Sobre la felicidad. Wikipedia
Sobre la felicidad. Wikipedia
Texto:
http://es.wikipedia.org/wiki/Felicidad
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La felicidad es un estado de ánimo que se produce en la persona cuando cree
haber alcanzado una meta deseada. Tal estado propicia paz interior, un
enfoque del medio positivo, al mismo tiempo que estimula a conquistar nuevas
metas. Es definida como una condición interna de satisfacción y alegría.
Generalidades
Se entiende en este contexto como un estado de ánimo positivo, la capacidad
de abordar una tarea llevándola al término propuesto. El resultado final
complace a la persona que acomete dicha tarea. Como resultado de una
actividad neural constante en un entorno con variables ya experimentadas y
conocidas, los distintos aspectos de la actividad mental fluyen de forma
armónica, siendo los factores internos y externos interactuantes con el
sistema límbico. En dicho proceso se pueden experimentar emociones
derivadas, que no tienen por qué ser placenteras, siendo consecuencia de un
aprendizaje ante un medio variable.
Análisis
Es un estado subjetivo que sin embargo puede objetivarse para su análisis.
Los siguientes son ejemplos de disciplinas con aproximaciones objetivas :
La Filosofía estudia su concepto y realidad.
Psicología positiva: Intenta determinar los factores endógenos que el
individuo puede manejar para alcanzar ese determinado estado de ánimo.
La Sociología: Se ocupa de analizar qué factores sociales determinan los
objetivos que el sujeto se marca como meta para alcanzar estados de
felicidad.
La Antropología: Muestra cómo distintas culturas han establecido cánones
distintos al respecto.
Otras definiciones
Según la filosofía occidental
La pregunta sobre la felicidad es esencial en el surgimiento de la ética en
Grecia. Los filósofos encontraron respuestas muy diferentes, lo cual
demuestra que, como decía Aristóteles, todos estamos de acuerdo en que
queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo
empiezan las discrepancias. En la filosofía griega clásica hay tres
posturas:
Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano
(eudemonismo), postura defendida por Aristóteles. En cierto sentido, también
Platón puede ser encuadrado en esta postura, si bien el horizonte de la
felicidad, según Platón, se abre a la vida después de la muerte.
Ser feliz es ser autosuficiente, valerse por sí mismo sin depender de nada
ni de nadie (cinismo y estoicismo).
Ser feliz es experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el
sufrimiento mental y físico (hedonismo). Es la postura que defiende Epicuro.
Entre eudemonismo y hedonismo existe un desacuerdo fundamental. Aristóteles
considera que ser feliz es ser humano en el más pleno sentido de la palabra.
Epicuro, por el contrario, se pregunta qué es lo que mueve a los humanos a
obrar, porque la felicidad consistirá en conseguirlo, y esa cosa es el
placer.
Aristóteles sostiene que todos los hombres están de acuerdo en llamar
felicidad a la unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, el
fin último, pero que es difícil definirla y describirla. De ahí se aprecia
la divergencia de opiniones respecto a cómo entender la felicidad; placer
para algunos; honores para otros; contemplación (conocimiento intelectual)
para otros, de acuerdo a otros puntos de vista. Aristóteles rechaza que la
riqueza pueda ser la felicidad, pues es un medio o para conseguir placeres o
para conseguir honores, pero reconoce que existen personas que convierten a
las riquezas en su centro de atención.
No obstante, para Aristóteles, estos no son más que bienes externos que no
son perseguidos por sí mismos, sino por ser medios para alcanzar la
felicidad, puesto que es ésta la única que se basta a sí misma para ser
autárquica y perfecta. Los demás bienes externos se buscan porque pueden
acercarnos más a la felicidad, aunque su posesión no implica que seamos
íntegramente felices. Puesto que no por poseer riquezas garantizamos nuestra
felicidad. Tampoco solamente la consecución del placer nos hace felices.
