Inteligencias múltiples. Howard Gardner

Creado: 18/9/2012 | Modificado: 23/1/2013 4955 visitas | Ver todas Añadir comentario



Inteligencias múltiples. Howard Gardner
 
Texto: http://escuelaconcerebro.jimdo.com/rese%C3%B1as/inteligencias-m%C3%BAltiples-de-h-gardner/

Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica. Howard Gardner
Una escuela con inteligencias múltiples

 



Howard Gardner, Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica. Barcelona, Paidós, 2011 (1ª edición en castellano en 1995; 1ª edición original en 1993). 384 págs.
 


Treinta años después de la primera exposición impresa de la teoría de las inteligencias múltiples (H. Gardner, Frames of mind. The Theory of Múltiple Intelligences. Nueva York, Basic Books, 1983), se reedita en castellano esta recopilación de textos de Gardner y sus colaboradores, orientada a ofrecer una perspectiva práctica de sus teorías. La escuela es el lugar donde se desarrollan los principales eventos del aprendizaje humano, al menos por cuanto se prolongan durante un largo periodo de tiempo, y por tanto es el principal escenario de ensayo de cualquier teoría cognitiva.

No hay duda de la oportunidad de esta reedición en el momento álgido de la discusión política y mediática sobre el sistema educativo vigente, el modelo escolar más deseable, los recursos con que debe dotarse, la formación de los docentes, la contribución familiar a la educación y, en fin, el concepto mismo de educación, su para qué y su a través de qué. En este sentido, el libro de Gardner es uno más en la avalancha de publicaciones en castellano sobre el tema, signo de que la educación es hoy uno de los asuntos que generan mayor preocupación en la sociedad, y por ello la oferta editorial ha crecido exponencialmente, aun al precio de haberse alcanzado altas cotas de superficialidad. No es el caso del texto que nos ocupa: detrás de las propuestas de Gardner hay veinte años de investigación; serán discutibles sus ideas pero no por afán de llegar al gran público con una lectura facilona tan afín al género de la autoayuda.

En este sentido, aunque Gardner se refiere abundantemente a su lugar de origen, los Estados Unidos, sus críticas y propuestas referentes al sistema educativo vigente pueden ser trasladadas al ámbito español sin grandes dificultades para hallar paralelismos suficientes y ejemplares. Ni siquiera sirve de consuelo constatar que allá, en tierra de Gardner, la situación educativa es mucho peor, aunque las posibilidades de introducir cambios e innovaciones pedagógicas sean allí más favorables que aquí.

Antes de entrar en detalle sobre las propuestas de Gardner y analizar los pros y los contras de su modelo escolar basado en la teoría de las inteligencias múltiples (en adelante IM), aclaremos que este libro está dividido en cuatro partes:
-una primera dedicada a exponer sintéticamente la teoría de las IM que luego se va a llevar al escenario escolar;
- la segunda parte se refiere a la aplicación de esta teoría a proyectos educativos concretos, desarrollados en diversos centros docentes americanos;
-la tercera se refiere al peliagudo problema de la evaluación del aprendizaje, piedra de toque de todos los sistemas educativos y punto esencial en la crítica de Gardner al modelo educativo vigente;
-y una cuarta parte final dedicada al futuro de la teoría de las IM, en vistas a las expectativas de confirmación empírica de sus presupuestos desde disciplinas afines, como la neurociencia.

Conflicto de modelos
 

Gardner constata que la discusión sobre el modelo educativo en su país se encuentra sumamente polarizada: por un lado, los sectores tradicionales, conservadores, que critican los malos resultados obtenidos en las últimas dos décadas de asunción del modelo centrado en los alumnos y reclaman una gestión empresarial de la escuela; por otro, los sectores pedagógicos que apelan a introducir más cambios y que oponen resistencia al creciente peso de los conservadores y su empeño en una enseñanza igual para todos, una didáctica igual y una evaluación igual, basada en la eficiencia y en los resultados académicos, al precio de dejar en la cuneta a los que no se espabilen. No hay duda de que aquí pugnan dos modelos de sociedad, y que está en juego el retorno a una especie de darwinismo social en la escuela.


Todo esto que ocurre en Estados Unidos nos debe hacer reflexionar, porque en realidad es un asunto que nos afecta muy de cerca. No sé si en España se dan cifras tan alarmantes como esta: un 80% de los estudiantes de secundaria americanos apenas sabe redactar una carta (son cifras que Gardner proporciona), pero el deterioro progresivo en los resultados de las evaluaciones de competencias va en esta dirección. Con todo, las propuestas de Gardner se sitúan en el ala izquierda de la discusión: están en la línea de la escuela centrada en el sujeto, como no podía ser de otra manera, pero son a la vez revolucionarias, persiguen nuevas vías didácticas, de evaluación del aprendizaje, de gestión escolar y de relación entre las instituciones docentes, las familias y la comunidad.

