Cómo animar a la lectura a tu hijo de primaria
Cómo animar a la lectura a tu hijo de primaria
Texto:
http://www.solohijos.com/html/articulo.php?idart=232
A todos los padres nos encanta que nuestros hijos lean porque sabemos que
con los libros no solo se aprende, sino que además se pasa bien. En cambio
unos niños devoran libros mientras otros no los quieren ni ver. ¿Por qué?
¿Qué podemos hacer los padres para que nuestros hijos y nuestras hijas
disfruten leyendo?
Leer es una actividad fundamental para adquirir conocimientos. Los niños que
leen bien obtienen mayores éxitos y mejores calificaciones en los estudios.
Todos los maestros y profesores coincidimos en que tener el hábito de leer
es una condición necesaria para aprender con más facilidad.
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En las aulas nos
encontramos con dos grupos de alumnos: aquellos que leen bien y les gusta
leer y los que tienen dificultades para leer, no les gusta y, por lo tanto,
leen muy poco o incluso nunca. Los padres de estos alumnos reacios a leer
acostumbran a pedir ayuda: ¿Qué puedo hacer para que mi hijo lea más? Como
muy bien dice Ángeles Caso en su artículo "Lectores del siglo XXI", no es
fácil dar soluciones eficaces, a pesar de los años de experiencia de muchos
profesionales, y mucho menos soluciones de las que pedimos los padres: que
tengan éxito inmediato y que exijan poco tiempo y poco esfuerzo.
Como podéis comprender, nadie os puede proporcionar un remedio de estas
características, entre otras cosas, porque en educación no existen remedios
milagrosos cual elixir de curandero. Pero sí ha habido estudiosos de la
lectura que se han dedicado a observar el proceso lector de los chicos y
chicas y a reflexionar sobre este comportamiento para saber qué pasa en los
buenos lectores y qué sucede en los que leen poco.
¿Por qué no leen nuestros hijos?
A menudo se oye que la causa principal por la que no leen los jóvenes de hoy
en día es la televisión. Puede ser que este cine casero no ayude a
promocionar la lectura, ya que es más pasivo que el libro, exige menos
esfuerzo mental, es más atractivo para los pequeños, etc. No vamos a
insistir aquí sobre los problemas que presenta este electrodoméstico para la
lectura y el estudio, pero yo quiero apuntar dos reflexiones:
Primero que ya Rousseau, en el siglo XVIII, calificaba la lectura como "el
azote de la juventud", lo que indica que, cuando no había televisión, leer
también era una actividad poco atractiva para muchos jóvenes.
En segundo lugar que, a pesar de que siempre se dice que se lee poco, nunca
se ha leído tanto como en estos momentos y, a veces, la televisión, aunque
parezca mentira, usada racionalmente, puede ayudar a leer. Así, es frecuente
que las series televisivas de más audiencia disparen la venta de los libros
en los que se basa, como ocurrió con la novela Yo, Claudio.
Los seres
humanos, y por lo tanto los jóvenes y los niños, cuando practicamos una
actividad lo hacemos, entre otras, por dos razones: porque la vemos hacer a
otros -imitación- y porque tenemos facilidad para realizarla.
Como bien ha
estudiado el psicólogo Bandura, la imitación de un buen modelo es una de las
principales formas de aprendizaje humano.
Por eso, cuando hablas con una
persona que ha leído desde niño, normalmente dice que su padre, su madre, un
abuelo... era un gran lector que, con su ejemplo y cariño, le enseñó a amar
la lectura. El niño que no tiene un buen modelo tiene menos probabilidades
de ser un entusiasta de la lectura. De la misma manera el que tiene
dificultades para entender el lenguaje escrito -porque no tiene buena
velocidad lectora, se equivoca al leer, no entiende lo que lee, etc.- tiene
menos posibilidades de ser un buen lector. En mis largos años de experiencia
nunca he visto a ningún niño que, no siendo un buen lector y leyendo con
gran esfuerzo, le guste y quiera leer.
¿Qué podemos hacer para que lean?
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Que nos vean leer.
El ejemplo es, en educación, el argumento más convincente
porque posibilita la imitación, animando al niño o la niña a hacer aquello
que hace una persona que tiene prestigio para ella como es su padre o su
madre. Además, si yo no leo, ¿cómo voy a decir a mi hijo que leer es muy
divertido? ¡Si no me ve leer nunca! Como no es tonto me preguntará: "¿A tí
no te gusta divertirte?" O pensará: "Dice eso para que lea, pero no es
verdad, leer es aburridísimo". Y no leerá.
Leerle nosotros.
