5 consejos de oro para hacerse rico
5 consejos de oro para hacerse rico
Texto:
http://www.elconfidencial.com/mercados/archivo/2007/08/25/9_reglas_hacerse.html
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¿Es fácil ganar dinero?, ¿puedo desde mi ignorancia construir una fortuna?,
¿hay una pócima secreta que conduzca al éxito a la hora de invertir? Puede
que sí. Aunque cada maestrillo tiene su librillo, ganar dinero nunca ha sido
fácil. Hay quienes optan por seguir su instinto y quienes se empapan de las
informaciones que cada día inundan los medios de comunicación. Unos,
prefieren dejar su dinero en manos de profesionales, mientras que, otros,
confían en su buena estrella. Invertir no es sencillo. Pero siguiendo
algunas reglas, con independencia de las propias capacidades, los resultados
pueden ser mejores de lo esperado. Es, al menos, lo que pregona Carla Fried,
redactora de la revista Money Magazine, en uno de sus últimos artículos.
Veamos cuáles son, a su juicio, los principios de actuación más importantes.
Primera. Sé humilde.
La inversión es una apuesta sobre un futuro incierto. La sabiduría consiste
en aceptar hasta qué punto lo desconoces. Reconocerlo, no es fácil. Tendemos
a pensar que el futuro será como el pasado más reciente. Pero no somos
expertos, ni podemos pretender actuar como tales.
Ser humilde sobre lo que puede suceder en el futuro te mantendrá al margen
de errores que pueden costarte muy caros. No hay que subirse al carro de
ayer y, antes de invertir, es indispensable que te hagas esta pregunta: “¿Y
si me equivoco?”. No pasa nada siempre que cumplas con la segunda regla.
Segunda. Define tu nivel de riesgo.
Planifica. La planificación financiera es un acto anti-natural. El cerebro
está diseñado para que se infravaloraren las metas a largo plazo y se
exageren los costes del sacrificio inmediato. Algunos estudios muestran que
la gente que elabora un plan financiero de futuro ha sido capaz de ahorrar
el doble que el que no hace ninguno.
Sabiendo esto, los retornos que obtienes en cualquier inversión son
proporcionales a los riesgos que asumes. Ésta es una ley fundamental de los
mercados. La Historia así lo corrobora. Si nos remontamos en el tiempo, en
concreto al periodo que se inicia en 1926, las acciones –uno de los activos
de mayor riesgo- han generado, de media, mayores ganancias que los bonos
gubernamentales –categorizados como de riesgo medio- y éstos, a su vez, han
batido al mercado monetario.
Entre muchas otras cosas, esta regla sugiere que, para obtener elevadas
rentabilidades que nos permitan amasar una riqueza significativa, es
imprescindible destinar parte del capital a activos de alto riesgo, como las
acciones, la única inversión que ha batido a la inflación cómodamente a lo
largo del tiempo. Mira si estás dispuesto a soportar los vaivenes de la
bolsa. Por otro lado, si cualquier agente financiero intenta venderte que su
producto ofrece altos retornos sin riesgos, no te fíes. Pídele que te lo dé
por escrito y, posteriormente, envía el documento y una carta al organismo
regulador competente, por si las moscas.
Nunca está de más tomar precauciones. Mantén, además, un fondo en efectivo
de emergencia. Sin este cojín, un gasto inesperado podría poner en peligro
tus planes de inversión a largo plazo.
Tercera. Diversifica.
Nada puede romper la relación que existe entre el riesgo y la recompensa,
pero una cartera diversificada adecuadamente puede restarle rigidez. Se
trata de buscar lo que se llama ‘frontera eficiente’. Cuando repartes tu
dinero adecuadamente entre diferentes tipos de activos, la revalorización de
algunos de ellos puede contrarrestar el descenso de otros. Es recomendable
invertir en activos cuyos ciclos de subidas y bajadas no vayan al mismo
ritmo. Tener acciones de empresas estadounidenses y extranjeras, de grandes
y pequeñas compañías, bonos de diferentes vencimientos, activos
inmobiliarios, materias primas, hedge funds o capital riesgo te permitirá
maximizar tu rendimiento para un nivel de riesgo dado. No lo olvides: una
adecuada asignación de activos determinará el éxito o el fracaso final de tu
inversión.
