La felicidad. Wilhelm Schmid

Creado: 30/4/2013 | Modificado: 27/4/2013 4119 visitas | Ver todas Añadir comentario



La felicidad. Wilhelm Schmid

Texto: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/2010/07/10/020.html
 


 

La felicidad es un viejo tema filosófico, vinculado al placer y a la alegría, aunque no sea ninguna de estas cosas ni pueda darse sin una porción de ellas. En el mundo griego, desde Sócrates, buena parte del pensamiento consistió en ser una meditación sobre la felicidad o, mejor dicho, sobre el buen vivir (eudaimonia), ¿pero se puede ser feliz viviendo ajeno a la verdad? ¿Y no es amarga la verdad, según el pensamiento barroco? Spinoza pensó que la alegría es una afirmación del ser. Quizás pensaba en él Darwin cuando dijo que en la vida humana, a pesar de todos los pesares, era determinante la existencia de la felicidad, porque, de lo contrario, habríamos desaparecido como especie.

Pero no es fácil saber a qué nos referimos cuando hablamos de ese sentimiento que supone una reconciliación entre el deseo y la realidad. Aceptación del dolor La felicidad, como el ser, se dice de muchas formas. El librito de Wilhelm Schmid no va más allá de lo que ya han dicho André Comte-Sponville o Fernando Savater (por recordar a dos de nuestros contemporáneos que mejor han escrito sobre esto), pero vale la pena seguir sus razonamientos. El centro de su preocupación es la búsqueda de sentido o el sentido que atribuimos a la acción y a nuestro devenir. Nos recuerda que ya Epicuro señalaba que no elegimos cualquier placer, y que no todo dolor debe ser evitado. Si la felicidad es una consecuencia que abarca a la persona, su origen ha de ser plural; complejo, porque nadie es sólo un ser moral, sensual o familiar, por citar tres características vinculadas con la felicidad. Schmid apela a que la vida reclama "su polaridad de forma obstinada" y por lo tanto convoca a la reflexión y a la capacidad del individuo para desarrollar una sensibilidad integral.

La mera suerte (ajena a la disponibilidad) o el bienestar son polos posibles de nuestra vida, pero la verdadera felicidad ha de ser filosófica, porque supone la búsqueda de equilibrio, la aceptación en ocasiones del dolor, del esfuerzo y de la espera. Schmid, que además de filosofar ejerce su conocimiento sobre el alma como asesor en un hospital, defiende el aspecto del saber inherente a la melancolía (eco de Aristóteles o de quien fuera el autor del famoso texto), porque supone una conciencia crítica de lo inconcluso y limitado, y, bien entendida, puede ayudarnos a cultivar nuestro jardín. Melancolía pero no depresión, que es una inhibición frente a la acción y una negación de los sentidos.

Lo que Schmid nos está diciendo es que lo más importante de la vida no es la felicidad sino un saber que otorgue razón a nuestros sentidos y a nuestra acción. El mal de nuestro tiempo es la desconexión y lo que dota de sentido a la vida son los vínculos. Punto de equilibrio Pero no ignora que los sentidos han sido exaltados hasta aislarlos de su trascendencia, agotándolos como mónadas, de ahí la necesidad de una "crítica del sentido" con el fin de reinventar su significado (yo diría que su poética y su moral).

Nuestro autor piensa que necesitamos un horizonte de trascendencia para alcanzar una vida satisfactoria, aunque puede llegar a entender por tal algo tan vago como la mirada extasiada ante la noche estrellada; en definitiva, una religiosidad secular o una mística sobria. No vivimos en el tiempo de la felicidad otorgada por una religión o por el proyecto utópico de un Estado sino en la aceptación del desafío personal de crear nuevos vínculos con la vida. La ansiedad de nuestra época, incapaz de aceptar el dolor, la soledad o el fracaso, como experiencias temporales que hay que asumir y no negar con fármacos o una actividad desenfrenada, nos llevan a otro tipo de enfermedad.

El saber es el verdadero aliado de la felicidad, que quizás no se parezca a una afirmación alegre de la vida sino a un punto de equilibrio que integra experiencias muy diversas. Lo que Wilhelm Schmid parece estar diciéndonos es que la felicidad (que es una suerte de acuerdo), consiste más en la búsqueda del sentido que en el sentido mismo, y en aquello que ya sabían los estoicos: no desear un aspecto imposible como respuesta total sino observar los límites en los que se mueven tanto nuestros sentidos como nuestro deseo.

Algunas frases sobre la felicidad:
"Es imposible ser feliz sin también ser sabio, honorable y honesto, y es imposible ser sabio, honorable y honesto sin también ser feliz"
Epicuro

"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar, te encontrarás a ti mismo, y ésa puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas"
Pablo neruda

"La felicidad no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con
pequeñas cosas que ocurren todos los días"

Benjamin franklin

"La felicidad consiste no en hacer en todo moment o lo que quieres, sino en haber querido en todo momento hacer lo que haces"
Leon tolstói
 


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