Normalmente necesitamos algo más para serlo y eso nos distingue de los
animales. Sin embargo, aunque estos bienes particulares no basten, ayudan, y
en esto Aristóteles mantiene una postura moral bastante desmitificada y
realista, el bien no puede ser algo ilusorio e inalcanzable. Sin ciertos
bienes la felicidad será casi imposible de alcanzar. Para Aristóteles la
felicidad humana se basa en la autorrealización dentro de un colectivo
humano, adquirada mediante el ejercicio de la virtud.
Existen también otras muchas escuelas filosóficas que han trabajado el tema
de felicidad individual en otros términos, a saber, el epicureismo entiende
la felicidad como autosuficiencia en el placer moderado, los estoicos
piensan la felicidad como fortaleza en la aceptación de una existencia
determinada, racionalistas como Leibniz defienden la felicidad como
adecuación de la voluntad humana a la realidad, utilitaristas como John
Stuart Mill defienden un concepto de felicidad como satisfacción de los
placeres superiores, entre otros...
Para algunos autores "New Thought", la felicidad es una actitud mental que
el hombre puede asumir conscientemente, es decir es una decisión.
La idea de que la felicidad sea una decisión, la argumentan del hecho que el
hombre haya buscado muchas formas de encontrar esa felicidad en muchos
aspectos, y aun así, parece esquiva para la mayoría de las personas.
Al descubrir que existen seres felices e infelices en todas las diversas
condiciones socio-económicas, geográficas, de edad, religión, sexo, estados
mentales (hay personas con problemas mentales que a pesar de ello son
realmente felices), estos concluyen que cuando el individuo decide aceptar
su condición y su pasado, y asumir la vida tal como es en ese momento y
construir su vida a partir de aquellos preceptos, el hombre es realmente
feliz.
Tanto religiones tradicionales como pensamientos neoeristas declaran que
cada persona tiene una función específica en el universo y que en el momento
que la persona lo descubra y viva de acuerdo a ésta, será realmente feliz.
También existen varias corrientes filosóficas contemporáneas, entre ellas la
"Nietzscheniana", que afirman que el hombre no es concebido para la
felicidad, sino que está destinado a sufrir.
Según filosofía oriental
En oriente la felicidad se concibe como una cualidad producto de un estado
de armonía interna que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que
perdura en el tiempo y no como un estado de ánimo de origen pasajero como
generalmente se la define en occidente.
Muchas veces confundida con la alegría de carácter emocional y efímero la
felicidad perdura en el tiempo y se identifica como una cualidad, tal y como
ser alto, fuerte o inteligente una persona es feliz.
Mientras que la alegría se concibe como un estado de satisfacción la
felicidad se considera un estado de armonía interna.
Según la religión
Interacciones
El subconsciente alimenta este estado de ánimo .1 Admitir los límites de la
personalidad nos facilitará la capacidad de no derrochar recursos en aquello
que es incontrolable. .2 Tratar de condicionar el entorno a nuestro deseo 3
sólo impedirá que consigamos atisbar lo que es el flujo 4 que nos lleva al
estado de ánimo feliz.5 Este estado no se encuentra fuera de nosotros, ni
siquiera en nosotros, se encuentra en nuestra naturaleza interior. 3 No
depende exclusivamente del entorno, sino que es la aceptación de que existen
fuerzas más poderosas que nuestra voluntad, modificando nuestra actitud
hacia la vida; siendo el pesimismo una actitud que dificulta la consecución
de dicho estado anímico y el optimisto una actitud favorecedora, pero
ninguna de las dos son determinantes. 6
La felicidad es una inversión de recursos, los cuales consumiremos para
mantenernos, teniendo que repetir el ciclo tantas veces como sea necesario.
La capacidad de dar soluciones a los diferentes aspectos del vivir
cotidiano, hace del individuo más o menos feliz. Esto se pone de relieve
cuando entendemos lo que es la frustración, causa principal de la pérdida de
la felicidad.
