La conjura de los necios o por qué casi siempre ganan los imbéciles

Creado: 18/9/2012 | Modificado: 30/1/2013 4687 visitas | Ver todas Añadir comentario



La conjura de los necios o por qué casi siempre ganan los imbéciles.
 
Por Emilio Gómez Milán

Si en una isla pones a cincuenta estúpidos y cien listos, al cabo de cien años sólo habrá estúpidos nos dice Pino Aprile.

Las cosas siempre van en función del peor. Si los niños no ayudan en casa y las niñas sí, la igualdad posible no es que todos ayuden sino que no ayude ninguno. En democracia, la curva normal nos dice que la mayoría es mediocre, por tanto sólo pueden elegir a imagen y semejanza como jefe a un mediocre. ¿Por qué? ¿Dónde reside la fuerza del estúpido?
¿Cuáles su mecanismo de acción? La respuesta es el acoso moral.

En tiempos de Darwin, su principal dificultad para defender en público su teoría de la evolución de las especies era que no disponía del concepto de gen, la unidad de transmisión hereditaria. Si la estupidez correlaciona con la supervivencia, debe haber un mecanismo que explique su poder: El acoso psicológico.

Este es ejercido por estúpidos, que pueden ser psicópatas (matan al individuo que es diferente, ésta es la vieja solución incluso en las culturas tribales, la solución del chivo expiatorio) pero no son sociópatas, al contrario, son con frecuencia, jefes con placa, empleados del mes, hijos pródigos, gente encantadora. Por eso, el acoso moral, que ahora se nos hace consciente a través de libros como el de Iñaki Piñuel es invencible, es el poder: Pensemos tan sólo en la Santa Inquisición, en la Alemania Nazi, la caza de brujas, etc, que sólo fueron posibles con la complicidad de toda la sociedad.

 


No todo el mundo es acosador, pero la mayoría son cómplices silenciosos, el resto las víctimas. Los cómplices dan el poder al acosador, y no son inocentes, es su estrategia de supervivencia (no vienen a por mi; algo habrá hecho. En resumen, con- vierten a la víctima en culpable…). De agua brava me libro yo, de agua mansa me libre Dios, o mejor no me libra ni dios, nos dice el refrán. Son los verdaderos estúpidos, no quieren saber, prefieren matar al mensajero. Su ley es la ley del silencio. Las reglas del grupo son implícitas y obedecen a la ley del más fuerte, que es el grupo (es la práctica y no la teoría de su funcionamiento: El que llega el último, a la cola; tragar viene en el sueldo aunque no se diga. Si alguien protesta o denuncia es culpable). Se trata de relaciones entre personas que vienen mediadas por el sexo, la raza, la clase social, la posición jerárquica, la edad..., pero nunca son de tú a tú. El machismo, la xenofobia, el racismo...,surgen de aquí y no son erradicables, al menos como agresividad pasiva. Sin embargo conviene luchar contra ellos.

Los estúpidos no hacen del mundo un lugar mejor. Con ellos está garantizada la seguridad (la seguridad de equivocarse en todo lo que importa en la vida como persona). Su parte buena es que hacen la vida más divertida (aunque ami sus efectos colaterales no me compensan) y mucha gente carecería de biografía sin la estupidez. Los estúpidos no saben resolver problemas. Su evidente y popular estrategia de solución consiste siempre en agrandarlos, desde lo local a lo universal, hasta que no pueden crecer más y estallan. Así caen los imperios. Pero recuerde, todo empieza con un rumor, como en las avalanchas.

 



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