Crisis de valores
Crisis de valores
Texto:
http://direccionestrategica.itam.mx/wp-content/uploads/2010/07/Crisis-de-Valores.doc
María Fernanda Morales
Todo lo que existe, cualquier realidad tangible, se conoce como un bien o
valor físico, el cual tiene aptitud para satisfacer una aspiración o
necesidad humana. Es decir, los valores físicos son cosas, valores
materiales que hacen referencia a bienes y servicios que ponderamos para
vivir con bienestar.
Los valores morales
Por otro lado, los valores morales son diversas formas de emplear dichos
valores físicos, ya sea de forma positiva o negativa; son valores simbólicos
y, por lo tanto, emanan del deseo del ser, de las posibilidades o
potencialidades inherentes al ser humano. Son los valores que expresan la
esencia del hombre, a la vez que la van transformando y enriqueciendo
históricamente con las grandes creaciones de la cultura, la civilización, la
humanización; son en concreto, valores de la libertad, paz, igualdad,
justicia, amor, racionalidad, entre otros.
Pero ¿por qué el hombre se enfrenta hoy a una crisis de valores? ¿Constituye
éste un problema social y ético?
|
Los valores en la persona
Al estar los valores dentro de uno mismo, cada persona posee diversos
valores y puntos de vista sobre la realidad. Al diferir los valores de una a
los de otra, surgen fricciones que pueden convertirse en problemas de índole
tanto social como ética, repercutiendo en los diferentes ámbitos de la
sociedad: económico, político, social y cultural.
Por lo tanto, al llevar a cabo esta reflexión, trataré desde mi perspectiva
de profesionista y Maestra en Administración, de identificar en qué consiste
este problema social, de qué manera influye y repercute tanto en el hombre
mismo como en la sociedad y, al final, las implicaciones éticas que puede
llegar a tener para el hombre dentro del contexto laboral en el que se
desenvuelve.
Para empezar, considero que el tema de los valores es de vital importancia,
ya que es algo que está siempre dentro de nosotros mismos y determina en
gran medida nuestra forma de actuar y de ser.
Hace algunos años, cuando estaba estudiando la licenciatura, leí en un libro
una frase que se me quedó muy grabada en la mente: “En la actualidad, la
importancia del problema de los valores es innegable; la crisis del hombre
actual es una crisis de valores que requiere un examen crítico, a fondo, de
su naturaleza, sentido, fundamento y jerarquía”.
Este enunciado ilustra con gran claridad que vivimos en una sociedad que se
enfrenta a una crisis de valores, una sociedad donde lo más importante es
tener y donde se promueven las necesidades del consumismo, dejando a un lado
el valor del ser.
En la actualidad, en nuestro país se manifiestan gran cantidad de síntomas
debido a la tensión social que existe; uno de estos síntomas es precisamente
que el hombre se conforma con tener garantizadas la supervivencia y la
seguridad, pero ¿dónde quedan los valores?
Resulta importante decir que la visión que cada ser humano se forma de la
realidad inicia en la infancia y está influenciada por factores físicos, así
que va cambiando. La visión de cada persona es única; sin embargo, los
orígenes de esa perspectiva son los mismos, está integrada por los
componentes: yo, los demás, la vida, el mundo físico y Dios.
A través del tiempo, la persona se cuestiona sobre esta visión y su
jerarquía de valores, de esta manera podemos ver que aunque ésta sea
negativa, muchas veces la persona decide no cambiarla, porque es un
mecanismo de seguridad. Y es precisamente esto lo que está pasándonos en
nuestros días, sabemos que estamos mal y que nos enfrentamos a una época en
la que se ponderan cosas que en realidad no son importantes, pero cambiar
este paradigma de la realidad y nuestra escala de valores implicaría un
enorme riesgo.
Crisis de identidad
Autores como Erich Fromm señalan la gravedad de la crisis de identidad que
existe en la sociedad moderna, la cual está orientada al tener, es decir,
interesada en las cosas más que en las personas. Fromm señala que la
modernidad, considerada a partir de la época industrial, propagó la
“producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin restricciones”;
sin embargo, estos rasgos engendrados por el sistema económico enferman al
individuo y a la sociedad, lo cual se manifiesta en el individualismo y el
consumismo.
Consumismo
Cada vez es más notable la tendencia general de la sociedad hacia el
consumismo, las personas valen de acuerdo con lo que tienen sin importar
cómo lo hayan conseguido. Es muy claro que vivimos en una sociedad demasiado
egoísta y no nos damos cuenta o, más bien, no queremos darnos cuenta de la
cantidad de personas que viven en extrema pobreza en nuestro país y en
muchos otros lugares del mundo, tampoco de la falta de solidaridad y de
justicia social entre los seres humanos. Esto a la vez fomenta el
individualismo, ya que cada persona se preocupa sólo por sí mismo y por
tener cada vez más que los demás.
Falta de desarrollo emocional
Otro aspecto importante dentro de esta crisis de valores es el predominio de
la actividad cerebral y el poco desarrollo de las emociones; lo cual se
fomenta día con día por la enorme cantidad de información con la que se
cuenta hoy a través de los medios de comunicación, la tecnología e Internet.
