Psicología. Sesgos y prejuicios cognitivos. Prejuicios sociales
Psicología. Sesgos y prejuicios cognitivos cognitivos. Prejuicios sociales.
Texto:
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Sesgos_cognitivos
Prejuicios sociales
- Fenómeno del mundo justo:
Es la tendencia prejuiciosa de algunas personas a percibir que el mundo es justo y por consiguiente las personas reciben lo que se merecen. Esta tendencia también se da en la ilusión de pensar que las personas recibirán con el tiempo lo que se merecen. Estudios muestran que aquellos que creen en un mundo justo tienen más probabilidad a creer que las víctimas violadas han debido comportarse de manera seductora, las mujeres maltratadas tuvieron que merecer los golpes, que las personas enfermas se han causado su enfermedad con sus actos o que los pobres se han buscado su pobreza, todo porque el mundo es justo y pone a cada uno en su sitio. Una versión de esta falacia es la de que el tiempo pone a cada uno en su sitio. El tiempo hace más probable que haya interacciones con esa persona pero no implican que éstas interacciones en un mundo justo vayan a premiarla o condenarla. |
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El mundo justo.
La misma motivación (es decir, la protección de nuestra autoestima ante un
mundo repleto de situaciones dominadas por el azar, ante las que estamos
desprotegidos) subyace a la creencia generalizada en que las acciones y sus
resultados comparten la misma valencia afectiva. Ésta es la "hipótesis del
mundo justo": los actos buenos tienen consecuencias positivas, mientras que
los actos malos tienen consecuencias negativas; las cosas buenas les suceden
a las buenas personas, pero las cosas malas les suceden a las personas
malvadas (Langer, 1975; en realidad, Piaget ya observó este tipo de
razonamiento con anterioridad, pero lo vinculó a los estadios de desarrollo
previos a la edad adulta, algo que como veremos no es cierto). Esta creencia
en la justicia universal elimina el papel del azar, incluso en situaciones
donde el azar es claramente el único o principal determinante, y por esto
nos hace sentir más cómodos en el mundo. Vamos ahora a ver algunos ejemplos
donde la creencia en el mundo justo se investiga empíricamente.
En uno de sus experimentos, Lerner (1965) pidió a sus participantes que
evaluasen las aptitudes de dos trabajadores, uno de los cuales había
obtenido una bonificación por casualidad. Sistemáticamente, los
participantes juzgaron más competente a este trabajador que fue
recompensado, incluso aunque supieran que esto ocurrió de manera fortuita,
accidental. Es como si quisieran "poner las cosas en su sitio": si recibió
la recompensa, tuvo que merecerla, porque si no el mundo sería un lugar
injusto.
En la misma línea, Lerner y Simmons (1966) complementaron el anterior
experimento con un estudio en el que los participantes observaron como otro
participante (realmente, un actor conchabado con el experimentador) recibía
descargas eléctricas como castigo a errores menores en un experimento en el
que creían estar tomando parte. En aquellas situaciones en las que los
participantes no podían hacer nada para evitar que esta persona fuera
castigada, se observó cómo los sujetos tendían a devaluar o negar el
sufrimiento de la víctima. De nuevo, parecían mostrar preferencia por la
hipótesis del mundo justo: "si no puedo actuar para detener tu castigo,
entonces es mejor creer que te lo mereces, o que no es tan doloroso, y así
no me siento mal por ello".
Tienes lo que te mereces.
Profundizando más en el estudio de la creencia en el mundo justo, Callan,
Ellard y Nicol (2006) llevaron a cabo una serie de experimentos en los que
manipularon una variable que resultó ser clave: la valencia afectiva (bueno
vs. malo) de los actos que unos individuos llevaron a cabo antes de pasar
por una situación de azar (no controlable). Los participantes en los
experimentos de Callan y colaboradores leyeron dos historias diferentes, en
una de ellas el protagonista obtenía un evento positivo por azar (ganar la
lotería), y en la otra pasaba por una situación negativa también por azar
(ser víctima de un accidente de automóvil). Además de esto, se ofreció
información distinta acerca de los protagonistas de estas historias: a la
mitad de los participantes se les dijo que el protagonista ganador de la
lotería había tenido un buen comportamiento previamente al sorteo, a la otra
mitad se les dio la información opuesta; del mismo modo, la mitad de los
participantes fue informada de que el protagonista de la historia del
accidente de carretera había engañado a su pareja recientemente ("mala
persona"), mientras que la otra mitad de los participantes solamente supo
que el protagonista estaba planeando unas vacaciones familiares ("buena
persona"). Los resultados mostraron cómo, en ambas historias, los sujetos
juzgaron que estos eventos objetivamente incontrolables (ganar la lotería,
ser víctima de un accidente) fueron resultado de las acciones previas de los
protagonistas (tener buen comportamiento, cometer adulterio) sólo cuando la
valencia de estas acciones coincidía con la de los eventos.
