Las 17 leyes del éxito
Las 17 leyes del éxito.
Texto:
http://alimentemoselalma.blogspot.com.es/2010/09/las-17-reglas-del-exito.html
Autor original: Og Mandino.
REGLA NÚMERO UNO
Hay que considerar lo bueno que uno tiene.
Una vez que uno se da cuenta de lo valioso que es y de cuantas cosas
positivas tiene a su favor, las sonrisas volverán saldrá el sol, sonará la
música y uno podrá finalmente avanzar hacia la vida esperada… con gracia,
fuerza, valor y confianza.
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REGLA NÚMERO DOS
Hoy, y todos los días, uno debe dar más de lo que le pagan por hacer.
La victoria del éxito se habrá ganado a la mitad cuando uno aprenda el
secreto de dar más de lo que se espera en todo lo que uno hace. Hay que
hacerse tan valioso en su trabajo que más adelante uno se vuelva
indispensable. Uno debe ejercer su derecho de recorrer ese kilómetro
adicional y disfrutar de todos los beneficios que recibirá. ¡Bien se los
merece!
Andrew Carnegie dijo que había dos tipos de personas que nunca lograban
mucho en la vida. Una es la persona que no quiere hacer lo que le dicen que
haga, y la otra es la persona que sólo hace lo que le dicen que haga. Y
cuando se le preguntó a Walter Chrysler qué era lo que más necesitaba su
planta, repuso: "Diez buenos hombres que no estén atentos al silbato ni se
la pasen pendientes de la hora en la carátula del reloj."
REGLA NÚMERO TRES
Cada vez que se cometa un error o se haya sido abatido por la vida, no
hay que quedarse demasiado tiempo pensando en ello.
Los errores son la forma en que la vida le enseña a uno. La capacidad de
cometer errores ocasionalmente es inseparable de la capacidad de lograr las
propias metas. Nadie gana de todas, todos, y las fallas que se tienen,
cuando ocurren, son simplemente parte del propio crecimiento. Hay que
sacudirse los errores. ¿Cómo podría uno conocer sus límites sin una falla
ocasional? Nunca hay que rendirse. Ya llegará el turno de uno. En una
ocasión, Mark Twain contó la historia de un gato que un día saltó para
subirse a una estufa caliente y se quemó la panza. Ese gato nunca más volvió
a saltar para subirse a una estufa caliente – pero ese mismo gato ¡nunca
saltó para subirse a una estufa fría, tampoco!
REGLA NÚMERO CUATRO
Uno debe premiar siempre sus largas horas de trabajo y afán de la mejor
manera, rodeado de su familia.
Hay que alimentar su amor con todo cuidado y recordar que los hijos
necesitan modelos, no críticas, y el propio progreso se intensificará cuando
uno se esfuerce constantemente por presentar el mejor aspecto de uno mismo a
los hijos. e incluso si uno ha fallado en todo lo demás a los ojos del
mundo, si se tiene una familia que lo ame, uno es un triunfador.
REGLA NÚMERO CINCO
Hay que levantar este día sobre una base de pensamientos agradables.
Uno no debe preocuparse
nunca por ninguna imperfección que uno tema que pueda impedir su
progreso. Hay que recordar, tan seguido como sea necesario que uno es
hijo de Dios y que tiene el poder de alcanzar cualquier sueño si eleva
sus pensamientos. Es posible velar cuando uno decide que puede hacerlo.
No hay que volver a considerarse derrotado. |
Marco Aurelio, ese sabio emperador y filósofo de la antigua Roma, nos dijo
que nuestra vida es lo que de ella hacen nuestros pensamientos. Buena o
mala. Desdichada o feliz. Triunfante o desesperada. Buda lo dijo de una
manera todavía más enérgica: ‘Todo lo que conocemos es consecuencia de lo
que hemos pensado. La mente es todo. Nos convertiremos en lo que pensamos.
No importa como se quiera llamarlo, los pensamientos positivos son
productivos, los pensamientos negativos estorban y destruyen.
REGLA NÚMERO SEIS
Siempre hay que dejar que las propias acciones hablen por uno
Siempre hay que dejar que las propias acciones hablen por uno, aunque todo
el tiempo hay que estar en guardia contra las terribles trampas del falso
orgullo y la vanidad que puede detener el propio avance. La próxima vez que
uno se sienta tentado a vanagloriarse, tendría primero que meter la mano en
una cubeta llena de agua y, cuando la saque, el agujero que queda hará que
uno se dé una idea correcta de la medida de su importancia.