No quiero decir con esto que la información sea algo negativo, como tampoco
lo son los avances tecnológicos; pero creo que muchas veces no nos tomamos
el tiempo necesario para reflexionar acerca de todo lo que vemos y
escuchamos cada día, pues la cantidad de datos a la que estamos expuestos es
demasiado grande y el ritmo de vida –sobre todo de las grandes ciudades– es
muy cambiante y demandante.
Crisis de valores en la sociedad
De hecho, la crisis de valores que vivimos en nuestros días se manifiesta en
todos los aspectos de la vida humana: en el modo de hablar, de relacionarse
con los demás, en la forma en que se quiere acumular todo, ya sean
posesiones materiales, información o hasta gente, y también en el ambiente
laboral. Sin embargo, el ser humano entre más tiene, más vacío se siente, ya
que el consumismo exagerado lo aleja de los valores y principios que son la
base de su existencia.
En uno de mis libros favoritos que se titula "El Hombre en busca de
sentido", su autor, Viktor Frankl atribuye este vacío existencial a la
doble pérdida que el hombre ha tenido; por un lado, de algunos de los
instintos animales básicos que le daban seguridad y por otro, de sus
tradiciones. “Carece, pues de un instinto que le diga lo que ha de hacer, y
no tiene ya tradiciones que le indiquen lo que debe hacer; en ocasiones no
sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que
otras personas hacen (conformismo) o hace lo que otras personas quieren que
haga (totalitarismo)".
Desastres sociales
Al enfocar este problema social al ambiente de trabajo, es importante decir
que lo que se percibe es el fomento de la competencia más que del desarrollo
personal, escandalosos fraudes que han hecho desaparecer a empresas
completas, políticas injustas e inseguras para los empleados, discriminación
por diversos factores (sexo, raza, religión e incluso, estado de salud),
falta de honestidad y respeto en todos los niveles, poco conocimiento y
difusión del código de conducta o ética, o bien absoluta falta del mismo en
la organización, poco o nulo compromiso con el medio ambiente y la sociedad,
lagunas en la legislación que se prestan a tomar decisiones que benefician a
pocos y perjudican a muchos; en fin, la lista es enorme. Y pocas veces nos
tomamos el tiempo de reflexionar y preguntarnos qué tan éticas son todas
estas acciones y comportamientos, incluso al interior de nuestras propias
organizaciones y en el contexto de la industria a la que pertenecen.
Relaciones interpersonales superficiales
Asimismo, las relaciones interpersonales entre miembros de una organización
son por lo general superficiales, es decir, no implican ningún tipo de
compromiso. Esto no significa que tengamos que procurar relaciones
significativas con todas aquellas personas con las que convivimos en la
empresa, pero si es necesario comprender que por muy individualista que un
hombre pueda llegar a ser, para lograr la autorrealización es imprescindible
la forma en que se relaciona con los demás. Pero si los valores de cada
persona son tan diferentes entre sí, ¿cómo relacionarnos con los demás?
Falta de ética
Esto es exactamente lo que en mi opinión causa el problema social, ya que al
faltar una ética de valores en los seres humanos, cada vez nos es más
difícil relacionarnos con otras personas, siendo que la relación con los
demás es lo que le da sentido a la vida del hombre.
Falta de valores y crisis global
Los valores no sólo son una cuestión personal, sino que repercuten en todos
los ámbitos de la sociedad. Ésta es la razón por la que una crisis de
valores a nivel personal se refleja en la sociedad en su conjunto y se
constituye en un problema social, del cual se deriva una serie de acciones y
conductas poco éticas que vemos día a día en nuestro entorno, tanto en la
política, la economía y por supuesto, en las organizaciones, tanto públicas
como privadas.
Al ser éste un problema social de gran importancia en nuestro país como en
cualquier parte del mundo; desde mi perspectiva considero muy importante y
necesario sugerir que se impartan en todas las organizaciones cursos de
capacitación integral, con el objeto de que los trabajadores no sólo reciban
un entrenamiento técnico, sino también una capacitación enfocada a los
valores humanos, lo cual puede fomentar el desarrollo de la persona dentro
del lugar donde presta sus servicios, además de lograr la congruencia en su
manera de pensar y de actuar dentro de la empresa.
Estoy convencida de que al tratar en una empresa a los miembros que trabajan
en ella como seres humanos más que como simples objetos o máquinas, las
personas logran niveles más altos de satisfacción laboral, lo cual también
se ve reflejado en la productividad y resultados económicos de la compañía.
Para terminar, creo conveniente comentar que desde mi punto de vista, la
problemática que ha originado esta crisis de valores tiene su origen en la
infancia, ya que es en esta etapa cuando se forjan muchos de los valores que
dirigirán la vida de una persona, y es por esto que resulta de vital
importancia que los niños reciban en sus familias y en las escuelas una
educación integral, centrada en la persona como ser único e irrepetible. De
esta manera, al pasar los años y convertirse en adultas, esas personas serán
capaces de desarrollar un pensamiento ético y tendrán una visión diferente
de la vida misma, de esta manera podrá comenzarse a darse un cambio
importante tanto en nuestro país como a nivel global.