Experimento de Salomon Arsch. La presión grupal

Creado: 16/2/2012 | Modificado: 30/1/2013 5823 visitas | Ver todas Añadir comentario




Experimento de Salomon Arsch. La presión grupal
 

Texto: http://asarbach.wordpress.com/programacion/unidad-6-el-comportamiento-social/2-tres-experimentos-el-poder-de-las-situaciones/ 

¿Por qué en algunas ocasiones no somos capaces de actuar en concordancia con nuestros valores o bien con nuestras creencias más firmes?

Solomon Arsch orientó una respuesta posible, y pensó que en algunas ocasiones esto podía ser debido de a la presión social que proviene del grupo de personas presentes en una situación concreta.

El experimento de Arsch se desarrolló de la manera siguiente. Se trataba de crear una situación en la cual se pidiera a una persona la apreciación de la longitud de una línea y la comparara con otras tres líneas. Cómo podéis ver en la figura siguiente el ejercicio es bastante obvio. Así que si nos preguntan qué de las líneas 1, 2 0 3 se parece más a la línea patrón, ninguno de nosotros dudaría más de unos centésimos de segundo a afirmar que es la línea 1.

Pero Solomon Arsch, demostró que hay una condición en la cual la mayor parte de nosotros puede llegar a afirmar que es la línea 2 la que es como la línea patrón.

Esta situación se da cuando hacemos esta apreciación en grupo y todas las personas del grupo afirmen que es la línea 2 la que es igual que la patrón.
 


En una serie de doce juicios sucesivos sobre la longitud de líneas diferentes (en siete de los cuales, la mayoría cómplice, tenía una opinión claramente contraria a la realidad) un 23% de la gente no cómplice que participó en el experimento una vez hizo una afirmación como la de la mayoría, en contra de su misma visión de las líneas, un 32% lo hizo dos o tres veces y , un 26% cuatro veces o más. En total un 81% se plegó al menos una vez al juicio de la mayoría, y un 58% lo hizo más de una vez. Un total de treinta y una personas fueron sujetos no cómplices en esta primera versión del experimento.

Este experimento provocó dos reacciones típicas en los participantes, o bien arribaban a la conclusión que estaban equivocados, a pesar de que continuaban teniendo claro qué era su percepción, o bien pensaban que no era aceptable de mostrarse diferente y, por lo tanto, se abstraían de la tarea concreta y se conformaban al grupo.

La explicación clásica plantea que la persona se encuentra delante de dos formes de influencia, lo cual explicaría las dos reacciones más típicas que hemos mencionado antes. Una se ha denominado influencia informacional y corresponde al hecho que la persona considera que la información que los otros proporcionan, sus juicios, son mejores que los de ella misma. De hecho, a lo largo de nuestra vida hemos visto que, en general, las otras personas están de acuerdo con nosotros sobre el que vemos o sentimos y no nos ha ido tan mal. La otra se denomina influencia normativa y consiste en mostrar acuerdo con la norma de grupo para poder continuar formando parte de éste y no ser excluido.

Otra manera de enfocarlo es olvidarnos por un momento del individuo como una entidad coherente, y no perder de vista que sin grupos no hay individuo, ni persona, ni personaje, ni rol, ni personalidad, ni nada de nada. El hecho de pertenecer a niveles diferentes a grupos diferentes, los cuales tienen sus normas y sus valores correspondientes nos permite de entender que durante el experimento de Arsch nos encontramos en presencia de un conflicto. Pero no es un conflicto entre percepciones de individuos diferentes, ni es un conflicto cognitivo que el individuo padece solo. Es un conflicto entre la norma de no mostrarse diferente a los otros en público y la norma que considera la objetividad como un valor. Dos normas culturales cuya formación histórica no es difícil de rastrear en el nacimiento de la época moderna y sus dos productos más característicos: el individuo y la ciencia.

Cómo afirma Arsch (1952), cuando alguien se encuentra en medio de un grupo no se puede sentir indiferente hacia el grupo. Entre otras razones porque cada cual presupone ver lo mismo que los otros ven (norma de objetividad). Pero cuando nos encontramos en una situación en la cual se tiene que tomar una decisión que no tiene unos referentes tan objetivos, como actúa la presión hacia la conformidad? Janis, en un célebre libro (Janis, 1972) estudió decisiones diferentes claramente erróneas que gobiernos diferentes de los Estados Unidos habían tomado a lo largo de la historia reciente.

Por ejemplo, no hacer caso de los avisos de alarma anteriores al ataque japonés sobre Pearl Harbour en 1941, decidir de invadir Corea del Norte en 1950 sin tener en cuenta la posible reacción de la China, o entrenar una brigada de exiliados para invadir la isla de Cuba por la Bahía de Cochinos el 1961 y pensar que la población los recibiría con los brazos abiertos. Janis explica que estas decisiones se pudieron tomar porque en los comités que las tenían que valorar había una gran presión directa sobre cualquier persona que se apartara de los estereotipos o ilusiones del grupo y una ficción compartida que la decisión había sido mayoritaria, provocada por la autocensura de quien se pudiera apartar del consenso. Este efecto lo denominó pensamiento grupal, y se explica por los esfuerzos que el grupo hace para evitar el conflicto y mantener el grupo aparentemente unido.


Segunda parte. Videos.

Un revelador e histórico experimento muestra con ridícula claridad cómo nuestra individualidad se diluye ante la conducta multitudinaria y cedemos fácilmente ante la presión social, aunque esta nos haga ir en contra de la más elemental lógica: el comportamiento de masas es profundamente irracional.

Esta en ingles pero se entiende y es cortito:
 

 

Vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=Gf2PGZ0mW-U

 

En 1962 el reconocido psicólogo social Solomon Asch se confabuló con el equipo del programa Candid Camara para demostrar como las personas se conforman a la norma. La facilidad con la que una persona modifica su conducta para conformarse con la de un grupo hace pensar en que se trata de un truco o una broma –que es una farsa. Pero esto sólo ocurre porque observar cómo se diluye la individualidad resulta cómico y francamente ridículo cuando no estamos dentro de ese grupo –si un individuo ve este video en un grupo en el que nadie ríe, probablemente ese indiviudo no reirá. Tomamos conciencia al observar desde fuera nuestra conducta grupal que la realidad colectiva, la del experimento o la de fuera del experimento, es la farsa de la individualidad.

Este mismo experimento fue replicado en la Universidad del Sur de Florida con los mismos resultados: una persona en el elevador ante la amenaza de marginarse del grupo actúa conforme a la norma, aunque la conducta que imita sea anormal.

 





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