Cabe decir que, tal sensación de autorrealización y plenitud, confiere a las
personas felices una mayor serenidad y estabilidad en sus pensamientos,
emociones y actos; fruto del equilibrio y la compensación de las cargas
emocionales y las racionales. Algunas emociones asociados a la felicidad son
la alegría y la euforia.
Las decisiones conscientes
A pesar que nuestro consciente no puede imbuirnos ese estado de felicidad,
sí que puede trabajar para fomentar los factores que contribuirán a que las
interacciones internas tiendan a estimular al sistema límbico, para que este
pueda llegar a informar a nuestro consciente de ese estado anhelado de
felicidad.
La lucha interna
La Amígdala cerebral y el hipotálamo son regiones que cooperan para la
transición de las emociones. El neocórtex racionaliza los recursos de los
que disponemos. Son dos áreas incompatibles con miles de años de evolución
entre ambos, que usan la conciencia como medio de comunicación para poner
solución a las demandas bilaterales. Podría ilustrarse con el ejemplo de dos
personas que intentan ponerse de acuerdo para solucionar sus problemas
personales en un centro de arbitraje, que representaría la conciencia, el
lugar donde las emociones y la racionalidad se hacen compatibles. Por tanto,
se hace evidente que, para que nuestro sistema límbico informe ese estado
predilecto de felicidad, es indispensable que tengamos una conciencia capaz
de acallar a las dos partes en disputa. Si sólo acallamos a una, la voz de
la otra no nos dejará tranquilos, y en consecuencia nuestro sistema límbico
nos informará de una aproximación de lo que es la felicidad: La estimulación
por catecolaminas. El resultado es cualquiera de los estados asociados a
este neurotransmisor y que va a depender de la interpretación que le de
nuestro administrador de recursos (conciencia).
La diferencia entre el flujo y polarización.
Dentro de los estados de conciencia asociados al flujo de la felicidad, los
sistemas internos funcionan como si de una 'orquesta filarmónica' se
tratase, en ocasiones la sinfonía requiere de uno 'solo', que es cuando
destaca ante nuestro consciente una polarización concreta (o neurotransmisor
predominante). Si nuestro consciente se cree que él 'sólo' es el objetivo
final de su existencia, o desconoce como 'invocar' a los otros
'instrumentos' para que entren a 'tiempo', nuestro organismo al completo
sufrirá las consecuencias entrando en otras polarizaciones resultantes de la
carencia de una 'sinfonía' completa. Dado que nuestro cerebro normaliza la
realidad por instinto de supervivencia, la realidad para su centro
administrador de recursos será lo que entiende que le ha dado mejor
resultado en un pasado y esto depende de nuestra memoria y lo capaz que sea
de desentrañar los detalles. El hecho es que es muy fácil que insistamos en
la 'invocación' del 'instrumento' en base al recuerdo sostenido.
La experiencia
Atravesar momentos agradables como desagradables nos ayudan a comprender y
enfocar qué es eso del 'estado de flujo'. El que es capaz de tocar Jazz, es
capaz de focalizar emociones y sentimientos resultantes de sus experiencias
pasadas y transmitirlos con notas musicales. Por eso la memoria a este
respecto juega un papel crucial.
La memoria
Si la memoria nutriese de forma eficaz nuestro centro administrador de
recursos, los recuerdos fluirían sin obstáculos ante situaciones paralelas,
ayudando a que la 'orquesta al completo entre a tiempo'. La degradación
neuronal impide que eso suceda de forma sostenida en el tiempo, por lo que
si se desea sostener el flujo asociado a la felicidad hasta nuestra muerte,
se necesitaría ayuda, algo o alguien que nos estimulara la motivación para
recordarnos en todo momento que 'instrumento toca dentro del concierto que
se nos está demandando'.
