Los secretos de la motivación. José Antonio Marina
Los secretos de la motivación. José Antonio Marina
Texto:
http://escuelaconcerebro.wordpress.com/2012/04/04/aplazamiento-de-la-recompensa-y-aprendizaje-emocional-2/
Los secretos de la motivación. José Antonio Marina.
Claves y estrategias para conseguir la educación de la motivación
Marina, J.A. (2011), Los secretos de la motivación, 1ª edición, Editorial Planeta, Barcelona, 2011. 191 págs. Tercer libro de la colección “Universidad para Padres” del filósofo y profesor de secundaria José Antonio Marina. El autor nos dará las claves y alguna estrategia para como motivar a nuestros hijos o a nuestros alumnos. |
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Podemos definir motivación como el señalamiento o énfasis que se descubre en
una persona hacia un determinado medio de satisfacer una necesidad, creando
o aumentando el impulso necesario para que se ponga en marcha esa obra o
acción.
Desde el punto de vista de un docente lo que más le interesa de sus alumnos
es que estén motivados, pero como sabemos no es una tarea fácil.
Este concepto es el centro del libro titulado “los secretos de la
motivación” de José Antonio Marina. El autor hace un recorrido a lo largo de
siete capítulos para poder conseguir la ansiada motivación de la
personalidad. Esta tarea motivante no es exclusiva de los profesores, sino
que también incluye a los padres, publicitarios, políticos, etc.
Ya seamos padres, docentes o ambos, necesitamos motivarnos a nosotros
mismos, y además queremos motivar a nuestros hijos/as o alumnos/as a hacer
algo. Enseñar a alguien nos exige conocernos mejor, desarrollar complejas
estrategias y observar nuestro entorno con otros ojos para así despertar la
curiosidad, por lo que educar significa crecer al mismo tiempo que lo hace
nuestro educando.
Todo lo que captamos a través de los sentidos es interpretado de manera
diferente según el receptor y por lo tanto una misma información será
conocida de diferentes formas ofreciendo atractivo o repulsa. Este proceso
es el resultado de nuestra inteligencia generadora, la cual es compleja y
diferente en cada uno de nosotros.
Desde un punto de vista educativo para motivar hay que presentar las ideas
de forma atractiva, ha de ser un premio para el que estudia y lo más
importante, se ha de convertir en un hábito, por lo que nos gustaría que
nuestros alumnos decidieran estudiar, que se esforzaran y que consigan el
hábito de estudio, desde luego algo muy difícil de poner en práctica.
Para poder alcanzar una motivación lo primero que se ha de educar son los
deseos, un deseo se podría definir como una anticipación de un premio, y a
este premio le damos un valor. Es obvio que motivación y deseo están unidas,
ya que desmotivación provoca depresión, por lo que hay una ausencia de
deseos.
Para poder trabajar sobre la capacidad de desear, el autor destaca que
podemos aumentar la necesidad por un lado, y hacer más atractivo el valor
del incentivo por otro.
Pero para llegar al ansiado deseo hay que trabajar la tarea, el trayecto a
recorrer para conseguir ese premio tan ansiado. Esta tarea ha de ser lo
suficientemente alcanzable a partir de unas estrategias, esto José Antonio
Marina lo llama facilitadores de la tarea.
Como primera conclusión que podemos obtener del libro es que para motivar
hay que actuar sobre alguno de estos tres factores. Aumentar el deseo,
aumentar el valor o aumentar los facilitadores de la tarea.
Pero, ¿Podemos hablar de una motivación, o de varias motivaciones? La
respuesta correcta es la segunda, hay varios tipos de motivaciones y se debe
trabajar la motivación de inicio, la que me hace tomar una decisión, y la
motivación de la tarea, es decir, la fuerza necesaria para ir superando los
obstáculos hasta llegar a mi premio.
Pero ¿cómo influir en un alumno o hijo? Pues precisamente intentando que
nuestro alumno o hijo sea autónomo, libre para tomar decisiones y así pueda
gestionar sus motivaciones. Por lo tanto tendremos que influir para reducir
la motivación espontánea por una motivación educada.