Si hablamos de los mercados de valores, prefiere los fondos índices a las
acciones concretas. Si no quieres perder la vida siguiendo tus inversiones,
es lo mejor. Te asegurarás, al menos, el rendimiento de la bolsa que
replican menos las comisiones y vivirás mucho más tranquilo. Y si las cosas
vienen mal dadas…
Cuarta. Practica la paciencia.
Esta afirmación tan franca fue publicada en 1923 en las memorias ficticias
de Edwin Lefèvre, basadas, según se dice, en el legendario comerciante Jesse
Livermore y considerada por muchos analistas y brokers financieros como la
Biblia de los negocios. Una vez que has diseñado tu cartera, no la toques.
Reorganízala una vez al año para que tu diversificación permanezca en el
camino correcto. Lo barato acabará por aflorar su valor y, lo caro,
terminará por corregir. Los ciclos han existido y existirán siempre.
Cuando el Dow Jones pierde 300 puntos en un día, es natural sentirse como un
tonto. No pierdas la perspectiva. En cada mercado alcista desde 1970, las
acciones han caído un 10% ó más al menos una vez. Y el tiempo medio para
recuperar el terreno perdido es de unos 100 días. Pero es que hay un
principio adicional: la regresión a la media. Los excesos del mercado
siempre suponen oportunidades. Antes o después volverá la normalidad. Pánico
y ambición son conceptos, por definición, limitados temporalmente.
Más aún. No cronometres al mercado. La mayoría de los inversores se
concentran en intentar elegir la mejor acción y el momento perfecto para
comprar o vender. Eso no vale para nada. Sería genial vender antes de que el
mercado caiga, y volver a entrar justo cuando vuelven los buenos tiempos,
¿verdad? Pero es muy difícil conseguirlo. Nadie sabe cuándo cambiará la
tendencia del mercado y, quien lo sabe o lo intuye, generalmente tiende a
realizar movimientos muy bruscos que no podrías replicar. Cuando te quieres
dar cuenta de que ha comenzado una nueva racha alcista, suele ser tarde en
la mayoría de los casos. El secreto está en…
Quinta. Compra barato.
“Si un negocio vale un dólar y puedo comprarlo por 40 centavos, algo genial
podría sucederme”. Con esta frase resume el Oráculo de Omaha, Warren
Buffett, esta regla. Las mejores acciones de los últimos diez años del Dow
Jones no incluyen ni a Microsoft ni a Intel. Sin embargo, Caterpillar se
lleva la palma con una revalorización de 212%. En 1997, en medio de la
locura tecnológica, el mercado estaba tan aburrido de negocios industriales
que los inversores pagaron sólo un PER de 11,50 dólares por la compañía
norteamericana. Había una oportunidad. Y es que los inversores más
inteligentes no necesitan prever el próximo boom inmobiliario. Sólo
necesitan aprovechar las gangas y esperar a que el mercado se dé cuenta de
que lo son.
Olvídate de seguir a la multitud. Acuérdate de lo que ocurrió en la burbuja
tecnológica del año 2000. Fondos que eran imprescindibles no tardaron en
desfasarse tan rápido como los pantalones de cuadros. Cuando el mercado
sube, es fácil estar convencido de que el mercado ha entrado en un “nuevo
paradigma”. No te engañes. Como señala Sir John Templeton, “las cuatro
palabras más caras del inglés son: ‘Esta vez será diferente’”.
Ah, se me olvidaba. Sé roñoso. Si eliges un fondo que devora un 1,5% anual
en gastos frente a uno que cuesta un 1% -dejando aparte el 0,2% que pueden
cargar los fondos que replican un índice- tendrá que batir a los otros en
medio punto anual sólo para que lo iguale. ¿Por qué pagar ese sobreprecio?
No hagas con tus finanzas lo que no harías fuera de ellas.
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