Es decir, tanto el triunfo en el sorteo como el accidente se reconocieron
como eventos fruto del azar e incontrolables cuando éstos no "encajaban"
(suponiendo que el mundo es justo) con los actos previos del protagonista:
si una persona mala y mezquina gana un sorteo es porque ha tenido suerte; si
una buena persona es atropellada mortalmente no ha sido culpa suya. Sin
embargo, cuando los actos coincidían con los eventos experimentados por los
protagonistas, la creencia en el mundo justo salía a relucir: si el
protagonista de una de las historias ganó el sorteo, se debe a que es una
buena persona; si el otro protagonista fue atropellado, fue por haber
cometido adulterio. En otras palabras: según los sujetos del estudio, ambos
protagonistas merecían lo que les pasó (sea positivo o negativo), y no sólo
eso, sino que estos eventos fueron entendidos como el fruto lógico de sus
actos (porque en el mundo justo, los actos buenos producen recompensas,
mientras que los actos malvados derivan en castigos).
Por último, voy a comentar otro estudio que añade un factor de lo más
interesante: el atractivo físico del protagonista. Callan, Powell y Ellard
(2007) pusieron sobre la mesa la creencia de que "los guapos son buenos" que
tanto han contribuido a perpetuar los cuentos infantiles y, con escasas
excepciones, las películas de Disney y Hollywood (¿no es frecuente que los
heroicos protagonistas de estos cuentos y películas sean retratados a la vez
como hermosos y bondadosos, y para completar el cuadro acaben triunfando en
sus gestas?). Cuando nos presentan a una persona físicamente atractiva, le
atribuimos cualidades positivas, también en el plano moral ("son buenas
personas"). Imagine el lector que asiste a la representación de una
tragedia, la muerte de una mujer, como hicieron los participantes
(mayoritariamente mujeres) del estudio de Callan y colaboradores (2007). La
trampa vino a continuación: la mitad de los participantes observaron la
muerte de una mujer hermosa, mientras que los demás asistieron a la muerte
de una mujer no tan atractiva. Como podemos imaginar a estas alturas, los
primeros juzgaron la tragedia como indudablemente más injusta y dolorosa que
los otros. Curiosamente, el mecanismo funciona en dos direcciones, puesto
que en un segundo experimento se invirtió el orden de los acontecimientos.
Los sujetos leyeron un relato en el que una mujer resultaba herida en un
incendio accidental en una casa (es decir, que fue víctima de una
injusticia). A continuación, debían escoger en un banco de imágenes la cara
de la protagonista tal como la habían imaginado al leer la historia.
Aquellos participantes a los que se les hizo creer que el sufrimiento de la
mujer había sido grande escogieron caras significativamente menos atractivas
que aquellos a los que se les dijo que las secuelas del incendio habían sido
mínimas. De nuevo, la "injusticia" no cabe en la cabeza de los
participantes: si la mujer fue herida salvajemente, no podía ser bonita,
esto sería "injusto".
En cualquier caso, todo el proceso de autoengaño cumple su objetivo al
presentarnos un mundo justo en el que las personas no son recompensadas o
castigadas por azar, sino porque lo merecen (y sorprendentemente la belleza
física cuenta como "bondad" en este razonamiento). Infundadamente,
"rellenamos" los espacios huecos que preceden a todo aquello que sucede por
azar o por razones desconocidas, mediante la atribución de estos eventos a
causas que nos parecen lógicas y justas. Así ponemos orden en el mundo,
aunque lo hagamos de espaldas a la realidad. En mi opinión, ser irracionales
nos protege de un vacío insoportable de mirar, y por eso la evolución nos
hizo así. Irracionales.