REGLA NÚMERO SIETE
Cada día es un don especial de Dios
Cada día es un don especial de Dios, y si bien es posible que la vida no
siempre sea justa, uno no debe dejar nunca que las penas, las dificultades y
las desventajas del momento envenenen la actitud y los planes que uno tiene
para sí mismo y su futuro. No se puede ganar si se lleva puesta la fea capa
de la autocompasión con toda seguridad ahuyentará cualquier oportunidad de
éxito. Nunca más. Hay una mejor manera.
REGLA NÚMERO OCHO Uno nunca debe llenar sus días ni sus noches con tantas nimiedades y cosas insignificantes como para no tener tiempo de aceptar un verdadero reto cuando éste se presente, Esto es válido tanto para el juego como para el trabajo. Un día meramente sobrevivido no es ocasión de festejo. Uno no está aquí para desperdiciar sus preciosas horas, cuando tiene la capacidad de lograr tanto si hace una pequeña modificación en su rutina. Ya no hay que ocuparse en nimiedades. Ya no hay que volverle la cara al éxito. Hay que darse tiempo y espacio para crecer. Ahora, ¡Ahora mismo! ¡No mañana! |
REGLA NÚMERO NUEVE
Hay que vivir este día como si fuera el último de su vida.
Hay que recordar que sólo se encontrará la expresión "mañana" en el
calendario de los tontos. Hay que olvidar las derrotas del ayer y no tomar
en cuenta los problemas del mañana. Eso es todo. El día del Juicio Final. Es
todo lo que se tiene. Uno debe hacer de este día el mejor de su año. Las
palabras más tristes que uno podría pronunciar son: "Si pudiera volver a
vivir mi vida…" Hay que tomar la batuta ahora. ¡Y dirigir con ella! ¡Este es
su día!
REGLA NÚMERO DIEZ
A partir de hoy, uno debe tratar a todas las personas que encuentre, sean
amigas o enemigas, conocidas o extrañas, como si fueran a morirse a
medianoche.
No importa qué tan trivial sea el contacto, Hay que brindar a cada persona
toda la atención, amabilidad comprensión y afecto que uno pueda mostrar, y
hay que hacerlo sin pensar en ninguna recompensa. Su vida nunca volverá a
ser igual.
REGLA NÚMERO ONCE
Hay que reírse de sí mismo y de la vida.
No con el ánimo de burlarse ni de autocompasión plañidera, sino como un
remedio, como un medicamento milagroso, que le mitigará a uno el dolor, le
curará la depresión y le ayudará a poner en perspectiva la derrota
aparentemente terrible del momento. Uno debe borrar la tensión y las
preocupaciones riéndose de sus predicamentos, con lo que liberará su mente
para pensar con claridad en la solución que seguramente llegará. Nunca hay
que tomarse demasiado en serio.
REGLA NÚMERO DOCE
Nunca deben descuidarse los detalles.
Nunca deben descuidarse los detalles, ni escatimarse ese esfuerzo adicional,
esos cuantos minutos de más, esa palabra suave de alabanza o agradecimiento,
esa entrega de lo mejor que uno puede hacer. No importa lo que los demás
piensen, pero sí es de primordial importancia lo que uno piensa de sí mismo.
Usted nunca podrá hacer lo mejor, que debería ser siempre su rasgo
distintivo, si está tomando atajos y evadiendo responsabilidades. Usted es
alguien especial. Debe actuar como tal. ¡Nunca deben descuidarse los
detalles!
REGLA NÚMERO TRECE
Hay que recibir cada mañana con una sonrisa.
Uno debe considerar el nuevo día como otro regalo especial de su Creador,
otra oportunidad dorada para completar lo que uno no pudo concluir ayer. Hay
que motivarse uno mismo. Hay que dejar que la primera hora establezca el
tema del éxito y la acción positiva que con toda seguridad resonará durante
todo el día. El día de hoy nunca volverá a ocurrir. No hay que
desperdiciarlo con un inicio falso o completamente nulo. Usted no nació para
fallar.
REGLA NÚMERO CATORCE
Uno logrará su gran sueño, un día a la vez, así es que hay que fijar
metas para cada día.