Desórdenes patológicos
Bien sea por falta de memoria o por falta de experiencia, el hecho de que la
'orquesta entre a destempo' (suele suceder cuando hemos terminado de pasar
un tiempo de duelo y nuestro centro administrador de recursos continua
invocando un instrumento, que ya por naturaleza no va a sonar por sí solo)
en su 'serenata' sólo producirá los efectos asociados a una oposición al
sentido y dirección que indica nuestro entorno, 'desafianado' en grado
extremo y provocando la desorientación de cada sistema metabólico cerebral,
que de sostenerse en el tiempo, alterán:
Rítmos biológicos de descanso.
Rítmos metabólicos cerebrales.
Centro inmunológico.
Centro endocrino.
A consecuencia de todo esto, el sistema nervioso se va viendo afectado por
el caos formado, comenzando a informar 'realidades' razonables únicamente
por el enfermo, a consecuencia de:
Ansiedades.
Ataques de pánico.
Obsesiones compulsivas.
Fobias.
Manias depresivas.
Un largo etc.
Todo ello derivado del desorden cerebral patológico producido por la lesión
que ha dejado en el cerebro el despojo de su estado de flujo y la
insistencia del centro administrador de recursos en que continue 'sonando'
un 'instrumento', sin razón de ser, por falta de información. A este
respecto ayudan los psicofármacos aportando lo que por naturaleza un cerebro
sano debiera administrar y que por su lesión es incapaz de aportar.
La tecnología
La ciencia y la tecnología son una ayuda valiosísima que nos permite
sostener ese estado de flujo por más tiempo del que la propia naturaleza nos
hubiese permitido. Pero no debemos olvidar que, tarde o temprano perderemos
irremediablemente el paso y comenzaremos a 'desafinar'.
La personalidad
Hay quienes piensan que la felicidad depende de uno mismo, de lo 'fuerte'
que uno sea, de lo valiente, espabilado, sagaz, capaz... en definitiva, de
cualidades que son dependientes de otros factores que nada tienen que ver
con el estado de flujo asociado a la felicidad, y que por efecto de ésta,
experimentamos las otras. La personalidad es la región de nuestra mente que
administra los recursos, marca prioridades y establece objetivos; pero no es
capaz de imbuirnos estados anímicos, estos son el resultado de la suma de
procesos neuroquímicos en los que nuestra persona poco o nada tiene que ver.
Podremos favorecer o dificultar que sucedan, pero no impedirlos.
Pensamientos del estilo que, nada o nadie podrá impedir que sea feliz, es
relativamente cierto o falso, dependiendo de lo capaces que seamos de tratar
con las polarizaciones que nos motivan. Todo lo que sucede es para nuestro
beneficio, no obstante, si lo que sucede se opone a lo que consideramos
bueno (y ahí entra nuestra personalidad), es cuando el estado preferente se
distorsiona y comenzamos a perder el flujo. No podemos actuar como jueces en
una naturaleza que no entiende de justicia moral. El idioma de la naturaleza
establece un equilibrio termodinámico. Nuestro cerebro sí entiende de
termodinámica, pero nuestra consciencia no siempre está educada para
comprender la dinámica de esta naturaleza.
Las cosas son como son, tal como suceden, a pesar de que se opongan a
nuestros objetivos. Si estamos pasando hambre y nos dicen que debemos
levantar dos toneladas de peso al golpe de tres... podremos hacer dos cosas,
resignarnos y acabar muriendo de hambre (polarización 1) o tratar de hacer
razonar a quien nos puede ayudar (polarización 2). Si no somos conscientes
de ese estado de flujo, y de como conservarlo, acabaremos perdiéndolo y no
podremos hacer gran cosa por recuperarlo.
