El crack de 1929
El crack de 1929.
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Se conoce como Crack del 29 a una de las mayores caídas de la Bolsa
estadounidense que degeneró en la mayor crisis mundial que el capitalismo
haya conocido jamás.
Todo empezó con la caída en picado del precio de los valores que se
cotizaban en la Bolsa de Wall Street en Nueva York. La bajada masiva del
valor de las acciones arruinó a muchísimos inversores, cerró empresas y
bancos, condenó al paro a millones de personas y, debido al efecto dominó,
trasladó el mismo problema a muchas naciones.
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Las repercusiones fueron gravísimas tanto para los países desarrollados como
para los países en desarrollo. Europa, que se estaba recuperando todavía de
la Primera Guerra Mundial, conoció una nueva etapa de paro y miseria y, como
consecuencia, el ascenso de movimientos de extrema derecha y de extrema
izquierda.
¿Cómo se llegó a esta situación?
Para entender el origen de la crisis hay que remontarse a la Primera Guerra
Mundial. Para los Estados Unidos la contienda fue una fuente de grandes
beneficios al convertirse en proveedores de sus aliados y, posteriormente,
de los demás. Tras la guerra, muchos dólares fueron a parar a Europa como
préstamo para la necesaria reconstrucción. En Alemania, por ejemplo, hubo
mucho dinero estadounidense invertido.
Cuando se habla de la crisis del 29, keynesianos y estatistas, en general,
se refieren a dos elementos claves que ayudan a su explicación:
•Superproducción
•Especulación.
Superproducción
Acabada la guerra, Estados Unidos no puede vender tanto como antes a los
países exbeligerantes. Los gastos de reconstrucción económica en las zonas
asoladas por la guerra impiden la compra masiva de productos a los EEUU Los
países afectados adoptan medidas proteccionistas para lograr la recuperación
de sus economías. En consecuencia, EEUU se queda sin colocar en el mercado
enormes contingentes de productos. Aparecen los stocks. Se da pues una
situación de superproducción o, si se prefiere, un exceso de oferta. Aunque
por otra parte, otros autores afirman que esta superproducción era
consecuencia más de un subconsumo, es decir, el problema no es el exceso de
oferta, sino más bien la reducción de la demanda: al presentarse bajos
niveles de consumo, no se consume todo lo que se produce.
Especulación
Hay un boom especulativo. El valor de los títulos cotizados en Bolsa suben,
continuamente, a pesar de la baja demanda de productos existente ¿Cómo es
posible esto? La explicación está en los bajos tipos de interés. El dinero
barato prestado por los Bancos se invierte en Bolsa con la seguridad de que
va a reportar grandes beneficios.
Cada vez se acumulan mayores contingentes de mercancías y productos que no
tienen salida en el mercado. La superproducción de bienes en la industria y
en la agricultura se encuentra en una situación difícil, dado el exceso de
oferta. Ello hace que los precios empiecen a bajar. Se empieza a sospechar
de un sistema que, aparentemente, prometía ganancias sustanciosas y progreso
sin límites. Aparecen las dudas, los miedos y el nerviosismo entre la
población inversora. Se ponen a la venta, masivamente, grandes cantidades de
acciones y el valor de estas acciones cae en picado.
Para el liberalismo y el monetarismo, en cambio, el crack de 1929 no fue en
absoluto el fracaso del libre mercado, sino la consecuencia lógica de la
intervención estatal, en concreto, de la salvaje e irresponsable
manipulación de la moneda por parte del Sistema de Reserva Federal. La mayor
emisión de moneda de la FED incrementó la oferta de dinero en más de un 60%
desde mediados de 1921 y hasta mediados de 1929. Esta enorme liquidez
inyectada en el mercado fue a parar, en gran medida, a los mercados
financieros, provocando la expansión incontrolada del crédito bancario.
