecen decir otra cosa. Una
multinacional farmacéutica puede gastarse hasta tres mil millones de
dólares en publicidad y regalos promocionales de un nuevo
medicamento que quieran sacar al mercado. Por supuesto, éste no será
nunca un dinero perdido, sino invertido. |
La consecuencia de este tipo de prácticas no tiene por qué afectar a
la salud del enfermo. A veces se trata de recetar una marca
comercial concreta porque por ella el médico recibe un beneficio y
por otra no. Hay también medicamentos muy caros que el enfermo no
los compraría nunca pero si un médico le expande una receta oficial,
ese medicamento llega al paciente abonando sólo un porcentaje o nada
si se trata de un pensionista. Por esto también el médico es
remunerado. Luego está también la figura del farmacéutico encargado
de compras en un determinado centro (hospital, clínica,
residencias). En manos de esta persona está la inversión en material
clínico, así como las marcas que se van a consumir en todo el
hospital, mientras que cada médico será el que libremente determine
el tipo de medicamento a prescribir. Ni que decir tiene la
importancia que para las farmacéuticas representa este personaje y
la presión que ejercen sobre él para hacerse con ese mercado. Hay
que señalar que este tipo de actuación no condiciona la calidad del
producto que al final recibe el paciente, ya que sólo es una
cuestión de marcas. Se trata "sólo" de un fraude social. ¿Esta
práctica es habitual en todos los médicos? ¿Todos los visitadores
son iguales? No, pero estamos hablando de un comportamiento que está
ahí y es más habitual de lo que nos suponemos.
Nuestro sistema sanitario
Si estos fraudes son habituales y también conocidos, ¿nadie puede
poner fin a ello?
"La Administración, consciente de que el gasto
sanitario es una especie de agujero negro capaz de devorarlo todo,
trata de tomar medidas. Y una de las más últimas -copiada de una
recién implantada en EEUU- que ha levantado mucha polémica es sobre
las relaciones entre visitadores y médicos", explica en su artículo
Corrupción en el sistema sanitario español, Antonio Muro,
colaborador de Discovery DSalud.
"Esta normativa prohíbe a los
visitadores mantener reuniones con un solo facultativo, regula los
horarios de visitas y estipula que esa actividad 'no perturbe' la
atención de los pacientes. Con ello, es la propia Administración
quien indirectamente reconoce la existencia de ese problema oculto
dejando entrever lo que es un clamor sordo: que la actual relación
visitador-médico se ha convertido en muchos casos en una relación
viciada en la que los laboratorios aprovechan la lamentable
situación sociolaboral de muchos médicos para 'alquilar' voluntades
y conciencias".
Entonces, ¿las farmacéuticas han ganado el pulso a los sistemas
sanitarios nacionales?
Las Administraciones se están rebelando y
estudiando medidas. "No deja de ser paradójico -apunta Muro- que las
alarmas hayan comenzado a sonar no por los efectos reales de los
medicamentos o por la adecuación de los mismos, no por el hecho de
que la gran mayoría de los nuevos medicamentos sean sólo variantes
de otros ya existentes en el mercado pero más caros, sino a
consecuencia del constante aumento del gasto presupuestario". El
tema va a ser difícil de atajar a no ser que se realice una
renovación muy profunda ya que hay muchas cuestiones que incluso
están por encima de la propia Administración. Asegura Campoy que
"buena parte de los miembros del actual Parlamento Europeo son ex
ejecutivos de las grandes multinacionales farmacéuticas. Los han
puesto ellas allí. Como también están en los gabinetes jurídicos de
los ministerios de Sanidad, en la Policía, en los servicios de
inteligencia y hasta en la Judicatura. Están en todas partes. No son
muchos pero sí poderosos. Prácticamente imbatibles salvo que la
gente empiece a entender que está siendo vilmente engañada, que su
salud depende de cada uno y no de un médico, un fármaco o un sistema
sanitario".
En el año 2002, un año de crisis generalizada, los beneficios de las
diez empresas farmacéuticas más grandes crecieron más de un 13%.
Varios datos que dan para pensar: En el año 2002, un año de crisis
generalizada, los beneficios de las diez empresas farmacéuticas más
grandes crecieron más de un 13%. La industria de la salud ganó en
EEUU, según la revista Forbes, más de cien mil millones de dólares
limpios el pasado año. Casualmente, esta misma industria
farmacéutica fue la que costeó parte de la maravillosa ceremonia
de inauguración de George W. Bush. Su generosidad en este acto de
"coronación", confirmó el interés que la industria farmacéutica ha
puesto en la reelección del republicano.
De las contribuciones
electorales, su partido se llevó el 75% del total, frente al 25% que
se fue al partido Demócrata. La farmacéutica Lourdes Girona, miembro
de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Salud
Pública(3) explica que "por su contribución a la victoria de Bush,
los fabricantes farmacéuticos esperan detener el movimiento para
regular el coste de los medicamentos prescritos con patente, frenar
la fabricación de sustitutivos genéricos y evitar la reimportación
de medicamentos 'cuya pureza y eficacia no puedan ser garantizadas'.
Todo un ideario que conviene conocer, ya que es la industria
americana la que domina el mercado farmacéutico mundial".
Sin duda con esos millones se pueden comprar muchas cosas en muchos
estamentos. "Quizás algún día a alguno de nuestros políticos -en el
poder o en la oposición- le dé por plantear la necesidad de regular
el antes y el después de la trayectoria profesional de quienes en
algún momento, ejerciendo altos cargos en la Administración, tienen
en su mano la posibilidad de beneficiar o no en un momento dado
determinados intereses", apunta Muro. ?
(1) www.desalud.com y www.rebelion.org
(2) British Medical Journal de 27 de enero de 2005
(3) www.fadsp.org
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