Casi se puede afirmar que se trata de un modelo utópico, si lo contrastamos con los presupuestos actuales en educación, al menos en España. Las propuestas de Gardner nos pueden parecer estupendas a unos, objetables a otros, pero todos estaremos de acuerdo en que son carísimas. Eso sí, deberíamos coincidir, desde cualquier punto de vista pedagógico, en que si Gardner demuestra su viabilidad pedagógica y didáctica, el argumento presupuestario no debería ser una objeción aceptable.

A lo largo del libro se analizan diversas experiencias escolares llevadas a cabo en Estados Unidos sobre la base de la teoría de las IM. Algunas escuelas infantiles han adoptado las aulas Spectrum y algunos centros de enseñanzas artísticas también han asumido el modelo de las IM. Todo parece dar buenos resultados, pero aún es demasiado pronto, porque se trata de experiencias que apenas tienen quince años en su haber.

En general, el modelo de Gardner persigue ayudar a los jóvenes a elegir su futuro profesional y personal de acuerdo con su propio perfil cognitivo (resultado del trabajo concertado de las 7 diferentes inteligencias que operan en un individuo), y dado que ese perfil es mucho más complejo que el llamado perfil académico, hay que buscar la forma de hacerlo manifestarse a lo largo de la educación primaria. Se trata de identificar el perfil de inteligencias que se da en cada sujeto para despertar su motivación a lo largo del proceso de aprendizaje escolar y para que, llegado el momento, pueda escoger adecuadamente una carrera o una actividad profesional, y también para reforzar aquellos puntos en que tenga dificultades.

Esta concepción convierte la estrategia de la atención a la diversidad, tan común en nuestro sistema, en algo generalizado a todos los alumnos, porque deshace la diferencia entre los alumnos estándar que encajan sin problemas en el entorno académico y los que no. Si se aplican criterios de diversidad a todos, se descubrirán excepcionalidades en campos y en alumnos que ahora quedan desatendidos, porque no son evaluados adecuadamente. No hay que confundir, pues, las IM con los habituales programas de atención a la diversidad, que se ponen en práctica en un entorno escolar estandarizado allá donde aparecen niños con dificultades respecto de los contenidos estandarizados, habitualmente los contenidos instrumentales.
 

La teoría de las IM supone que toda la actuación escolar ha de contemplar que cada alumno tiene un perfil intelectual particular y diferente que debe ser atendido adecuadamente. En eso consiste la escuela centrada en el sujeto según las IM.

Además, descarta que los alumnos que tengan dificultades en un campo determinado del currículum vayan a resolverlas mediante la aplicación de refuerzos específicos que no supongan cambiar de metodología. Un alumno que se resiste a las operaciones matemáticas no va a mejorar a base de baterías de sumas y restas. Desde este punto de vista, es indudable que ante estas situaciones conviene plantearse cambios metodológicos, buscar esos perfiles cognitivos cuya variabilidad sirve para explicar por qué hay alumnos que se resisten a hacer bien una suma o a escribir los nombres propios con mayúsculas (es decir, pone en tela de juicio las actividades repetitivas que no suponen un aprendizaje nuevo de contenidos).



Propone también que haya una gestión compartida entre la escuela y la comunidad, para que los alumnos accedan a experiencias extraacadémicas diversas, con la intención de facilitar el contacto con posibles experiencias cristalizadoras, que de otra forma suelen ocurrir sólo accidentalmente y con escasa frecuencia. Esto es básico para estudiantes con perfiles no académicos, pero se puede extender a todas las esferas del aprendizaje escolar. En esta misma línea se enmarca su propuesta de dar a la didáctica un tono más experiencial, recuperando el binomio maestro-aprendiz propio del aprendizaje artístico tradicional: poner en contacto a los alumnos con modelos de trabajo, de operar con materiales y según secuencias que no pueden enseñarse adecuadamente con el método académico.

Se trata de aprender haciendo. Esta reivindicación casi medieval contrasta con el tono utópico de sus propuestas, pero no lo contradice: en los talleres de formación profesional los métodos se aproximan a este modelo; pero Gardner pide aún más: que se estreche la relación entre maestro y aprendiz, como era el caso de los jóvenes pintores renacentistas que asistían a los talleres de los maestros consagrados para aprender allí, en contacto directo con los materiales y los métodos operacionales, los secretos de un arte. Aprender en contacto con los materiales de una especialidad es una de las principales ideas de Gardner.