Más información:
http://psicoteca.blogspot.com.es/2009/07/todos-tienen-lo-que-merecen-la.html
- Efecto del lago Wobegon o efecto mejor que la media:
Es la tendencia
humana a describirse de manera halagadora o aduladora, comunicar bondades de
sí mismo y pensar que se encuentra por encima de la media en inteligencia,
fuerza u otras cualidades. El nombre viene de un pueblo ficticio de una
serie de radio A Prairie Home Companion. Véase Efecto superconfianza o
Efecto peor que la media.
El lago Wobegon es una ciudad imaginaria situada en el norte de Estados
Unidos. Esta ciudad era el lugar desde el que el humorista-escritor Garrison
Keillor transmitía sus noticias en el programa de radio “A Prairie Home
Companion”. Wobegon se hizo famoso por las curiosas historias que Keillor
reportaba sobre la ciudad y por la definición que hacía de la misma:
“Wobegon es la ciudad donde todas las mujeres son fuertes, todos los hombres
son bien parecidos y todos los niños están por encima de la media”. Esta
famosa serie dio nombre al Efecto del Lago Wobegon. Un efecto que consiste
en sobrestimar nuestras propias capacidades. En pensar que estamos por
encima de la media (“…todos los niños están por encima de la media”). Este
tipo de superioridad imaginaria se da en muchas facetas de la vida. Tendemos
a pensar que somos más inteligentes de lo que realmente somos, que
desarrollamos nuestras tareas mejor de lo que realmente lo hacemos, que
somos más encantadores de lo que realmente nuestro entorno piensa,…
¿Por qué se produce?
Quizá, la causa más evidente es el narcisismo. Nos queremos. Nos queremos
más de lo que creemos. Nos queremos sin una causa justificada. A igualdad de
condiciones, somos mejores. No podemos aceptar que no sea así. Los puntos de
referencia también son importantes. Cuando comparamos, buscamos un punto de
referencia. Por lo general, es un juego amañado. Buscamos puntos de
referencia que nos dejen en buen lugar, que no sean una competencia real. De
esta forma, creamos la ilusión de ser mejores que el resto.
Otro juego que realizamos constantemente es confundir la parte con el todo.
Comparamos elementos individuales, habilidades concretas y generalizamos los
resultados. Soy mejor en esto, pero me considero superior en todo.
El Efecto Wobegon en los negocios
El Efecto Wobegon no afecta sólo a las personas. Las compañías sufren
también el efecto Wobegon. Las compañías tienen una tendencia natural a
pensar que son mejor que los demás, que tienen mejores productos, que su
marca es más potente, que su comunicación tiene más impacto, que…
Es un efecto peligroso. Vivir en la autocomplacencia te hace bajar las
defensas. Te hace olvidar la realidad. Te hace ser peor que los demás.
Hay solución
El Efecto Wobegon es un efecto potente. Las consecuencias para tu negocio
pueden ser terribles. Lo primero que tienes que hacer para combatirlo es
saber que existe. Sí, existe. Existe y puede afectar a todos. A ti también.
Una buena manera de contrarrestarlo es cambiar los puntos de referencias. Ya
no vale compararse con la media. ¿Qué es la media? La media es algo poco
definido. Incorpora demasiadas cosas. Es un punto de referencia cómodo y
manipulable. Mucho mejor compararse con los mejores. Es un grupo más
reducido, más homogéneo, más ambicioso. Los mejores tienen menos
desviaciones. Compararse con los mejores te saca de tu zona de confort y te
hace avanzar.
También, es recomendable que te olvides de las generalizaciones. Compara
elementos con elementos y saca conclusiones única y exclusivamente de esa
comparación. ¿Tienes dos o tres elementos críticos? Perfecto. Compáralos uno
a uno con tu nuevo punto de referencia. Saca conclusiones de cada
comparación individualmente y no sumes nada que te pueda confundir.
No creas que eres mejor que la media. Demuéstrate que eres mejor que ellos.