Es una práctica fundamental, tal vez la más importante y
eficaz. Sobretodo, con los niños que tienen dificultades para leer y les
cuesta gran esfuerzo hacerlo, con repeticiones de palabras o de sílabas,
sustituyendo unas letras por otras, que les impide entender el mensaje y
comunicarse con el libro. Leer así es aburridísimo. Es como leer en un
idioma que no comprendes, y no hay persona humana que pueda leer más de dos
minutos en un lenguaje que no entiende. Pero al leerles nosotros, comprenden
el mensaje, por lo que disfrutan con lo que oyen, están atentos y se dan
cuenta de que en aquellas páginas hay historias divertidas que valen la
pena. La lectura constante, gratis, como un regalo, sin pedir nada a cambio
y con amor del adulto siempre despierta el interés y las ganas de leer a
medio y largo plazo.
Contarles cuentos e historias.
Es otra actividad que encanta a los niños de
estas edades, aumenta el vocabulario y desarrolla la imaginación además de
incrementar los lazos afectivos entre padres e hijos. Contar cuentos no es
fácil y a veces nos sentimos un poco torpes, pero se puede aprender con un
poco de esfuerzo. Hay libros en el mercado en estos momentos que dan muy
buenas ideas y tienen cuentos tanto tradicionales como modernos.
Leer con ellos.
Cuando el tutor/a nos dice que a nuestro hijo le cuesta leer
y debe "practicar" en casa, no lo hará si lo dejamos solo ante el libro en
su habitación. En estos momentos necesita nuestra ayuda y nuestro apoyo para
que ejercite durante 10 minutos cada día. Leer con ellos supone, por
ejemplo, repartirnos la página, llegando a un pacto: "Yo leo el primer
párrafo y tú el segundo, ¿vale?". Leer con ellos requiere que nuestra
actitud sea positiva, nunca crítica con sus errores, porque él se ha de
sentir cómodo y, lo más importante, con ganas de leer al día siguiente otra
vez. Si tiene dificultades para descifrar una palabra se le dice entera sin
más, sin esperar a que él haga un gran esfuerzo de análisis que lo agote.
Cuando lea una palabra por otra, por ejemplo, "camino" por "camión", se le
puede decir: "Es verdad, podría decir camino porque empieza igual y se
parecen mucho, pero dice camión", porque es importante justificar siempre
sus errores que nunca son voluntarios. Y por último, una regla de oro:
siempre un poco menos. Es mucho mejor hacer dos sesiones de cinco minutos
que una de quince.
Suscribirlos a revistas infantiles y juveniles.
Pocas personas hay que al
llegar a casa y pasar ante el buzón, no miren a ver si tienen algo para
ellos. Recibir correspondencia a nombre de uno es agradable. Los niños lo
ven y sienten un poquito de envidia de que las cartas sean siempre para sus
mayores. Por eso, suscribirlos tanto en centros comerciales que les manden
libretos de publicidad a su nombre, como a revistas como "Leo, leo", que
mensualmente les mandan un libro a su nombre les hace bastante ilusión y les
anima a leer.
Explicarles algún pasaje que nos parezca adecuado del libro que estamos
leyendo nosotros.
Animar a la lectura es mover la voluntad del niño hacia
una actividad que se supone placentera y agradable. Por eso comunicarles y
hacerles partícipes de nuestras satisfacciones es demostrarle que leer es
divertido y apasionante.
Respetar sus derechos como lector.
Daniel Pennac, en su libro Como una
novela, expone los diez derechos del lector, entre los que destacaría en
estas edades el derecho a leer lo que le guste (aunque no sea de gran
calidad literaria), el derecho a no terminar un libro (¿tú acabas una novela
que te aburre?), el derecho a saltarse páginas, a leer en voz alta y a
callarnos (¿a tí te gusta que te pregunten qué has entendido del libro que
estás leyendo?).
Acompañarlos a las librerías a ver libros.
Afortunadamente, cada vez hay más
libros atractivos para los niños y más librerías especializadas para ellos o
con secciones de literatura infantil y juvenil. Siempre respetando sus
derechos conviene llevarlos de vez en cuando a ver libros, aunque no siempre
compren. Tienen, como nosotros, el derecho a no comprar y nosotros la
obligación de respetarlo. Pero es muy bueno que miren y desarrollen su
curiosidad.
Animarlos a escribir.
Siempre que escribimos, necesariamente leemos. Por eso
los niños que tienen dificultades para leer, si escriben a sus amigos en
verano, confeccionan notas, hacen rótulos en su habitación, etc., están
leyendo y desarrollando su capacidad para leer más deprisa y con menos
esfuerzo.
Mover la voluntad de tu hijo hacia la lectura requiere, como todo en
educación, que estas técnicas y otras que tú te puedes inventar, las
apliques con sentido común y con amor. Sentido común para elegir el momento
más adecuado para llevarlas a cabo, respetando sus derechos como lector, y
amor para comprender sus intereses, y solidarizarse con sus dificultades.
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