Devolver a la escuela su papel de instrucción
Devolver a la escuela su papel de instrucción
Texto:
http://www.abc.es/20101019/sociedad/devolver-escuela-201010190508.html
ALFONSO ARMADA
Hay consenso acerca del carácter desastroso del sistema educativo español,
pero diversidad de apreciaciones sobre la crisis de valores, que acaso
deberían enseñarse en ámbitos familiares y comunitarios, más que en el
colegio
1.¿Cuál es su diagnóstico de la educación en España? 2..¿Estamos
en crisis de valores? 3. ¿Qué hacer?
1. El sistema educativo en España es nefasto. La promulgación de la
LOGSE (y la de sus reformas y secuelas) ha provocado el éxodo masivo de
la clase media hacia la enseñanza privada. La enseñanza pública, en la
actualidad, ha perdido buena parte del prestigio que tuvo hasta finales
de los años ochenta. Ya no cumple su principal misión, que es la de
transmitir conocimientos y formar intelectualmente a los ciudadanos.
Juan Antonio Rodríguez Tous, profesor de Filosofía |
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2. Los valores asociados a la educación están en crisis, pero esta crisis
-aunque tiene una dimensión social-, es, ante todo, política. El deterioro
de la función docente es el efecto directo de la LOGSE. En contra de la
opinión común, la realidad social no siempre se refleja en las leyes. En
muchos casos (la LOGSE es un buen ejemplo) es la ley la que crea realidad
social, la que modifica conductas o situaciones, la que destruye y construye
«valores», «objetivos» y resultados.
3. Es preciso cambiar por completo el sistema educativo. Es cierto que se
han sucedido en los últimos años diversas leyes orgánicas, pero todas
cortadas por el mismo patrón perverso. El espíritu de la nueva y necesaria
ley orgánica podría resumirse en un único principio: no existe el derecho a
la educación sin la previa obligación de estudiar.
Francisco Rodríguez Adrados, filólogo y académico |
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1.¿Cuál es su diagnóstico de la educación en España? 2..¿Estamos
en crisis de valores? 3. ¿Qué hacer?
1. La enseñanza secundaria de alto nivel está en crisis, de resultas de la
Ley General de Educación del 70, de la LOGSE del 90 y de la nueva Ley del
06. Y la enseñanza universitaria está comenzando a recibir el impacto
negativo del plan de Bolonia, que significa una rebaja de lo que había. Se
mantienen la enseñanza primaria y las especializaciones científicas.
2. Sí, desde luego. Basta ver los periódicos para escandalizarnos, entre mil
cosas, por el comportamiento de los fotógrafos y demás con Isabel Pantoja o
por las últimas noticias sobre la tragedia vasca, con el presidente
socialista contra los socialistas y aliado al PNV, su rival de siempre, y
dejando en ridículo a quienes derrotaron al PNV en elecciones democráticas.
Todo impresentable. Y es ya lo habitual.
3. Es claro que el ideal del rebajamiento del esfuerzo y de la vida fácil ha
calado demasiado. Muchos lo consideramos una falta de decoro y procuramos no
dejarnos desmoralizar por ello. Habría que no publicitar tanto esas
conductas. Los medios de comunicación tienen mucha culpa.
Jon Juaristi, ensayista y escritor |
1. La situación, en general, no es buena, como lo demuestran los
índices de fracaso escolar y el pobre nivel de conocimientos con el que
llegan los bachilleres a la universidad, que desmiente las expectativas
optimistas alimentadas por las pruebas de acceso. Por otra parte, un
paro juvenil en torno al 40 por ciento demuestra que el sistema
educativo español no posee siquiera una dimensión «profesionalizante»,
como se dice ahora, mínimamente eficaz. |
2. La educación falla también en este aspecto, pero no creo que sea su
principal problema. Los valores no los transmite la escuela, o no
fundamentalmente la escuela, por lo menos. Los ámbitos decisivos de la
educación en valores son los familiares y comunitarios, no el escolar. Es
inútil pretender inculcar desde el aula valores patrióticos, religiosos y
morales si falla la ejemplaridad pública o privada. Empecinarse en hacer de
la escuela un instrumento para la recuperación de valores que fuera de ella
están en declive me parece un programa condenado al fracaso (y que puede
llevarse por delante a la propia escuela).
3. Hay que devolver a la escuela su función primordial de instrucción. La
escuela debe transmitir unos saberes y contribuir a formar elites capaces de
dar continuidad a esa función. Eso implica altos niveles de rutina,
exigencia en el estudio, selección rigurosa de los mejores y diversidad de
modelos. No deben ser los mismos para alumnos de capacidades e intereses
distintos, porque los modelos únicos imponen una nivelación a la baja:
desaniman a los más capaces, frustran a los más esforzados y amplían el
número de los indolentes.
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