Si tienes sensaciones de superioridad, olvídalas. Pensar que “Las mujeres de
Wobegon son fuertes, todos los hombres son bien parecidos y todos los niños
están por encima de la media” está muy bien para la ficción, pero puede
arruinar tu negocio.
Texto:
http://salvadorfigueros.com/el-efecto-wobegon/
- Prejuicio de etiquetación o prejuicio de clases:
Es un tipo de
prejuicio cultural que se produce cuando una etiqueta o seña de
diferenciación está disponible o es visible para describir algo que
introduce una diferencia en nuestra habilidad física, cultural o personal
que algunos incluso pueden aprovechar y que no tiene por qué existir. Ej.:
«Mi amigo tiene piel negra. Entonces debe tener pelo rizado» o «llevas una
camiseta del grupo de rock metálico Metallica, entonces debes ser un
metalero» (Véase estereotipos y sesgo de confirmación).
- Prejuicio de homogeneidad de los demás:
Los individuos ven a los
miembros de su grupo como más variados, diferentes y ricos en contrastes que
los pertenecientes a otros grupos, los cuales son considerados homogéneos e
iguales entre sí.
- Sesgo de proyección:
Es la tendencia inconsciente a asumir que los demás
comparten el mismo o pensamientos, creencias, valores o posturas parecidas a
las nuestras.
Ejemplo de sesgo de proyección:
¿Por qué entonces se ha encumbrado al dinero como lo único que da la
felicidad? Por el “sesgo de proyección”, responden los autores. Es decir,
cuando proyectamos nuestro estado de ánimo presente en nuestra visión del
futuro. A la hora de consumir, el sesgo de proyección impide que nos veamos
con unos niveles de habituación o un estatus social diferentes de los que
tenemos.
Por eso creemos que tener más dinero nos hará más felices. Trabajamos más y
ganamos más dinero, nos mudamos a una casa más grande en un barrio mejor,
compramos un coche más caro, pero el sesgo de proyección hace que
subestimemos los efectos de la adaptación y demos más valor del que tiene a
la utilidad derivada de los artículos de consumo. Disfrutamos de un nivel de
vida mayor que antes, pero no cuando nos comparamos y empezamos a
identificarnos con nuestros nuevos vecinos. Un efecto pernicioso del sesgo
de proyección es que empezamos a dedicar más y más tiempo al trabajo a costa
del ocio, creyendo en vano que si trabajamos más seremos más felices, cuando
en realidad el aumento de nuestro salario simplemente conlleva una menor
utilidad total y, perversamente, una menor felicidad.
Este modelo es tal vez la conclusión más interesante del artículo: la
utilidad real obtenida bajo los efectos del sesgo de proyección es menor de
la esperada. “Es por esto que creemos que cuanto más dinero tengamos más
felices seremos, cuando lo cierto es que puede que no sea así”, explican los
autores.
Texto:
http://ideasvida.wordpress.com/2009/03/04/esa-meta-tan-esquiva-llamada-felicidad-segunda-parte/
- Sesgo de autoservicio:
Es la tendencia de algunas personas a errar en
su observación e ignorar pruebas o hechos en contra de la postura que
defienden. También reclaman mayor responsabilidad en los aciertos y éxitos
que en los errores. Además, en cuanto aparece información ambigua la
interpretan de un modo que beneficia sus intereses.
- Sesgo de impredecibilidad propia:
Es la tendencia de algunas personas
a verse ellos mismos como relativamente variables e impredecibles en
términos de su personalidad, comportamiento y estado de ánimo mientras que
ven el de los demás como mucho más predecible en cualquier situación. Este
sesgo atributivo tiene un importante rol en la formación y mantenimiento de
los estereotipos y prejuicios.
Se juzga el comportamiento de la gente a su personalidad en lugar de ver
la situación y el contexto en el que el comportamiento ocurre. Tendemos a
excusar nuestro comportamiento mas fácilmente; estaba cansado, me sentía
enfermo. Hay que tener siempre tener en cuenta que el comportamiento se
genera mas por la reacción de un contexto que por un atributo a la
personalidad.