La lucha externa
Hemos de sobrevivir en un mundo competitivo, el cual premia a los que no
cometen errores. Los errores se pagan con la extinción del individuo o de la
especie. Si una llama de fuego encendida en una vela, cometiese el más
mínimo error a la hora de consumir sus recursos, ella misma se extinguiría,
y la posibilidad de encender otras velas desaparecería. La complejidad de un
ser vivo es mucho mayor, pues al consumo de energía se le suma la dificultad
de ser homeostáticos. Por lo que si no somos capaces de transferir
adecuadamente la carga, si no somos capaces de 'quemar de forma efectiva la
chispa que nos mantiene vivos', el 'fuego' quemará estructuras vitales y
acabaremos consumiéndonos nosotros mismos.
Psicología como ayuda
Como ciencia, se dedica a recoger hechos sobre la conducta y la experiencia,
y a organizarlos sistemáticamente, elaborando teorías para su comprensión.
Estas teorías ayudan a conocer y explicar el comportamiento de los seres
humanos y en alguna ocasión incluso pueden ayudar a las personas a integrar
la información percibida fomentando la tendencia a encontrar o incluso a
sostener el estado de flujo asociado a la felicidad.
Paradigma espiritual
La espiritualidad es la función proyectada en el tiempo de la personalidad,
que le dota de una orientación, un futuro y un sentido, por la cual poder
establecer prioridades y administrar los recursos energéticos tanto internos
como externos, llegando a la conclusión de que la vida sí tiene sentido. En
el caso del hombre puede basarse en una esperanza, o en una necesidad común
al resto de la fauna.
Esta orientación fortalece la tendencia a conservar el flujo asociado a la
felicidad.
Paradigma positivista
Martin Seligman, uno de los fundadores de la psicología positiva, menciona
en su libro felicidad auténtica que la felicidad es como un conjunto de:
Emociones positivas: Tales como éxtasis y la comodidad.
Actividades positivas: Tales como la concentración y el cumplimiento de
nuestras tareas.
Este autor, presenta tres categorías de emociones positivas relacionadas con
el pasado, presente y futuro.
Las emociones positivas referentes al pasado incluyen la satisfacción, la
alegría, el orgullo y la serenidad.
Las emociones positivas referentes al futuro incluyen optimismo, esperanza y
confianza.
Las emociones positivas sobre el presente se dividen en dos categorías que
sean perceptiblemente diferentes:
Los placeres: los corporales y más altos son “placeres del momento” e
implican generalmente un cierto estímulo externo.
Satisfacciones: Las satisfacciones implica la consecución del objetivo por
el cual hemos trabajado, el flujo, la eliminación de la timidez, y el saber
administrar las emociones negativas para beneficio del objetivo (defensa).
Pero cuando una satisfacción viene a las emociones positivas de un final
entonces nos sentiremos protegidos.
Las satisfacciones pueden ser obtenidas o ser aumentadas desarrollando
fuerzas y virtudes del carácter. La autenticidad es la derivación de la
satisfacción y de las emociones positivas de administrar las fuerzas de las
que la personalidad dispone.
La buena vida se nutre de la correcta administración de las fuerzas de que
dispone la personalidad para obtener el equilibrio interior, por ejemplo,
sintiendo que la labor de uno en el trabajo aporta algo positivo y que
gracias a ese esfuerzo el colectivo se beneficia a cierto grado. Si además
tenemos actividades creativas, estaremos aportando factores favorables para
que la felicidad se convierta en un estado profundo de nuestra manera de
vivir. El sentido más profundo de la felicidad es experimentado con la “vida
significativa”, alcanzada si uno ejercita sus fuerzas y virtudes de los
uniques en un propósito mayor que lo suyo metas inmediatas. Otra pregunta
interesante es si la tendencia a la felicidad de la experiencia está basada
en dispositional afecta o eso es un resultado de las circunstancias de la
vida.
Teoría de la Felicidad Cuantizada
Existe una reciente teoría de 1998 llamada Teoría de la Felicidad Cuantizada
(TFC) que aunque no consolidada aún del todo, está en auge en los últimos
años y se adentra cada vez mas en el mundo científico. Dicha teoría propone
la discretización de los estados del ánimo y por tanto de la felicidad,
llegando a valorar la idea de que al final todos somos igual de felices
independientemente de lo mucho o poco que vivamos, las riquezas que tengamos
y otras desigualdades existentes entre los seres humanos.