Para poder enseñar tenemos la opción conductista, aquella que premia un
comportamiento para que siempre se repita. Una segunda opción es la
psicología cognitiva la cual se basa en que las ideas que pasan por nuestra
cabeza influyen en nuestro comportamiento, por lo que para cambiar la
conducta tenemos que cambiar las creencias de estas personas.
Pero a finales
de siglo apareció una tercera opción, la psicología emocional, la cual se
basa en que son nuestras emociones, sentimientos y pasiones las que influyen
en nuestra conducta. La pregunta que se hará el lector o lectora es cual es
el más importante, pues para educar nos reducimos a ocho recursos, y la
aplicación de estos en un proyecto educativo es lo más valioso, ya que
pretenden que el niño consiga esa personalidad autónoma y así buscar su
felicidad.
Los ocho recursos son:
1.El premio
2.El ejemplo, somos animales imitadores gracias a las neuronas espejo
3.Selección de la información y el cambio de creencias, hay que seleccionar
la información y así poder influir sobre el comportamiento de una persona
4.Razonamiento, pretende cambiar las creencias mediante argumentos
5.Entrenamiento, la repetición para conseguir un hábito
Ahora que ya sabemos los recursos hay que educar la motivación, pero cómo se
consigue. El autor se centra en actuar sobre los tres grandes deseos:
1.El deseo de bienestar personal
2.El deseo de relacionarse socialmente, formar parte de un grupo o ser
aceptado
3.El deseo de ampliar las posibilidades de acción, o la afirmación del “yo”.
Todos estos factores y recursos educan la motivación inicial, pero ¿cómo
educamos la motivación de la tarea? Para esto el autor nos indica que hay
que educar la inteligencia generadora, ya que a veces nos juega malas
pasadas dándonos razones para desistir en la obtención de nuestro deseo.
Cuando esto sucede hay que descansar, reactivar el ánimo, volver a despertar
el interés perdido, no vencernos fácilmente ante las tentaciones. Si esto no
ha sido suficiente y hemos caído en la tentación aparecen dos actitudes, la
de frustración que conlleva una disminución del esfuerzo, o bien la
contraria, un sentimiento de enfado, coraje y orgullo que nos lleva al
incremento del esfuerzo para conseguir el premio deseado.
Es obvio que gracias al entrenamiento y a la repetición los seres humanos
mejoramos y eso es fuente de optimismo y energía, por eso hay que transmitir
esta idea a los alumnos o a nuestros hijos. Hay que vender más el proceso de
aprendizaje, la adquisición de competencias y no tanto el rendimiento final.
Por este motivo José Antonio Marina incide en la idea en que tanto al
premiar como al castigar se ha de hacer referencia a los rasgos de
comportamiento y no a los rasgos de personalidad. Una segunda idea que hay
que transmitir es que el fracaso es parte indisociable del aprendizaje, no
hay ciencia sin errores. Por último y como tercera idea hay que saber ser
competente para enfrentarse con los problemas. Si estos son alcanzables a
través de un éxito merecido, la experiencia de ser competente provocará que
el alumno o el hijo quiera volver a experimentar la sensación de ser útil.
Para mantener ese esfuerzo inalterable es necesaria la perseverancia, ese
hábito de mantener un esfuerzo para alcanzar una meta, a pesar de los
obstáculos o del cansancio. La perseverancia se ha de empezar a trabajar a
partir de los dos o tres años de los niños, cuando estos empiezan a ser
autónomos. Esa búsqueda de ser competente es su gran motivación y es aquí
cuando debemos aplicar los ocho recursos antes descritos.
La pregunta es ¿cómo no desistir en la tarea cuando hay dificultades? La
respuesta que nos da Marina es a través del aplazamiento de la recompensa,
el saber esperar, el saber luchar hasta el final para conseguir su ansiado
premio.
Como conclusión podemos afirmar que este libro es muy interesante desde el
punto de vista de un padre o docente ya que trata uno de los temas claves de
la educación, la motivación.
Es un libro de fácil lectura, con algunos ejemplos aplicados a los ocho
recursos y a los tres deseos básicos. Sin duda alguna recomendamos sus
lectura detenida y la aplicación de las ideas en la educación diaria.
David Fernández
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