- Profecía autorrealizada:
Es una predicción que, de ser realizada o
enunciada, realmente causa que esta se convierta en realidad. Véase
Pigmalión y Efecto Pigmalión, donde los estudiantes producen mejores
resultados por el simple hecho de que eso es lo que se espera de ellos.
Véase también Efecto de sujeto expectante o efecto placebo.
- Efecto Pigmalión:
El efecto pigmalión se puede identificar de las siguientes maneras:
1. Suceso por el que una persona consigue lo que se proponía previamente a
causa de la creencia de que puede conseguirlo.
2. "Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de
alguna manera se conducirían los alumnos, determinan precisamente las
conductas que los profesores esperaban." (Rosenthal y Jacobson).
3. Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a
actuar en formas que hacen que la expectativa se vuelva cierta.
Tipos de efecto pigmalión
Efecto pigmalión positivo: El efecto pigmalión positivo se refiere a aquel
que produce un efecto positivo en el sujeto, de forma que afianza el aspecto
sobre el cual se produce el efecto, provocando un aumento de la autoestima
del sujeto y del aspecto en concreto.
Efecto pigmalión negativo: El efecto pigmalión negativo es aquel que produce
que la autoestima del sujeto disminuya y que el aspecto sobre el que se
actúa disminuya o incluso desaparezca.
El origen del efecto pigmalión
El efecto pigmalión tiene su origen en un mito griego, en el que un escultor
llamado Pigmalión (Πυγμαλίων en griego antiguo) se enamoró de una de sus
creaciones: Galatea. A tal punto llegó su pasión por la escultura que la
trataba como si fuera una mujer real, como si estuviera viva. El mito
continúa cuando la escultura cobra vida después de un sueño de Pigmalión,
por obra de Afrodita al ver el amor que éste sentía por la estatua, que
representaba a la mujer de sus sueños.
Educativo
Rosenthal y Jacobson estudian el efecto Pigmalión desde la perspectiva de la
teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría la entendemos como uno de
los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula.
Aparentemente parece que es un efecto mágico, pero no lo es, lo que ocurre
es que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en
clase de diferentes alumnos y los van a tratar de forma distinta de acuerdo
con dichas expectativas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran
más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus
respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto,
responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los
profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Si
esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, conseguirán
mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes.
Laboral
Si un empleado recibe la continua aceptación de su jefe, es muy posible que
aquél exhiba un alto desempeño en sus funciones y por tanto su rendimiento
sea más alto, a la vez que efectivo. Si por el contrario, sus capacidades
son siempre cuestionadas por parte del superior, la actitud indiferente y
desmotivación por parte del subordinado irán aumentando, lo que
incuestionablemente conllevará una disminución de la cantidad y calidad de
su trabajo. En el mundo de la empresa, el Efecto Pigmalión viene a
significar que todo jefe tiene una imagen formada de sus colaboradores y les
trata según ella; pero lo más importante es que esa imagen es percibida por
el colaborador aunque el jefe no se la comunique. De tal manera que cuando
es positiva, todo va bien, pero cuando es negativa, ocurre todo lo
contrario.
Social
En todos los grupos sociales, la tradición cultural asigna normas de
comportamiento a las que se espera que se adapten sus miembros. Generalmente
implícitas, estas normas imponen códigos de conducta que no es fácil rehuir,
por ejemplo, el que una mujer deba tener gestos delicados o que si la
familia de una persona es adinerada, entonces esa persona debe vivir en una
casa lujosa. Lo que empieza como una imitación por parte de los hijos de lo
que hacen sus padres se convierte en su propio modo de ser . Esto quiere
decir que las personas adquieren un rol a partir de los demás, y acaban
creyéndolo propio. Se puede decir entonces, que somos lo que los demás
esperan que seamos. El sociólogo Merton, en 1948, aplicó este concepto al
ámbito sociológico, idea que podría explicar parte de la crisis económica
actual. Este autor dice que el miedo a una quiebra bancaria, en un inicio
sin fundamento, lleva a que los ciudadanos retiren sus depósitos de dicho
banco por lo que, efectivamente, lo llevan a la quiebra. También aplica
dicho concepto a los prejuicios sociales desde el mismo planteamiento.
Texto:
http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Pigmali%C3%B3n
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