El efecto linterna
Una linterna, correctamente usada, alumbra sin que su estructura externa se
vea gravemente comprometida. En ciertas regiones acumulará calor y, de no
usarse con moderación, es posible que la potencia de la bombilla acabe
dañando ciertas partes. El uso natural de la linterna provocará su
envejecimiento y rotura. Ahora, si usamos de mala manera la linterna, y en
lugar de usarla de la forma más efectiva, nos conformamos con colocarla en
lo alto de un palo y usarla de antorcha prendiéndola fuego, creeremos que
estamos obteniendo el mismo objetivo, pero es evidente que no es así.
Con las personas sucede algo parecido. Disponemos en nuestro cerebro de
diferentes redes neuronales, que integran diferentes formas de transacción
neuroquímica, que a su vez capacitan diferentes formas de inteligencia en el
hombre7 Podremos tener la sensación de creer que estamos dando soluciones a
nuestra vida, pero si no somos capaces de aplicar la inteligencia adecuada
al campo de la vida que lo necesita, la sensación de estar vivos no nos
acompañará, puesto que no obtendremos el resultado esperado y la frustración
será lo dominante.
En consecuencia a lo anterior, el uso que nos estaremos dando será como el
de la linterna en lo alto del palo, y todo porque nuestra conciencia no es
capaz de valorar ciertas facultades inherentes de la mente. Quizás porque
las experiencias asociadas a la manifestación de dicha inteligencia fueron
desagradables, lo consideramos malo y nuestra conciencia huye de esas
sensaciones. Lo cierto es que, tras conseguir superar nuestros propios
valores morales asociados a nuestra memoria biográfica, la red neural que
conforma el ego, puede solicitarle a la conciencia que se pasee por los
diferentes registros de nuestras diversas redes inteligentes tal como si
fuera una linterna adecuadamente encendida y enfocando en los objetos,
nutriendo de datos que nuestra conciencia considera buenos, y no ya para
nosotros mismos, pues hemos superado nuestros propios valores morales, sino
para el objetivo a conseguir8 El ego podrá invocar a la memoria aquello que
la conciencia ha ido recopilando como bueno, ensamblando la información e
integrando una solución.
Iconología
La felicidad era una divinidad alegórica a la cual habían los romanos
erigido un templo. La representa sentada en un trono como reina o en pie
vestida de una estola, teniendo eu una mano un caduceo y un cuerno de la
abundancia en la otra. Algunas veces en lugar de caduceo, la pica, que
indica la felicidad adquirida por las armas. En algunas medallas, está
representada por una nave navegando a todo trapo. La felicidad de los
tiempos está alegorizada por cuatro niños que indican las cuatro estaciones
del año. La columna que sirve de apoyo a la figura simbólica, indica una
felicidad firme y duradera. Cochin y Ripa la alegorizan por una mujer con la
frente ceñida de muchas coronas de oro, diamantes, flores y frutos, teniendo
por fondo detrás de su cabeza el sol de la sabiduría y llevando palmas,
laureles, flores y frutos.
Ripa designa la felicidad pasajera por una mujer vestida do blanco y
amarillo, ceñida la cabeza de una corona de oro y un cetro eu la mano. Va
adornada con un cinturón de diamantes y alrededor de su brazo se enrosca la
planta que lleva la calabaza.
Se debe a Pigal la siguiente imagen emblemática de la felicidad de los
pueblos: un ciudadano que goza de un perfecto reposo en medio de la
abundancia, designada por los frutos, las flores, perlas y otras riquezas.
Crece cerca de él, que está sentado sobre un fardo de mercancías, el verde
olivo: tiene abierta su bolsa para indicar su seguridad y a sus pies se ven
el lobo y el cordero que duermen juntos, símbolo de la edad de oro.
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