Todo esto supone también una revisión de la figura del docente, liberada de la uniformidad curricular, de las sujeciones académicas y metodológicas presentes en el modelo uniformista. Sin entrar en detalle sobre ello, deja la puerta abierta a una docencia más creativa, más informal, más cómoda para los docentes, más afín a su particular perfil cognitivo.


La crítica al modelo vigente


Gardner intenta demostrar que es posible una escuela que garantice un tipo de aprendizaje y evaluación afines al perfil cognitivo de cada alumno. Pero para ello hay que cambiar muchas cosas en la escuela que conocemos. Por mucho que la didáctica actual desarrolle la atención a la diversidad, en realidad actúa con todos los alumnos por igual, como si sólo hubiese dos formas de aprender: la lingüística y la lógico-matemática.

En la escuela tradicional todo funciona a base de lápiz y papel, tanto el aprendizaje como su evaluación. De este modo, afirma Gardner, las personas con un perfil cognitivo afín al lápiz y al papel -el perfil académico- suelen pasar sin dificultades a través del largo proceso de aprendizaje escolar que desemboca en la enseñanza superior, la universitaria, el templo del lápiz y el papel. Sin embargo, los niños que tienen un perfil diferente tropezarán muchas veces durante ese camino porque no pueden aprender lo mismo en las mismas condiciones que sus compañeros con perfil académico. Y además serán evaluados según procedimientos que tampoco les son afines.

Esta es la razón de que Gardner proponga cambiar tanto la didáctica como la evaluación. No pide poco. Afirma que a partir de los 4 años es posible comenzar a trazar el perfil cognitivo de los niños, de manera que ya en la etapa infantil la escuela puede asumir las diferencias de perfil que hay en un grupo. No se trata de dar atención a los que tengan dificultades, sino de adaptar todo el proceso didáctico a lo que cada uno necesita para que pueda seguir un currículum afín a sus necesidades durante toda la etapa escolar. Y pide más aún: que las evaluaciones se realicen según el perfil de cada alumno evaluado, que no todos tengan que asumir un SAT (Schoolastic Aptitude Test) como filtro para acceder a las universidades o, más aún, propone directamente la supresión del SAT, o la Selectividad, si nos referimos a nuestro país.

Esto es un arma de dos filos. Seguramente habrá un acuerdo generalizado al respecto de la adecuación de los actuales filtros de acceso a la enseñanza superior. Si los ha de haber o no, se trata de una cuestión más política que pedagógica. Pero dado que los hay, posiblemente podrían mejorarse: alguien con un buen perfil artístico puede aportar mucho en el terreno de la arquitectura y construir edificios funcionales y bellos. Para que el aspecto de nuestras calles mejore estéticamente deberían ampliarse los filtros de acceso a un mayor abanico de perfiles cognitivos. Otra cosa es que permitan el acceso a la universidad a perfiles cognitivos que no son afines al académico, como sugiere Gardner. Un arquitecto que carezca de un buen perfil lógico-matemático es un riesgo para la seguridad de las personas, por muy bellos edificios que diseñe. En cualquier caso, son las necesidades sociales las que imponen una jerarquía en las teorías de las IM.

La propuesta de Gardner nos parece muy sugestiva y de fácil aplicación si se dispone de recursos económicos y del apoyo social suficiente, pero siempre que se atenga a unos límites de sentido común. La escuela debe dar oportunidades de éxito a todos los alumnos, no sólo ayudando a aquellos que tengan dificultades sino también adaptándose ella misma a la diversidad humana. Es posible que todos los alumnos puedan llegar a una meta similar siguiendo diferentes caminos dentro de una misma escuela. He aquí el reto: ser capaces de presentar un mismo tema según las diferentes vías de acceso adecuadas a las 7 diferentes inteligencias predominantes en cada perfil cognitivo. Es una interesante hoja de ruta para todas las etapas, desde la infantil a la secundaria. Puede ser una vía de escape a la ingente desmotivación que tantos alumnos y docentes desarrollan. Puede ayudar a cambiar la dirección que lleva la escuela y su currículum, diseñado desde la universidad para que desemboque en la universidad. Puede que la sociedad marque una determinada jerarquía en la pirámide del saber, pero la escuela debe procurar que todas las formas de aprender conserven el mismo nivel de dignidad. Porque la escuela debe servir primordialmente como lugar de aprendizaje para la vida, que es ese lugar y tiempo en que nuestra inteligencia ha de desplegarse para asegurarnos nuestra supervivencia como seres individuales y sociales.

Josep Pradas




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