Uno logrará su gran sueño, un día a la vez, así es que hay que fijar metas
para cada día – no proyectos largos y difíciles, sino tareas que lo llevarán
a uno, paso a paso, hacia su arcoíris. Debe anotarlas, si así le parece,
pero hay que limitar la lista de manera que no se tengan que arrastrar las
cuestiones inconclusas de hoy hacia el mañana. Hay que recordar que uno no
puede construir su pirámide en veinticuatro horas. Hay que ser paciente.
Nunca debe dejar que su día esté tan lleno de actividades que se descuide la
meta más importante – hacer lo mejor que pueda, disfrutar este día y
mantenerse satisfecho con lo que ha logrado.
Habría que escuchar a Séneca, ese sabio de la Antigua Roma: "La verdadera
felicidad consiste en disfrutar del presente, sin depender ansiosamente del
futuro, sin entretenernos ni en esperanzas ni en temores, sino descansando
satisfechos de lo que tenemos, lo cual es suficiente, pues quien es feliz no
desea nada. Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros
y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin
desear lo que no tiene".
REGLA NÚMERO QUINCE
Uno no debe permitir nunca que nadie le eche a perder su desfile y de esa
manera arroje una sombra de tristeza y derrota en todo el día.
Hay que recordar que no se requiere nada de talento, ni abnegación, ni
inteligencia, ni carácter, para estar en el equipo de los que encuentran
fallas. Nada externo puede tener poder sobre una a menos que uno lo permita.
El tiempo es demasiado precioso para sacrificarlo en días desperdiciados
combatiendo las fuerzas rastreras del odio, los celos y la envidia. Usted
debe proteger cuidadosamente su frágil vida. Únicamente Dios puede crear la
forma de una flor, pero cualquier niño puede hacerla pedazos.
REGLA NÚMERO DIECISÉIS
Hay que buscar la semilla del bien en todas las adversidades.
Cuando uno domina ese principio, posee un valioso escudo que lo protegerá
bien a través de todos los oscuros valles por donde tenga que pasar. Es
posible ver las estrellas desde el fondo de un pozo profundo, en tanto que
no pueden distinguirse desde la cima de una montaña. De la misma manera,
usted aprenderá de la adversidad cosas que uno no habría descubierto jamás
sin dificultades. Siempre hay una semilla del bien. Uno debe encontrarla
para prosperar.
REGLA NÚMERO DIECISIETE
Uno debe darse cuenta que la verdadera felicidad radica dentro de uno
mismo.
No hay que desperdiciar tiempo ni esfuerzo en buscar la paz, la alegría y el
gozo en el mundo externo. Hay que tener presente que no hay felicidad en
tener u obtener, sino únicamente en dar. Hay que dar. Compartir. Sonreír. La
felicidad es un perfume que no se puede escanciar en los demás sin que unas
cuantas gotas caigan en uno mismo.
Thoreau, mi viejo amigo, tenía mucho que podía decir al respecto, entre
otras cosas: "Estoy convencido, a partir de la experiencia, de que
permanecer en este mundo no es un trabajo arduo sino una diversión cuando
vivimos con sencillez y sabiduría. La mayor parte de los lujos, y muchas de
las así llamadas comodidades de la vida, no solo son completamente
prescindibles, sino verdaderos, obstáculos para la elevación de la
humanidad"
¿La felicidad… es una mariposa? Tal vez no. "Muy poco se necesita para hacer
una vida feliz", escribió Marco Aurelio, "todo se halla dentro de uno mismo,
en su manera de pensar". Uno buscará la felicidad eterna y fracasará, a
menos que la busque dentro de sí mismo, en su corazón y en su alma, y luego
comparta lo que posee sin pensar en ninguna recompensa…
Hay que comunicarse con los demás. La felicidad no es sino el producto
secundario de la manera en que uno trata a sus semejantes. Ahora es el
momento de ser feliz. Aquí es el lugar para ser feliz. Hay que aprender y
comenzar a vivir según las reglas que se le han entregado a usted, reglas
que se le presentaron con mucho amor, y compartir su mensaje con otros que
piden su apoyo. Sólo entonces aparecerá la mariposa y se posará ligeramente
en su hombro mientras suena la cajita de música. Nunca hubo, ni habrá una
mejor manera de vivir.
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