Toda expansión artificial de la moneda y el crédito provoca desequilibrios
en la economía al enviar falsas señales, favoreciendo la inversión en
empresas de gran riesgo o bajas posibilidades de beneficio, colocándola al
borde de una caída, que solamente puede empeorar cuando el gobierno cambia
su política de dinero fácil por una de contracción monetaria. El 3 de
septiembre de 1929 se alcanzó el máximo en Wall Street. La Reserva Federal
quiso detener la burbuja parando en seco la expansión monetaria. Redujo la
oferta de dinero subiendo las tasas de interés y, en los siguientes tres
años, la oferta de dinero se redujo en un 30%. Pero la deflación sólo
provocó el estallido de la burbuja, haciendo pasar a la economía de un
tremendo boom a una colosal depresión. El crash del 29 fue un síntoma, y no
la causa de la Gran Depresión.
El Jueves Negro
Tiene lugar el Jueves Negro: el 24 de octubre de 1929 el valor global de los
títulos cotizados en Bolsa baja varios miles de millones de dólares. El
pánico se apodera de Wall Street. Todo el mundo quería deshacerse de sus
acciones, pues cada vez valían menos. Es el crack. Pequeños, medianos y
grandes accionistas se arruinan. Algunos llegan a suicidarse (se tiran de
los balcones de la bolsa).
Sin embargo el viernes la venta de títulos parece contenerse. El fin de
semana es de auténtica reflexión y el lunes nuevamente la situación está en
un estado que no permite adivinar si la caída pasada fue una más, algo más
dura que las anteriores, pero una más; o por el contrario, si era el
comienzo de una crisis.
El Martes Negro
El martes 29 de octubre de 1929 vuelve la venta desmesurada de acciones, la
falta de dinero, la devaluación continuada y el comienzo de la depresión.
A partir de esto, se produce una crisis de confianza en el sistema
financiero provocando un efecto «dominó». La situación arrastra a bancos y
empresas. Muchos reclaman sus ahorros y se quedan sin ellos. No hay que
olvidar que las entidades financieras han prestado dinero a particulares
para su inversión en Bolsa (inversiones a crédito). La cuestión se complica.
La bajada de precios origina el descenso de la producción y del empleo. Cada
vez se produce menos. Se cierran empresas. Aumenta considerablemente el
desempleo. El caos es total y muchos empleados se suicidan, o se convierten
en vagabundos.
Luego la crisis se trasladó a Europa, donde las economías están conectadas a
través del comercio y las inversiones. Por ello, los efectos de la depresión
estadounidense se dejaron sentir en muchísimos países. EEUU dejó de comprar
materias primas y repatrió dólares invertidos en Europa (por ejemplo, como
ya se dijo, en Alemania había mucho capital estadounidense invertido). La
crisis fue especialmente dramática en Europa dado que aún no se había
recuperado de la pasada guerra. La consecuencia más importante fue el
ascenso del totalitarismo Nazi y su afán expansionista. Preludio de una
nueva y mucho más cruenta Segunda Guerra Mundial.
Soluciones a la crisis
Para hallar soluciones a la crisis, se reunió en Londres una conferencia
internacional. No hubo acuerdo, así que cada país buscó su propia solución a
la crisis, fomentando el nacionalismo.
Algunos estados apostaron por la autarquía, pero la mayoría recurrió al
clearing, a la intervención estatal en la economía y a la creación de
empresas del Estado, siguiendo las propuestas del economista británico John
Maynard Keynes,nacido en Cambridge. Su principal obra es Teoría general de
la ocupación, el interés y el dinero (1936). Criticó los mecanismos del
capitalismo liberal desde la Primera Guerra Mundial. En su obra, expuso su
pensamiento económico, según el cual, la demanda y el consumo, son el motor
del crecimiento económico, pues de éste dependen los beneficios y la
inversión empresarial y, por lo tanto, el empleo partidario del
endeudamiento público para reactivar la economía.
En EE.UU., el presidente Franklin Delano Roosevelt adoptó un conjunto de
medidas conocido como New Deal encaminadas a reanimar la producción
industrial y a paliar los efectos de la pobreza y el paro.
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